31 mayo 2019

POLÍTICA INDUSTRIAL ¿CUAL?


POLITICA INDUSTRIAL ¿CUAL?

La aprobación de la Ley de Economía del Conocimiento es un paso singular y que, podríamos decir "silenciosamente" expone otro paso en la reconfiguración de la matriz productiva.

La primera señal de esa reconfiguración fue la convocatoria presidencial a convertirnos en el “supermercado del mundo” 

El sector agrícola-ganadero es el sector donde Argentina posee "capacidad productiva natural" a lo que se sumó la incorporación del valor agregado de los avances científicos (sector del conocimiento) en genética, biotecnologías, etc., tanto vegetal como animal.

De allí surgió el desafío a la industria. Agregar valor y participar en el desarrollo y sofisticación de esas capacidades naturales.

Por ahora la respuesta es bastante limitada. Los resabios conservadores de la dirigencia industrial empresaria sectorial fue más intensa en la búsqueda de excusas que en participar.

La pregunta es ¿que está sucediendo o de qué modo el resto de los sectores industriales, participan de esta reconfiguración de la matriz productiva?

En los hechos, y pese a que el ministro Sica es un especialista, nada o tal vez deberíamos afirmar que lo que se está haciendo en materia de política industrial esta bajo una suerte de “laissez faire, laissez passer”, cuyos impactos y resultados no son indeterminados o desconocidos.

Este tipo de “política industrial”, ha significado generar bolsones de corrupción, perversiones de todo tipo y ha abierto espacios de clientelismo de singular importancia que fundaron un “empresariado prebendario” que muy lejos de la dinámica capitalista, se dedicó, incluso, a “profesionalizar” la captura de los recursos públicos en todos sus niveles.

Obviamente, como señalamos, (y que no justifica en nada la cultura empresaria cuyo fin es la captura de renta y no la generación de ganancia) del otro lado del “mostrador” se desarrolló un sistema “tecno-burocrático” cuya razón de ser era y es, “te invento el problema, te vendo la solución”.

Estas “opacidades”, “claroscuros” en la gestión son parte del llamado “riesgo país” que son puestos en la balanza cuando se proyectan o evalúan las inversiones en particular en el sector industrial dada su lenta maduración.

Todo hecho bajo los efectos de silencios, negaciones, de discursos ampulosos y estridentes. Todo desarrollado en otras ocasiones bajo slogans del tipo “vivir con lo nuestro”, “sustitución de importaciones imposibles” o financiamiento a sectores o empresarios amigos desde el Estado (recordar por ejemplo el fracaso final plagado de impagos del BANADE o las morosidades acumuladas en el banco Nación) también acompañados de subsidios y protecciones que fueron elaborados, a lo largo de los años, por “prestigiosos” ministros del “no hacer” (en los hechos la forma sintética del laissez faire, laissez passer”.

Debe existir una política industrial explicita: Si. ¿Es esta? No estamos de acuerdo, pero….

…pero entre los que reclaman por ella y utilizan el mascarón de proa de los empleos perdidos se esconde una muestra de su perversión: a lo largo de la historia del desarrollo industrial (no sólo en la Argentina) la industria ha demandado cada vez menos empleo por diversas razones, desde los desarrollos tecnológicos, de producto, diseño, innovación -casi siempre disruptiva- de demandas de la propia sociedad, etc. (ver, por ejemplo, http://focoeconomico.org/2017/06/22/empleo-industrial-su-tendencia-de-largo-plazo/ ).

El avance del capitalismo de plataformas y la existencia de una verdadera “revolución industrial” en el ámbito de los materiales y el conocimiento, los modelos de producción bajo “supply chain” (incluimos también los modelos basados en block chain fundamento del desarrollo de las criptomonedas)  o modelos de gestión basados en la denominada “cloud computing” que promueven la descentralización / deslocalización de la producción, entre otros desarrollos ponen en evidencia la inviabilidad de muchas empresas dentro de los sectores/ ramas.

Lo cierto es que el avance de la llamada “revolución industrial 4.0” ha reforzado una tendencia histórica del desarrollo industrial: el avance del sector de los servicios industriales que lleva implícita una menor demanda de trabajo dirigida a los sectores menos calificados.

Como señala el cofundador de Worcana, Guillermo Bracciaforte (El Cronista – 30/05/2019):

“La economía basada en conocimiento es un sector de la industria que genera valor mediante la aplicación de determinados conocimientos.

El software, la robótica, la biotecnología, la inteligencia artificial y las producciones audiovisuales son algunos ejemplos de industrias del conocimiento. En ese sentido, en observamos un fuerte crecimiento en la demanda de trabajo en categorías como IT y programación, diseño web y multimedia. La transformación digital ya es un hecho que atraviesa todas las áreas de la sociedad y está presente en cada eslabón de la cadena de valor.”

Mientras tanto, los datos describen, en el aquí y ahora, otra realidad. Las pérdidas de empleos registrados son crecientes y nada indica que habrán de revertirse en el corto plazo. El Informe sobre empleo que dio a conocer la Secretaría de Transformación Productiva del Ministerio de Producción y Trabajo refiere que en un año se perdieron más de 200 mil puestos de trabajo registrado.

Pero el Informe es incompleto. Por ejemplo, ¿cuánto de los empleos perdidos se deben a la reconfiguración productiva en curso, más allá que las políticas públicas sean explicitas o no?

Y simultáneamente, ¿las pérdidas de empleos son el resultado de políticas de ajuste del gasto estatal -en todos sus niveles- o la reducción de este y la consecuente eliminación de subsidios y transferencia de recursos al sector productivo desenmascaran una realidad oculta: un conjunto de empresas resulta tan dependientes de estas transferencias que son inviables sin esos aportes estatales?

Pero volvamos al principio.

La aprobación de la Ley de Economía del Conocimiento resulta una señal estratégica en la reconfiguración productiva y de allí es que nos preguntamos sobre el rol de la industria en la estrategia de desarrollo nacional que quienes gestiona o pretenden gestionar proponen ya no sólo del sector empresario, sino al conjunto de la sociedad.

La política pública en materia de estrategia de desarrollo industrial no puede basarse en el silencio, en el “laissez faire, laissez passer” o en señales confusas o equívocas que alientan la opacidad.

La política tiene la palabra. Un poema de Stefan George nos alerta: que nada sea donde ella falta.

Belgrano, 31 de mayo de 2019

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

14 mayo 2019

CAPACIDAD UTILIZADA: HAY CAPACIDAD OCIOSA O HAY CAPITAL INÚTIL


CAPACIDAD UTILIZADA:
HAY CAPACIDAD OCIOSA O HAY CAPITAL INÚTIL

Sistemáticamente, mes a mes, el INDEC informa sobre el denominado “uso de la capacidad instalada” por la industria.

Ese Indicador es de singular importancia para tomarle el pulso a la actividad económica, en tanto, como señalábamos en el post de ayer (13/05/19) es la Producción el punto de partida para poder, a partir de allí, hacer un análisis del resto de la economía.

Obviamente éste Indicador “no lo mueve la aguja” al capital impaciente” pero sí logra instalar otra mirada, en éste caso por los resultados, podríamos decir que incrementa la incertidumbre.

Ahí esta el error y el tamaño de las pérdidas que ese tipo de “capital financiero” deberá enfrentar sino logra incorporar a sus análisis variables y parámetros de la economía real. La visión disociada que tiene el “capital impaciente” y que se ha desentendido de la gestión productiva (algún día escribiré sobre este tema) produce errores irreversibles.

Pero volvamos al punto.

Dice el INDEC, en marzo la utilización de la capacidad instalada en la industria cayó en marzo pasado al 57,7%, frente al 66,8% de marzo del año pasado y al 58,5% de febrero último. Surge la pregunta metodológica. ¿qué tipo de “capacidad productiva se mide?

Hay una marcada heterogeneidad no sólo a nivel de equipos de producción, sino que también a nivel de la gestión productiva, considerada ésta del modo más amplio, es decir, incluyendo desde la capacidad de innovación, la visión sobre qué producir y cuál es el destino de la producción, el modo en que gestionan su función financiera, etc.

Simultáneamente, hay equipo de producción que esta para “ponerle la lona”, más cerca del desguace que de la actividad. Lamentablemente, éste rubro es el mayoritario y vale preguntarse ¿por qué?. En suma, hay un stock de capital fijo inútil que obviamente es un contrapeso a la tasa de ganancia. ¿no deberíamos también incluirlo en el relevamiento

La competencia inter / intra capitalista es el motor del desarrollo no sólo económico y social, sino que también impacta en el sistema político.

Ya días pasados el Observatorio PYME advirtió sobre ésa competencia entre PYMES (http://www.observatoriopyme.org.ar/novedades/cambios-en-el-nivel-de-competencia-directa-entre-pyme-industriales-reestructuracion-positiva-o-negativa/ ) y señaló: “Las investigaciones de FOP muestran que más de la mitad de las empresas del segmento (54%) están experimentando nuevas situaciones competitivas que derivan de la desaparición (cierres) de empresas nacionales, del ingreso de nuevas empresas nacionales al negocio y de la aparición de nuevos productos lanzados por las empresas extranjeras”.

Señala el mismo Observatorio que alrededor de 13.000 PYMES están por entrar a terapia intensiva. ¿Por qué? Es la “avalancha importadora o es la inviabilidad de ésas empresas que han sobrevivido a costa de todo tipo de subsidios públicos?

Señala también que, “en el quinquenio 2012/1017 más de la mitad de las empresas que emplean hasta 200 personas experimentaron nuevas situaciones competitivas que derivan de cierres de competidores, nuevas empresas nacionales o ingreso de otros jugadores extranjeros. En condiciones de mejor acceso al crédito y mejores condiciones de reequipamiento esto podría ser un dato positivo. El 21% de los encuestadas pymes admitió que cayó la cantidad de competidores en el mercado pero también señaló que no tiene margen para aprovechar esa oportunidad de mercado. No con una tasa cercana al 70%.

Es cierto, no es posible pensar un proyecto productivo que requiera inversiones a ésa tasa de interés. Pero ¿están las empresas que deben acceder a ése nivel de tasas preparadas formal y productivamente para acceder a otras variantes más ventajosas que ofrece, por ejemplo, el mercado de capitales? Pensamos que no.

Cuando como analista de riesgo crediticio se leen algunos estatutos y balances, se ve sociedades familiares donde se nota el poder del “patrón” y la existencia de una estructura de gestión más cercana al siglo 19 que al 21. Se nota en los balances que se trata de “hacer empresas patrimonialmente enanas” para saltear la cuestión tributaria, que es en sí un grave problema que no se resuelve de ésa forma. Como así también se observan permanente retiros a cuenta de ganancias que en los hechos resultan ilusorias y que la AFIP ha puesto un límite al obligar a generar retenciones sobre esos dividendos anticipados.

En suma, la “capacidad instalada vs la capacidad utilizada” ¿de que empresas PYME hablamos o se releva?

Esta situación que se describe es válida también para las grandes empresas. Observemos la cuestión del sector automotriz al que le acaban de otorgar nuevas prebendas para sostenerlo (incremento de los reintegros). ¿será suficiente o el avance de nuevas tecnologías e innovaciones disruptivas en el sector (autos eléctricos, híbridos, etc) hacen inviable al sector que entendemos, visto desde los fabricantes autopartistas, deberá reconvertirse de tal forma que de no hacerlo desaparecerá?

¿Qué significado o relevancia tiene para el análisis este indicador del INDEC? Para nosotros ninguna. Mide la velocidad del viento en medio de un torbellino.

Se pueden dar sinfines de explicaciones “macro” o “micro” de porque algunos sectores tienen una mayor capacidad utilizada y otros no. Lo cierto es que la heterogeneidad ha rebasado la metodología muestral.

En nuestra opinión el INDEC debería reflexionar sobre como encuestar cuando estamos atravesando una nueva etapa de la Revolución Industrial y la reestructuración del capital e incluso de los mercados.

Obviamente, los “periodistas económicos” con su habitual ligereza repetirán durante el día estos resultados oficiales del INDEC. Nuevamente volverán a cometer los errores de los “economistas estándar”. Desconocen el mundo de la producción y están obnubilados por el brillo del “capital impaciente”

Belgrano, 14 de mayo de 2019

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

13 mayo 2019

“CONSUMO ERGO SUM”


“CONSUMO ERGO SUM”

En forma que consideramos importante, Guillermo Oliveto hace hoy (13/5/2019) una interesante “Radiografía del Neoconsumidor Argentino”[i]. Señala allí:

Buena parte de la explicación hay que rastrearla en la pérdida de poder adquisitivo: los asalariados perdieron un 12% y las familias en general, un 16% en 2018. Si como señaló Zygmunt Bauman en su libro Vida de consumo, en el mundo "hemos pasado de una sociedad de productores a una sociedad de consumidores, donde el pienso, luego existo de Descartes se ha transformado en compro, luego existo", no podemos eludir la incidencia de las restricciones de la economía cotidiana en el origen del evidente malestar.

Sin embargo, si bien es cierto que la dinámica de la economía mundial desde, para no ir más lejos, la crisis financiera del 2008, ha impactado no sólo en las condiciones materiales de los “consumidores” (la caída en los ingresos de los asalariados, es entre otros un indicador mundial como así también el lento pero seguro avance hacia su desaparición del sistema “bismarkiano” de seguridad social, entre otros), sino que también en los “productores” al tener que enfrentarse de modo, podríamos decir brutal en el caso de las Pequeñas y Medianas Empresas, con una transformación tecnológica y de fuerte contenido innovativo-disruptivo en los sistemas productivos que han alterado, (la mentada Revolución Industrial 4.0, el desarrollo del “Capitalismo de Plataformas, los nuevos materiales, etc).

Así, es cierto lo que señala Oliveto para el “neoconsumidor argentino”:

“La marea de negatividad se explica, entonces, no solo por la situación coyuntural de la reciente pérdida de poder adquisitivo, sino también por un fenómeno de carácter más estructural: una recalibración forzada, tal como sucedió en Europa, de los deseos y las posibilidades.

Entre las oscuridades del presente detectamos un cambio de fondo latente que, tal vez, pueda ser valioso a futuro cuando las condiciones económicas mejoren. Y este cambio es de valores. Como toda crisis, siempre quedan aprendizajes. Nuestras investigaciones más recientes señalan tanto el detallado y tan comentado malestar como una creciente positivización de la necesaria austeridad, bastante menos analizada.

Ya no hay espacio para el derroche y el descontrol. O para comprar al voleo. Todo eso ha quedado en el pasado. Hoy es un "disvalor". Orden, control y sensatez. Estas parecerían ser las señales más profundas de identidad del neoconsumidor argentino. Aun incipientes, pero potencialmente disruptivas en el futuro.”

Sin embargo, pese a que las condiciones descriptas son reales e inocultables que bien podrían encuadrarse en el concepto -como lo denomina- “Se acabo la fiesta”, señala allí dos aspectos en los que disentimos:

1.    Parece señalar que una vez resueltas las “condiciones económicas” “la fiesta” habrá de recomenzar, tal vez capitalizando las experiencias pasadas.
2.    Que, en el futuro y superada la crisis, aparecerá un “consumidor” más racional, casi weberiano, donde habrá de imperar el control, los comportamientos racionales (“sensatez”) en materia de consumo y se habrá superado el disvalor del derroche.
Oliveto se centra en el “consumo” cuando las causas de ésta reestructuración que el ve manifestarse en el consumo no es más, y sobre todo para la Argentina, de un abandono, intencional o por ignorancia, que el desarrollo capitalista en cualquiera de las etapas que recorrió y habrá de recorrer, es “producción-distribución-cambio-consumo” más allá que podamos o no considerar que el “consumo” en la visión sociológica de Schumpeter, sea una “destrucción creadora” capaz de enviar una señal efectiva tal que activa nuevamente el proceso de producción.

Lo que se ha obviado en la Argentina, en el plano mundial las causas son otras y si, tal vez sean bien descriptivas las condiciones que Oliveto cita de Gilles Lipovetzky, es la PRODUCCION.

Ese olvido, no casual ni tampoco producto del desconocimiento o ignorancia alguna, sino claramente intencional, parte estratégica de un proyecto político llevó a desarrollar una incitación al mero consumo de bienes y servicios, algunos incluso “maliciosamente” regalados (ej: Futbol para todos) a costa de incumplir con el sistema previsional mediante el ardid de “errores en las liquidaciones”.

Esa, y no otra, fue NUESTRA fiesta, que redundo en no sólo una ciudadanía ( es decir emisores de votos) sino en el conjunto de la sociedad cuyo resultado exhibe hoy sin mácula los estragos que lejos de propender a una autocrítica -las dificultades de los humanos para llevarla a cabo son incontables- lo expresan como frustración o como señala Lipotevsky la “… reducción imposible (servicios, pago de deudas, alquiler). De manera automática, el aumento de los gastos obligatorios disminuye el de los no obligatorios, los hedonistas, estéticos y superfluos. El consumo de amplios sectores de la población desmiente la imagen paradisíaca"

Nuevamente, debemos volver a algunos textos básicos y que para muchos son “de mode”, pero que reafirman un concepto básico en la construcción no sólo de nuestro presente (que muchos estiman como continuo) sino en el futuro de nuestras descendías: el modo de subsistencia, el modo de producir y reproducir la vida de la sociedad sienta las bases, ordena y da forma y contenido a la organización de la sociedad.

Como bien cita Oliveto a Zygmunt Bauman en su libro Vida de consumo: “…en el mundo "hemos pasado de una sociedad de productores a una sociedad de consumidores, donde el pienso, luego existo de Descartes se ha transformado en compro, luego existo"

No es, estimo necesario, en este comentario remontarnos a Smith o Millar pero si recomendar una relectura, a mi colegas de la profesión, de la “teoría de los cuatro estadios”. Tal vez encuentren allí las razones profundas de porque, si no hay una nueva reconsideración y transformación de la PRODUCCION toda alusión al consumo, como hecho aislado sólo habrá de describir nuevas y más amargas “frustraciones” sino que finalmente serán meras banalidades con ínfulas de “teorías científicas” o al menos de “razonados fundamentos”.

La transformación productiva, para algunos en curso, para otros con buenos o dificultosos intentos de avance es una realidad que negada, cómo algunos nostálgicos del “nanny state” describen y adhieren, será una nueva tragedia argentina.

Belgrano, 13 de mayo de 2019

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer