20 agosto 2008

El gran simulador

No se trata de la música de Los Plateros, ni tampoco del maravilloso Fred Mercury, tampoco tiene relación con el “pícaro” que anduvo por Pigüe contando historias imposibles de la National Geographic aunque el parecido convoca: se dedicó a esquilmar a los lugareños.

Mucho menos tiene la talla de Giorgio Perlasca
[1], y son menos inocentes que el “periodista” Nahuel Maciel y la dirección de El Cronista, allá por los ’90[2]; aunque en busca de un parecido, pensamos en el pez esponja[3].

Por más que lo intentemos, por más que apliquemos nuestros máximos esfuerzos y neuronas, no lo lograremos. Nos rendimos. Nos han vencido. Muchos dirán que somos flojos, que carecemos de compromiso y voluntad. Es posible.

¿Cómo superar la férrea e imperturbable decisión de éste “aparato político” que ha mostrado su vocación prepotente y continuar la búsqueda de más simulaciones en la historia si, ésta, la del INDEC y sus estadísticas, está ya lista y dispuesta para ingresar con gloria en los registros del GUINESS y enviar a los argentinos al territorio de la vergüenza?

Como suele suceder, las estrategias de simulación, entre humanos no tiene el mismo efecto que entre los peces. Tterminan mostrando el lado más cruel de la verdad: el fracaso.

La tramoya consistía en burlar a los acreedores mediante la falsificación del “índice de actualización” de los bonos que se entregaron en la renegociación de la deuda externa. La seriedad y prestigio del INDEC, aceptado por los acreedores para establecer ese quantum fue destruido para desarrollar una estrategia de engaño. No importaron los medios, los peores métodos al servicio de la mentira.

Sin embargo, y pese a estas argucias, la deuda externa argentina creció desde US$ 144.728.640 al 31 de diciembre pasado, hasta los US$ 149.847.396 al 30 de junio último, es decir, u$s 5.118,73 millones de los cuales, unos US$ 2800 millones, y está relacionada con la mayor erogación que genera la cláusula de indexación en su versión “simulada”. Debe tenerse en cuenta que en ese monto no se suman las acreencia con el denominado Club de París y se ha dejado de contabilizar la deuda con los denominados “hold out” (acreedores que no aceptaron el canje propuesto por la Argentina pero que tarde o temprano habrá que pagar)

¿Qué hubiese pasado si se aplicaban los índices verdaderos a la deuda “indexada” que asciende a más de u$s 61.200 millones?

La situación se hubiese desnudado mucho antes. Las falencias y limitaciones de un modo de concebir la política que ahora, se muestra en toda su extensión habrían salido a la luz, y probablemente nos hubiesen ahorrado, como lo alertaba Sáenz Peña en la crisis de 1890, volver a ser inscriptos en la “lista negra de los deudores de la Tierra”.

Para poder tener una referencia de cómo nos ven observemos el siguiente “detalle”: las multinacionales radicadas en la Argentina giraron, en concepto de los dividendos y utilidades, u$s1502 millones, un 28,3% más que en los primeros seis meses de 2007, según el balance cambiario del Banco Central (BCRA) sin reinvertir prácticamente nada.

El 83% de las Empresas que envían sus balances a la Bolsa de Comercio mejoraron su rentabilidad respecto del año anterior. Sin embargo, esa mejora de la rentabilidad no es, como señal todo lo bueno que debería ser porque la reinversión de utilidades viene descendiendo fuertemente (en particular, el año pasado esta variable se desplomó 40,3% respecto de 2006) las Empresas y eso, en última instancia, se refleja en el valor de la acción y en la denominada “capitalización bursátil”.

Simultáneamente, la importación de bienes industriales terminará, como en los ’90, arrasando a la Industria Nacional.

Para ponerlo en números, según Ecolatina el 63% de lo que importa el país compite con los bienes nacionales. El nivel de participación se incrementó 3 puntos porcentuales respecto de 2007.

Así, señala, “de los u$s28.300 M que se importaron en la Argentina durante el primer semestre, u$s17.838 correspondieron a bienes que, suplantaron mano de obra local. A su vez, esta cifra significó un crecimiento del 53% con respecto al mismo período de 2007.”
¿Cómo invertir, para que esto no suceda, si no existe financiamiento acorde a una política pro inversión, sino se desarrollan condiciones, en materia tributaria, que la promuevan?

Invertir significa “hundir” el capital por un tiempo prolongado hasta tanto ésta comienza a “madurar” generar la necesaria rentabilidad. ¿Cuál es el nivel de certeza, el horizonte de planificación que permite, razonablemente desarrollar ésta acción empresarial básica?

En la Argentina el Gobierno se constituyó en el GRAN SIMULADOR y con arrogancia y soberbia instaló la simulación como estrategia política y desarrolló, de modo deliberado, un conjunto de acciones que derrumbaron la credibilidad sobre sus acciones e intenciones.

Sin que medie autocrítica alguna, comienza a “buscar una salida”, llámese “funcionario con prestigio que, primero legitime lo actuado y luego desarrolle una cosmética tal que no deje mal parados a los predecesores”.

La ilusión gubernamental es “dar vuelta la página y acá no ha pasado nada”, lo que implica una nueva quita que los acreedores, y hasta los propios “amigos” ya han impugnado: los Credit Swap Default (CDA) a 5 años cuestan ya alrededor de 800 puntos básicos y a 10 años rondan los 1000 y Venezuela “nos presta” a tasas que superan el 15% en dólares, a lo que debe sumarse que las calificadoras de riesgo han puesto en evidencia las debilidades, más allá de los enojos y chicanas del idílico mundo oficial.

La pretensión de resolver la cuestión, decretando la impunidad para el pasado, más allá de convertirse en una paradoja para la política oficial es una ilusión y lisa y llanamente es declarar un nuevo “default”.

Un poeta y juglar a la vez, al que nuestra generación le rinde aún admiración, cantó alguna vez:

Del derecho y del revés
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.
Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio.
Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

Gracias Nano.

Quilmes, 20 de agosto de 2008

[1] Giorgio Perlasca (Como, 1910), "Cónsul" español en Budapest, entre Diciembre de 1944 y Enero de 1945 que logró rescatar a no menos de 5200 judíos de los campos de exterminio.
[2] Ver el documental de Eduardo Montes Bradley (2006) “No a los papelones”
[3] Utilizan el camuflaje para pasar desapercibidos ante la vista de los depredadores pero ninguno de ellos logra mimetizarse tan bien como el fantástico pez esponja. Lejos de ser un inocente pececito, el pez esponja es un carnívoro despiadado. Cualquier pez pequeño que lo confunda con una esponja y pasee delante de su boca será sorprendido por un rápido movimiento que lo enviará directamente al estómago del camuflado depredador antes de que caiga en la cuenta de lo que está pasando

12 agosto 2008

"...y todas las cuentas me salieron mal..." (Canción Infantil)

Con absoluta precisión y en un verdadero alarde de la técnica econométrica, la Unión Industrial de Córdoba estimó que el tipo de cambio que resuelve la competitividad de la industria argentina es $3,54 por dólar.

Pero no ha sido la única, desde la Cámara Industrial de las Manufacturas del Cuero, su presidente, Raúl Zylbersztein, señaló que “con un dólar entre los $3,80 y los $4 se estaría devolviéndole a esta industria la rentabilidad perdida”.

En esa línea, con mayor o menor moderación, un conjunto de Industriales ha hecho cuentas y la conclusión es la necesidad, según ellos, de producir una nueva devaluación de la moneda nacional. Toda la política productiva parece resolverse en esa alquimia.

La razón, según estos Industriales es que de acuerdo a las estimaciones, el valor real del peso frente al dólar, es conforme nuevamente los artilugios de la econometría, de apenas 1,25, mientras que la canasta de monedas –donde ejerce su mayor influencia el real y el euro-, el nivel se eleva a apenas 1,65 pesos con lo cual, uno de los pilares básicos del “modelo productivo” (¿?) debe ser repuesto.

En otro “rincón” (la terminología boxística se corresponde con el tenor del enfrentamiento), los líderes de la que se auto nomina “máxima representante de la Industria Nacional”
[1] también libran un debate sobre la validez del índice de precios que desarrolla el INDEC y, nuevamente, pareciera ser que todo se resuelve en el ámbito de la credibilidad o confiabilidad de una modelo econométrico o estadístico.

Otros creen que se recupera la línea perdida mediante una intrascendente operación financiera que sólo, y así es reconocido en su diseño, es una mera señal, un gesto espasmódico, y no un plan seriamente madurado.

En nuestra visión, la cosa no es “sencillamente matemática”. Estos “debates” no hacen más que evitar un diálogo responsable y trascendente sobre cuál es el modelo productivo para la Argentina, desde lo agropecuario, las denominadas “producciones regionales”, la industria y los servicios.

Sencillamente, no se trata de hacer cuentas sino de hacer política.

¿Estamos dispuestos a eso?, ¿está dispuesto el actual gobierno nacional a impulsar esa acción estratégica? o sólo se limita a la esgrima verbal, los libretos y escenografías del marketing comunicacional, y a distribuir, cual manirrotas a distribuir recursos inexistentes.

Muchos empresarios, dirigentes políticos y sociales y la ciudadanía en general creyeron ciertamente y de buena fe que la recuperación económica de los últimos años a través de la cual era posible superar y resolver una crisis de muy complejas causas, consecuencias y ramificaciones.

Pero cada vez más rápidamente queda en evidencia, para frustración de los creyentes, que lo que se tenía por un “modelo”, “proyecto” o “plan” sólo eran artilugios y en muchos casos meros sortilegios.

El punto de partida hacia la solución es la efectiva predisposición de los líderes gubernamentales hacia el diálogo y la modestia democrática, es decir, el retorno de la política, enmudecida y enviada al exilio por el pensamiento único, la verborragia violenta y los deseos hegemónicos.

[1] La falacia de ésta aseveración es simétrica con la falacia del slogan que la identifica.

06 agosto 2008


DAME LO QUE NECESITO, TE DARE LO QUE DESEAS

Si por algo la economía no es una ciencia que amontona ecuaciones, ni tampoco se corresponde con un entra­mado de gráficos dignos del arte moderno es porque, en su propia génesis, quienes se constituyeron en los pilares intelectuales de su desarrollo, entendieron con absoluta claridad que, la “causa de la riqueza de las naciones” es­taba en la sociedad y en sus instituciones.

Certidumbre, cooperación, confianza mutua entre los diversos actores sociales, fueron considerados los fundamen­tos de la división del trabajo, uno de los ejes centrales del desarrollo capitalista a partir del siglo 18.

“El hombre reclama –señala Adam Smith - en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede esperarla sólo de su benevolencia. La conseguirá con mayor seguridad intere­sando en su favor el egoísmo de los otros y haciéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. Quien propone a otro un trato le está haciendo una de esas proposiciones. Dame lo que nece­sito y tendrás lo que deseas, es el sentido de cualquier clase de oferta. y así obtenemos de los demás la mayor parte de los servicios que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ven­tajas.”

Las “… necesidades eventuales se remedian de la misma manera que las de otras personas, por trato, cambio o com­pra. Con el dinero que recibe compra comida, cambia la ropa vieja que se le da por otros vestidos viejos tam­bién, pero que le vienen mejor, o los entrega a cambio de albergue, alimentos o moneda, cuando así lo necesita…” ( este párrafo de Smith está basado en la famosa Fábula de las Abejas de Bernard Mandeville)

Y señala sobre el final del capítulo: ”… la certidumbre de poder cambiar el exceso del pro­ducto de su propio trabajo, después de satisfechas sus necesidades, por la parte del producto ajeno que necesita, induce al hombre a dedi­carse a una sola ocupación, cultivando y perfeccionando el talento o el ingenio que posea para cierta especie de labo­res”
[1].

Pero para que esto sea posible deben darse dos condiciones: la primera que los individuos reconozcan la inviabili­dad y el fracaso consiguiente de las estrategias de autosuficiencia, tanto en la escala personal como de Nación y segunda, la existencia de un Estado que funde condiciones de confianza, de certeza en y entre los individuos res­pecto de que, si obtienen lo que necesitan, entregaran lo que el otro desea, es decir, condiciones institucionales que den sustentabilidad a los contratos, uno de los fundamentos esenciales de la vida en sociedad para producir y reproducir las condiciones de la vida material.

¿Por qué retrotraer nuestro pensamiento a los momentos y rasgos fundacionales del capitalismo en un momento histórico donde éste parece haber consolidado su hegemonía a escala planetaria?

Porque en la Argentina, la posibilidad de “tener lo que se necesita si se entrega lo que el otro desea” parece ser de una quimera cotidiana, una suerte de laberinto en el que hay que adentrarse para, si se tiene fortuna, obtener esa condición básica y necesaria que señalaban los padres fundadores del pensamiento capitalista en el siglo 18: las condiciones institucionales de la fe pública que fueron el resultado de una época que los historiadores denomina­ran “ de las revoluciones y surgimiento de los Estados Nacionales” y que parecen todavía lejanas para la Argentina y muchos países de América Latina.

Repetimos: certidumbre, seguridad jurídica, confianza pública, son los rasgos que diferencian un sistema econó­mico que promueve la competitividad y ciertamente promueven una distribución equitativa del ingreso.
Cuando la falta de modestia de quienes son responsables de garantizar éstos requisitos básicos se exhibe como estandarte, los resultados no pueden ser otros que un rotundo fracaso de la sociedad en su conjunto.

Sin ir más lejos, los diarios de la fecha (4/08/08) señalan que la Argentina pagó una de las obligaciones pendientes (algo más de u$s 3200 millones de los BODEN como parte de la devolución de los depósitos atrapados en el “corra­lito financiero“ del 2001) a costa de no cumplir con los giros de fondos a las Provincias y de no pagarles a sus proveedo­res. Pero una horas antes, en su primera conferencia de prensa la Presidenta de la nación, lejos de recono­cer errores, omisiones resalto su capacidad para repetirlos, defendiendo los peores métodos de convivencia entre las políticas públicas y los ciudadanos.

Pero no es un acontecimiento fortuito.

Para el mundo, estas mentiras, picardías y tramoyas son parte de nuestra cultura tal como lo refleja el costo de los Credit Swap Default (Seguros para Riesgo de Impagos Soberanos) entre los más altos del mundo o un “Riesgo País” similar al de los “países frontera” y revertirlas le costará al conjunto de los ciudadanos energías que bien podrían dedicarse a recuperar la Nación de otros fracasos y no a agregar más lodo a éste pantano.

Argentina ha sido saqueada de modo sistemático y premeditado por el capital financiero que ha contado con la complicidad de las FFAA y “dirigentes políticos” que apelaron a los más sangrientos métodos para consumar sus lealtades. El saqueo ha sido de tal magnitud que parece que no ha sido suficiente la declaración del “default” en el 2002, sino que nos encaminamos a otra crisis y, antes de que ello suceda, deberíamos confesarle al mundo la ver­dad: la deuda externa argentina es un condicionante de tal magnitud que ha minado la viabilidad y sustentabili­dad de la Nación Argentina. Si no se resuelve adecuadamente éste “nudo gordiano”, una y otra vez, la Nación Argentina incurrirá en nuevos y cada vez más graves incumplimientos
[2]. De nada sirven largas negociaciones con acuerdos que resultan impracticables y demandan nuevas y cada vez más violentas y absurdas picardías.

No encuentro la cita exacta, pero, a fuerza de escucharla repetidamente, la daré por buena.

El Gral. Perón decía que “la única verdad es la realidad” y la realidad es que hoy por hoy, el Estado Nacional no puede garantizar esa regla básica de la organización social capitalista que tan bien explicitara Adam Smith: “Dame lo que nece­sito y tendrás lo que deseas.” en tanto no resuelva de modo verdadero la realidad. Los discursos y debates sobre la distribución del ingreso, la inclusión social, los llamados a superar la pobreza y a construir con equidad y justicia, serán sólo discursos vacuos, meras palabras de circunstancia.

Esa falta de sinceramiento a sido acompañada, adicionalmente, por la sistemática negación de la dirigencia política que ha administrado el Estado Nacional ha reconocer a la totalidad de los actores que confluyen para, no sólo dar sustento a la organización social, sino para construir DE VERDAD una Nación.

No es con una Industria concentrada, dependiente y tecnológicamente envejecida como se funda, desarrolla y fortalece una Nación.

Si fuese cierto que Carlos Pellegrini menciono la condicionalidad que se inscribe en el frontispicio de alguna Institu­ción, seguramente no hablaba de la Industria que esa Institución hoy representa, porque el “Vasco” reflejaba, por cierto, un pensamiento moderno y visionario.

"Es necesario que en la República Argentina se trabaje y se produzca algo más que pasto"
[3] como sí decía Carlos Pellegrini , para construir una Nación que pueda garantizarle a sus ciudadanos aquello de “dame lo que necesito, te daré lo que deseas”, en un marco de confianza y certidumbre.

Para que esa construcción sea consistente y sustentable debe incluirse necesariamente a las Pequeñas y Medianas Empresas, que hasta acá fueron ignoradas y marginadas del debate y la construcción de los consensos que permitie­ran desarrollar una estructura productiva competitiva capaz de aportar a la construcción verdadera de la Nación.

Por el contrario, se las margino y como se dice en el argot político “se la ninguneo” con el fin de reproducir el mo­delo productivo que, en materia de desarrollo industrial, permitió el saqueo de la Nación. En algunas mentes responsa­bles de la política pública todavía se alberga el pensamiento conservador de la generación del ’80 que señalaba que la Argentina debía abocarse a sus “industrias naturales”, desechando ya en ése momento la posibili­dad de reunir el desarrollo del conocimiento al desarrollo industrial, porque consideraban que eso “artificial”.

Fueron las PYME quienes potenciaron el modelo de sustitución de importaciones, asumieron riesgos, innovaron. Fueron y son las PYME las que han desarrollado, tanto en plena crisis como durante este “auge” verdaderas inversio­nes, fueron y son las PYME las que ciertamente tienen un compromiso responsable con el Desarrollo Nacio­nal y son éstas el fundamento responsable de la construcción de la Nación.

Los resultados están a la vista.

Nuevamente, como en el período 76-83 y como en la década de los 90, la producción importada desplaza a la nacio­nal, los productores nacionales ven como se pierden sus mercados en el exterior y lentamente se reinstala la desazón, la frustración y la incertidumbre y las “mejores propuestas” que se realizan desde algunos sectores es imponer una nueva devaluación, que nada tiene que ver con una verdadera y sustentable estrategia de desarrollo industrial, pero que, finalmente, resulta funcional al saqueo.

La lectura del Balance Pagos pone en evidencia que las denominadas multinacionales no reinvierten ni un mínimo ni pequeño porcentaje de sus utilidades en ampliar las bases de sustentación de sus estructuras productivas pese a que han sido las principales beneficiarias de la “renta extraordinaria” que produjo la devaluación del 2002.

En contraste, las PYME han reinvertido la totalidad de sus utilidades ya sea para modernizar sus estructuras o para ampliar su capital de trabajo. Con un sistema bancario ausente, incapaz de responder a las demandas de la Produc­ción y del Trabajo, esa “autofinanciación” permitió sostener, al menos hasta acá, las condiciones de crecimiento y expansión productiva.

Pero la competitividad de una Industria Nacional que pretenda ser protagonista de la reconstrucción de las bases de la Nación Argentina no puede fundarse en devaluaciones, nunca la urgencia puede convertirse en estrategia. El presente nacional es el mejor ejemplo del fracaso que esas confusiones producen.

Se acerca el Día de la Industria, y se vienen los discursos y proclamas, tal vez haya una misa y hasta de para algún coctel. Pero la Industria Nacional no debe ser recordada por el acto pícaro de un cura contrabandista que a es­palda de las reglamentaciones coloniales envió tejidos y plata a Brasil, sino que debe ser honrada en mérito a su potencial y compromiso con el desarrollo social, económico e institucional, más allá del calendario.

Pero claro, la verdad en la Argentina es un verdadero problema.

Quilmes. 5 de agosto de 2008

[1] Adam Smith - “Investigación sobre la Naturaleza y causa de la Riqueza de las Naciones” – Libro I Capítulo 2 –Hay varias ediciones. La que usamos es : FCE –Primera reimpresión - 1979
[2] Pero contradiciendo al propio Alejandro Magno, para la Argentina, éste “nudo” debe desatarse. Hasta acá lo hemos, al igual que Alejandro, cortado con la espada. Los resultados son similares. Aunque según la historia parece que pudo cumplir con el oráculo, murió joven y su Imperio en manos de unos sucesores incapaces. No esperamos ni deseamos ese destino para la Nación. Por eso, hay que “desatar el nudo” que para la Argentina significa decir la verdad sobre las consecuencias sociales, económicas, políticas e impacto regional que tiene la deuda externa.

[3] H. Cámara de Diputados de la Nación – Debate de la Ley de Aduanas de 1876

22 julio 2008

CANCION DEL FORASTERO[1]

¿Es la “limitación”[2] de la Resolución 125 el fin de todos los males y en consecuencia todos volveremos a la felicidad y estado de bienestar alcanzado hasta el 10 de marzo?

Nuestra respuesta, es NO.

La denominada “crisis del campo” sólo fue una expresión más de las dificultades financieras gubernamentales que intento, mediante una mayor presión tributaria sobre lo que entendió un “brillante y promisorio negocio” hacerse de recursos adicionales para poder sobrellevar una política económica que dio resultados auspiciosos para reanimar una economía destruida en una Nación que se asomo al abismo de su autodestrucción.

En nuestra visión, tanto como la hemos expresado reiteradamente, la solución propuesta resolvía la emergencia pero, a todas luces, no era sustentable.

Decíamos a nuestros amigos que lo peor que puede sucederle a un decisor es enamorarse de sus propias soluciones, de sus propios recursos, de sus propias capacidades y clausurar su visión, cercenar su imaginación y hacer naufragar su creatividad. Y eso fue, en resumidas cuentas lo que sucedió.

La “política de tipo de cambio alto” reemplazo, incluso con la conformidad de vastos sectores empresarios PYME, el diseño y desarrollo de una intensa política de mejora de la competitividad.

Los resultados están a la vista. Con un tipo de cambio “real” (es decir descontada la inflación local y el impacto de otras variables que lo afectan) que para algunos oscila en menos de $ 2 se declara que la competitividad está perdida y muchas Cámaras Empresarias reclaman una nueva devaluación que lleve el tipo de cambio a $ 4 o parecido.

Si una nueva devaluación tendría efectos mayores sobre el salario y la distribución del ingreso que propugnan las políticas gubernamentales, nos preguntamos: ¿cuál será, entonces, el destino de los sectores industriales o las empresas o los empresarios que confundieron la competitividad con el tipo de cambio?

La calidad institucional es hoy el factor que discrimina en términos de competitividad. ¿Porqué?.

Porque la competitividad requiere acciones, primero consistentes y simultáneamente sustentables. La relación medio-fines es una condición necesaria.

Pero la posibilidad de sostener en el tiempo políticas y procedimientos que promuevan: buenas prácticas de gestión, innovación tecnológica, bienestar y desarrollo comunitario, mejora y profundización continua de los procesos de conocimiento que se inician desde la propia infancia, el fortalecimiento y desarrollo de transparencia en la administración y sistema de decisiones tanto en el diseño, implementación y gestión de las políticas públicas como en aquellos procesos que impliquen asignación o distribución de facilidades o aportes monetarios no retornables, respeto a la convivencia y a la diversidad en el plano social, un sistema judicial independiente, eficaz y eficiente que muestre agilidad, coherencia y sostenga el principio de igualdad ante la ley y juez natural, entre otras cuestiones de importancia estratégica; son la condición suficiente para el desarrollo económico

Cuando se comenzó a montar el escenario electoral del 2007, allá por el mes de marzo, y aunque aún no estaba definida la candidatura de la actual Presidenta, estaba claro en el “núcleo duro del poder K” que el discurso a desarrollar debía centrarse en la mejora y desarrollo de la institucionalidad. Mejores Instituciones, se declaraba, convertirán el crecimiento en desarrollo sustentable y tendrían efectos positivos sobre la convencía y la calidad de la democracia.

¿Los resultados? Están a la vista. Se promovió el pensamiento único, la prepotencia, las trifulcas de todo tipo, y un estado de beligerancia sustentado en la utilización de léxico guerrero al que no le falto ni la soberbia ni la utilización de prácticas anti democráticas por parte de grupos de choque financiados con fondos públicos.

En esas condiciones la búsqueda de las “fortalezas institucionales” promovieron que no sólo la imagen de la Presidente cayera a valores impensados sino que el mundo observo azorado como lejos de convertir crisis en oportunidades, el Gobierno promovía de una oportunidad una crisis cada vez más profunda y difícil de resolver.

Lejos de empezar por asumir con honestidad y franqueza frente a la sociedad los errores cometidos, el Gobierno prefiere continuar con referencias guerreras; se esmera en señalar traiciones y cobardías. Envía a sus juglares a reclamar renuncias y ejecuta obvios despidos. Trata la cuestión con indiferencia, la rebaja de categoría, la minimiza al punto de casi negarla. Refuerza la endogamia y la soberbia. Imputa los fracasos a los ajenos y terceros, busca fantasmas que expliquen su fracaso, revuelve la memoria y la conciencia, no para reclamar justicia, sino para excusar su ineptitud. Es esta su tragedia.

Pero a las obligaciones que debe enfrentar el Gobierno no esperan y entre ellas, a más de las domésticas, se le suma la obligación de pagar, en el transcurso del año 2009 alrededor de u$s 9.500 millones a los acreedores externos.

Sin embargo, al sistema financiero internacional no le resulta creíble que un Gobierno que exhibe un enojo y capricho adolescente, con amenaza de portazo incluida, tenga vocación de respetar obligaciones.

Pero a su vez, ésta no es la única obligación pendiente con el exterior. Quedan por resolver los “hold out” que avanzan en el plano legal y el Club de París en el que está en juego el engaño montado alrededor del INDEC y que permitió burlarse de los tenedores de bonos que contenían “Clausula CER”.

Muchos dudan de las calificadoras de riesgo. Pero constituyen “opinión vinculante” para muchos inversores, soberanos o no. ¿Qué dicen de nosotros?

En Standard Poor’s, Moody’s y otras calificadoras evalúan, día a día, las noticias de la intrigante política local, para definir si hacen o no efectiva la “perspectiva negativa” que asignaron a las ya bajas calificaciones, casi en el borde de convertirnos en “país frontera”.

La Argentina, exhibe para los analistas locales y del exterior uno de los riesgos de default más altos del mundo. Más aún, cuando los Credit Default Swaps (que son seguros que toman los acreedores ante el riesgo de declaración de impago de una deuda, privada o soberana) superaron en la semana del 14 de julio los 800 puntos básicos a muchos se les heló la sangre.

¿Porque se piensa esto? Porque se prevé que el Gobierno repetirá metodologías para animar a la economía doméstica y en la opinión de los analistas y expertos, esas recetas son “viejas” y no habrán de generar el efecto que se necesita.

Primero el Gobierno negó a los cuatro vientos que pretendiera “enfriar la economía”. Sin embargo, en cuestión de horas el propio Gobierno puso en marcha la más efectiva política anti cíclica: la incertidumbre y el pánico.

Pero ese “enfriamiento” sólo castigó unilateralmente al sector privado de la economía. El Gobierno, en todos sus niveles parece desentenderse de la cuestión y no acusar recibo de las consecuencias de sus decisiones.

Más aún, para tratar de motivar y dinamizar la economía y reconquistar el “amor perdido” de los sectores medios, a la sazón su base electoral, pero, prevé volver a los incentivos al consumo. Esta vez será con resultados de inciertos a nulos y pondrá en evidencia la falta de creatividad e imaginación y abonara la sospecha de ineptitud.

Con familias sobre endeudadas, salarios sometidos al efectos desbastadores de la inflación creciente y fundamentalmente con una expectativa de los consumidores de más poder adquisitivo que va de la incertidumbre al pánico, las decisiones de gasto serán acotadas y el efecto atesoramiento de la liquidez que se libere al mercado será más fuerte que la propensión a consumir, como les gusta describir a los neo keynesianos.

En el corto plazo, la necesidad de reordenar la gestión de las empresas agropecuarias tendrá como resultado una mayor liquidación de divisas y eso permitirá cierta holgura de liquidez. El banco central recuperará algo de sus reservas, habrá algún descenso mínimo de la tasa de interés y se batirá el parche con que el mejor pasado retorna. Pero será sólo momentáneo. Puro entusiasmo adolescente. No debemos confundirnos. Los mensajes “marketineros” alentados por la publicidad oficial y los variados intereses de la prensa no aportan las soluciones estructurales que se demandan.

El incremento de la presión tributaria, ahora a nivel provincial y municipal, el seguro aumento de las tarifas de gas y electricidad, para industrias y para los altos consumos familiares, las limitaciones que habrá de encontrar el Poder Ejecutivo para “pagar la solidaridad de la CGT oficial” e incrementar el salario mínimo a $ 1200 porque eso habrá de implicar incrementos de gasto público que ya carecen de financiamiento genuino, tasas de interés para el crédito productivo crecientes y podríamos decir: desmesuradas. Se suma el incremento de la morosidad, la aparición de las viejas y conocidas prácticas de las empresas líderes para retener la liquidez postergando a las PYME proveedoras en sus compromisos, aumentos de precios de los insumos y materias primas en dólares e inelasticidad para trasladar esos mayores costos lo que implica prever un efecto negativo en la rentabilidad de las Empresas, y preferimos insertar en éste punto la palabra, etcétera, sin abreviaturas porque incluye un conjunto complejo de variables entrecruzadas que no aportan optimismo.

Sin embargo, insistimos. La cuestión no es sencillamente económica. No es un “problema de plata” (como despectivamente se refería al fracasado proyecto oficial de las retenciones móviles tratando de investirse de cruzado ante oscuros y viles intereses carentes del espíritu de “grandeza y visión histórica” que el proyecto detentaba).

Se trata, de la calidad institucional. Sin ella, el “sálvese quien pueda” será la regla y nuestros vecinos, más allá de cuán lejos o cerca este la frontera, tendrán todo el derecho de desconfiar y buscar resguardo por las consecuencias de nuestros caprichos. La soledad será nuestro destino. Como dice Armando Tejada Gómez;

“El solo marcha solo hacia la muerte.
Es como un forastero de los días.
Dirá que estuvo aquí y no supo entender
porqué los que se amaban, sonreían”

Seremos extraños, ajenos, en un mundo que sigue su marcha y que no alcanzamos a comprender. Seremos “forasteros de la vida”.

La Presidente tiene la palabra. Necesitamos escucharla.

[1] En referencia al hermoso poema de Armando Tejada Gomez “ Canción del Forastero”
[2] Solución lingüística de limita la derrota gubernamental pero que le evita tener que devolver lo cobrado de más desde el 11 de marzo hasta el 18 de julio

15 julio 2008

LA ARGENTINIDAD AL PALO: CORRER RAPIDO PARA ESTAR UN PASO ATRÁS

El 21 y el 26 de febrero de 2008 en nuestro blog advertíamos sobre los riesgos que estaba enfrentando la Argentina y poníamos en evidencia que el camino que se estaba recorriendo llevaba, indefectiblemente a sumar un nuevo fracaso. Nuestras previsiones siguen latentes y muestran algunas aristas paradójicas.

En un movimiento digno de la mejor literatura latinoamericana, el absurdo de la situación que padecemos nos protege de otro absurdo que quieren imponernos: el nivel a que a tomado el costo de los seguros de “default” (Valor de los Credit Default Swaps= 806 puntos básicos) para la deuda impide la realización del proyecto del “tren bala”
[1].

Pero esta paradoja, es el reconocimiento oficial de que la Argentina, como resultado de sus desvaríos en materia económica, está aislada del orden mundial en materia financiera y que, aunque el “tren bala” finalmente no se haga, la paradoja se expresará en que la Argentina “habrá perdido el tren”.

No se llega a esas instancias por la sumatoria de las casualidades o de los hechos involuntarios.

Como señalamos ya en diversas oportunidades, cuando la Producción no es la prioridad estratégica de un Proyecto de Desarrollo Nacional y si, simultáneamente, el abandono es tal que quienes pueden ser nuestros potenciales socios o puntos de apoyo, concluyen que ni siquiera existe la mínima vocación y convicción sobre su importancia, el resultado es obvio: el mundo piensa que, nuevamente, no honraremos nuestras obligaciones pero ya no por sumatoria de errores involuntarios ( acumulación de crisis financieras internacionales tales como tequila, Rusia, etc.) o inexperiencia (inmadurez de la dirigencia política para la gobernabilidad democrática) sino por decisión consciente de sus máximas autoridades, como parte de una política pública deliberada.

Cuando el pasado 2 de marzo de 2008 (ver nuestro blog) nos referíamos a la intención gubernamental de “rees­tructurar la deuda” mediante un canje de bonos que le permitiría abandonar los bonos con clausula CER que la obligan a mentir en materia de evolución de los precios por otros, señalábamos: “La tropelía tendrá consecuencias graves y mayores. Sabemos que para muchos será un escándalo pero, de concretarse, la Argentina volverá a gene­rar un nuevo "default", una suerte de "autogolpe" que habrá de pulverizar nuestras posibilidades de reinserción en la comunidad internacional”

No existe en la Argentina posibilidad alguna de retorno a la los “golpes de estado”. El “golpe”, “los planes destitu­yentes” que se pregonan, las amenazas a la democracia no son producto de la oposición política sino el resultado de la inmadurez política y la propia impotencia frente a la realidad que impone el orden internacional.

Como nos lo recordaba Alain Finkelkraut en un reportaje
[2]: “Camus decía: "El demócrata es modesto. Admite que el adversario puede tener razón, lo deja expresarse y acepta reflexionar sobre sus argumentos". Pero ahora el demócrata ha sido reemplazado por el democratista. Para éste, la democracia no es un espacio donde se inter­cambian opiniones: es un movimiento irresistible. Al encarnar la historia en marcha, se indigna de encontrar en su camino tantas momias, tantos vestigios del Antiguo Régimen. Como no puede cortarles la cabeza, les comu­nica que deberían estar muertos”

Este “democratismo”, tan distante del ejercicio y vocación democrática, se expresa en la manipulación de la Copar­ticipación Federal de Impuestos, el ejercicio de un singular y autoritario sistema de “premios y castigos” basado en la lógica “amigo-enemigo” se encuentran entre las causas del retorno de la peor y más regresiva forma de recau­dación impositiva que tienen los Estado provinciales: El Impuesto a los Ingresos Brutos. Pero esta nueva (aunque arcaica) expresión de presión tributaria no es el único dato que contradice la mejor vocación productiva de las PYME.

El propio Banco Central de la República Argentina (BCRA) reconoce en su último Informe Monetario correspon­diente a junio 2008: la caída de la demanda de pesos, sobre todo cuando se expresa de modo más completo y simultáneamente el fracaso de sus intentos de motivarla.

El mismo Informe reconoce la caída de las financiaciones comerciales y un incremento de tasa de interés incompa­tible con la producción que llevo las tasas en promedio al 25,2% para los adelantos y 23,4% para los préstamos otorgados bajo la forma de documentos a sola firma.

Simultáneamente, la percepción en el exterior de la Argentina como deudor se muestra cada vez más deteriorada. Los seguros contra un eventual default argentino (Credit Default Swaps) se cotizaron, el 14/07, en 806 puntos básicos, y se mantienen como los más caros de la región, superando incluso a Venezuela, que hasta no hace mu­cho se ubicaba cómodo en el podio. Al 1º de junio, los contratos para cubrirse de una cesación de pagos local se cotizaban en torno a los 570 puntos básicos.

“No hay crédito para Argentina y esto se refleja claramente en todos los mercados que no están intervenidos por el Banco Central, como es el de los Credit Default Swaps o el de dólar futuro en el exterior”, apuntó, un operador de una entidad internacional. Así, por ejemplo, los contratos de compraventa de dólares a futuro a un año de plazo se cotizaban ayer (14/07) en Nueva York a $ 3,50, contra los apenas $ 3,27 que se pautaban en la plaza local, en donde el Banco Central volvió a intervenir vendiendo divisas, aunque esta vez de manera muy moderada.

Estos descalces dejan abierta una pregunta: ¿existe riesgo o posibilidad de que el Gobierno resuelva desdoblar el mercado de cambios, dando lugar a un dólar comercial y otro financiero como modo de enfrentar la especula­ción cambiaria?

Simultáneamente, desde los sectores productivos se verifica:

· Mayores costos financieros, (exorbitante incremento de las tasas de interés para descuento de documentos y descubierto que casi han duplicado la tasa de hace tan sólo un par de meses), pero también incremento del costo de los gastos y comisiones bancarias
· Alargamiento de los plazos de pago de las grandes empresas y consecuentemente, acortamiento de los plazos de pago en las negociaciones entre PYME (una suerte de “guerra de pobres”) sumado al incremento de la mo­rosidad o de la reaparición de cheques rechazados
· Menor ritmo de la demanda industrial, caída de ventas de productos industriales asociados de modo directo a los consumos ABC1
· Costos de producción crecientes ( tarifas eléctricas, nuevos y regresivos impuestos, demandas de nuevos incrementos salariales
· El sobre endeudamiento de las familias que limita el crecimiento del consumo; o al menos lo hace imprevisible
· El Incremento de las importaciones en un nivel y composición que ya, lejos de complementar la oferta nacio­nal, la sustituyen.
· Limitaciones al desarrollo del leasing como instru­mento pro inversión
· Renovados déficit presupuestarios provinciales y municipales; que, en el caso de éstos últimos, han generado subas de tasas municipales y el desplie­gue de una increíble creatividad tributa­ria
· los espectaculares “incrementos de la recaudación” que se anuncian no son más que la puesta en escena de la inflación y la regresión tributaria en tanto los impuestos “estrella” son IVA, Combustibles y Transferencias Fi­nancieras. Los famosos “superávits gemelos” ya son leyenda (el incremento de las importaciones que casi re­duce a cero el superávit comercial y la salida de fondos hacia el exterior ponen al superávit del balance de pa­gos en jaque).
· Contexto internacional (financiero y productivo) con incertidumbre y ajustes a la baja de las pre­vi­siones, a lo que debe sumarse la decisión del Gobierno de Venezuela de ordenar a los Bancos deshacerse de la posición de bonos argentinos lo que agravaría la caída de la cotización de éstos y pondría el riesgo-país en niveles de los 750/800 puntos (en éstos días ronda los 670 puntos)
· A lo que finalmente podemos agregar, un clima político poco satisfactorio y de creciente com­ple­jidad e indeter­minación a lo que debe sumársele la actitud agresiva y soberbia de sus principales figuras
· Y, tal vez, como broche final de éstas desventuras, el reconocimiento público por parte del Presidente del Partido Justicialista y marido de la Presidente de la Nación de que la suba de las retenciones a las exportacio­nes agropecuarias tiene como finalidad solventar las obligaciones externas,

En éste contexto, muchos empresarios se preguntan cómo y cuando se sale de “esto” (para referirse a la situación de pánico, incertidumbre y desánimo que se ha instalado en la sociedad).

La respuesta es tan sencilla como compleja su construcción.

Los economistas clásicos, aquellos que mejor comprendieron y describieron el funcionamiento del sistema capita­lista, identificaron la causa de la riqueza de las naciones, en la división del trabajo, la necesidad de los intercambios y la convicción de que no es “por la benevolencia del panadero o carnicero que obtenemos las cosas necesarias para la vida
[3]”. Con más profundidad y fundamento, otros economistas clásicos, sin negar la verdad de los anterio­res, le agregaron los aspectos organizacionales del trabajo, la propiedad privada y la importancia del conocimiento. Es decir, el desarrollo económico (es decir el desarrollo capitalista) se lograba por la confluencia y articulación de las vocaciones individuales y de la existencia de un orden social pro activo a éste modo de desarrollo.

Los tiempos han cambiado y, aunque los fundamentos del desarrollo económico capitalista siguen siendo, como señalamos, la confluencia y articulación de las vocaciones individuales, lo estratégico para la sustentabilidad del desarrollo es la calidad institucional, podemos señalar junto con Mancur Olson
[4] que “una nación es rica o pobre conforme la calidad de sus instituciones”.

Entonces, la sencilla y compleja respuesta es: cuando quienes son los responsables de la calidad institucional (en especial y estratégicamente los Poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial) comprendan que deben dar señales de transformación, de respeto a la convivencia democrática y de adecuada y sana articulación entre ellos.

Si no se transforma la calidad de las instituciones, si el criterio sigue siendo mantener en vilo a la mayoría de los argentinos en una disputa al mejor estilo del peor futbol, si los gritos, los insultos, las descalificaciones, las amena­zas y las faltas de respeto a la convivencia, siguen siendo la moneda que mejor circula en la Argentina, entonces todo “auge económico” será efímero, poco sustentable e indefectiblemente habrá de concluir en nuevas frustra­ciones.

Mientras no exista una clara señal de transformación de éstas manías y vicios argentinos que socaban la calidad institucional, la economía argentina seguirá sometida al síndrome de la “montaña rusa” y nuestra respuesta es que, el éxito o el fracaso de una Empresa continuara siendo aleatorio y los mejores esfuerzos, en cuanto sean muy dependientes del contexto institucional, tendrán alto riesgo de ser improductivos.

En nuestra visión, las PYME deben desarrollar estrategias innovadoras para proteger sus estructuras de capital de éste desaguisado institucional, lo que implica una transformación en sus visiones y concepciones que entendemos no es para todos. El desarrollo capitalista (que denominamos desarrollo económico) es un sistema ultra selectivo donde, hoy por hoy, la suerte no es el factor de inclusión o éxito preponderante.

Pese a que el sistema capitalista se presenta como un sistema anárquico y multivalente, lo cierto es que, si algo contribuyó y contribuye a su desarrollo es la posibilidad del cálculo económico, de la previsibilidad racional y aco­tada y la posibilidad de que las acciones empresarias sean no sólo consistentes sino que también sustentables.

Cuando las crisis instalan “la irracionalidad” lo hacen como proceso de transición hacia formas más sofisticas de producción y el modo en que ésta se administre en las Empresas es lo que define su inclusión o no en el futuro. Cuando ésta se transforma en “regla”, el fracaso es el común denominador de la sociedad y sólo se salvan los poderosos o los que cuentan con planes de contingencia basados en fortalezas externas.


[1] Señalan las “Condiciones de Emisión de los Títulos del PROGRAMA DE EMISION DE DEUDA Y EMISIONES DE DEUDA FUTURA PARA EL PERIODO 2009 – 2011 cuyo líder es el banco francés NATIXIS que “.En caso de fuerza mayor o cuando el spread de los CDS de 10 años para la República Argentina por un monto aproximado equivalente al capital de cada respectiva serie fuera mayor a 800 puntos básicos, cualquiera de las partes tendrá derecho a posponer la Fecha de Cierre. Cf. Resolución 178/2008 – Ministerio de Economía y Producción (solicitamos a nuestros lectores evitar hacer análisis o reflexiones sobre el nombre del Ministerio a efectos de evitarse desagradables efectos sobre la salud personal.)
[2] Los intelectuales del mundo y LA NACION" -14/05/2008
[3] Adam Smith – Investigación Sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza De Las Naciones
[4] Mancur Olson - La Lógica de la Acción Colectiva

24 mayo 2008

Los días de Mayo. Virreinato o República

Los días de Mayo. Virreinato o República


 

Por: Lic Carlos Guillermo Schwartzer


 

La visita del Premio Nobel de Economía 2006 (Edmund Phelps) instaló la reflexión sobre un término que en la Argentina parece usarse de modo equivocado: el dinamismo económico como proceso "que permite a empresarios transformar a las innovaciones tecnológicas en ideas comerciales que sean atractivas en el mercado".


 

Para ello se requiere una serie de pre requisitos básicos capaces de generar un ambiente donde la innovación (sea de procesos productivos o de gestión) encuentre el espacio y condiciones para su gestación, desarrollo, transferencia y puesta en valor para el mercado (sean éstos otros productores o consumidores finales).


 

Esos prerrequisitos, a los Douglas North denomina "base institucional de la innovación" parece parte de un futuro todavía lejano para los argentinos.


 

La fuerte decisión política de promover como nunca "la calidad institucional" esta siendo puesta en cuestión por las tensiones sociales.


 

En una entrevista del diario La Nación el filosofo francés Alain Finkielkraut señalaba citando a Camus: "El demócrata es modesto. Admite que el adversario puede tener razón, lo deja expresarse y acepta reflexionar sobre sus argumentos". Pero ahora el demócrata ha sido reemplazado por el democratista. Para éste, la democracia no es un espacio donde se intercambian opiniones: es un movimiento irresistible. Al encarnar la historia en marcha, se indigna de encontrar en su camino tantas momias, tantos vestigios del Antiguo Régimen. Como no puede cortarles la cabeza, les comunica que deberían estar muertos.


 

El pasado 11 de marzo un acto "burocrático" diseñado en los despachos oficiales, no se sabe aún con certeza si como resultado de la necesidad, de una muestra más de poderío y arrogancia, del desconocimiento profundo o de la convicción de impulsar una mayor justicia redistributiva, puso en evidencia la convicción "democratista" enviando al exilio a la modestia.


 

Para el diccionario de la lengua, "modestia" prevé 3 acepciones: la primera la refiere a la "Virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al hombre en los límites de su estado, según lo conveniente a él", la segunda como "cualidad de humilde, falta de engreimiento o de vanidad" y la tercera "Pobreza, escasez de medios, recursos, bienes, etc."


 

Es esta última acepción la que parece desvelar a quienes se comprometieron públicamente a mejorar la calidad de las instituciones.


 

Frente a las tensiones y reclamos con que se expresan las demandas sociales, un político no debe ser "modesto". Quienes detentan el poder no pueden dar muestras de "pobreza, escasez de medios, recursos, bienes, etc". Por el contrario deben poner en evidencia que dispone de todos los recursos y que éstos pueden ser crecientes, que tiene la capacidad de controlar y movilizar todos los medios posibles y dar muestras de inequívocas de que esos desafíos pueden ser sancionados con estragos mayores.


 

La sociedad rechaza la reivindicación de la modestia como forma de debilidad y descreen de los discursos que intentan travestirla con arrogancia.


 

La sociedad enfrenta una cuestión fundamental: la exclusión social.


 

Para que el dinamismo económico exista, ésta debe ser resuelta. Es un requisito básico.


 

No sólo la padecen, los sectores más marginados y pobres de la sociedad. También alcanza a los talentos. Es obvio que las urgencias y la masividad de la primera, empequeñecen la segunda. Las consecuencias que ambas formas producen, sin embargo, afectan de modo estratégico el futuro como Nación y ponen límites muy precisos a su destino.


 

La inclusión social se produce cuando se es capaz de ofrecer empleo decente o condiciones para el desarrollo del potencial emprendedor, para que se pueda expresar y aportar la creatividad y capacidad de las personas.


 

La inclusión social debe ser sustentable y para ello requiere de un ambiente de alta calidad institucional que consolide los empleos y las empresas; para que se desarrollen las capacidades y competencias; para que los beneficios sean reinvertidos en la ampliación de las bases de sustentación del sistema y la innovación y la inclusión social adquieran no carácter especial o puntual sino permanente.


 

Mencionábamos al inicio el uso de confuso de los términos; "dinamismo económico" no es mero crecimiento de variables manipuladas, la "calidad institucional" no se construye ni a los gritos ni con chicanas y picardías ni con prepotencia y matones.


 

Los indicadores macroeconómicos son una condición necesaria pero no suficiente para que el dinamismo económico desarrolle y fortalezca las capacidades innovadoras y de lugar a mayores y mejores empleos.


 

La modestia que se reclama en democracia es la "virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al hombre en los límites de su estado" y es el fundamento de la legitimidad y la convivencia.


 

Es esa modestia la que lleva a los ciudadanos a respetar el imperio de la legalidad política reflejada en una elección que nadie ni intenta ni sueña en alterar y de la que pareciera ser algunos funcionarios dudan tal vez como autodefensa y visos paranoicos que como realidad consistente.


 

La innovación es una demanda social urgente, sea en materia de procesos productivos, de gestión organizacional o de metodologías relacionales que la Argentina no puede responder mientras persistan condiciones ambientales en la sociedad que inhiben la creatividad, la imaginación y los desafíos para engendrarla.


 

La Semana de Mayo puede ser una oportunidad para la reflexión.


 

En esos tiempos la sociedad decidió dejar de ser un Virreinato, transformar las instituciones e iniciar el difícil y tortuoso camino para constituirse en una República.


 

Todavía estamos en eso.


 

Semana de Mayo de 2008

16 mayo 2008

UNA NUEVA DEVALUACIÓN DESATARÍA OTRAS TORMENTAS


 

Hoy se necesita un shock muy importante de innovación tecnológica en la industria


 

Entrevista al Lic Carlos Guillermo Schwartzer - Publicada en El Economista 09/mayo/2008


 

"La economía ya está desacelerada". Así define el economista Carlos Schwartzer a la coyuntura económica actual y advierte que en el sector industrial se achicaron fuertemente los márgenes de ganancia, que era el colchón que permitía autofinanciar la actividad, y hay preocupación por el fuerte ingreso de mercadería importada. Schwartzer es asesor de importantes cámaras industriales de la Provincia de Buenos Aires y Capital Federal, se ha desempeñado durante mucho tiempo como asesor de la Secretaría de Industria y conoce desde adentro el día a día de la dinámica productiva empresarial. En diálogo con El Economista señaló que en el tema financiero se vienen cuatro años muy duros, con vencimientos importantes, que una nueva devaluación no resolverá los problemas de competitividad que mantiene la Argentina y que como medida inmediata, el gobierno debería bajar los subsidios y blanquear las tarifas. Las siguientes fueron sus principales afirmaciones:


 

El Economista: ¿Cómo sigue la economía? ¿Se desacelera, se cae?

Carlos Schwartzer: La economía ya esta desacelerada. Desde noviembre del año pasado se comenzó a sentir un menor ritmo de crecimiento en la producción y los últimos indicadores oficiales lo están reflejando. Pero acá hay un tema que el gobierno se resiste a plantearle a la sociedad y es la deuda externa. Toda la crisis que están viviendo algunos sectores con el gobierno, tienen como trasfondo resolver el problema de la deuda externa. El gobierno renegoció la deuda en 2005 y no fue muy explícito con la sociedad sobre los alcances de la negociación. Ahora nuevamente aparecen los vencimientos, son cuatro años de vencimientos muy fuertes que se vienen por delante.


 

E.E.: ¿Y cómo vienen las decisiones de inversiones de las empresas en este contexto?

C.S.: Hay sectores que mas allá de lo que suceda en materia política son nichos de inversión. Esta muy claro que el sector de agro alimentos es el sector estratégico de la economía Argentina y de que allí las inversiones, mas allá de lo que pase con el gobierno, se van a desarrollar. El USDA hizo una recientemente una investigación sobre la Argentina y llego a la conclusión que el sector agropecuario del país es mas competitivo que el agro de EE.UU.. Pero el problema son las inversiones netas en el sector industrial, donde se están achicando los márgenes. La única forma que tenían de autofinanciarse los empresarios industriales era sobre una tasa de rentabilidad que ahora se cayó. Con lo cual ese colchón que les permitía sostenerse, ya no está y simultáneamente ingresan importaciones que desplazan a la producción nacional y generan una competencia al mejor estilo de la época de Cavallo, donde con importaciones se sostenían los precios.


 

E.E.: Muchos industriales están pidiendo una nueva devaluación, ¿ayudaría?

C.S.: La devaluación no resuelve este desplazamiento, no resuelve la competitividad. Hoy se necesita un shock muy importante de innovación tecnológica en la industria. Devaluar es un salto que implica desatar otras tormentas. Quienes piden una nueva devaluación tienen que tener claro que el movimiento sindical no se va a quedar de brazos cruzados y pedirán acompañar esa devaluación en sus salarios. Porque el componente importado de la producción va a hacer que esa devaluación se traslade a los precios. El tipo de cambio no debería ir más allá de $3,22-$3,25 porque en los hechos se van a replantear problemas de costos y salarios. La devaluación no es la solución.


 

E.E.: ¿Y cuál es entonces?

C.S.: Hay que hacer un examen del funcionamiento de la estructura económica de la Argentina. Pensar seriamente cuál es el rol de Estado en la economía y si la política actual se subsidiar todo para tapar el sol con las manos es sustentable. El Estado argentino hoy tiene una participación inmensa en la economía. Y lo que se necesita es generar una política de mayores incentivos al sector privado, con políticas regulatorias claras, pero que incentive al sector privado. En América latina ya no es posible pensar en un modelo donde el sector estatal tenga esta dimensión.


 

E.E.: O sea, achicar el gasto

C.S.: El problema no es el tamaño del gasto sino como se genera el ingreso que sustenta ese gasto. Hoy por hoy el sustento del ingreso que genera la posibilidad de hacer ese gasto es fantasioso, no se puede pensar en gastar así sobre la base de las retenciones, de impuestos indirectos, y de no hacer una ley de coparticipación federal de impuestos nueva. La política de ingresos esta basada en impuestos indirectos, que la hace hiper regresiva, y en un esquema de retenciones que finalmente tiene un límite. Las retenciones como pilar de los ingresos no es sustentable porque es probable que el precio de los commodities caiga, porque su precio esta montado sobre una gran especulación.


 

E.E.: ¿Cómo estima que se va a resolver el conflicto del campo

C.S.: Ahí vamos a saber quien gobierna en la argentina si Cristina o Néstor. Hoy por hoy las ideas de Alberto Fernández chocan con las de Néstor Kirchner y Cristina tendrá que resolver. Si no hay vuelta atrás con las retenciones, queda claro que quien decide es él.


 

E.E.: ¿Cuál debería ser una política económica para hacer ya?

C.S.: Comenzar a bajar los subsidios y blanquear las tarifas. El gobierno tiene que normalizar la economía eliminando los subsidios. Será conflictivo, pero ahí esta el rol del Estado para moderar esos conflictos. Aunque a muchos no les guste, el modelo económico de este gobierno es el mismo que teníamos durante los '90.


 


 


 


 


 

14 mayo 2008

“El Mayo Francés fue sólo una pantomima”

Lo afirma el filósofo Alain Finkielkraut


Miércoles 14 de mayo de 2008

Publicado en la Edición impresa en "Los intelectuales del mundo y LA NACION"


PARIS.– Entre todos los actores del Mayo del 68, el francés Alain Finkielkraut es, probablemente, el más crítico de ese movimiento, que muchos vieron como génesis de una nueva sociedad. "Fue una pantomima disfrazada de drama", dispara. Filósofo, polemista, provocador y ultralaico, este defensor del orden, la escuela y los valores tradicionales de Occidente es detestado por sus múltiples enemigos, que lo llaman reaccionario cada vez que abre la boca.


Estoico al límite de lo absurdo, "Fink", como se lo llama, sigue denunciando "el progresismo blando de los biempensantes", "el racismo antiblanco" y el renacimiento del totalitarismo en nombre de un "absurdo mestizaje universal" y de un "igualitarismo que se confunde con la indiferenciación". A los 59 años, el más polémico de los nuevos filósofos dice: "No creo que haya que dar al Mayo del 68 un papel histórico. Francia ha caído una vez más en la trampa de la conmemoración".


–Pero ¿qué fue el Mayo del 68?


–Fue simplemente un momento de un proceso anterior. Un proceso ya analizado por Alexis de Tocqueville [1805-1859]. Cuando Tocqueville viajó a Estados Unidos y descubrió allá el peso de la democracia, en vez de tratar de comprender la historia a partir del concepto de civilización, decidió estudiarla a partir de la igualación. Porque la igualdad, tal como se presenta en las democracias modernas, es un fenómeno ambiguo, del que Tocqueville ve desprenderse dos tendencias: una que provoca la apertura del espíritu, mientras que otra, por el contrario, produce su estrechez.


-Usted critica, sobre todo, a la escuela actual.


-Porque los papeles de maestro y alumno fueron totalmente transformados. Después de los 60, la escuela terminó convirtiéndose en una institución educativa igualitaria. La autoridad del maestro sobre el alumno fue profundamente cuestionada. Hasta la misma transmisión del conocimiento fue calificada por Pierre Bourdieu de opresión. Todo el problema está allí: ¿es posible devolver a la escuela su especificidad institucional en un mundo que se dice totalmente democrático? Yo soy muy escéptico.


-Según usted, es un error erigir la discriminación como un crimen mayor en nuestras sociedades occidentales.


-Así es. En un primer tiempo uno está contento porque dice: ¿qué puede ser peor que excluir a alguien por su religión, sus orígenes, su sexualidad, etcétera? Pero, poco a poco, termina dándose cuenta de que es la discriminación misma -es decir, el discernimiento- lo que se califica de racismo. Ya no tenemos el derecho de hacer diferencias entre los seres humanos. O, más bien, toda diferencia debe ser pensada desde una óptica igualitaria.


-Usted también critica lo que llama la ilimitación de los derechos humanos.


-El individuo es antes que nada considerado un ser titular de derechos. En apariencia, a los derechos del hombre se opone su supresión, es decir, la dictadura. Pero las cosas son mucho más complejas. En Francia, por ejemplo, después de Mayo del 68 apareció un nuevo derecho: el derecho al diploma. Cuando el alumno no consigue ese diploma, se denuncia inmediatamente el fracaso de la escuela, jamás el fracaso del alumno. Porque el alumno tiene derecho a una educación, a un diploma y después a un trabajo. Si no lo obtiene es culpa de la escuela. Y por eso, el alumno tiene razón de rebelarse. Todos los años en Francia hay manifestaciones de alumnos. Todos los años se habla de un nuevo 68. Pero los archivos son de una claridad aterradora: aquellos jóvenes nos expresábamos muy bien. Leíamos sin parar, éramos lectores voraces, y no telespectadores. Dijimos muchas tonterías, pero con un discurso muy bien estructurado. Hoy, el lenguaje de los jóvenes es terriblemente pobre; la sintaxis, calamitosa, informe. Ese es el resultado de un proceso en el que, en nombre de la igualdad, dimos la palabra a los niños en vez de darles el idioma.


-Usted se califica de "militante gregario de Mayo del 68". ¿Qué quiere decir con eso?


-Nosotros no nos rebelamos porque la situación en la que vivíamos fuera insoportable. No tenía nada de insoportable; era más bien confortable. Mayo del 68 fue un gran movimiento mimético. Se dice que fue un gran momento libertario. En realidad, nos imitábamos unos a otros. Ese fenómeno de imitación generalizado tenía algo de fascinante. En el fondo, sabíamos que éramos sólo unos imitadores. Que se trataba de una pantomima disfrazada de drama.


-¿Qué responde a quienes consideran que usted, como André Glucksmann, se ha transformado en un verdadero reaccionario?

-El regreso estrepitoso de la categoría de reaccionario significa que el paréntesis antitotalitario se está cerrando. Hay dos campos: la humanidad y sus enemigos. Desde Mayo del 68, los adolescentes y los intelectuales están tentados de concebir la política como la continuación de la guerra por medio de la injuria. Camus decía: "El demócrata es modesto. Admite que el adversario puede tener razón, lo deja expresarse y acepta reflexionar sobre sus argumentos". Pero ahora el demócrata ha sido reemplazado por el democratista. Para éste, la democracia no es un espacio donde se intercambian opiniones: es un movimiento irresistible. Al encarnar la historia en marcha, se indigna de encontrar en su camino tantas momias, tantos vestigios del Antiguo Régimen. Como no puede cortarles la cabeza, les comunica que deberían estar muertos.


Por Luisa Corradini - Corresponsal en Francia


Recomiendo leer del mismo autor:
La Humanidad perdida / La ingratitud / La derrota del pensamiento / El nuevo desorden amoroso (junto con Bruckner)

30 abril 2008


LAS FRONTERAS YA NO ESTAN EN LOS LIBROS DE GEOGRAFIA

“La consultora de riesgo Standard and Poor´s otorgó a Brasil el “investment grade”

La noticia es breve. No tiene “letras de molde” ni tampoco se habrá de vocear en los andenes de las terminales ferroviarias. Es terminante.

Podríamos decir desde una nueva concepción de la Estrategia, que marca una frontera. O tal vez es la verdadera frontera.

Sólo recordemos que hace unos días atrás Standard & Poor’s Ratings Services revisó “Negativa” desde “Estable” la perspectiva asignada a sus calificaciones sobre la República Argentina -‘B+’ en escala global y ‘raAA’ en escala nacional-.

La medida se basa, señaló la Consultora, “en una falta de iniciativa del gobierno a implementar políticas correctivas respecto a las actuales distorsiones en el funcionamiento de la economía “

“En opinión de Standard & Poor’s, el actual paquete de políticas acrecienta la posibilidad de que continúe el aceleramiento de la inflación, lo que podría debilitar la cohesión social y generar una mayor intervención directa del gobierno en la economía”. “Las expectativas de inflación han llegado hasta 32% para los siguientes 12 meses” señaló la Consultora más adelante en su Informe.

Agregando que ““Las expectativas sobre el avance de la inflación y las distorsiones en la economía mediante controles de precios, subsidios y regulaciones adicionales, afectarán las perspectivas de crecimiento ahora que se ha reducido la brecha del producto de la Argentina. Un menor crecimiento podría erosionar la popularidad del gobierno en un contexto donde los desafíos políticos se vienen acrecentando. Cualquier deterioro fiscal significativo que resulte de ello podría llevar a una baja de las calificaciones soberanas de la Argentina. Por el contrario, si el nuevo gobierno de Cristina Fernández introduce correcciones a la combinación de políticas de modo de hacer más sustentable el crecimiento económico, entonces la tendencia regresaría a estable”, concluyó.

Para esta frontera no se necesita ni mojón ni gendarmería. Es reconocida mundialmente y pone una clara diferencia entre ellos y nosotros.

La pregunta parece obvia, ¿es posible el MERCOSUR con estas fronteras tan infranqueables?


02 abril 2008

NINGUNA COSA SEA DONDE FALTA LA PALABRA (1)

La realidad es una provocación permanente a tratar de entender que hay detrás de los hechos, que alquimia se desarrolla detrás del espejo.


 

Quedarnos en el discurso fácil, maniqueo, con más fundamento en la lógica futbolera del "versus" que pone en evidencia el simplismo, la verba fácil y seductora aunque, alternativamente, como lo hemos escuchado en éstos tiempos, no es más que una puesta en escena de la soberbia y el atropello, pero no el intento serio y responsable de atravesar la realidad, indagarla, cuestionarla y obligarla a rebelar sus verdaderas intenciones para responder a ella de modo eficaz, eficiente, consistente y sustentable.


 

Poco importa la acción que se emprenda. Solo se trata de vencer, doblegar, empujar al otro hasta situarlo en un punto en el que sea visto como "enemigo", y consecuentemente ser el sujeto de las diatribas, humillaciones y derrotas que deben imponérsele a quienes voluntaria o a los empujones, constituimos como "enemigos".


 

No se construye una Nación con éstos métodos. No se promueve la convivencia democrática interpretando el disenso en grito de guerra. No hay sociedad en la lógica del "amigo-enemigo".


 

Nuestra humanidad tiene un sólido argumento a favor: el habla. Nos diferencia, nos articula, nos une. Sobre el se asienta cualquier forma de civilización y convivencia. Con gran acierto dice el poeta: "Ninguna cosa sea donde falta la palabra".


 

Cuando las palabras se transforman en silencios; la violencia, en cualquiera y todas sus formas, invade el espacio, lo transforma y sólo pretende la humillación y la derrota del otro. No hay freno, no existe la pausa. El silencio en el minuto siguiente, anuncia la soledad, la derrota de la convivencia.


 

En la Argentina el diálogo, el ejercicio del habla que expresa las razones de los acuerdos y diferencias ha sido reemplazado por el debate. El primero es la forma pacífica en que los seres humanos expresan sus ideas y sus afectos, el otro es contienda, lucha, combate.


 

La cuestión del sector agropecuario se transformo rápidamente en un "debate", en una puesta en escena de la violencia verbal, de un combate que sólo se satisface reduciendo al otro al silencio.


 

Pero unos y otros. Todos, cada uno de los argentinos –y con mayor responsabilidad quienes han sido elegidos como líderes de la comunidad – escondemos, en estas escaramuzas, nuestro verdadero problema, nuestra más inmediata realidad: la deuda externa.


 

De eso no se habla. El silencio se ha adueñado del problema y en eso, parece ser, estamos de acuerdo. Hablar de ella es obsceno. Quién lo hace comete el peor de los pecados: dar la palabra a quién hemos condenado al silencio.


 

Dicen los que más saben: el país crece, el consumo crece a tasas impredecibles, "estamos bien y vamos mejor", la macroeconomía nos garantiza el éxito y el contexto internacional nos augura un futuro venturoso. Como prueba, tenemos las reservas de dólares que son record histórico, la recaudación supera las expectativas y alardeamos de haber reducido la pobreza, más aún, algunos hasta nos dicen que los cálculos señalan que "somos felices" ¿Qué más se puede pedir?


 

Algunas otras voces señalan, tibiamente, que hay que ajustar la "meso economía" (nuevo termino acuñado para señalar los ruidos y desajustes del corto plazo) pero no son muy escuchadas y vistas con desdén. Es más, quienes señalamos asimetrías, desajustes, incoherencias, somos enviados al territorio de los pesimistas militantes, nos constituyen "en pájaros de mal agüero" y reducidos al silencio.


 

Quitar el habla, arrebatar la palabra es el modo de derrotar, de vencer a quienes, con sus ideas y discursos amenazan nuestra "prosperidad", a quienes pretenden advertir sobre la "desnudez real".


 

La cuestión podría resumirse en una pregunta, ya formulada por Lord Keynes: "¿quién pagara la deuda?" (Aunque la pregunta que daba título a su escrito era ¿Quién pagara la guerra? y que hemos transformado en una pregunta más genérica: ¿quién pagara los desaguisados de la política pública?)


 

En aquellos tiempos, el Lord inglés con mucha flema señaló que la respuesta era: "un poquito de inflación". 


 

Pero vuelvo a preguntar ¿quién pagará la deuda? ¿Quién le pagara al Club de París? ¿Quién habrá de pagarle a los holdout? ¿Quien habrá de pagar la deuda con nuestros aliados venezolanos? ¿Cómo es posible que ésta haya crecido si la estrategia declamada era el "des endeudamiento" ¿Qué pasó?

 
 

Cuando preguntamos ¿quién pagara? no nos referimos a otros, ajenos, extraños. Otros. Sino que ponemos nuestro foco en nosotros mismos, habida cuenta de que no hay otros que puedan sustituirnos.


 

Bajo el argumento de la defensa del gobierno democrático y el fortalecimiento de las instituciones, las movilizaciones y actos masivos respaldaron la respuesta del Gobierno: TODOS. Pero todos sabemos que seremos sólo algunos, que aunque mayoría, carecemos de voz, nos es limitada el habla.


 

Las corporaciones multinacionales giran al exterior sus dividendos y están muy lejos de reinvertir sus ganancias en la Argentina, entonces, esos NO. Basta con mirar el Balance de Pagos para comprender el sentido de su respuesta.


 

Hay unos cuantos con ciudadanos que tienen alrededor de u$s 115.000 millones de dólares depositados en el exterior. Esos ya expresaron claramente que ¡¡NO!!., para decir en criollo, más que golondrinas fueron teros: en un lado pegan el grito y en otro ponen los huevos.


 

Pero hay más. Podríamos continuar la lista de quienes disponen de la capacidad de decir NO, "a mi, ¿porqué me miran?"


 

En resumen, vamos quedando pocos.


 

Como decía Lord Keynes, un poquito de inflación, que degrada el salario, y, adecuadamente (y vaya si lo hace) recaudada en los impuestos indirectos (IVA, Combustibles, Transacciones Financieras) para que los asalariados, las PYME y los sectores más marginales y empobrecidos ¡¡zácate!!, pongan su parte.


 

Como la Cándida Erendida quedaremos las mayorías populares, encadenadas a la obligación de pagar el ilegitimo endeudamiento a los que nos sometieron las dictaduras militares (todas, no hay light o heavy) y las tropelías, indecisiones y cobardías de quienes decían velar democráticamente por nuestros intereses.


 

Tampoco podremos apelar al olvido. Vale recordar acá una anécdota relatada a La Nación en el 2004 por Delfim Neto:


 

"En 1982, en plena crisis económica en la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov fue a Inglaterra para pedir crédito. Fue recibido con una de esas comidas amigables, con brandy, cigarros cubanos, todo en un ambiente sumamente cordial. Después del postre, Gorbachov explicó que necesitaba un crédito. Entonces, el presidente del Banco de Inglaterra abrió un cajón, sacó un mazo enorme de papeles y dijo: «Primero, señor Gorbachov, vamos a discutir esto». «¿Qué es eso?», preguntó Gorbachov. «Estos son los pagarés que su zar dejó impagos en 1917»."


 

Pero, volvamos a la cuestión de fondo.

 
 

¿Qué hay detrás de ésta crisis? Muy sencillo: la respuesta a quien pagará la deuda. En éste estado de cosas una sola cosa es cierta, un poquito de inflación ya no alcanza.


 

¿Podremos hablar, dialogar y ponernos de acuerdo sobre éstas cuestiones sin tener que recurrir a las escenas que sobrevivimos en las últimas semanas?

 
 

(1) Johann Christian Friedrich Hölderlin en la 11.ª y 12.ª entrega de los Blätter für die Kunst del año 1919. Citado por HEIDEGGER, M., "De camino al habla", Ediciones del Serbal, Barcelona, 1990

21 marzo 2008

El retorno de la economía clásica

Desde diversos ámbitos y medios de comunicación, ante la caída de sólo el 4% en los precios de los commodities, se comenzaron a emitir señales de alarma y duda sobre la sustentabilidad de la columna maestra de la ingeniería económica que desarrollo el Gobierno Nacional desde el 2003.


 

Pero en nuestros escritos ya lo veníamos advirtiendo. En ningún caso se trataba de un ejercicio astrológico, magia predictiva o el ejercicio de un pesimismo militante, sino, simplemente, de la aplicación de los PRINCIPIOS TEÓRICOS DE LA ECONOMÍA POLÍTICA.


 

Bastardeada, relegada al campo de la pseudo psicología, premiada por sus infidelidades con las matemáticas, elevada a los altares ó lapidada, según la ocasión y la región del mundo, de modo simultaneo y casi siempre por sus devaneos con la política en sus peores expresiones de picaros, malevos y traficantes de influencias han "fundado" la profesión de economista asignándoles el rol de palafreneros o bufones, la ECONOMIA POLITICA (y no la economía a secas) se constituye, pese a todo en una ciencia que da cuenta de modo eficaz, eficiente y consistente de la dinámica y desarrollo de la organización social de la producción capitalista.


 

Pero los profesionales de la economía deben, sistemática y recurrentemente, hacer profesión de fe neo clásica, deben como quién reza un eterno Credo, renegar de los infieles que proclaman una omnipresente crisis que agota la paciencia y pone limites a la esperanza y golpearse el pecho proclamando que la única verdad, no es la realidad, sino los sortilegios que provee ese espacio ideal llamado "mercado".


 

Pese a la recurrencia de los mediocres "a castigar al mensajero", a mostrar el fracaso y frustración de éstos "profesionales" a los que obligan, para sobrevivir, a convertirse en agoreros, en adivinos de un futuro que siempre cambia y que solo les paga con mofa o la reprimenda sobre sus fallidos augurios.


 

No se trata de una defensa corporativa sino de repasar algunas cuestiones que hacen a los rasgos más básicos de ésta organización social y que intentan aportar a la comprensión sobre porque algunos acontecimientos no son más que la puesta en acto de los rasgos más básicos del desarrollo capitalista.


 

En pleno auge del "absolutismo" proclamado en Francia por Luis XIV, continuado por Luis XV y que viera su fin en la guillotina de la Revolución Francesa, un "economista" (o tal vez el primer economista), François Quesnay publicó primero en el artículo Granos de la Enciclopedia (obra monumental de la Ilustración) y luego en un pequeño opúsculo que se tituló "Tableau Economique" la razón fundamental de porque, quienes enfrentan una producción de tipo capitalista deben tener, necesariamente, como contrapartida un "algo más" que es la retribución por haber asumido el riesgo de la aventura que supone la producción.


 

La cuestión fundamental es que quienes enfrentan la producción capitalista ANTICIPAN los medios para que la producción se desarrolle, es decir, aportan las materias primas e insumos, el espacio físico, pagan a quienes participan antes de vender lo que se ha producido, pagan sus impuestos con independencia de los resultados y tienen una virtud que algunos años después describiera con bastante precisión Josef Shumpeter: el espíritu de aventura y el saber esperar.


 

Sino se cumple o se cuestiona la premisa básica que señala que para que el proceso de producción capitalista se desarrolle "alguien" (o más específicamente un empresario) debe anticipar los medios de producción y que como retribución al riesgo implícito y a la capacidad puesta de manifiesto de esperar los resultados, debe tener una ganancia, queda afectada la capacidad de continuar desarrollando ese proceso productivo, en tanto y en cuanto, éste modo de organizar la producción material que es el capitalismo no admite la beneficencia en éste nivel.


 

La discusión sobre las retenciones al sector agropecuario no puede reducirse a la fijación única de un impuesto (retenciones) que intente captar una parte de los "super precios" que hoy aparentemente perciben los productores, es decir quienes anticipan, a riesgo propio su capital.


 

¿Por qué decimos "super precios" y que éstos no responde a la realidad productiva?


 

Porque, como venimos señalando en nuestras publicaciones, los astronómicos valores que alcanzaron los commodities se justifican en virtud de un movimiento puramente especulativo del mercado financiero que convierte en "activo subyacente" cualquier mercancía que se muestre como socialmente necesaria (sean casas o granos) y erige desde allí los famosos "derivados".


 

No pretendemos constituirnos en defensores de quienes, cuando se analiza la historia, han hecho y hacen uso de un recurso –la fertilidad de la tierra – cuya apropiación no es objetable en términos de organización capitalista pero que si obliga a quienes la poseen a contribuir al conjunto de las necesidades sociales.


 

La cuestión, entonces, a resolver es cual es el punto de acuerdo donde los que anticipan y corren riesgos decidan continuar haciéndolo porque la retribución lo justifica y la sociedad que demanda de los recursos que ellos producen para alimentarse y sostener la organización social que los contiene a unos y otros.


 

Ni estos precios internacionales ni estas demandas de la política pública son sustentables.


 

Pero para poder avanzar y restablecer la confianza ahora quebrada es indispensable que previo al reinicio del diálogo el Estado Nacional debe dejar dos cuestiones en claro: cual el aporte que demanda y con que destino y que acciones y políticas habrá de diseñar e implementar para hacer sustentable ese aporte.


 

Pero más allá de definir éstas cuestiones que restablezcan la convivencia, lo que no implica negar la posibilidad de conflictos, el Estado Nacional debe definir que hará si los precios de los commodities, que hoy son la columna vertebral de la política de tipo de cambio nominalmente alto y según dicen, remedio para contener las presiones inflacionarias, se derrumban y los millones de dólares que se programaban recaudar para satisfacer el continuamente creciente endeudamiento público, no están disponibles.


 

Esta es la cuestión. Este es el problema.


 

¿Podremos razonablemente debatir sobre él?