15 diciembre 2012


DIFERENCIAS ESTRATÉGICAS ENTRE LA UIA Y CAME

Hay diferencias irreversibles entre CAME y la UiA. No se trata de las personas, ni de los métodos, ni si­quiera de los estilos. Tal vez sí, es posible encontrar la diferencia en las representaciones: las PYME por el lado de CAME, las corporaciones por el lado de la UIA.

Es obvio que todavia existen PYMES que piensan que es la UIA la entidad industrial por excelencia y no conocen, olvidan o ignoran que "en febrero de 1887 en una asamblea realizada en la sede del Club de Gimnasia y Esgrima, con la asistencia no unánime de socios del Club y del Centro, se fundó finalmente la Unión Industrial Argentina. Ningún miembro fundador del Club Industrial que habían apoyado el proteccio­nismo en el debate de 1876 figuró en esa “fusión”. El “librecambio” y la orientación hacia las “industrias naturales” habían ganado la partida."

No es menos obvio y hasta podríamos decir que De Mendiguren es consistente con las bases fundacio­nales de la UIA al convocar a una mayor integración de los mercados con Brasil (http://www.lanacion.com.ar/1537186-integracion-regional-para-insertarse-en-el-mundo ).

Esa integración, que supone dar por hecha una nueva división regional del trabajo y aceptar que esa divi­sión sea producto de la dinámica de las corporaciones y no del debate sobre las estrategias  de las políti­cas industriales nacionales que definan los roles a desarrollar, de una clara consolidación del mercado interno, de la disposición de una infraestructura apta y eficiente para sostener el desarrollo industrial pro­pio, entre otras cuestiones.

Es eso lo que nos separa irremediablemente de la UIA. Obviamente uno de nuestros trabajos fundamen­tales es trabajar con esas PYME que ven el la UIA su representación, cuando en la "mesa chica" de la institución se programa su desaparición.

Señalaba el Presidente de CAME el pasado el viernes 30 de noviembre en Tecnópolis el Presidente de CAME: "La Argentina está siendo testigo y protagonista de cambios profundos en la forma de concebir los procesos de desarrollo nacional e integración regional.

Durante décadas, en países de menor desarrollo como el nuestro,  estos procesos  estuvieron marcados por la subordinación de los intereses nacionales a los intereses de grupos financieros y económicos, que se beneficiaban cuanto más se liberaran y desprotegieran  nuestros mercados.

Estos sectores bregaban por la integración regional. Pero sin cuestionarse si las condiciones internas y externas que afectaban a las naciones miembros eran las propicias para ese tipo de procesos o si se re­querían corregir asimetrías y distorsiones para continuar.

Por mucho tiempo hemos  observado, repetidamente, cómo diferentes gobiernos en la Argentina y en el mundo se empeñaron por mantener  rígido y estanco el proceso de integración, omitiendo las necesidades propias de cada economía, desatendiendo prioridades básicas y esenciales de sus habitantes, y poster­gando la oportunidad de desarrollar un capitalismo nacional con proyección internacional.”

Osvaldo Cornide señalaba más adelante “A principio  de los años  ´90 se confiaba  en  que la integración entre países crearía mercados regionales más amplios,  más  interconectados. Mercados  que permitirían
obtener economías de escala,  elevar la productividad y competitividad de las PYMES, acelerar el pro­greso técnico, fomentar la especialización, diversificar las exportaciones, lograr una mayor articulación productiva y mejorar la inserción de las PYMES en los mercados extra-regionales.

Para las naciones menos desarrolladas como la Argentina, se anunciaba que la integración dentro del Mercosur sería un trampolín para el despegue económico”.

Señala De Mendiguren en el artículo de La Nación “Hoy nuestra región cuenta a lo largo de todo su territo­rio con la materia prima y la energía necesarias para convertirse en un polo regional de agregación de valor. Estamos en condiciones de proyectarnos hacia el futuro, lejos del esquematismo que nos relega a ser exclusivamente proveedores de commodities. A modo de ejemplo, nuestra región tiene el 55% de las reservas mundiales de litio, un desafío más que interesante para la innovación de matrices productivas en las industrias automotriz y electrónica. Una innovación que extiende sus beneficios desde el mundo de la producción hacia el trabajo, la educación, la ciencia y la tecnología”

Propone allí nuevamente el objetivo de 1887: ser meros exportadores de commodities o de recursos no renovables como lo son las materias primas, y, según De Mendiguren esa es la clave del desarrollo nacio­nal.

Se empiezan a notar no ya diferencias menores, sino que empiezan a desnudarse las diferencias estraté­gicas.

Para De Mendiguren no existen las PYME, no hay en su exposición una sola referencia a cuál ha de ser su rol, su compromiso y su lugar.

Señalaba Cornide en su exposición: “La  Integración  Regional  puede ser un  buen  instrumento para for­talecer el capitalismo nacional. Pero sólo si el proceso funciona  en condiciones óptimas y los países miembros presentan situaciones equitativas.

En ese caso, es de esperar que las empresas crezcan, que las más pequeñas tengan oportunidades de expandir sus mercados y  de  aprovechar las ventajas del comercio internacional, que el tejido productivo se vuelva más eficiente, que la economía sea más productiva, y que todo eso repercuta en cuatro  aspec­tos esenciales para darle sustentabilidad a la dinámica socio-económica: mayor generación de riqueza,  mejor distribución del ingreso, mayor generación de empleo y  menor vulnerabilidad social.”

Para De Mendiguren las condiciones están dadas porque las corporaciones que representa ya están listas para dar el salto, y poco y nada les queda a las PYME de esa acción. Los adalides de ésta “globaliza­ción”dan por hecha la división regional del trabajo y exportadores de nuevos comoditties como biodiesel poco y nada les importan no sólo los miles de puestos de trabajo que generan las PYME sino algo mucho más profundo y estratégico: ser el sustento de la democracia.

Son ellas las que representan el trabajo cotidiano de millones de argentinos y que los gobiernos de base popular deberían convocar para mantener los equilibrios básicos de las luchas de poder que debe soste­ner el Estado con las corporaciones. Decimos “deberían”, porque cuando las PYME son ignoradas, se intenta bastardear su organización convirtiéndolas en meros y malos apéndices estatales ha quedado ya demostrado que la democracia se debilita y se transforma en formas de gobierno que o bien muestran tintes autoritarios o bien, son manipuladas por las corporaciones.

Esa opción que plantea la UIA llega tarde: la globalización ha caído en manos de la crisis mundial qaue una y otra vez hemos descripto en distintos blog. Si podríamos comparar el momento histórico que vivimos en lo productivo, deberíamos hechas una mirada al proteccionismo que se desarrolló entre 1870 y 1914.

La crisis, de carácter estrictamente financiera en tanto requiere la destrucción de una masa singular de dinero especulativo, también alcanza a la industria que debe afrontar una transformación también singular en términos de productividad, innovación y diseño.

Como ha señalado Osvaldo Cornide: “la promoción de una integración regional y mundial que no contem­ple el desarrollo local y las diferentes etapas de desarrollo económico en las que se encuentra cada Na­ción, será una integración estéril.
Como afirmaba el desarrollismo,  los mercados comunes regionales, complemento y síntesis de las inte­graciones nacionales, pero nunca como sustitutivos de ellas, serán instrumentos importantes para promo­ver el desarrollo de la capacidad exportadora e importadora de la región y darle cohesión y fuerza a su presencia en el mercado mundial.”

Las PYME deben prestar atención a estas diferencias estratégicas y deben optar, como señala mario Be­nedetti, de que lado ponen el pie en la amplia grieta que se está abriendo bajo sus pies.

O convalidan el cercenamiento de su futuro con la vana ilusión de recoger alguna miga y mantienen una pertenencia que finalmente las habrá de “dejar afuera” del reparto o se suman al trabajo de construir una sólida economía nacional que las incluya y las escuche.

Estas diferencias estratégicas que señalamos entre la UIA y CAME también se replica en las Cámaras Sectoriales. Nos preguntamos a modo de ejemplo, como pueden convivir en ésta división regional del trabajo que acepta y promueve De Mendiguren los intereses de las corporaciones como ABB con una PYME del sector electrónico, o como pueden convivir las grandes metalúrgicas como Techint con las PYME metalúrgicas.

Ha llegado la hora de “barajar y dar de nuevo”. Las PYME tienen en CAME Industria el lugar apropiado para expresar y gestionar sus intereses.

La elección es vital y los tiempos señalan que hay poco margen para el error estratégico de sucumbir ante los prejuicios.


BESTIAS
Creo que Hobbes gozó de un optimismo inusual. El hombre (ser humano sin distinción de color, sexo o diferencias etnias) da un salto estratégico fundamental. Lejos de ser un "lobo para el hombre", se va "bestializando", va abandonando la posibilidad de ser un animal (de costumbres, predador serial, etc) para pasar directamente a convertirse en bestia.
Lo que Foucault describía como "bio política" ya está dejando de representar la categoría analítica que pretendía describir. 
El grado, y velocidad, con que nos vamos "bestializando" ya deberían ser objeto de estudio de sociólogos, antropólogos, etc.. Este "salto evolutivo" se visualiza con en la denominada "clase política"
Ningún animal, por más predador serial que sea, es capaz de desarrollar ingenierías específicas para aniquilar a sus semejantes. No se conoce que un león, por ejemplo, haya desarrollado una metodología especial para aniquilar y hacer desaparecer de la faz de la Tierra al resto de los leones. Ningun el topo, ese pequeño mamífero de la familia de los Talpidae, se le ocurre poner a todos los topos a cavar para que todos caigan al centro mismo de la Tierra.
Sólo el hombre es capaz de desarrollar metodologías específicas de destrucción de semejantes, llámese, cámaras de gas, cremaciones masivas, matar por hambre, degradación moral y otras formas sutiles pero precisas y efectivas que reclaman una nueva categoría de filos dentro de Animalia. 
En mi opinión deberiamos dejar de referirnos a la "deshumanización" y comenzar a hacerlo como "bestialización", sobre todo de ese particular nucleo social denominado "clase política".
No se trata, lo que señalo, de un ataque de humanismo. Se trata de la mera observación de como lenta, pero sistemáticamente, permitimos, sin oposición alguna, ser reducidos y obligados a convertirnos en bestias.
Tal mutación demanda a los zoologos de una nueva tipología, distinta de la Animalia, que permita incluir ésta degradación que ha superado ampliamente la acotada definición de genocidio adoptada por las Naciones Unidas.
Ver las imagenes de Siria, del paradojal exterminio al que Israel somete al pueblo palestino, de las inmensas villas miseria que configuran la geografía latinoamericana donde ya no es solo el hambre el instrumento genocida, sino que  se le ha sumado la trata de personas. Una mercantilización de lo humano que ni Marx pudo imaginar y que ha superado largamente la mita y el yanaconazgo de los conquistadores.
En fin, hemos dado un salto tecnológico, ya no alcanza la política de exterminio nazi o turco aplicado sobre la base de una pertenencia específica a una etnia. Aquel fue el inicio, el punto de partida, la tecnología a superar. Hemos sido y estamos siendo eficientes y eficaces.