08 julio 2019

LA ESTRATEGIA DEL DESARROLLO DEL SIGLO 21 LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS INDUSTRIAS.[1]

LA ESTRATEGIA DEL DESARROLLO DEL SIGLO 21
LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS INDUSTRIAS.[1]

Permítaseme iniciar esta exposición haciendo un llamado de atención desde el mundo musical.

Los conflictos nacionalistas iniciados a partir de alrededor de 1870, precisamente momento en el que irrumpe una nueva y profunda etapa de revolución industrial en lo que ha dado en llamarse el “modo de producción capitalista” y que tuvieron su expresión final en las grandes guerras y redefiniciones geopolíticas que durante 50 años fueron el fundamento de grandes conflictos armados en pro de asegurar y conquistar mercados, pero que como telón de fondo opero, sin lugar a dudas, una transformación de la producción, del modo de producir, de que se producía y para quién, entre otros temas.

Es decir, deberíamos volver atrás en nuestro concepto y señalar que más que una “transformación” que se refiere a la adopción de una nueva forma, pero sin cambiar la sustancia de la forma, deberíamos hablar de una nueva –aunque dolorosa y dramática etapa- de construcción de algo nuevo inédito.

Sin temor a equivocarme, podría decirse que la “historia paría otro capítulo”, que algo nuevo quedo expresado a partir de mediados del siglo 20 y que hoy, en los primeros –podríamos decir- primeros 20 años del siglo 21 ha comenzado a mutar para dar paso, no podemos aventurar el momento, a otra forma, a otra concepción de la producción, del cómo se produce, de que se produce e incluso quién produce y para quién.

Vuelvo al mundo musical.

El siglo 19, precisamente hasta mediados de él, vivió el auge de las orquestas sinfónicas y filarmónicas orientadas a ejecutar grandes obras musicales que requerían un sin número de ejecutantes de diversos y variados instrumentos de sonidos y armonías y que requería un director, alguien que conduzca la reproducción de la gran obra musical.

La contracara del mundo de la producción en aquellos años era las grandes fábricas que albergaban miles de obreros sujetos a un régimen disciplinario sin el cual, la producción era inviable. El director sinfónico y el director de la producción en ésas grandes concentraciones fabriles tenían un mismo objetivo: que la producción se ejecute.

No pretendo desarrollar aquí otras analogías, pero permítasenos saltar en el tiempo y situarnos en los tiempos post segunda gran confrontación militar en territorio europeo ( a veces me resulta contradictorio y no he logrado resolverlo si se trató de una “guerra mundial” por la explosión final de Hiroshima y Nagasaki y no tanto por el Acuerdo de Yalta o s, precisamente por éste acuerdo y ésa partición del mundo entre potencias europeas, no se trató más que, como señalan importantes historiadores, de una “guerra civil europea”.

Sin embargo, junto con las “puesta en escena” de la energía nuclear, como factor de disuasión geopolítica, también llegaron a su fin la época de las “big band”, de las orquestas al estilo de Glenn Miller, Artie Shaw, etc. Como también el ámbito de las orquestas sinfónicas fue resolviendo en formaciones menos numerosas, en más importancia a la música de cámara, con menos ejecutantes.

Una nueva revolución industrial comenzó a exponerse cuando el “Elona Gay” lanzó a “Little Boy” sobre Hiroshima y cuando el también B-29 “Bockscar” lanzó “Fat man”, puso en marcha otra era: la era atómica.

Esa etapa, aunque no concluida ni mucho menos superada está entrando en una etapa de maduración que, aunque aún resta mucho camino por recorrer está claro que los Estados han tomado de las más diversas formas posibles, control sobre el desarrollo, disponibilidad y aplicación de la misma. Es decir, es una “revolución industrial” bajo estricto control de las mayores potencias del mundo.

Así, el inicio de esa etapa, para volver a la paradoja, las “big band” dieron paso a los sextetos, cuartetos, tríos y el denominado “bebop” instaló el valor de la “improvisación” de la expresión individual de un ejecutante en marco de 3 o 4 compases básicos por sobre las partituras preconcebidas y que ponían en evidencia la conducción estricta de quien era el responsable de la producción musical, o sea la “banda” para sustituirla. Se expresó de esa manera la creatividad, un permanente rediseño de la idea musical, expresada sólo en 3 o 4 acordes básicos, sin siquiera una partitura.

Fue (es) la explosión de la creatividad, de la imaginación, de un modo absolutamente novedoso del desarrollo de las ideas.

Paralelamente, en el ámbito de los jóvenes se establecía la “banda de rock”; 4 no más de 6 componentes, donde la poesía convocaba a librar otras batallas frente a un sistema mundial que se redefinía. Woodstock, la isla de Wight fueron tal vez las expresiones de estas manifestaciones, pero no las únicas.

Quedó expresado allí, durante esos difíciles años 60 y 70 una transformación estructural donde la música ahora impactó definitivamente en el mundo de la producción y del trabajo.

Desde aquellos años los modelos de organización de la producción comenzaron a transformarse, a redefinirse de tal forma que el “fordismo” (como modelo típico y paradigmático de la producción en serie) comenzó una crisis que, ahora en ésta primeras décadas del siglo 21 podemos decir: perimido.

Los “lay-out” de los procesos productivos se transformaron. La logística, fundamental durante la guerra, se reconvirtió hacia el ámbito de la producción y la distribución y se constituyó en un espacio ingenieril propio.

Así, podríamos analizar cada uno de los momentos productivos, desde los materiales hasta los referidos al marketing de la producción y como éste determinó el consumo.

Lo cierto es que está en curso una nueva revolución industrial a las que las Pequeñas y Medianas Industrias (PYMI) han dado una respuesta diversa.

Por un lado, un conjunto de Pequeñas y Medianas Industrias Argentinas que expresan su problemática en demandas, que por su permanencia ya resultan estructurales, y ponen de manifiesto cierto espíritu conservador que se traduce en "la cultura de la queja".

Expresan de ese modo la existencia de una suerte de multiplicador de Lagrange de valor indeterminado pero creciente que no es otra cosa que el denominado “costo estructural argentino”. Ese “costo” refleja una rigidez de las Instituciones tanto públicas como algunas privadas en internalizar criterios de competitividad que permitiría a algunas ser parte de la nueva dinámica mundial de la producción.

Esa incorporación, algo así como subirse a una "calesita" funcionando a máxima velocidad y que desarrolla una fuerza centrífuga de singular valor resulta, para las PYMI argentinas, una tarea compleja y difícil pero no imposible.

Simultáneamente conviven en el “mundo PYMI” otro conjunto de empresarios que expresando el “animal spirit” han desarrollado empresas dinámicas con alto valor de reestructuración que, pese a ése “costo estructural argentino” han desarrollado estrategias que hacen que su productividad y competitividad resuelva ése “multiplicador de Lagrange”

Esta revolución industrial que supero la tan temida crisis financiera implica una transformación total de sus paradigmas de gestión. Así y sin profundizar esta cuestión que requiere un análisis particular, quedaron “divorciadas” las estrategias financieras de las productivas y abrió paso a un capital impaciente al que parece importarle poco y nada la producción.

Un “evento colateral” es la aparición, no ya como residuo, sino como cuestión estratégica de una enorme masa de excluidos que esta revolución industrial generaba. Así, se esparció por el mundo una nueva pandemia: el desempleo y sus lacerantes consecuencias.

Pero volvamos a un rasgo fundacional de esta revolución industrial.

Su epicentro en la actividad manufacturera se caracteriza por una utilización cuantitativamente inferior de insumos, y apuesta simultáneamente a la sustentabilidad y la denominada “economía circular”.

Pero, también en estos tiempos los procesos productivos, como lo muestran diversas industrias: se fragmentan y externalizan, manteniendo sólo como propios los procedimientos estratégicos del proceso de producción, básicamente aquellos de tecnología sensible o de altísimo valor agregado.

Cuando hablamos de “alto valor agregado” nos referimos ni más ni menos a una cuestión de una relevancia estratégica fundamental.

Tanto los productos (bienes finales) pero en particular lo que se denomina en economía el “capital fijo” ya no se mide, como lo lleva adelante la Aduana por kilogramos.

El “capital fijo”, (Marx ya lo preveía) tiene un altísimo contenido del llamado “capital intelectual”. Más aún, cuanto mayor contenido, diríamos los economistas, mayor “valor” tienen, ya no sólo por una dogmática aplicación de la teoría del valor-trabajo, sino por la aparición en escena de que lo que le da “valor” a las cosas, como diría Smith “útiles y necesarias para la vida” son aquellas que contienen un altísimo grado de conocimiento, y siguiendo a Smith, estos bienes no se obtienen “por la benevolencia”.

Pero si algo es cierto, la electrónica, que es el tema central de vuestro SASE 2014 que precisamente, más allá del debate necesariamente técnico que Uds. están desarrollando, posee un componente fundamental para las Pequeñas Y Medianas Industrias.

Del desarrollo de los denominados “sistemas embebidos” surge una amplísima oportunidad para los estudiantes de desarrollar Pequeñas y Medianas Empresas que nos plantean un enorme desafío de comprensión e inclusión en el sistema de representación gremial empresario.

Así, sin ir más lejos, la Computadora Industrial Abierta Argentina (CIAA) cambia la lógica con la cual se agrega valor a la producción industrial, porque rompe un esquema individual donde cada empresa debe afrontar en soledad todos los costos, riesgos e incertidumbres que conlleva el desarrollo de nueva tecnología, y lo reemplaza por otro colaborativo en el que muchos de esos riesgos y costos se minimizan o incluso desaparecen gracias a esta nueva forma de construir conocimiento.

La problemática industrial debe y deberá enfrentar 3 problemas básicos: el cambio climático que genera con efectos sobre la producción agrícola, las cuestiones sociales derivadas de un uso menos extensivo de trabajadores y la integración del “cloud computing” y los denominados procesos de “supply chain” y de “Demand-chain management” a los procesos productivos.

Pero también, y en particular las PYME, deberán enfrentar el desafío de la asociatividad para acceder al conocimiento. Una asociatividad "abierta".

A su vez, lo más importante de la nueva revolución industrial no es la disminución de la fuerza de trabajo, sino la creciente carencia de mano de obra suficientemente calificada que experimenta. Esta divergencia creciente implica que la disparidad será cada vez mayor a medida que se acelere la nueva revolución industrial. Aquí se encuentra la razón de fondo del aumento incesante de la desigualdad en los ingresos y de allí la cuestión social a resolver.

El modelo de desarrollo capitalista que, ésta nueva revolución industrial genera, es un sistema integrado global de producción que desarrolla dos movimientos simultáneos: fragmenta los procesos de producción y los externaliza.

Esto da lugar a un desarrollo de PYME Industriales cuyas características aún no son bien comprendidas dado el nivel tecnológico que poseen y las demandas y problemáticas que plantea, en particular se instalan como una “cadena de valor” que órbita en torno a la empresa madre (en general una gran corporación)

Su norma directiva es que las pautas de producción, innovación y calificación (reglas de competencia) son las mismas para todos los anillos de la cadena. Por eso, los sectores rezagados se ven forzados a converger hacia los más avanzados (convergencia estructural), o de lo contrario desaparecen del mercado.

En el marco de la nueva revolución industrial, el desarrollo capitalista es un gigantesco proceso de integración, cada vez más acelerado, en el que el punto hacia el que se orientan todos los actores es una frontera siempre móvil, en continua reinvención.

A su vez, el impacto de la nueva revolución industrial en la Argentina obligó a las PYME a requerir a los trabajadores mayor productividad y a las propias empresas inversiones en transformación de sus procesos productivos e innovación tecnológica.

Obviamente, decir que la problemática industrial “ya ha sido resuelta” es referirse a que la solución provino de la dinámica del mercado capitalista, es decir, las más débiles –en general Pequeñas y Medianas Industrias – desaparecieron (o tienden a ser excluidas con el impacto social que ello genera) están enfrentando un cierre silencioso o se deslizan a la marginalidad para poder sostenerse.

No obstante, la Industria Argentina, y en particular la Pequeña y Mediana, muy lejos todavía de las transformaciones estructurales de la Industria mundial tiene una agenda de temas pendientes para poder ir reduciendo la distancia que la separa.

La nueva etapa de la revolución industrial en curso tendrá como resultado final una mayor concentración y centralización no sólo económica, sino que también política que habrá de contrastar con una altísima dispersión social y que ésta tensión entre lo económico-político y lo social tiene a las PYME como protagonistas en la articulación de la resolución de las tensiones que YA se están manifestando.

Dice Jorge Castro en un artículo del 06/07/2014:

Pero lo importante en el capitalismo no es la oferta laboral de la que se carece, sino la magnitud y calidad del poder productivo que le ofrece su fuerza de trabajo. “El capital real no es el capital, sino el trabajo”, dice Marx (Grundrisse). Los productos de alta tecnología no son seres dotados de vida propia, sino la inteligencia imbuida en ellos por una fuerza laboral que ha dejado de operar en forma directa y material y ha adquirido un carácter abstracto y universal. Se ha transformado en “inteligencia colectiva”.

Al hacerlo, se ha convertido en el principal factor de producción, por encima del capital fijo y de la fuerza de trabajo material; y los bienes de alta tecnología que ha creado son un derivado de su excepcional potencia creadora: “nube” /Internet móvil, la maquinaria del siglo XXI.

El predominio de la “inteligencia colectiva” se presenta a través de dos dimensiones: automatización creciente (robotización); y aceleración de la revolución en las telecomunicaciones y el transporte, al punto de que el tiempo aniquila al espacio y la instantaneidad impone una hegemonía sin límites.

La “inteligencia colectiva” deviene en “sociedad del conocimiento” cuando se movilizan, como ha ocurrido en las últimas tres décadas, la totalidad de los recursos intelectuales de una sociedad. Su avance no depende de los mayores medios técnicos, sino del auge extraordinario de la subjetividad –iniciativa, creatividad– de los individuos que la componen.

Se requieren individuos más creativos, más libres.

Esto es lo contrario del disciplinamiento externo y de la automatización forzada, hasta el punto de convertir a la fuerza de trabajo – y ante todo a la vida – en una forma de arte.

De ahí que se haya producido una explosión de iniciativa empresarial en el mundo entero, y que Steve Jobs se haya convertido en el arquetipo de la época.

Los nuevos empresarios digitales (start ups) eran 240.000 en 2008 y treparon a 2,6 millones en 2013 (+ 50% anual); y el año pasado las grandes firmas high-tech compraron start ups por U$S 250.000 millones, cifra que se duplicaría al concluir la década. Así, la fuerza de trabajo se socializa y se intelectualiza, mientras que exige a sus integrantes que sean emprendedores libres y creativos, profundamente individualizados e identificables.

Este es el fundamento del nuevo mecanismo de acumulación global. Esta exigencia no es obra de un impulso ético, sino una coerción impuesta por la necesidad, que son las reglas de la competencia. Esta es una época curiosa que fuerza y coacciona el auge de la libertad.”

Finalmente, el SASE 2014, tanto los anteriores como los que habrán de desarrollarse generan la visibilidad de una nueva estructura industrial y la irrupción en la sociedad del conocimiento como estrategia fundante de la actividad productiva.

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer


[1] Exposición realizada en las Jornadas SASE 2014 - Simposio Argentino de Sistemas Embebidos – Facultad de Ingeniería – UBA