31 diciembre 2007

APORTES PARA UNA AGENDA PYMI

El desarrollo de una Agenda para las Pequeñas y Medianas Industrias enfrenta en general, pero en la Argentina en particular, algunas cuestiones previas.

A los problemas básicos de temporalidad, deben computársele cuestiones ligadas al estado de desarrollo de la problemática: si se esta en etapa diagnostica o si ya se ha diagnosticado “tanto” que ha llegado el momento de la acción.

Dos cuestiones de singular trascendencia.

La primera tiene que ver con lo que denominamos el grado de internalización de la problemática industrial, no ya en los niveles de decisión gubernamentales, sino en los propios empresarios y en particular en las PYMI. Esta cuestión es central en tanto tiene directa relación con dos momentos estratégicos: la definición de los criterios de identificación y selección de los problemas y posteriormente en su gestión.

Debemos, entonces, considerar al menos 2 tipos de problemas:

· los que se manifiestan como “internalizados” y sobre los que aparece una demanda específica que podríamos situar en el rango temporal del corto plazo y la acción inmediata y
· los que, por cuestiones que de de modo genérico denominaremos “estructurales del desarrollo empresario argentino” no están internalizados al grado de considerarse un tema de la Agenda o bien, la percepción de la dinámica capitalista no logra considerar a éstos como cuestiones de Agenda.

El segundo, y último aspecto previo
[1], esta ligado a una definición estratégica; la visión y la misión no ya como empresas en sí mismas, sino como sector social, político y económico responsable.

Es altamente probable que muchas empresas, en línea con el desarrollo de sus compromisos con un sistema de calidad hayan escrito y enmarcado esas dos cuestiones y es hasta probable que las tengan presentes en el desarrollo de la vida cotidiana de sus empresas.

Sin embargo, en la cultura empresaria argentina, y particularmente en las PYME, prima el individualismo sobre el espíritu asociativo y muchas veces la visión queda recortada en el estrecho espacio de la propia empresa y no se logra desarrollar un compromiso estable con la misión que como empresario DEBE necesariamente desempeñar dentro de la sociedad, ni siquiera se verifica ese compromiso en los aspectos más relevantes de la problemática sectorial.

Podríamos señalar que pese a reclamar de modo permanente por “la competitividad”, poco y nada hacen por ella y, más aún, reducen sus esfuerzos a mejoras en sus propios procesos productivos, lo que es necesario pero no suficiente.

No se llega a comprender, o no se asume un compromiso estable, la importancia estratégica del tramo “institucional” de esa competitividad también conocida como “competitividad externa”. Se expresa tal vez así un rasgo de la debilidad institucional argentina: se delega sin control, sin participación y sin compromiso y se esperan resultados, que nunca satisfacen el imaginario o la necesidad, y que retroalimentan la desconfianza, la indiferencia y la atonía.

En lo específicamente productivo, la falta de participación y compromiso tiene consecuencias que se miden del modo más inmediato y específico: la falta de respuestas a las urgencias van generando, de modo tal vez imperceptible en el día a día, un deslizamiento sistemático hacia la marginalidad de muchas PYMI en tanto las nuevas obligaciones y desafíos las dejan fuera de juego y se prestan al movimiento de la concentración y centralización del capital indefensas, en la creencia que la aceptación sumisa de las condiciones de la dinámica capitalista les dará una carta de inmunidad y salvaguarda.

El rasgo que describimos hace que, las expresiones institucionales de las problemáticas productivas pierdan credibilidad y tengan como destino el olvido y la indiferencia de quienes deben –conforme los juramentos y responsabilidades asumidas- aportar a la solución, apurados, como suelen estar quienes tienen como único objetivo “lucir” un cargo y no ejercer una representación o un servicio público a la comunidad.

La PYMI ha sido factor fundamental de la recuperación económica nacional desde el mismo momento en que los peores fantasmas se agitaron sobre la Nación. Sin embargo, la PYMI hoy es ignorada y sus reclamos, aún los más moderados, son vistos como una demanda injustificada bajo el argumento de que la devaluación y el tipo de cambio alto generaron “per se” condiciones de competitividad internacional y protección a la industria nacional.

Pero, fundamentalmente, el fortalecimiento de las PYME, es un reaseguro de la vida democrática.

Cuando se las desatiende, se las margina y se las empuja a un camino de dificultades, el resultado no es sólo un conjunto mayor de penurias empresarias, sino un debilitamiento de la dinámica democrática en tanto y en cuanto son las PYME el reaseguro político frente a los oligopolios y formas más concentradas del poder político y económico que pujan por sus intereses de modo independiente de las consecuencias para el conjunto de la Comunidad.

Cuando desde los niveles más altos de las instituciones públicas se “elige” que el diálogo con el sector empresario tendrá como contraparte única a la Institución que ha representado y representa a los sectores más concentrados de la Industria o se anuncia que la política productiva habrá de discutirse con las “cadenas de valor” y se convoca a los sectores que dominan y concentran esas “cadenas”, exigiéndole a la PYME sumisión absoluta, las señales en materia productiva y de fortalecimiento democrático no pueden ser más que dudosas retroalimentando los peores individualismos.

Con estas cuestiones previas declaradas, pasemos a la problemática.

LA CUESTION URGENTE: LA INVERSION

Los estudios que señalan el comportamiento de la variable INVERSION –al fin de cuentas el componente estratégico de la acumulación de capital- se refieren de modo homogéneo a la Inversión Bruta.

El último Informe conocido detalla que la evolución de la Inversión Bruta Interna Fija (IBIF) y destaca un importante crecimiento de la inversión en Equipo Durable de Producción respecto del año anterior (+22,7%).

Como dato, dicha información no es incompleta.

Los industriales sabemos que la “cuota para el consumo del capital” denominada “AMORTIZACIONES” resulta un elemento indispensable que marca un nivel mínimo de re inversión, sin que, ése mínimo garantice la posibilidad de supervivencia de la industria.

Esto es así porque los montos de las amortizaciones reflejan el consumo cotidiano de un stock de capital fijo que necesariamente, con el correr del tiempo, pierde competitividad y debe ser reemplazado, si al menos se pretende mantener el nivel, por equipos que en general incorporan nuevas tecnología y obligan al replanteo general de los procesos productivos.

Es así, entonces que, la INVERSION BRUTA sólo refleja una cuestión general que debe ser ajustada y transformada en INVERSION NETA (es decir detraídas las AMORTIZACIONES) para tener relevancia.

Más aún, el Informe reconoce que “a pesar de los buenos guarismos que presenta la evolución de la inversión, no son suficientes para sostener los actuales niveles de expansión económica. Como es sabido, con un cociente IBIF/PBI del 23%, no es sostenible una tasa de crecimiento del 9% del PBI sin que conlleve efectos negativos sobre otras variables (precios, balanza comercial, tipo de cambio nominal y real, etc.).

Mucho más delicada es la situación cuando esa tasa del 22,7% que se señala, y que de por sí es considerable, debe ser ajustada por las amortizaciones (es decir “neteada”)

En las lista de las debilidades que alimentan las dudas situamos:

· La retracción de la inversión extranjera directa y consecuentemente el incremento del giro de utilidades al exterior y su no reinversion,
· la falta de consistencia entre la tasa de de inversión y el PBI,
· la todavía alta participación de la construcción en el “quantum” de la inversión,
· la falta de adecuado financiamiento bancario (en tasas y plazos),
· la inelasticidad del autofinanciamiento, los estiramientos de los plazos de cobro y consecuentemente,
· la imposibilidad de desarrollar ajuste por inflación (en un momento donde la inflación mensual ronda ya de modo estructural el 1% mensual),
· el desarrollo -basado en interpretaciones judiciales de dudosa legitimidad – de un sistema tributario municipal,

entre otras, ponen de manifiesto que la base productiva se está envejeciendo por la falta de decisiones políticas en materia productiva que resultan ya un dato evidente que afecta las decisiones de inversión.

Estas AUSENCIAS DE LAS POLÍTICAS ACTIVAS GUBERNAMENTALES EN MATERIA PRODUCTIVA, es reforzada por la política monetaria que lleva adelante el Banco Central
[2] y que finalmente, como ya ha pasado en otras oportunidades, será responsable –junto a otros sectores con capacidad de decisión política- de nuevas frustraciones en materia de desarrollo productivo.

La crisis financiera internacional que en la actualidad sólo parecen acotarse al sistema financiero de los países centrales no será neutra para la economía nacional en los próximos meses y habrá de reforzar la baja tonicidad de la inversión reproductiva

LOS TEMAS DE CORTO PLAZO

Las Debilidades, Fortalezas, y Oportunidades –que complementan habitualmente los diagnósticos - son específicas de cada PYMI y su atención hacen al éxito o fracaso de la gestión empresaria, razón por la cual no son abordadas de modo específico.

Sin embargo, las amenazas que hemos de detallar implican restricciones fundamentales a las oportunidades, acrecientan las debilidades y ponen restricciones importantes a las fortalezas que las Pequeñas y Medianas Industrias.

Así, en la percepción empresaria de las Pequeñas y Medianas Industrias las siguientes situaciones están reflejando la existencia de amenazas:

1. Aumento de los costos de producción
2. Alta participación de los impuestos en el costo final.
3. Disminución de la rentabilidad operativa de la Empresa
4. Desplazamiento de la producción nacional por la importada
5. Falta de instrumentos de financiación adecuados (costos y plazos) y dificultades de acceso a los existentes.
6. Dificultades y costos crecientes en materia de regulaciones laborales y medio ambientales
7. Dificultades para acceder a fronteras tecnológicas de última generación
8. Mercado interno debilitado por alta presión tributaria sobre consumidores y con riesgos de fragmentación

NOTA.: POR RAZONES DE ESPACIO NO INCLUIMOS LA AGENDA EXTENDIDA (TEMATICA) LA QUE NOS PUEDE SER SOLICITADA

[1] Si bien existen un conjunto de cuestiones que surgen al momento de la reflexión y que van desde el modo en que se produjo la denominada “acumulación originaria” en el sector PYMI hasta las metodologías de reproducción de la base económica y social del sector, no es éste el ámbito y momento para detallarlas, sólo incluimos ésta referencia para denotar que estamos convencidos de la existencia de un campo de estudio de la realidad económica aún no transitado.
[2] La permanente “esterilización” de recursos monetarios sobre cuyo significado ya nos hemos referido en éste “blog” pone en evidencia que el alineamiento no es con la producción sino con la peor versión del sector financiero.

26 diciembre 2007


UNA PAREJA MALAVENIDA: PROMOCION DE INVERSIONES Y LOGICA DE LA CAJA

La información periodística da cuenta hoy de la pérdida de vigencia de uno de los Regímenes de Promoción de Inversiones que afanosamente diseñan e instrumentan los arquitectos de la política pública y que, como común denominador, muestran escasos resultados y pocos y pobres efectos en relación al resultado pretendido.

El diseño del régimen de la Ley 25.924 no fue distinto, aunque tuvo un detalle destacable. Por la intervención y propuesta de un legislador, se le impuso al Régimen un capítulo específico destinado a las PYME. La razón de ésta novedad se sustentaba en que el régimen era por concurso en base a un cupo y a efectos de evitar una posible competencia desleal entre proyectos, en función del tamaño, se generaba un tramo exclusivo.

La idea
[1], novedosa, que ponía en evidencia la debilidad de las PYME para acceder a los instrumentos de política pública cuando éstos son puestos en vigencia bajo el supuesto de que la “universalidad” debe ser el rasgo central de la política pública en materia de desarrollo productivo, no tuvo el efecto esperado.

Vale preguntarse, sí, en el tramo en que debían presentarse las grandes empresas, el resultado fue el esperado para determinar si el no uso del régimen era una cuestión estrictamente PYME. La respuesta es NO. Tampoco en éste tramo la respuesta fue alentadora.

Queda en evidencia un rasgo característico de la política pública en materia de desarrollo productivo.

Las políticas se diseñan pensando en la “caja presente”, es decir en el impacto que sobre la recaudación de hoy tienen los instrumentos que se pretenden utilizar. Como suele suceder, y de modo obvio, cualquiera sea la política productiva que se desee fomentar, apoyar o desarrollar, NUNCA el impacto es en tiempo presente, nunca los incentivos que se ofrecen responden al deseo de inmediatez y mucho menos son, en el cortísimo plazo del año fiscal en el que se ponen en marcha, a costo “cero” para la “caja pública”.

La promoción de inversiones es una decisión estratégica de la política pública si ésta se plantea mejorar la sustentabilidad y consistencia de la gestión, incluida la financiera. Es más que obvio que en el presente el resultado será un “flujo de fondos negativo”, pero acompañar la inversión implica una mirada, un compromiso en términos de “proyecto” que también “valúa” el porvenir y presume que ejecutado el proyecto, el futuro será mejor. Esa posibilidad no existe en la “lógica de la caja”

Obviamente, la cuestión es sumamente delicada luego del “default” público que exige hoy un orden fiscal estricto y una conducta intachable en materia de cumplimiento de los vencimientos prometidos como resultado de la renegociación con los acreedores que aceptaron la propuesta realizada por éste Gobierno
[2]. Sin embargo, la expansión del gasto público, el origen de los fondos con que se financia esa expansión y las metodologías para acotar el impacto que la inflación tiene sobre el repago de parte de los nuevos bonos emitidos para refinanciar los pasivos[3], sumados a los posicionamientos públicos en materia de orientación del gasto agregan dudas al sector productivo sobre una disciplina fiscal que por lo menos resulta de cumplimiento aleatorio (aunque podamos describir la lógica estricta de las decisiones que se toman).

Pero no le achaquemos a ésta Administración los errores de diseño de políticas productivas, en éste aspecto no es original. Si algo requieren en su diseño las políticas productivas es pensamiento estratégico, Es decir, demandan una visión, compartida con la sociedad, sobre cual es el rol de la producción en su desarrollo.

En nuestra opinión, en los últimos 50 años
[4] no hubo debate alguno sobre esa visión y cada Gobierno, independientemente de su origen y legitimidad, aportó su sesgo cortoplacista con lógica de “caja” poniendo todo el énfasis posible en ignorar a la producción como base social fundamental de una Nación.

Obviamente, los resultados no podían ser otros que la crisis económica, política y social, cuyo tramo final comenzó a recorrerse a mediados de 1998 y concluyó –aunque sus consecuencias hoy están presentes de modo muy activo – en los dolorosas consecuencias de conciudadanos muertos por los aparatos estatales sin control y una puesta en escena de las pura y dura miseria y marginalidad del 50% de los ciudadanos.

Ya lo hemos señalado en otras publicaciones en éste “blog”, las políticas productivas que se implementan
[5], tienen como fundamento un visión sobre las relaciones sociales, sean éstas expresadas en el propio ámbito productivo, como en el campo de la cultura, la política, la investigación, etc., tanto actuales como deseadas. Cuando ese diseño e implementación se desarrollan bajo la “lógica de la caja” los resultados no pueden ser otros que la ineficacia e ineficiencia de las mismas que le sirven a los “funcionarios diseñadores” como argumento para justificar el paso siguiente: no hacer nada.

Entonces, no es que el Gobierno “Muy sigilosamente y elecciones presidenciales mediante, dejó caer el Régimen de Promoción de Inversiones mediante el cual las empresas podían acceder a beneficios impositivos, si se comprometían a invertir en la compra de bienes de capital y/o encarar proyectos de infraestructura.” Como señala hoy el copete de la noticia.

Tampoco es novedosa, como señala la publicación que la política que el “flamante gobierno
[6] de Cristina Kirchner busque asegurarse un importante colchón de recursos para el año próximo y no incurrir en mayores costos. Reforzar el superávit fiscal es una de las prioridades de la mandataria, ya que la caja se ha visto fuertemente debilitada en el último año. Es por ello que en tanto no represente un alto costo político, el Gobierno retrasará la prórroga de los beneficios el mayor tiempo posible. Durante los tres años que duraron los incentivos a la inversión, el cupo anual del régimen alcanzó los $ 1.200 millones, de los cuales $ 200 millones eran exclusivos para las Pymes. Sin embargo, sólo hicieron uso del beneficio algunas grandes empresas y por un monto bastante menor al establecido por el Gobierno.”

Lo que tampoco será novedoso, es el futuro.

De no diseñarse una política productiva permita el desarrollo y fortalecimiento de la Industria Nacional y en particular de las PYME, la sociedad deberá afrontar inexorablemente más de lo mismo: crisis recurrente, ajustes fiscales y consecuentemente nuevas y mayores frustraciones.

Esa política productiva debe incluir una Régimen de Promoción de Inversiones que seguramente habrá de contener instrumentos fiscales, pero que también debe contener políticas de financiamiento, seguridad jurídica, racionalidad en las relaciones intra-productivas ( no sólo en lo que se refiere a las relaciones Empresas-Sindicatos sino que también en las que se refieren a las de Grandes Empresas con las Pequeñas y Medianas, entre otras de las que no están ausentes el Estado en sus diversas jurisdicciones), medidas de resguardo y control de los impactos ambientales, entre otras.

En el mismo diario que motiva el comentario, un importante economista
[7] describe la agenda de los que nos falta para mejorar el perfil exportador, sin embargo, entre lo que falta no incluye la cuestión fundamental.

Lo que nos falta, no sólo para ser buenos exportadores, sino para constituir un mercado nacional
[8] vigoroso y que permita cumplir con el precepto constitucional de bienestar general es VISION.

Cuando ésta es reemplazada por indicadores de un bienestar efímero y que sólo representa a una minoría, el presente no se proyecta cómo consistente ni sustentable y lejos de alinearse en el cambio augura una simple repetición de antiguos y viejos fracasos.


[1] Desarrollada por el Diputado Carlos “Tato” Brown Presidente en ése momento de la Comisión de Industria de la H. Cámara de Diputados de la Nación
[2] Consideramos que el Gobierno es una continuidad, sin cesuras, del que renegoció la deuda más allá de los cambios de nombres o funciones. El “grupo estratégico de conducción del Estado” no ha modificado su composición.
[3] La manipulación estadística que se ha instalado en la Argentina, y en particular en los índices de precios que ajustan ciertas obligaciones financieras públicas a lo que se ha sumado ahora los indicadores socio-económicos reflejan una política de simulación que permite “ahorrar” espuriamente algunos millones de dólares hoy, pero cuyo costo en el mediano y largo plazo será multiplicado con creces en tanto acrecienta dudas sobre la lealtad del deudor, sobre todo porque ya esta puesto en duda el valor del indicador de referencia para otra serie de títulos basados en la variación del PBI.
[4] Se podrá estar o no de acuerdo con las decisiones tomadas y las políticas implementadas, pero no podrá negarse que fue en durante el período del Presidente Frondizi donde estuvo presente por última vez éste debate. Quienes, legítimamente o no, lo sucedieron no desarrollaron nunca una propuesta que tuviera como fundamento, la imaginación, creatividad y audacia de aquellas como así también su viabilidad y factibilidad. Pese a tener muy pocos años en aquellos tiempos, la investigación histórica, por más exhaustiva que sea no arroja resultados que contradigan esa realidad.
[5] Cuando se ignora ésta necesidad estratégica de la política pública y se resuelve “no hacer” la cuestión es mucho más grave y requiere un análisis que excede éste comentario.
[6] Ver Nota 1
[7] La publicación es El Cronista – 26/12/2007 y el economista es Gabriel Sánchez Presidente del IERAL-Fundación Mediterránea.
[8] El mercado nacional refleja no sólo las relaciones económicas que se desarrollan al interior de una economía sino que también incluyen a las que se desarrollan con el resto del mundo. Es por ello que el mercado interno se constituye en el fundamento estratégico del mercado nacional. De no ser así, nos referimos a una economía que esta pensada más como una factoría exportadora que como ámbito del desarrollo social, político y cultural de una comunidad.

23 diciembre 2007

LA PRODUCCION CONSTRUYE LA NACION

Como señalábamos en nuestra anterior publicación, el consumo se ha convertido en el “leiv motiv” de la política económica y su movimientos presentes y futuros son motivo de estudios, proyecciones de todo tipo en el gradiente de la seriedad, y a nadie le im­porta la composición de ese consumo, ni siquiera importa la estructura de ese con­sumo, ni tampoco hay tiempo para evaluar la composición del mismo. Lo que importa es consumir, todo lo que se pueda, ahora.

Esa premura que como señalamos ignora el orden de la lógica capitalista, también ig­nora el impacto que ese consumo acrítico tiene sobre el mercado nacional, enten­diendo por éste no sólo como una categoría económica, sino fundamentalmente como una institución histórica, en la que las actividades productivas contribuyen a la cons­trucción de elementos nacionales de unidad cultural y política.

La producción es inmediatamente consumo y éste, sólo se sustenta si, también de modo inmediato se transforma y da impulso a la producción. Uno construye, el otro destruye. Pero el orden lógico es imprescindible.

Primero se debe producir, es decir, dar forma concreta, objetiva no sólo a los valores económicos, sino que también al cúmulo de relaciones sociales que emergen como resultados de la acción productiva y que conforman, como señalamos, la unidad histó­rica de una Nación, cuyos aspectos culturales, políticos, tecnológicos son partes que coagulan en los objetos producidos.

Ignorar éstas cuestiones y sostener que la resolución de la crisis más profunda de la historia argentina tiene como indicador de su resolución los exorbitantes y arbitrarios crecimientos que se verifican en el consumo de determinados, y minoritarios, sectores sociales, es cuanto menos una falacia.

Con casi el 50% de los trabajadores en “negro”, es decir con sus derechos básicos ne­gados, con más de 5 millones de conciudadanos en la más absoluta marginalidad, con millones de jóvenes sin futuro y en una peligrosa situación de riesgo, ¿quién puede admitir que las cifras de crecimiento del consumo significan un verdadero indicador del fin de las penurias?

Adicionalmente, cuando observamos que el consumo sólo se sustenta, entre quienes están en mejores condiciones, es decir que disponen de un empelo formal, en más en­deudamiento, a tasas y condiciones que escapan a cualquier medida lógica de rentabi­lidad bancaria, volvemos a señalar la falacia de esos argumentos.

Simultáneamente, si el consumo es indiferente al origen, es decir, si la producción que se destruye en el consumo implica una verdadera “exportación” de señales a otros sis­temas productivos para reponer lo destruido en lugar de promoverlo en el propio, el re­sultado es, podríamos decir, obvio.

Como señalamos, la producción es no sólo producción de objetos, de bienes y servi­cios. La producción es el momento social donde las relaciones sociales cobran intensi­dad, sentido y dirección. Cuando ésta no recibe señales claras la desarticulación y desorganización social son las consecuencias. En sustitución, cuando se alienta el mero consumo acrítico, como ya señalamos en nuestra publicación anterior, se alienta el individualismo, el hedonismo, el “sálvese quién pueda y como pueda”.

Por eso, cuando desde los espacios culturales, desde la ciencia, desde la producción de valores y símbolos que hacen a la construcción de la Nación se denuncia la falta de políticas, la indiferencia y el abandono de esos espacios y ámbitos de creación de sig­nificados, señalamos que no es casualidad, sino la inmediata consecuencia de no pre­star adecuada atención a la producción como momento fundacional y estructurador no sólo de más y mejores empleos, de más y mejores bienes y servicios, sino de la es­tructura fundamental de una Nación.

Sin “mercado nacional”, del cual el mercado interno es parte estratégica y fundamental, el consumo sólo se resuelve a favor de las minorías y la estructura económica vira hacia convertirse en una mera “factoría exportadora” de bienes primarios o de escaso valor agregado que genera empleo mayoritariamente de baja calidad y que dispone de un sector servicios que recuerda las viejas definiciones cepalianas de los ’60 sobre el sector: escasa productividad, marginalidad, y pobreza estructural. La industria asociada a estos modelos se desarrolla extensivamente y no accede a los desarrollos ni innovaciones tecnológicas, ni tampoco participa en la introducción de nuevos materiales y diseños y carece de capacidad de poner en el mercado una oferta renovada de bienes y servicios que beneficien a todos los ciudadanos. En ésta línea, su crecimiento, no desarrollo, es absolutamente vegetativo.

Se podrá señalar que los valores de la producción son record histórico, que nunca an­tes se habían alcanzado tales niveles y que señalar el olvido de la política pública por la producción es un absurdo.

La cuestión de la “política productiva” que reclaman tener los diseñadores y gestores de las políticas económicas en curso sólo atienden un mínimo y ya circunstancial pro­blema: el tipo de cambio nominal. La producción es “algo mas” y comienza por pensar productivamente, es decir, incorporar al diseño de la política los múltiples y complejos aspectos involucrados en la organización social de la producción que, como tal, excede ampliamente los aspectos empresariales aunque los contenga y les de adecuada im­portancia y prioridad.

Los problemas y complejidades de la producción no se resuelven sentando a la mesa a los representantes de grandes empresas, en una economía cuyo rasgo post crisis, es la desnacionalización y concentración. Tampoco se avanza poniendo el énfasis en las denominadas “cadenas de valor”, porque éstas dependen, nuevamente, de las decisio­nes del capital más concentrado de la Argentina y que, en el desarrollo de las mismas genera un nivel de dependencia tecnológica, productiva y financiera que quienes parti­cipan, más allá de sus logros eventuales, son sujetos de “esclavitud productiva”[1] que obligan a abandonar el aspecto más importante de la visión empresarial: la creatividad; para adaptarse a modelos y tecnologías que lejos están de responder a la sustentabili­dad y consistencia indispensable de un modelo de desarrollo de la Industria Nacional.

Sin la participación activa de las PYMI, sustento estratégico del desarrollo nacional, sin una autentica participación de los trabajadores – limitados a las luchas palaciegas por el poder -, sin la consulta y el diálogo imprescindible con el sistema educativo y con el sistema científico tecnológico, la promoción de acuerdos donde supuestamente se ex­presa la política productiva repone fracasos más que estrategias viables y factibles de desarrollo nacional.

Se pone en boca del Dr. Carlos Pellegrini la frase[2] “Sin Industria no hay Nación”, en el supuesto de que la expresión sea verosímil, podríamos parafrasearlo diciendo que Sin Producción no hay Nación y eso incluye la existencia de una Industria Nacional mo­derna, eficiente y sustentable y de una sociedad que simultáneamente encuentre los espacios y las motivaciones para producir un desarrollo social que de fortaleza a la Nación Argentina.

Quilmes, Adviento del 2007
[1] La cantidad de casos en que las empresas, particularmente PYMI, fueron descartadas y las criticas consecuencias que debieron soportar cuando fueron desafectadas merecerían un análisis específico que pondría en evidencia el error que supone promover éste tipo de desarrollo productivo
[2] No existen registros fiables de que la frase haya sido expresada de modo fehaciente, aunque si señaló Pellegrini que “sin industria seriamos meros exportadores de pasto”

12 diciembre 2007


SIN PRODUCCION NO HAY CONSUMO

12 de diciembre de 2007


Uno de los pilares de la recuperación de la economía nacional en la post-crisis[1] es la expansión del consumo. Esa expansión del consumo se constituyó en la columna ideológica que construyó y construye un sistema de poder.

Como propuesta de organización social, el consumo es cortoplacista, la mentada defensa de la industria y el trabajo nacional le es indiferente, no importa el origen, mientras satisfaga la necesidad, sea ésta básica, primaria o que sólo pretenda incrementar el hedonismo de los consumidores de más altos ingresos y se expanda a las tasas previstas.

La estrategia del consumo es una apelación al individualismo, en tanto la satisfacción es una instancia estrictamente individual y en consecuencia no instala ni contribuye en modo alguno a fortalecer y proyectar vínculos sociales consistentes y sustentables.

Como estrategia política, la apelación hedonista que se instala margina a las estrategias de acumulación, en tanto éstas proponen una planificación y direccionamiento de los recursos como así también exigen que el concepto de ahorro –sea público o privado – se encarne en la comunidad dando pié a una visión de futuro posible, sustentable y consistente.

Más aún, el consumo requiere de modo estratégico una fuerte y bien diferenciada segmentación social con el fin de alcanzar eficiencia con sus estrategias de mercado. La denominada “soberanía del consumidor” difundida por el Sr Samuelson es un absurdo y ha servido de argumento tanto a los acólitos de los dictadores, como Martinez de Hoz, como a funcionarios de gobiernos democráticos para trasladar la responsabilidad del fracaso de las políticas económicas hacia el consumidor, adjudicándole la irresponsabilidad de comprar en su barrio lo que necesita y puede en lugar de desarrollar un itinerario cuasi-turístico en busca del “precio más barato”.
[2]

Un ejemplo de cómo el modelo de poder que se desarrolla en la Argentina contribuye a tal lógica es el diseño permanente de “canastas temáticas” cuando se acercan momentos específicos (Pascuas, Navidad, comienzo de clases, etc.) con productos y precios orientados a los sectores pobres o menos favorecidos de la sociedad.

Podríamos decir que el mentado “derecho a la inclusión social” se verifica en el diseño de éstas canastas y no en la aplicación de la creatividad y la inteligencia para desarrollar políticas estructurales que superen otro rasgo de éste sistema de poder: la picardía.

El consumo, por sí mismo, no es un generador de empleo decente.

Basta observar que la mayor creación de empleo en el sector servicios está ligada a los empleos temporarios, sean a través de agencias o de contratos de pasantías o contratos a plazo y simultáneamente es el sector que menos dificultades presenta a la hora de contratar
[3] y es el sector donde la informalidad laboral muestra los índices más altos, compartiéndolos con el sector de la Hotelería y el Turismo y la Construcción.

Lo señalado no tiene por objeto producir antinomia alguna. La dinámica capitalista se expresa en una lógica que incluye al consumo como etapa fundamental
[4] y lo hace parte sustantiva indivisible de la acumulación de capital. No obstante, la producción posee prevalencia lógica en el despliegue de esa dinámica.

Las políticas económicas que no comprenden la prevalencia de la producción, ponen en evidencia su desinterés por un Desarrollo Nacional compatible con el bienestar de TODOS los ciudadanos. Son cortoplacistas, poco sustentables y carecen de consistencia. Basta sólo preguntarse cuál es el limite de endeudamiento de las familias que anima hoy esta explosión consumista en un contexto de tasas de interés en alza, presiones inflacionarias y seguro rezago de los salarios.

Simultáneamente los costos financieros que se pagan para financiar ésta carrera son de tal magnitud que resultan escandalosos, tanto por su significado en términos de transferencia de ingresos hacia el sector financiero como por el deforme desarrollo de la estructura que desarrolla el sector que lejos de sumarse al financiamiento de la producción prefieren el corto plazo, las tasas usurarias y la transferencia de riesgo, vía la organización de fideicomisos financieros, a lo que se le suman las ventajas en materia impositiva de tales emisiones.

La dinámica del desarrollo esta fundada, pese a las transformaciones en materia de organización de la producción, en el sector industrial y aún hoy, pese al auge de los servicios –desarrollo que sigue siendo dual-, el grado de desarrollo de una sociedad se sigue ponderando por la complejidad y extensión y profundidad de su industria.

La manifestación de esa comprensión no es discursiva. Es activa.

Se expresa en el diseño de estrategias de desarrollo industrial de carácter sectorial y territorial, que incluyan de modo prioritario a la Pequeña y Mediana Empresa tanto de alcance general, generadoras de los pre requisitos y fundamentos, como en políticas orientadas a fortalecer y desarrollar aspectos o problemáticas específicas de tal o cual sector.

La importancia del “foco PYME” de la política pública esta relacionado no sólo con la obvia importancia económica y productiva sino con el rol estratégico que desempeñan en la sustentabilidad de la democracia al actuar como contra fuerza a las pulsiones de concentración y centralización del capital que caracterizan al desarrollo capitalista.

La Presidente de los Argentino ha anunciado tiempos de cambio pero también ha señalado que “no será gendarme de la rentabilidad empresaria”. Eso es una buena noticia.

La rentabilidad de las empresas no requiere custodios. Requiere imaginación, inteligencia, creatividad y mucho, mucho trabajo. Estamos convencidos que ese será su aporte.
[1] Si es que podamos dar por resuelta la quiebra del Estado Nacional y de la sociedad hacia fines del 2001, pese a que aún quedan acreedores por varios miles de millones de dólares sin respuesta y secuelas en la economía doméstica que, aunque como dice Llinás en su cuento: “De eso no se habla”
[2] Basta recordar la campaña de la dictadura (1976-1983) que nos ponía el sello de “responsables”, las invitaciones de Lita de Lazari, aplaudidas por Menem y Cavallo, a caminar y la campaña de gobierno del presidente Kirchner para ver el común denominador ideológico, aunque algunos se enojen y elaboren estrambóticas teorías de la diferenciación
[3] “También surge del relevamiento, que el 61,0% de los pedidos de personal no cubiertos respondió a requerimientos de sectores dedicados a producción y mantenimiento, el 30,0% para gerencia, administración y sistemas y el 8,9% restante a pedidos del sector ventas y comercialización” (Demanda Laboral Insatisfecha en la Argentina – INDEC- 5/12/2007)
[4] “Producción, distribución, cambio y consumo y nuevamente, producción” así describen la dinámica capitalista los textos fundadores de la teoría económica

03 diciembre 2007

CHEQUES

El escenario de volatilidad en los mercados de renta fija tuvo como consecuencia un nuevo incremento de las tasas operadas en el mercado de cheques de pago diferido. Incluso, debido a eso, hubo una retracción en la oferta de valores negociables. Según un informe de Compañía Inversora Bursátil (CIBSA), algunas empresas retrajeron la oferta de cheques en el mercado y por eso el volumen operado disminuyó un 29% respecto al mes anterior ($ 45.4 millones en noviembre contra $ 64 millones en octubre). De esta manera, se ubica como el segundo mes con menor cantidad de operaciones en el año, sólo por encima de los $ 42 millones operados en febrero. De todas formas, medido en términos interanuales, según el informe, el incremento del volumen asciende al 21%. “Si bien se mantienen los indicadores positivos, esto implica una desaceleración del crecimiento del mercado, ya que en el acumulado del año promedia un 48% ($ 592 millones en 2007 contra $402 millones)”, dice el informe de CIBSA. El promedio mensual para el 2007 se ubica en 54 millones.

Esta es la noticia, que publica en su edición de hoy El Cronista.

Simple y habitual en un mercado. Hay momentos de crecimiento y buen desempeño y hay otros donde los indicadores se “planchan” o descienden. Desde el optimismo natural se puede hablar de un tropezón, de una circunstancia coyuntural (derivada de, por ejemplo, el proceso electoral concluido unos días antes), y de otras cuestiones, tal vez un poco más “duras”.

Una puede ser que el incremento de tasas que se verificó durante octubre (85pb) continuó su curso y que las PYME, usuarias y protagonistas de éste instrumento financiero, no convalidaron las tasas solicitadas. En éste punto la cuestión comienza a adquirir otros ribetes más complejos, porque, como situación de muy corto plazo (apenas un mes) la pregunta que aparece es ¿Por qué se requirieron menos fondos? O ¿cómo hicieron y donde las PYME, en el caso de que los fondos requeridos sean cuantitativamente similares, obtuvieron los fondos no tomados en el mercado de cheques?

Las respuestas cambian la posición desde donde se responde. La visión optimista se nubla y aparecen ciertas dudas o presagios que preocupan.

Este retraimiento, es sólo una cuestión circunstancial o comienza a mostrar un aspecto no señalado por el operador de Bolsa en su informe. ¿Es posible que la caída del volumen se deba no al crecimiento de la tasa sino a que esos cheques no se generaron, no fueron emitidos, no porque se verificaran cambios en las metodologías de la cadena de pagos, sino porque la facturación –base fundamental para la generación de los pagos con cheques diferidos- cayó; es decir, el volumen de negocios comerciales se retrajo?

Si esta fuera la causa, en un escenario de precios crecientes (es decir que términos nominales el volumen debió crecer o por lo menos no debería haber caído tanto), ¿es posible mencionar que el comportamiento que describe la noticia se debe a una caída de ventas de las principales PYME?.

En nuestra opinión, esa es la situación. La caída de ventas da pié a una reducción de los flujos de fondos en términos de “masa”, pero simultáneamente pone sobre el tapete una cuestión fundamental: si hasta ahora esos flujos de fondo eran el punto de apoyo de la autofinanciación de las inversiones PYME, ¿podemos decir que éstas, ahora, se mostrarán más lentas, menos dinámicas, justo en el momento en el cual debe modernizarse y ampliarse la oferta de bienes y servicios?

El informe de diciembre será crucial. La demanda de fondos adicionales para el pago de aguinaldos, vacaciones y otros gastos de fin de año debería, al menos, hacer subir el volumen de operaciones de “cheques diferidos”.

¿Sucederá?