DIA DE LA INDUSTRIA 2020:
COMPROMISO PERMANENTE CON LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO
–Nadie corta un trozo de un vestido
nuevo para arreglar un vestido viejo. De hacerlo así, echará a perder el
vestido nuevo; además el trozo nuevo no quedará bien en el vestido viejo.
Lucas 5:33-39
-
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo
rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino
nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Marcos
2:22
Buenos
días.
Un
saludo y un gran abrazo a todos los Industriales Argentinos.
Un
día como hoy, desde 1941, tradicionalmente se celebra como Día de la Industria
una supuesta primera exportación de productos locales hacia Brasil. La verdad
histórica develó que ésa “exportación” no era más que un mero acto de
contrabando.
De
ninguna manera, aunque convencionalmente se tome este día, saludo a
contrabandistas. Ser Industrial implica una ética y responsabilidad por el
trabajo
Sin
embargo, el Poder Ejecutivo en el año 1946 a decretar (Decreto del 12/09/1946)
que el Día de la Industria Argentina era el 6 de diciembre fecha del año 1793
en la cual, el doctor Manuel Belgrano fue designado secretario del Consulado
con el objeto de poner en evidencia el profundo cambio político en curso y que
lo llevaría a diferenciarse de modo absoluto de las ideas y concepciones que se
tenían sobre el desarrollo industrial argentino durante la denominada “Década
Infame”, pese a que en los años inmediatamente anteriores, se había creado la
Flota Mercante, se había ampliado la fábrica de acero de Valentín Alsina y
fundado la planta siderúrgica de Zapla y se le había dado impulso a
Fabricaciones Militares, bajo la impronta de verdaderos impulsores de la
Industria Argentina como el Gral. Savio.
Las
fechas suelen ser importantes, tal vez en éste nuevo tiempo, en ésta “nueva
normalidad” que se profetiza y predica ¿deberíamos buscar otro momento de
celebración?
En
lo personal me inclino por retornar a celebrar, y también recordar su visión, a
Manuel Belgrano: su concepción sobre la necesidad de la transformación
industrial de las materias primas, pero también -aunque menos conocido su
visión fisiócrata sobre el concepto de anticipación del capital -inversión-
para el fomento de la producción y la industria.
Desde
el famoso Debate de la Tarifa Aduanera de 1876 que logró fijarla en un 40% para
proteger el incipiente desarrollo de las industrias propias y que llevó a
Carlos Pellegrini a señalar: “¿Es que la República Argentina está condenada
a ser una granja atrasada de un imperio fabril? Solo la industria y el trabajo
pueden aumentar las fuentes de riqueza de un país.” En su visión -para nada
equivocada – debíamos procurarnos “… por todos los medios posibles hacer que
en el porvenir no seamos solamente una nación de pastores, que seamos también
una nación de obreros".
Casi
150 años después las ideas de Pellegrini tienen un valor incalculable, pero es
imprescindible reflexionar sobre cuál es el sendero para recorrer para que
podamos llevar adelante el mandato de éste verdadero prohombre y no seamos una
“granja atrasada” y sí, una Nación donde la creación de riqueza se funde en la
Industria y el Trabajo.
Esa
reflexión me lleva hoy a pensar en una nueva industria ¿cuál?
Las
tragedias -que finalmente se constituyen en grandes crisis- que deben enfrentar
las sociedades más allá de sus convicciones o visiones, llámense guerras,
pandemias, etc, abren, a lo largo de la historia enormes oportunidades. No se
trata de repetir sonsamente “crisis es oportunidad”. NO.
Toda
crisis es dramática y esta inscrita en ella que existen dos momentos
estratégicos: el estado de las cosas cuando ésta se produjo y el momento donde
como lo escuche en el ambiente familiar: no todos los que van a la guerra,
vuelven. “Los que vuelven”, aunque fisonómicamente parezcan los mismos, son
distintos. La post crisis instala de modo inmediato y sin posibilidad de
romanticismo alguno nuevas visiones, nuevas ideas, incluso una revalorización
del fracaso.
Las
crisis no generan una suerte de “trade off”, de compensación para aquellos que
lograron superarla y esperan que se les reconozca o premié la templanza, el
aporte o el valor de haberla superado. NO.
La
post crisis -ese momento de control de daños y abrazos con los que volvieron,
plantea de modo inmediato y sin resquicio espacio-temporal alguno nuevos
desafíos, nuevas demandas, nuevas soluciones y hasta ofrece -diría por el mismo
precio- la posibilidad de una nueva crisis cuyo objetivo sea separar los
triunfalismos sin fundamento de aquellos que inmediatamente se muestran
dispuestos a iniciar la construcción de lo nuevo.
Lo
subrayo, la templanza, los aportes o la audacia y valentía de haberse puesto al
frente de las crisis (sean estas tragedias colectivas o eventos de impactos de
largo plazo en la organización histórico social) no genera derecho ni ventaja
alguna sobre el momento posterior a haber atravesado el momento dramático de la
crisis. (suelo decir que la alegría o celebración por haber atravesado el
puente que permitió llegar al otro lado) nada dice de los siguientes eventos,
casi siempre titánicos, que han de sobrevenir en lo inmediato.
Argentina,
inicia por necesidad en las primeras décadas de siglo 20 un desarrollo
industrial basado en la sustitución de importaciones y que se aceleró tanto por
la WW1 la entre guerra y su crisis (la del 20 y la del 30) y posteriormente la
WW2.
A
lo largo podríamos decir de más de 50 años Argentina desarrollo un entramado
industrial que, en forma paralela, fue conformando un entramado sociodemográfico
cuyo fundamento era la demanda de empleo industrial.
Lo
que hoy llamamos AMBA se convirtió en un polo de atracción de oportunidades y
futuro para millones de argentinos que a lo largo de gran parte de ése período
dieron paso a una corriente migratoria interna pero que, en el momento en que
la política de sustitución de importaciones comienza a mostrar su fragilidad y
demanda políticas de desarrollo más enfocadas al “mundo” y no al mercado
interno desnuda una debilidad institucional (pero también social y de
oportunidades para el desarrollo económico) estructural en la República
Argentina.
La
Nación Argentina muestra una región central dinámica en la cual el desarrollo
político institucional imaginó, creo, y puso en acción un conjunto de políticas
públicas que lograron mostrar la viabilidad y factibilidad, pero también la
consistencia y sustentabilidad de políticas de desarrollo industrial que lejos
de fomentar el desarraigo y la migración de sus habitantes fomentaban la
creatividad, las oportunidades y el fortalecimiento de los núcleos
poblacionales.
Como
contraste, las políticas públicas -ante la decadencia del modelo de sustitución
de importaciones y las transformaciones en los paradigmas productivos-
desarrolladas por diversas provincias continuaron sin elaborar planes o
programas de inducción a la inversión industrial y fueron pasivas a la
continuidad de la migración interna hacia el AMBA incapaz ya de absorber ésos
flujos migratorios que al asentarse carecían toda posibilidad de acceder a
mínimos indicadores de habitabilidad (infraestructura. Empleo, educación, etc)
Obviamente
la infraestructura ya sea productiva o socio habitacional que requerían enormes
inversiones siempre quedaron postergadas y ello conspiró muy fuertemente -y lo
hace hoy día- entre otras razones- contra la competitividad de las PYME y
fomento una política poblacional sin acceso a los servicios básicos (agua,
cloacas, salud, etc).
En
este punto es importante, desde mi punto de vista y en línea con lo observado
en la definición de las agendas gremiales empresarias de los últimos 40 años,
la existencia de una suerte de “desacople” entre las demandas del sector
productivo y la realidad socio-habitacional circundante.
El
atraso de la infraestructura, tanto vial como ferroviaria y aérea significaron
un argumento más que eficiente para ver “caviar” de proyectos industriales a
las provincias que más lo requerían. El “cálculo político” de sostener
reelecciones con empleo público expone hoy el atraso y la marginalidad
Muy
pocas Cámaras incluyeron en sus demandas institucionales las mejoras
ambientales o de desarrollo de infraestructura sanitaria, habitacional, etc
como parte del diálogo que sostenían con las Autoridades locales. Se dio algo
así como una autonomización de los intereses y, en general, no se llegó a
comprender la situación socioeconómica, socioambiental y de déficit de
infraestructura que finalmente, el desarrollo de la crisis productiva y su
acelerador: la cuarentena pondría en el escenario y que resulta imposible
soslayar.
Señalamos
al inicio la necesidad de pensar una nueva industria ¿Cuál?
En
primer lugar, la Industria Nacional – a través de sus instituciones – debe
promover del modo más urgente una transformación cultural profunda que permita
que la sociedad en su conjunto internalice y comprenda el significado de la
relación producción (agropecuaria-industrial-comercial y servicios) como fuente
única de construcción de riqueza y garantía de bienestar.
Prefiero
no ingresar en este terreno, pero no puede soslayarse.
Desde
la política económica de la última dictadura representada por las ideas de
Martinez de Hoz, Walter Klein entre otros la sociedad en su conjunto incorporó
un rasgo que define aún hoy el desarrollo capitalista denominado “neoliberal”.
Sin entrar en tan arduo debate sobre el significado y consecuencias e impactos
de esta versión del desarrollo histórico.
Ese
rasgo de la economía mundial que muchos atribuyen o datan en las llamadas
“reganomics” (inicio de los 80, aunque las ideas implementadas ya venían siendo
difundidas por ciertos sectores del pensamiento económico agrupados, en otras,
en la Sociedad Mont Pelerin) dio paso a un gravísimo error que aún hoy es un
determínate activo de muchas políticas públicas: la financiarización del
conjunto del sistema económico que implicaba que la creación de valor no se
daba en la producción sino en las cotizaciones y expansión de los llamados
derivados monetarios y financieros.
Sintéticamente:
el Gerente Financiero pasó a alzarse con el protagonismo en detrimento de los
Gerentes de Producción o Diseño o Ingeniería e Innovación. El debate con el
Oficial de Cuentas del Banco se convirtió en la principal actividad del
Empresario PYME marginando el debate con sus proveedores por la calidad o con
sus ingenieros de producción.
Desenmascarar,
pero también desmontar este paradigma y sus implicancia e impactos demanda una
gran responsabilidad por parte del conjunto de la comunidad productiva que
incluye necesariamente al Estado en todas sus jurisdicciones.
Comprender
este punto implica reconocer que sólo se puede distribuir aquello que es
producido sobre la base de la transformación sea de la naturaleza o de sus
productos por el trabajo humano ya sea que éste se exprese en manualmente o a
través de las máquinas en cualquiera de sus formas, también ellas producto de
la inteligencia, creatividad, imaginación y trabajo humano. Como nos señalaba
Pellegrini, más allá del estamento que se ocupe, seamos una “nación de obreros”
Un
segundo aspecto que requiere de modo urgente ésta nueva industria es
desarrollar nuevos acuerdos territoriales tanto con las autoridades locales
como con las organizaciones de la sociedad civil. No es novedoso, pero hay que
re imaginarlos a la luz de las enseñanzas que deja esta tragedia.
El
futuro parece -aunque aún de modo borroso- mostrar un cuadro de enormes
dificultades y conflictos empresarios sin saber aún el modo en que se
desarrollaran, simultáneamente esa problemática productiva traerá consigo una
variedad compleja de problemas sociales, educativos, desempleo, marginalidad,
crecimiento de formas complejas del delito y la inseguridad ciudadana con los
que dolorosamente deberemos convivir.
De
allí que la “nueva industria” más allá de sus compromisos, responsabilidades y
diseños propios debe incorporar estas problemáticas que hacen de modo directo,
indirecto, brutal o sutilmente a su competitividad
Paralelamente
ese desempleo ya posee un rasgo: frente a los nuevos paradigmas productivos,
las nuevas metodologías ligadas a la informática, la robotización e incluso a
la IA y a IoT estamos frente a trabajadores que en su gran mayoría están
descalificados para abordar tareas productivas
Ante
este panorama los sectores productivos, y en particular la Industria debe
asumir compromisos activos y responsables. No basta con participar
marginalmente de una Oficina de Empleo o Bolsa de Trabajo. Hay que exponerle a
quienes diseñan las políticas públicas el compromiso y la capacidad para
contener y transformar una realidad que finalmente retroalimentara la
complejidad socioeconómica.
Hasta
acá, aunque podemos darle mayor precisión se detallan lo que llamamos los compromisos
institucionales. Las Cámaras Empresarias -en todos sus niveles- tienen una
responsabilidad trascendente y que no puede ser ignorada.
Pero
pasemos a la que denomino la cuestión dura del momento.
Pongámosle
algunos determinantes al “momento” que podríamos considerar los supuestos de
nuestra visión.
1. Alto nivel de endeudamiento de las familias
2. Bajo nivel de solvencia y perdida de los niveles de “scoring” en el sistema
financiero
3. Alto nivel de incertidumbre sobre su estabilidad en el empleo y simultáneamente,
su posicionamiento, a nivel de habilidades técnicas- ante la altamente probable
reconversión productiva de sus empleadores
4. Perspectivas de asimetría entre sus salarios y los niveles de inflación
esperables
Estos,
y otros indicadores que se habrán de conocer en los próximos días mostraran una
demanda -en el mercado interno- en extremo frágil, cautelosa, poco propensa a
expandir el gasto en consumo que anticipan seguras caídas importantes en las
ventas de los comercios de proximidad, e incluso en las grandes superficies
donde el consumo de marcas propias o segundas y terceras marcas incrementarán
su protagonismo. Es posible cierta estabilidad en las ventas de alimentos y
primera necesidad en el canal mayorista alentados, tal vez, por mejores precios.
En
éste “mercado interno”, a la larga el mercado objetivo de muchas PYME, las
políticas públicas que se espera se propongan no animan nuestro optimismo dado
que la “sensibilidad” de los consumidores ante éstos incentivos se encuentra en
“estado de alerta” lo que no quita que una franja que se auto perciba con menor
nivel de incertidumbre las utilice con cierta intensidad pero no se obtendrán
los niveles de respuesta esperables.
Sin
embargo, reeditar acciones como la de encarecer la importación de libros
mediante derechos especiales no resolverá las dificultades estructurales del
sector editorial y contribuye a reforzar la idea de la acción lobista
autonomizada de las necesidades y demandas de los consumidores de libros.
Muestra desesperación y la contraprestación por favores recibidos que una
política pública orientada a fortalecer y desarrollar el sector editorial
Como
ya dijimos en el conglomerado PYME de empresas industriales hay un importante
grupo de ellas que, a modo individual e interpretando adecuadamente la dinámica
de los procesos productivos ya, desde bastante tiempo antes de la crisis que
citamos no se vieron afectadas estructuralmente por el acelerador que impuso la
tragedia sanitaria y su manejo por parte de las autoridades políticas en sus
diversas jurisdicciones.
Sin
embargo, ese conglomerado debe encontrar la forma de recuperar y fortalecer su
capital de trabajo y esa demanda de este núcleo dinámico es parte de una
demanda genérica del sector productor: recomponer el capital de trabajo para
intentar reponer el ciclo productivo.
¿Cómo
responder a esa necesidad?
La
cuestión va más allá de una moratoria que alivie las obligaciones monetarias.
Se requiere una política de crédito público orientada a recapitalizar el
entramado empresario.
Simultáneamente
surgen cuestiones ligadas a un viejo planteo personal y que no me trajo
satisfacciones: hay que sentarse a debatir la matriz industrial y analizar y
determinar prioridades basadas en dos restricciones: la escasa capacidad del
Estado para generar el Fondo de Capital y la demanda de divisas que requiere la
industria integrada a las cadenas de producción global.
Muchos
señalan que ese modelo caducó. En mi visión pausa, control de daños y
reestructuración de diseños, productos y metodologías no sólo no indican el
final, sino que auguran una nueva etapa aún más cerrada a la participación.
La
Industria como actividad y los Industriales como actores protagónicos deben
necesariamente, pero en realidad, obligatoriamente, en pensar, proyectar, diseñar
sus estructuras productivas, más allá de su tamaño, en la búsqueda de
metodologías de integración a la dinámica de la economía mundial, con sus
contradicciones y conflictos, pero también con sus oportunidades.
En
Argentina hoy, la Industria no genera el flujo de divisas que demanda para su
funcionamiento y tracciona recursos generados por otros sectores. Esa
metodología que podríamos considerar como “subsidios cruzados intersectoriales”
ya no es ni sustentable ni posible de sostener. La Industria debe salir al
mundo a buscar sus propios recursos.
En
éste punto, los Industriales deben derrumbar viejos muros que los mantienen
aislados. La ASOCIATIVIDAD, debe abandonarse ese temor atávico al “otro” como amenaza,
como “enemigo”. Ese “otro” puede ser o es un competidor, pero también, ante
determinadas circunstancias poder constituirse en el “compañero de ruta
indispensable”. Si algo ya se ha instalado en las relaciones económicas es que los
acuerdos, tratados, etc no responden a cuestiones ideológicas cargadas de
dogmas y viejas consignas, NO.
Lo
que nos espera cuando esta tragedia haya llegado a su fin es una multipolaridad
donde todos hablan con todos. Imaginar que podremos imponer la palabra es garantizarse,
la soledad, el silencio y un ostracismo que profundizará nuestros pesares.
El
debate aún no empezó porque aún no sabemos quiénes estarán en él futuro próximo
ni en que estado, pero de algo estamos seguros: quienes lleguen, como lleguen
no habrán de tener la pausa ni la compasión de una dinámica productiva que los
obligará a encontrar nuevos caminos, nuevos productos, nuevas metodologías
productivas y, básicamente, nuevos compromisos y responsabilidades con el
entorno socioeconómico.
Lic.
Carlos Guillermo Schwartzer
Colegiales,
2 de septiembre de 2020