03 diciembre 2020

 

TIEMPO DE NOVEDADES

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA RECIBIRLAS?

 

Una actividad de los colegas de Actuación Profesional en Procedimientos Concursales del Consejo Profesional de Cs Económicas de CABA llamó mi atención por lo que estimo un buen intento de conversar sobre el porvenir, pero arriesgada, para proponer abordar la “Recuperación Económica Pospandemia”. 

En mi visión referirse a ese tema de ese modo llama a confusión. 

¿Por qué? Porque cada país adopto políticas públicas diferentes y tal como esta siendo demostrado los resultados son bien diferentes. Es cierto que cada Gobierno estableció las prioridades y diseño las políticas públicas conforme a los criterios soberanos motivo por el cual no es posible aplicar el genérico “Pandemia”, sino que debemos referirnos a lo que genéricamente se ha dado en llamar Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) ahora convertido en Distanciamiento (DISPO). 

Con lo cual, tal vez debió titularse la “Recuperación Económica Pos-ASPO/DISPO”. Reitero la “pandemia” es una calificación de la salud pública a escala global que demanda vacunas, barbijos, cuidados sanitarios, etc. 

La pandemia es un fenómeno global que fue tratado por cada país con políticas públicas diferenciadas y, obviamente, con instrumentos y resultados diversos. Por otra parte resulta incierto el momento en que la OMS la declare resuelta o la transforme en epidemia y a su vez, cada país, habrá de, en el marco de su soberanía, resolver adherir o no a la calificación. 

El ASO/DISPO genera otros análisis, otras evaluaciones y otras políticas en materia empresaria dado que ésa política sanitaria incluía -como lo señala el DNU 297/2020 medidas de carácter económico de tal magnitud como el cese completo de la producción. 

Obviamente es posible que muchas Empresas ya venían con anterioridad al DNU 297/2020 con situaciones críticas en materia de gestión empresarial, pero a partir de ése DNU el contexto de evaluación, análisis y decisión sobre la reestructuración, reorganización, etc o quiebra se transformó de manera radical. 

Es por ello que la materia a analizar es el impacto que ése DNU -del que se organizó un aparato legal de singular complejidad y novedad que afectó desde garantías individuales hasta los detalles más pequeños como solicitar autorización para correr. 

Pero estas políticas públicas, estas decisiones que pueden estar motivadas en una pandemia, fueron diseñadas, organizadas, normadas y sujetas al estricto control estatal por parte del Gobierno Argentino en todas sus jurisdicciones. No es una cuestión global, es una cuestión particular, porque, reitero, es particular el modo en que cada país encara el fenómeno sanitario global. 

Por eso, la política económica derivada de las decisiones tomadas a partir del DNU 297/2020 han dado paso a un escenario que podríamos llamar “novedoso” pero de incierto destino para el conjunto de la sociedad, basta observar las estadísticas de empleo, caída del PBI, hacer un análisis específico de la recaudación tributaria, la evolución de la pobreza, etc para concluir que ni siquiera el propio Gobierno Nacional tiene resuelto el modo, la organización y el estado de situación que se deberá enfrentar cuando decida dar por terminada la emergencia sanitaria. 

En estos días está en desarrollo la 26 Conferencia Industrial de la UIA y nadie menciona en voz alta este intríngulis. Se escucha a los funcionarios hablar, pero no se conoce una sola decisión, en el mientras tanto se prorrogan prohibiciones, se estiran los plazos. 

Del mismo modo el sector empresario prefiere no hablar en público del tema y prefieren “barrer el problema” bajo una alfombra llamada “incertidumbre” a la que me he referido en éstos días (ver https://documentcloud.adobe.com/link/track?uri=urn:aaid:scds:US:6911aeef-13df-4be5-952d-c7d1b791eeda ) 

Allí señalamos que nos cuesta superar el nivel del discurso de gerundios para pasar a lo sustantivo porque por un lado aún estamos inmersos en una tragedia y por otro porque debemos, de modo prioritario, abordar el concepto de crisis en el marco de paradigmas que desconocemos o hemos descartado o no nos han enseñado o hemos rechazado. 

Es decir, debemos enfrentarnos al primer fracaso. El de nuestra visión. 

Coincidentemente el mismo día y hora se reúne la Comisión de Problemática PYME que también debe o -en mi opinión debería- estar preguntándose lo mismo. 

Más aún el Consejo Profesional y la propia FACPCE en su conjunto debería estar reflexionando sobre el destino de lo que para muchos es su objeto de trabajo: la actividad económica. 

En sustitución, la FACPCE plantea un debate mezquino para tratar de en la desesperación de la caída de actividad concentrar todas las incumbencias profesionales en los Contadores Públicos. 

Lo que se observa es, nuevamente, el fracaso de una visión, de una concepción de la crisis, situación propia del desarrollo capitalista, que no se llega a comprender porque aún se esta aferrado a paradigmas y sistemas de pensamiento que ya comienzan a mostrar no sólo decrepitud, sino que ya -en la Argentina - está en su etapa final. 

Estamos viviendo un tiempo especial, es Adviento, lo que anuncia lo nuevo, ¿estamos preparados para recibirlo? 

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer 

Colegiales, 3 de diciembre de 2020

 

02 diciembre 2020

 

LA INCERTIDUMBRE: UNA EXCUSA INACEPTABLE

Como lo señaló David Rumsfeld (Secretario de Defensa de EEUU) “Como todos sabe­mos, hay cosas que sabemos. También sabemos que hay cosas que no sabemos. Pero también sabemos que hay cosas que no sabemos que desconocemos”. 

Es precisamente la cuestión central que debe enfrentar el sistema productivo conforme, más por necesidad que por la sanidad, la dinámica económica DEBE volver a la escena. 

DEBE (escrito de modo imperativo) ya no sólo reabastecer la demanda doméstica, sino que -podríamos decir terapéuticamente para estar a la moda- debe generar los espacios de reconstrucción psicosocial para tratar de contener lo que ya es una realidad: la salud psíquica y social de las personas ha comenzado a superar en gravedad e impacto a los efectos de la propia cuarentena eterna (expresión del fracaso de la política pública). 

Sin asistencia alguna, obligados por protocolos de bioseguridad que la dinámica de la realidad desmonta, nadie puede saber que habrá de suceder con una realidad que des­conocen no sólo en sus profundos impactos ni en la extensión de la deflagración que generó una política sanitaria que exhibe no sólo fracasos, sino que le ha agregado el triste espectáculo de discursos cargados de errores, falsedades y comparaciones absur­das. 

Tal como lo señalaba Rumsfeld, el sistema productivo -pero en particular las PYME- “hay cosas que no sabemos” y agrego y que simultáneamente no sabemos que desconoce­mos y ese es el punto. Muchos prefieren hablar de incertidumbre. 

Detengámonos en este concepto tan meneado. Algunos se refieren a él como la existen­cia de información imperfecta o desconocida. Son dos cosas bien distintas. 

Si fuese información imperfecta puede darse que alguien, en este caso del sistema eco­nómico, tenga la información exacta y que deliberadamente la comunica de modo con­fuso o imperfecto o, podríamos decir, de forma opaca. Pero en este caso la existencia de la incertidumbre es deliberada, es intencional y en consecuencia, responde a un ajus­tado plan. Se puede pensar que estamos ante una situación en extremo perversa alen­tada por extraños poderes que buscan su beneficio en esa metodología de trasmisión de la información. Pensamos que sí. Crear confusión no es más que una de las tácticas de la “guerra” (vale aclarar que en nuestra visión la cuestión central de la dinámica del desa­rrollo capitalista es la competencia interempresarial y que las apelaciones a la coopetencia o la asociatividad son meras soluciones de un en extremo corto plazo). 

Pero demos un paso más. El conocimiento se nos plantea no ya como asimétrico sino como desconocido. 

Ese es el campo de la ciencia, ese ese el campo, cuando se trata del sistema económico de la Economía Política. Pero como todo desarrollo científico requiere, primariamente coraje, porque implica adentrarse en territorios y parajes que pensamiento económico “al uso” ha negado, aborrecido, denostado, rechazado, exorcizado pero que, a estar por los resultados, no ha logrado comprender la dinámica del sistema y, en consecuencia, de modo recurrente, nos lleva a enfrentar reiteradas crisis. 

¿No se sabe lo que no se sabe o no se sabe lo que tozudamente se niega? 

Incertidumbre. No sé lo que no sé qué no sé. ¿Es así? 

En este caso, tenemos que señalar que se trata de una palabra que deriva del latín, concretamente es el resultado de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua: el prefijo “in-”, que es sinónimo de “no” o “sin” y la palabra “certitudo, certitudinis”, que es fruto de la unión de dos elementos: el término “certus”, que puede traducirse como “cierto”, y el sufijo “-tudo”, que se usa para indicar “cualidad”. 

A la ausencia de certidumbre se la denomina incertidumbre. La certidumbre, a su vez, se asocia a la evidencia y a la certeza. Esto quiere decir que, cuando alguien atraviesa un momento de incertidumbre, carece de conocimientos fiables o de definiciones sobre algo. 

Volvemos al punto. La incertidumbre es carecer, poseer de modo limitado y fiable defini­ciones ciertas, transparentes y accesibles sobre, en este caso, cuál ha de ser la dinámica económica que habrá de configurar esa situación, domésticamente primero, de post cua­rentena y cómo habrá de quedar ese entorno en el que convivimos llamado mundo cuando la pandemia vaya quedando atrás. 

Frente a la incertidumbre aparecen los pronósticos. Es decir, predicciones de la evolu­ción de un proceso hacia el futuro a partir de criterios lógicos o científicos. Las prediccio­nes son de todo tipo y han dado paso a complejas estimaciones estadísticas, incluso si un fundamento posee el desarrollo de la Inteligencia Artificial (AI) es la perfeccionar los pronósticos sobre el futuro haciéndolos más científicos y fundados. Así, también la me­cánica cuántica ha desarrollado para la incertidumbre lo que se denomina “relación de indeterminación de Heisenberg” que le permitiera obtener el Premio Nobel de Física 

Frente a la tan mentada incertidumbre se han desarrollado en todos los campos de acción todo tipo de metodologías para abordarla y también, en el campo de los pronós­ticos han surgido todo tipo de pronosticadores, incluso se debate la calidad de sus relatos (un pronóstico no es más que un relato sobre el futuro) a la luz del color de la camiseta que el pronosticador viste o sujeto a su pasado más o menos reciente. Como siempre, los hay de todo tipo y calidad, de todo tipo de mezcla de intereses sean políticos, sociales o económicos. 

A esa etapa -que los diversos actores económicos, sociales y políticos- han denominado “nueva normalidad” y que describen plena de “incertidumbre”. ¿Es real que no conoce­mos nada sobre ella? 

Entre los sinónimos de incertidumbre podemos destacar palabras tales como vacilación, duda, indecisión, problema, irresolución o perplejidad, por ejemplo, pero los sinónimos no refieren al desconocimiento, a la ignorancia.

 

¿Será tal vez que a más de la falta o debilitada existencia de instrumentos fundamentales para afrontar los desafíos de la llamada “nueva normalidad” se configura un nuevo para­digma productivo que nos resistimos al menos a escuchar de que se trata y preferimos mantenernos en nuestras poltronas que en un corto plazo serán incómodos sitiales? 

La “nueva normalidad” describe certezas que por su densidad y profundidad nos cuesta abordar porque como lo señalamos, esa etapa es lo que sobreviene a la tragedia.

Hoy, todavía, estamos en tiempos de tragedia pese a la imperiosa necesidad de dejarla atrás. Apelar a la incertidumbre es sólo una excusa y como tal, poco recorrido. La men­tada “nueva normalidad” no es más que lo que la expresión de la post crisis, lo que queda después de la tragedia. 

Las tragedias -que finalmente se constituyen en grandes crisis- que deben enfrentar las sociedades más allá de sus convicciones o visiones, llámense guerras, pandemias, etc, abren, a lo largo de la historia enormes oportunidades. No se trata de repetir sonsamente “crisis es oportunidad”. NO. 

Toda crisis es dramática y está inscrita en ella que existen dos momentos estratégicos: el estado de las cosas cuando ésta se produjo y el momento donde como lo escuche en el ambiente familiar: no todos los que van a la guerra, vuelven. “Los que vuelven”, aunque fisonómicamente parezcan los mismos, son distintos. La post crisis instala de modo in­mediato y sin posibilidad de romanticismo alguno nuevas visiones, nuevas ideas, incluso una revalorización del fracaso. 

Las crisis no generan una suerte de “trade off”, de compensación para aquellos que lo­graron superarla y esperan que se les reconozca o premié la templanza, el aporte o el valor de haberla superado. NO. 

La post crisis -ese momento de control de daños y abrazos con los que volvieron, plantea de modo inmediato y sin resquicio espaciotemporal alguno nuevos desafíos, nuevas de­mandas, nuevas soluciones y hasta ofrece -diría por el mismo precio- la posibilidad de una nueva crisis cuyo objetivo sea separar los triunfalismos sin fundamento de aquellos que inmediatamente se muestran dispuestos a iniciar la construcción de lo nuevo. 

Lo subrayo, la templanza, los aportes o la audacia y valentía de haberse puesto al frente de las crisis (sean estas tragedias colectivas o eventos de impactos de largo plazo en la organización histórico social) no genera derecho ni ventaja alguna sobre el momento posterior a haber atravesado el momento dramático de la crisis. (suelo decir que la ale­gría o celebración por haber atravesado el puente que permitió llegar al otro lado) nada dice de los siguientes eventos, casi siempre titánicos, que han de sobrevenir en lo inme­diato. 

Lo hemos señalado en otras oportunidades, la resolución de la crisis, ahora sí, en rela­ción a las Empresas, es la disponibilidad de capital, aunque este adopte la forma de una moderna capacidad productiva, es decir competitiva y de alta productividad o que el em­presario tenga el capital en forma de “liquidez inmediata” no para “reconstruir” (como dice la propaganda oficial que parece desconocer la enseñanza bíblica deponer vino nuevo en odres viejos) ni siquiera reestructurar, sino para fundar -si algo de lo que se tiene sirve, bienvenido- un nuevo orden productivo basado en la productividad total de los fac­tores de producción que dan fundamento a la competitividad sustentable de la empresa. 

Obviamente las Pequeñas y Medianas Empresas tienen por delante un enorme desafío que se constituye en una seria amenaza a su existencia. Duele decirlo pero hasta acá los procesos inflacionarios, el elevado nivel de la tarifa aduanera extrazona  MERCOSUR, diversas formas de proteccionismo y la celebración de un “vivir con lo nuestro” forjaron debilidades en el desarrollo industrial que enmascararon ineficiencias y en algunos casos cierta desidia en relación con la inversión permanente que demandan los procesos industriales no sólo en máquinas y equipos, sino en materias primas, ciclo de vida de productos, utilización de la energía, capacitación y entrenamiento del perso­nal, etc. 

Dijo y reitero, en algunos casos, porque SI existen empresarios que comprendieron y comprenden la dinámica del desarrollo industrial. 

Ellos sí, atrapados en un sistema tributario que es lo más parecido a una rapiña estatal en cualquiera de los niveles que se analice ven limites difíciles de compensar con inver­sión. No hay productividad total de los factores que pueda compensar las ineficiencias y mala administración de gobiernos que a lo largo de muchos años sostuvieron y sostienen formas institucionales opacas, con alto grado de corrupción, plaga de picardías e incluso sórdidas formas medievales de organización en estados subnacionales. 

Muchos se escandalizarán con algunas afirmaciones, pero lo cierto que la baja capitali­zación de las Empresas y en particular las PYME -sea por la razón que se esgrima- lejos de cualquier incertidumbre, lo cierto es que, como en el “juego de la silla” a cada nota alguien queda de a pie. 

Suena la música. No hay ninguna duda. ¿quién será el próximo en quedar sin lugar en la danza de la nueva normalidad?

Colegiales, 30 de noviembre de 2020

 Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

 

 

 

Las PYME como Vladimir y Estragón[1].

 El 09/04/2020 decíamos, 

“Se habla mucho del día después del aislamiento para las MiPyME (incluye los autoempleos) y todos en general piden "crédito", o sea aumentar deudas. NO. La solución es lo que hizo la RFA con los ciudadanos de la RDA cuando cayó el muro de Berlín. 

Les regaló, en ese momento, Deutsche Mark para que los gasten a "piaccere". Eso necesitan las MiPyME. Que les den pesos para arrancar. Simultáneamente esos pesos deben garantizar el acceso a insumos importados sin que ello implique deuda. 

Pedir más crédito para las MiPyME (incluyo el autoempleo) es ahondar el proceso de concentración, es inducir una verdadera catástrofe en el empleo. Hay que dejar ése "natural" proceso del capitalismo para cuando estén todas de pie. No se debe patear al vencido cuando está inerme 

No a más deuda, de eso tienen y las está hundiendo” 

Unos días antes (06/04/2020) escribimos: 

“El 26/7/2012 Mario Draghi dijo en Londres: «De acuerdo con nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente». 

Muchos se preguntan cómo remontar la actividad económica. Mi respuesta es "a lo Draghi". No tenemos euro que salvar, pero la manera de resucitar éste "Lázaro" (a) "peso" es poniendo lo más rápidamente posible a funcionar la industria q requiere esos pesos a tasa cero para arrancar” 

Un artículo de El País de hoy, (2/5/2020)  señala (aunque la fecha del artículo en Internet -30/05/2020) es un fallido, pero lo sustantivo es su contenido) en un reportaje a Paolo Gentiloni, comisario de Economía de la UE: 

Paolo Gentiloni, comisario de Economía, reclamó “un plan de recuperación que sea lo suficientemente amplio, dirigido a las economías y los sectores más afectados y que se pueda implementar durante los próximos meses. Si no es ahora, ¿cuándo?”. El resumen del mensaje es: 

Europa necesita más dinero nuevo para apoyar la recuperación y menos prejuicios de ortodoxia financiera. La pandemia ha quebrado, por la vía del desplome de la economía, los argumentos más rancios sobre la deuda. Siguiendo a Gentiloni, todos los países europeos se preguntan: si no es ahora cuando hay que poner dinero fresco, ¿cuándo? 

En Argentina, mientras tanto, la pregunta es la necesidad y la pregunta es la misma, pero, no podemos deshacernos, aún en tiempos de pandemia, de nuestra esencia. 

La ineptitud, la ineficacia, la clara muestra que la burocracia publica en sus más altos niveles de decisión está como dice Néstor Scibona en La Nación (02/05/2020) “lejos de la realidad” (ver: https://www.lanacion.com.ar/economia/los-despachos-oficiales-lejos-de-la-economia-real-nid2360664)

Es, ni más ni menos, una vieja práctica cultural: “se cacarea, pero el huevo no aparece y cada vez hay menos gallinas”. 

La batalla política argentina, parece ser, está concentrada en una “caja” (ANSES) que representa más del 35% del Presupuesto Nacional y destinada a asistir a la creciente marginalidad, pobreza y exclusión no porque se intente con semejante poder financiero y económico transformar esa matriz de injusticia e inequidad sino porque es precisamente el desarrollo de ésa matriz la que aporta los votos para la supervivencia de un modelo político que, tarde o temprano, a fuerza de repetir estertores cada vez más graves finalmente colapsará. 

No hay debate, puja, ni contienda en torno a la PRODUCCIÓN, allí no se debate -para este modelo político – el poder. No es en la esfera de la PRODUCCION donde se generan las condiciones de supervivencia del populismo-neoconservador. Para proyectar su futuro requiere “cajas” que alimentan no sólo discriminación, sino que facilitan corrupción y latrocinios. 

Poco y nada pueden esperar las PYME de este modelo para el retorno al trabajo y la producción. No está en el “genotipo” del populismo-neoconservador la producción y reproducción de la vida material mediante la gestión privada. 

Subidos al “pedestal” de las “cajas” (para ellos el modo en que conciben el Estado), habrán de pretender digitar su “magnanimidad” y establecer, en su miopía quienes habrán de ser “beneficiarios” de los mendrugos. 

No hay un momento en que el “ahora” coincida con el “¿Cuándo?”. 

Las PYME nada pueden esperar. 

Lic. Carlos G Schwartzer 

Belgrano 2/05/2020



[1] Los amigos de Godot, que esperan que, tal vez, mañana, seguro llegue. (Samuel Beckett – Esperando a Godot)

 

EL DESARROLLO INDUSTRIAL DEBE SUPERAR LA MIOPIA

 Ayer la UIA celebró junto al Presidente de la Nación Dr Alberto Fernández el Día de la Industria. Como sucede habitualmente, la UIA desarrollo un discurso de reclamos y demandas que es, podríamos decir “tradicional”. 

Cómo lo hemos señalado en nuestro Documento estamos atravesando “tiempos de tragedia”. Dijimos hace ya unos días, 

Las tragedias -que finalmente se constituyen en grandes crisis- que deben enfrentar las sociedades más allá de sus convicciones o visiones, llámense guerras, pandemias, etc, abren, a lo largo de la historia enormes oportunidades. No se trata de repetir sonsamente “crisis es oportunidad”. NO. 

Toda crisis es dramática y está inscrita en ella que existen dos momentos estratégicos: el estado de las cosas cuando ésta se produjo y el momento donde como lo escuche en el ambiente familiar: no todos los que van a la guerra, vuelven. “Los que vuelven”, aunque fisonómicamente parezcan los mismos, son distintos. La post crisis instala de modo inmediato y sin posibilidad de romanticismo alguno nuevas visiones, nuevas ideas, incluso una revalorización del fracaso. 

Las crisis no generan una suerte de “trade off”, de compensación para aquellos que lograron superarla y esperan que se les reconozca o premié la templanza, el aporte o el valor de haberla superado. NO. 

La post crisis -ese momento de control de daños y abrazos con los que volvieron, plantea de modo inmediato y sin resquicio espaciotemporal alguno nuevos desafíos, nuevas demandas, nuevas soluciones y hasta ofrece -diría por el mismo precio- la posibilidad de una nueva crisis cuyo objetivo sea separar los triunfalismos sin fundamento de aquellos que inmediatamente se muestran dispuestos a iniciar la construcción de lo nuevo. 

Lo subrayo, la templanza, los aportes o la audacia y valentía de haberse puesto al frente de las crisis (sean estas tragedias colectivas o eventos de impactos de largo plazo en la organización histórico social) no genera derecho ni ventaja alguna sobre el momento posterior a haber atravesado el momento dramático de la crisis. (suelo decir que la alegría o celebración por haber atravesado el puente que permitió llegar al otro lado) nada dice de los siguientes eventos, casi siempre titánicos, que han de sobrevenir en lo inmediato. 

Sin embargo, lejos de comprender adecuadamente el momento histórico en curso, la UIA desarrolla un discurso “endogámico”, un discurso que no sólo hemos escuchado a lo largo de los años en materia, como dijimos, de reclamos y demandas, sino que expone una Agenda donde el contexto no existe. 

La cuestión no es menor desde el punto de vista de la concepción de la competitividad productiva. 

Una y otra vez, a lo largo de los años, hemos señalado que la competitividad “intramuros” es valorable, es una condición necesaria, pero que para nada es suficiente, y mucho menos para el sector industrial que requiere no sólo innovadoras metodologías “blandas” o “duras” sino que demanda flujos continuos de inversión cada vez a mayor escala y que ésas inversiones, tienen por detrás demandas de financiamiento que sólo mínimamente dependen del scoring-empresa, sino que son determinadas por lo que podríamos llamar el “scoring-país”. 

Esa evaluación de riesgo que llevan adelante quienes deben aportar los fondos a incorporado un fundamental agravante al riesgo institucional que tradicionalmente exhibía la Argentina (mala calidad de gestión, existencia permanente de precios-sombra, opacidad en cuestiones de juridicidad, etc). 

Ese nuevo perfil de riesgo debe incluir ahora no sólo la inestabilidad institucional del sistema político, sino que también el creciente avasallamiento de la propiedad privada consentida, mediante el silencio y los mensajes contradictorios, por quienes son los máximos responsables del Gobierno. 

Pero a su vez no puede ignorar el contexto que rodea, sobre todo a las PYME (esas empresas que no pueden tener un predio de 10.000m2 como “área vacía” de protección del núcleo productivo). 

La PYME Industrial esta, todavía, en su gran mayoría instalada en centros urbanos o semiurbanos sobre todo en el denominado AMBA y enfrenta cuestiones en extremo complejas de convivencia con sus vecinos. 

Lo mencionamos en nuestro documento del 2/09/2020: 

Un segundo aspecto que requiere de modo urgente ésta nueva industria es desarrollar nuevos acuerdos territoriales tanto con las autoridades locales como con las organizaciones de la sociedad civil. No es novedoso, pero hay que re imaginarlos a la luz de las enseñanzas que deja esta tragedia. 

El futuro parece -aunque aún de modo borroso- mostrar un cuadro de enormes dificultades y conflictos empresarios sin saber aún el modo en que se desarrollaran, simultáneamente esa problemática productiva traerá consigo una variedad compleja de problemas sociales, educativos, desempleo, marginalidad, crecimiento de formas complejas del delito y la inseguridad ciudadana con los que dolorosamente deberemos convivir. 

De allí que la “nueva industria” más allá de sus compromisos, responsabilidades y diseños propios debe incorporar estas problemáticas que hacen de modo directo, indirecto, brutal o sutilmente a su competitividad 

No debemos olvidar que desde su fundación en 1887 en el Club Gimnasia y Esgrima como “fusión” del Club Industrial y del Centro Industrial fueron los principales defensores de las “industrias naturales” promovidas por Duhau en el Debate de 1876 y profunda y vivamente criticadas por Carlos Pellegrini, Aristóbulo del vale, Vidente Fidel López, entre otros. 

Esa visión que llamo “miope” del desarrollo industrial argentino y, obviamente, del desarrollo económico en general los lleva a plantear las demandas propias de ésa visión: miope y endogámica que prescinde del grave momento que vive la sociedad en su conjunto y que tiene todos los visos de una tragedia nacional: tanto por los más de 10.000 muertos sino por la absoluta incertidumbre no sólo sobre cuándo será el último día y sobre todo, el “días después”. 

Hagamos un repaso de esas demandas que pueden sintetizarse en mantener y ampliar las medidas fiscales y monetarias anunciadas, brindar incentivos para sostener las exportaciones y aliviar la presión impositiva del sector productivo. Nada más obvio 

Se le agrega, una cuenta corriente única tributaria; asistencia a empresas por costos adicionales; ampliación de moratoria impositiva; suspensión de multas y plan de facilidades; reprogramación de vencimientos impositivos; continuidad del ATP; sistemas integrales de protección del empleo; prejubilación extraordinaria por Covid-19 para trabajadores en edad crítica. 

Para no perder la tradición se reclama por el compre nacional a sabiendas que el Estado, en todas sus jurisdicciones, es absolutamente refractario a estas medidas. 

Reclaman, siguiendo la tradición, una “reforma laboral” que saben que el sector más conservador y corporativo de la sociedad son los propios sindicatos que la UIA no deja de legitimar cuando los considera actores fundamentales de un “Pacto Social”. 

Nada expresan sobre la necesidad de un marco normativo que permita la supervivencia de las PYME en la post crisis. Más aún, como formadores de precios y productores de los insumos difundidos ejecutan políticas de abastecimiento a las PYME en condiciones inaceptables y que aportan a agravar el cuadro: exigen pagos anticipados, dolarización al valor del CCL de los precios de venta, han acortado todos los plazos de pago, etc. Nada que contribuya a la solución. 

Frente a este “acting” industrial del que las PYME operan cual “muñequito de torta”, estas deben fortalecer sus instituciones de base y contribuir a reorganizar la autentica representación PYME existente dejando de lado las rencillas personales y las ambiciones de poder desmedidas. También éstos dirigentes deben dejar la miopía política y pensar y trabajar por el bienestar general y el desarrollo industrial nacional de las que las PYME son principales protagonistas 

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer 

Colegiales, 3 de septiembre de 2020

 

DIA DE LA INDUSTRIA 2020:

COMPROMISO PERMANENTE CON LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO


 

–Nadie corta un trozo de un vestido nuevo para arreglar un vestido viejo. De hacerlo así, echará a perder el vestido nuevo; además el trozo nuevo no quedará bien en el vestido viejo.

Lucas 5:33-39

-       Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

 Marcos 2:22

Buenos días.

Un saludo y un gran abrazo a todos los Industriales Argentinos.

 

Un día como hoy, desde 1941, tradicionalmente se celebra como Día de la Industria una supuesta primera exportación de productos locales hacia Brasil. La verdad histórica develó que ésa “exportación” no era más que un mero acto de contrabando.

 De ninguna manera, aunque convencionalmente se tome este día, saludo a contrabandistas. Ser Industrial implica una ética y responsabilidad por el trabajo

Sin embargo, el Poder Ejecutivo en el año 1946 a decretar (Decreto del 12/09/1946) que el Día de la Industria Argentina era el 6 de diciembre fecha del año 1793 en la cual, el doctor Manuel Belgrano fue designado secretario del Consulado con el objeto de poner en evidencia el profundo cambio político en curso y que lo llevaría a diferenciarse de modo absoluto de las ideas y concepciones que se tenían sobre el desarrollo industrial argentino durante la denominada “Década Infame”, pese a que en los años inmediatamente anteriores, se había creado la Flota Mercante, se había ampliado la fábrica de acero de Valentín Alsina y fundado la planta siderúrgica de Zapla y se le había dado impulso a Fabricaciones Militares, bajo la impronta de verdaderos impulsores de la Industria Argentina como el Gral. Savio.

Las fechas suelen ser importantes, tal vez en éste nuevo tiempo, en ésta “nueva normalidad” que se profetiza y predica ¿deberíamos buscar otro momento de celebración?

En lo personal me inclino por retornar a celebrar, y también recordar su visión, a Manuel Belgrano: su concepción sobre la necesidad de la transformación industrial de las materias primas, pero también -aunque menos conocido su visión fisiócrata sobre el concepto de anticipación del capital -inversión- para el fomento de la producción y la industria.

Desde el famoso Debate de la Tarifa Aduanera de 1876 que logró fijarla en un 40% para proteger el incipiente desarrollo de las industrias propias y que llevó a Carlos Pellegrini a señalar: “¿Es que la República Argentina está condenada a ser una granja atrasada de un imperio fabril? Solo la industria y el trabajo pueden aumentar las fuentes de riqueza de un país.” En su visión -para nada equivocada – debíamos procurarnos “… por todos los medios posibles hacer que en el porvenir no seamos solamente una nación de pastores, que seamos también una nación de obreros".

Casi 150 años después las ideas de Pellegrini tienen un valor incalculable, pero es imprescindible reflexionar sobre cuál es el sendero para recorrer para que podamos llevar adelante el mandato de éste verdadero prohombre y no seamos una “granja atrasada” y sí, una Nación donde la creación de riqueza se funde en la Industria y el Trabajo.

Esa reflexión me lleva hoy a pensar en una nueva industria ¿cuál?

Las tragedias -que finalmente se constituyen en grandes crisis- que deben enfrentar las sociedades más allá de sus convicciones o visiones, llámense guerras, pandemias, etc, abren, a lo largo de la historia enormes oportunidades. No se trata de repetir sonsamente “crisis es oportunidad”. NO.

Toda crisis es dramática y esta inscrita en ella que existen dos momentos estratégicos: el estado de las cosas cuando ésta se produjo y el momento donde como lo escuche en el ambiente familiar: no todos los que van a la guerra, vuelven. “Los que vuelven”, aunque fisonómicamente parezcan los mismos, son distintos. La post crisis instala de modo inmediato y sin posibilidad de romanticismo alguno nuevas visiones, nuevas ideas, incluso una revalorización del fracaso.

Las crisis no generan una suerte de “trade off”, de compensación para aquellos que lograron superarla y esperan que se les reconozca o premié la templanza, el aporte o el valor de haberla superado. NO.

La post crisis -ese momento de control de daños y abrazos con los que volvieron, plantea de modo inmediato y sin resquicio espacio-temporal alguno nuevos desafíos, nuevas demandas, nuevas soluciones y hasta ofrece -diría por el mismo precio- la posibilidad de una nueva crisis cuyo objetivo sea separar los triunfalismos sin fundamento de aquellos que inmediatamente se muestran dispuestos a iniciar la construcción de lo nuevo.

Lo subrayo, la templanza, los aportes o la audacia y valentía de haberse puesto al frente de las crisis (sean estas tragedias colectivas o eventos de impactos de largo plazo en la organización histórico social) no genera derecho ni ventaja alguna sobre el momento posterior a haber atravesado el momento dramático de la crisis. (suelo decir que la alegría o celebración por haber atravesado el puente que permitió llegar al otro lado) nada dice de los siguientes eventos, casi siempre titánicos, que han de sobrevenir en lo inmediato.

Argentina, inicia por necesidad en las primeras décadas de siglo 20 un desarrollo industrial basado en la sustitución de importaciones y que se aceleró tanto por la WW1 la entre guerra y su crisis (la del 20 y la del 30) y posteriormente la WW2.

A lo largo podríamos decir de más de 50 años Argentina desarrollo un entramado industrial que, en forma paralela, fue conformando un entramado sociodemográfico cuyo fundamento era la demanda de empleo industrial.

Lo que hoy llamamos AMBA se convirtió en un polo de atracción de oportunidades y futuro para millones de argentinos que a lo largo de gran parte de ése período dieron paso a una corriente migratoria interna pero que, en el momento en que la política de sustitución de importaciones comienza a mostrar su fragilidad y demanda políticas de desarrollo más enfocadas al “mundo” y no al mercado interno desnuda una debilidad institucional (pero también social y de oportunidades para el desarrollo económico) estructural en la República Argentina. 

La Nación Argentina muestra una región central dinámica en la cual el desarrollo político institucional imaginó, creo, y puso en acción un conjunto de políticas públicas que lograron mostrar la viabilidad y factibilidad, pero también la consistencia y sustentabilidad de políticas de desarrollo industrial que lejos de fomentar el desarraigo y la migración de sus habitantes fomentaban la creatividad, las oportunidades y el fortalecimiento de los núcleos poblacionales. 

Como contraste, las políticas públicas -ante la decadencia del modelo de sustitución de importaciones y las transformaciones en los paradigmas productivos- desarrolladas por diversas provincias continuaron sin elaborar planes o programas de inducción a la inversión industrial y fueron pasivas a la continuidad de la migración interna hacia el AMBA incapaz ya de absorber ésos flujos migratorios que al asentarse carecían toda posibilidad de acceder a mínimos indicadores de habitabilidad (infraestructura. Empleo, educación, etc) 

Obviamente la infraestructura ya sea productiva o socio habitacional que requerían enormes inversiones siempre quedaron postergadas y ello conspiró muy fuertemente -y lo hace hoy día- entre otras razones- contra la competitividad de las PYME y fomento una política poblacional sin acceso a los servicios básicos (agua, cloacas, salud, etc). 

En este punto es importante, desde mi punto de vista y en línea con lo observado en la definición de las agendas gremiales empresarias de los últimos 40 años, la existencia de una suerte de “desacople” entre las demandas del sector productivo y la realidad socio-habitacional circundante. 

El atraso de la infraestructura, tanto vial como ferroviaria y aérea significaron un argumento más que eficiente para ver “caviar” de proyectos industriales a las provincias que más lo requerían. El “cálculo político” de sostener reelecciones con empleo público expone hoy el atraso y la marginalidad 

Muy pocas Cámaras incluyeron en sus demandas institucionales las mejoras ambientales o de desarrollo de infraestructura sanitaria, habitacional, etc como parte del diálogo que sostenían con las Autoridades locales. Se dio algo así como una autonomización de los intereses y, en general, no se llegó a comprender la situación socioeconómica, socioambiental y de déficit de infraestructura que finalmente, el desarrollo de la crisis productiva y su acelerador: la cuarentena pondría en el escenario y que resulta imposible soslayar. 

Señalamos al inicio la necesidad de pensar una nueva industria ¿Cuál? 

En primer lugar, la Industria Nacional – a través de sus instituciones – debe promover del modo más urgente una transformación cultural profunda que permita que la sociedad en su conjunto internalice y comprenda el significado de la relación producción (agropecuaria-industrial-comercial y servicios) como fuente única de construcción de riqueza y garantía de bienestar. 

Prefiero no ingresar en este terreno, pero no puede soslayarse. 

Desde la política económica de la última dictadura representada por las ideas de Martinez de Hoz, Walter Klein entre otros la sociedad en su conjunto incorporó un rasgo que define aún hoy el desarrollo capitalista denominado “neoliberal”. Sin entrar en tan arduo debate sobre el significado y consecuencias e impactos de esta versión del desarrollo histórico. 

Ese rasgo de la economía mundial que muchos atribuyen o datan en las llamadas “reganomics” (inicio de los 80, aunque las ideas implementadas ya venían siendo difundidas por ciertos sectores del pensamiento económico agrupados, en otras, en la Sociedad Mont Pelerin) dio paso a un gravísimo error que aún hoy es un determínate activo de muchas políticas públicas: la financiarización del conjunto del sistema económico que implicaba que la creación de valor no se daba en la producción sino en las cotizaciones y expansión de los llamados derivados monetarios y financieros. 

Sintéticamente: el Gerente Financiero pasó a alzarse con el protagonismo en detrimento de los Gerentes de Producción o Diseño o Ingeniería e Innovación. El debate con el Oficial de Cuentas del Banco se convirtió en la principal actividad del Empresario PYME marginando el debate con sus proveedores por la calidad o con sus ingenieros de producción. 

Desenmascarar, pero también desmontar este paradigma y sus implicancia e impactos demanda una gran responsabilidad por parte del conjunto de la comunidad productiva que incluye necesariamente al Estado en todas sus jurisdicciones. 

Comprender este punto implica reconocer que sólo se puede distribuir aquello que es producido sobre la base de la transformación sea de la naturaleza o de sus productos por el trabajo humano ya sea que éste se exprese en manualmente o a través de las máquinas en cualquiera de sus formas, también ellas producto de la inteligencia, creatividad, imaginación y trabajo humano. Como nos señalaba Pellegrini, más allá del estamento que se ocupe, seamos una “nación de obreros” 

Un segundo aspecto que requiere de modo urgente ésta nueva industria es desarrollar nuevos acuerdos territoriales tanto con las autoridades locales como con las organizaciones de la sociedad civil. No es novedoso, pero hay que re imaginarlos a la luz de las enseñanzas que deja esta tragedia. 

El futuro parece -aunque aún de modo borroso- mostrar un cuadro de enormes dificultades y conflictos empresarios sin saber aún el modo en que se desarrollaran, simultáneamente esa problemática productiva traerá consigo una variedad compleja de problemas sociales, educativos, desempleo, marginalidad, crecimiento de formas complejas del delito y la inseguridad ciudadana con los que dolorosamente deberemos convivir. 

De allí que la “nueva industria” más allá de sus compromisos, responsabilidades y diseños propios debe incorporar estas problemáticas que hacen de modo directo, indirecto, brutal o sutilmente a su competitividad 

Paralelamente ese desempleo ya posee un rasgo: frente a los nuevos paradigmas productivos, las nuevas metodologías ligadas a la informática, la robotización e incluso a la IA y a IoT estamos frente a trabajadores que en su gran mayoría están descalificados para abordar tareas productivas 

Ante este panorama los sectores productivos, y en particular la Industria debe asumir compromisos activos y responsables. No basta con participar marginalmente de una Oficina de Empleo o Bolsa de Trabajo. Hay que exponerle a quienes diseñan las políticas públicas el compromiso y la capacidad para contener y transformar una realidad que finalmente retroalimentara la complejidad socioeconómica. 

Hasta acá, aunque podemos darle mayor precisión se detallan lo que llamamos los compromisos institucionales. Las Cámaras Empresarias -en todos sus niveles- tienen una responsabilidad trascendente y que no puede ser ignorada. 

Pero pasemos a la que denomino la cuestión dura del momento. 

Pongámosle algunos determinantes al “momento” que podríamos considerar los supuestos de nuestra visión. 

1.    Alto nivel de endeudamiento de las familias

2.    Bajo nivel de solvencia y perdida de los niveles de “scoring” en el sistema financiero

3.    Alto nivel de incertidumbre sobre su estabilidad en el empleo y simultáneamente, su posicionamiento, a nivel de habilidades técnicas- ante la altamente probable reconversión productiva de sus empleadores

4.    Perspectivas de asimetría entre sus salarios y los niveles de inflación esperables

Estos, y otros indicadores que se habrán de conocer en los próximos días mostraran una demanda -en el mercado interno- en extremo frágil, cautelosa, poco propensa a expandir el gasto en consumo que anticipan seguras caídas importantes en las ventas de los comercios de proximidad, e incluso en las grandes superficies donde el consumo de marcas propias o segundas y terceras marcas incrementarán su protagonismo. Es posible cierta estabilidad en las ventas de alimentos y primera necesidad en el canal mayorista alentados, tal vez, por mejores precios. 

En éste “mercado interno”, a la larga el mercado objetivo de muchas PYME, las políticas públicas que se espera se propongan no animan nuestro optimismo dado que la “sensibilidad” de los consumidores ante éstos incentivos se encuentra en “estado de alerta” lo que no quita que una franja que se auto perciba con menor nivel de incertidumbre las utilice con cierta intensidad pero no se obtendrán los niveles de respuesta esperables. 

Sin embargo, reeditar acciones como la de encarecer la importación de libros mediante derechos especiales no resolverá las dificultades estructurales del sector editorial y contribuye a reforzar la idea de la acción lobista autonomizada de las necesidades y demandas de los consumidores de libros. Muestra desesperación y la contraprestación por favores recibidos que una política pública orientada a fortalecer y desarrollar el sector editorial 

Como ya dijimos en el conglomerado PYME de empresas industriales hay un importante grupo de ellas que, a modo individual e interpretando adecuadamente la dinámica de los procesos productivos ya, desde bastante tiempo antes de la crisis que citamos no se vieron afectadas estructuralmente por el acelerador que impuso la tragedia sanitaria y su manejo por parte de las autoridades políticas en sus diversas jurisdicciones. 

Sin embargo, ese conglomerado debe encontrar la forma de recuperar y fortalecer su capital de trabajo y esa demanda de este núcleo dinámico es parte de una demanda genérica del sector productor: recomponer el capital de trabajo para intentar reponer el ciclo productivo. 

¿Cómo responder a esa necesidad? 

La cuestión va más allá de una moratoria que alivie las obligaciones monetarias. Se requiere una política de crédito público orientada a recapitalizar el entramado empresario. 

Simultáneamente surgen cuestiones ligadas a un viejo planteo personal y que no me trajo satisfacciones: hay que sentarse a debatir la matriz industrial y analizar y determinar prioridades basadas en dos restricciones: la escasa capacidad del Estado para generar el Fondo de Capital y la demanda de divisas que requiere la industria integrada a las cadenas de producción global. 

Muchos señalan que ese modelo caducó. En mi visión pausa, control de daños y reestructuración de diseños, productos y metodologías no sólo no indican el final, sino que auguran una nueva etapa aún más cerrada a la participación. 

La Industria como actividad y los Industriales como actores protagónicos deben necesariamente, pero en realidad, obligatoriamente, en pensar, proyectar, diseñar sus estructuras productivas, más allá de su tamaño, en la búsqueda de metodologías de integración a la dinámica de la economía mundial, con sus contradicciones y conflictos, pero también con sus oportunidades. 

En Argentina hoy, la Industria no genera el flujo de divisas que demanda para su funcionamiento y tracciona recursos generados por otros sectores. Esa metodología que podríamos considerar como “subsidios cruzados intersectoriales” ya no es ni sustentable ni posible de sostener. La Industria debe salir al mundo a buscar sus propios recursos.

En éste punto, los Industriales deben derrumbar viejos muros que los mantienen aislados. La ASOCIATIVIDAD, debe abandonarse ese temor atávico al “otro” como amenaza, como “enemigo”. Ese “otro” puede ser o es un competidor, pero también, ante determinadas circunstancias poder constituirse en el “compañero de ruta indispensable”. Si algo ya se ha instalado en las relaciones económicas es que los acuerdos, tratados, etc no responden a cuestiones ideológicas cargadas de dogmas y viejas consignas, NO. 

Lo que nos espera cuando esta tragedia haya llegado a su fin es una multipolaridad donde todos hablan con todos. Imaginar que podremos imponer la palabra es garantizarse, la soledad, el silencio y un ostracismo que profundizará nuestros pesares. 

El debate aún no empezó porque aún no sabemos quiénes estarán en él futuro próximo ni en que estado, pero de algo estamos seguros: quienes lleguen, como lleguen no habrán de tener la pausa ni la compasión de una dinámica productiva que los obligará a encontrar nuevos caminos, nuevos productos, nuevas metodologías productivas y, básicamente, nuevos compromisos y responsabilidades con el entorno socioeconómico. 

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer 

Colegiales, 2 de septiembre de 2020

23 enero 2020

LO ETERNO Y LO EFÍMERO: LA SUSTENTABILIDAD ES UNA QUIMERA


LO ETERNO Y LO EFÍMERO
LA SUSTENTABILIDAD ES UNA QUIMERA

Hace unos días atrás, decíamos en nuestro blog: Recuperación Productiva: desensillar hasta que aclare”[1].

Los días corren y hoy, un gran conocedor de la política económica argentina, el Dr. Juan Carlos de Pablo señala en La Nación (23/01/2020), “…sabiendo que lo único que no puede hacer es "desensillar hasta que aclare". ¡Porque nunca aclara!” [2].

Tiene razón el Dr. De Pablo, “nunca aclara”, vale, entonces, la pena preguntarse ¿Por qué los argentinos -al menos o por lo menos en los aspectos productivos- debemos encarar nuestros quehaceres en la penumbra, en el marco de una luz crepuscular?

Para zafar en la respuesta y no asumir nuestros compromisos, podemos decir que éste presente no es más que el resultado de una historia de dislates que, la picaresca política endilga a quienes más cercanos tiene en el pasado sin reconocer, que un escalón más abajo, son ellos mismos los que aportaron a sostener los claroscuros, la propia existencia de la penumbra.

En estos días se debatirá en el Congreso Nacional una ley que tiene por objetivo, casi como el platónico “eterno retorno”, encarar la resolución de una nueva “cesación de pagos” (default) bajo la condición de “sustentabilidad”.

La pretensión de llevar a delante una renegociación del endeudamiento externo del Estado Nacional que no debe excluir la de los Estados subnacionales (e incluso algunos locales) sin ni siquiera hacer referencia al modo que se habrán de generar las condiciones productivas para hacer medianamente creíble la posibilidad de un repago de las obligaciones deja expuesta una visión que, nuevamente, nos mantendrá en la penumbra con rumbo hacia la oscura noche.

Tal vez el último ejemplo de lo que afirmamos sea la suspensión, basados en argumentos burocráticos fútiles, de la continuidad de la Ley de Economía del Conocimiento que. es importante destacarlo, fue votada por unanimidad por el Congreso Nacional.

Se deja en suspenso a un sector que se ubica en el tercer lugar de las exportaciones argentinas (alrededor de u$s 6.000 mil millones) y que simultáneamente genera unos 120.000 puestos de trabajo de singular característica, en una economía global orientada de modo decidido hacia la Inteligencia Artificial, las redes de producción basadas en el el “cloud computing”, la economía circular, la biotecnología y biogenética, son empleos de alta calificación y de singular dinámica en materia de desarrollo de conocimiento y alta productividad.

El Estado Nacional -y sus colaterales los Estados Subnacionales y locales – poseen la pretensión del “Viejo Hucha”: su avaricia somete a privaciones a su familia y es despreciado por sus hijos. Describimos esta metodología política en nuestro blog el pasado 25/12/2019: “El Eterno Retorno” [3].

Aunque no coincidamos con ella, a un mes de iniciada la gestión, se exhibe coherencia; se congela, se suspende, se difiere, se “administra”, se prohíbe, se postergar, se ignora, etc., etc. pero simultáneamente se requiere, o mejor dicho, se exige: actitudes empáticas, sin discordancia, sin manifestaciones que se perciban dramáticas o discordantes. Disentir, expresar desacuerdo tiene por detrás la sanción mediante una violencia “simbólica”, opaca que se manifiesta, por ejemplo, en el retardo de una decisión “administrativa” que genera daño y conflicto.

La mentada “sustentabilidad” que no articula, coordina ni se incluye en una decisión que permita al menos teóricamente pensar que ese principio fundamental de una renegociación con nuestros acreedores externos resulta falaz.

Obviamente, nuestros acreedores, hábiles en estas lides, y en virtud de su propia lógica, finalmente harán como “sí” fuese “verdad” la declaración respecto de que, está vez sí, la propuesta es “sustentable”.

Todos conviven en el brumoso ambiente de la mentira “necesaria” y de una “fe” imprescindible para la continuidad de sus objetivos: los acreedores mantener la lógica de la deuda que implica sostener el flujo de intereses cobrados hasta la eternidad y ésta ocasional contraparte intentar llevar adelante sus designios de poder.

Los de “a pie”, los que cada mañana, como señala el Dr. De Pablo: “se levantan todos los días a ver cómo le encuentran la vuelta”, vamos rumbo hacia un “Largo viaje hacia la noche”.

Lo eterno y lo efímero. Lo eterno: La producción que sustenta la acumulación de capital, lo efímero: estas “novedosas” promesas de sustentabilidad.

Como dice Luo Hongwu, maravillo personaje de ésta gran película china: “Cada vez que la veía, sabía que estaba soñando otra vez”.

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

Belgrano, 23 de enero de 2020