28 diciembre 2008

EL TIEMPO EMPRESARIO ES AHORA

Y finalmente, la escena quedó al descubierto.

Tras 5 años de “crecimiento” continuo, todo parecía indicar que se estaba frente a un nuevo ciclo y, obvia­mente, ante un nuevo y mejor desafío.

Parecía un hecho que había llegado el momento de debatir cuestiones más estructurales y estratégicas. Más aún si se revisa la información periodística, podrá verificarse que la denominada “distribución del ingreso” había logrado alcanzar fama, aunque más no sea como cita discursiva.

Pero “los fantasmas”
[1] recorrían –y recorren - y acechaban –y acechan – el futuro y nuevamente la sustentabilidad de las Empresas y en particular, la de las PYME es puesta a prueba..

Decíamos a principios de agosto de 2008 “Pero esta vez, a diferencia de los acontecimientos de 1998-2003, en que todas las Empresas, sin dife­renciación, fueron afectadas, en ésta oportunidad, el modo de expresión de la crisis tendrá alto grado de selectividad, es decir, no será a todas, sino a algunas y lejos de encontrar solidaridades o promover con­sensos, en ésta instancia, se habrá de exacerbar la compe­tencia de un modo radical. Las soluciones no serán genéri­cas, sino para algunos y algunos otros, desaparecerán de la escena empresaria.”

La “no homogeneidad” y las asimetrías que se derivan plantean desafíos de comprensión y decisión nunca antes vistos en la economía y la política argentina.

Los escenarios, que algunos suponen cambiantes e inesta­bles, poseen sin embargo, ciertas regularidades que permi­ten, puede decirse paradójicamente, establecer regularida­des y certezas capaces de convertirse en insumos funda­mentales para la sustentabilidad de las Empresas.

Escribíamos en Agosto de 2008, “El rasgo de “montaña rusa” que refleja la economía nacional, induce a desarrollar una exacerbada inclina­ción al corto plazo, y relega la importancia de des­arrollar estrategias de mediano y largo plazo, planes de contingencia y a no ver que los cambios en la estra­tegia económica son de tal magnitud que la capacidad de adapta­ción a veces no es tan elástica y rápida como debería ser.”

Algunos meses después, la situación parece haberse agra­vado por el impacto de la crisis económica internacional.

Los diagnósticos, análisis y respuestas tuvieron como rasgo común la incomprensión sobre la funcionalidad sistémica de las rupturas y discontinuidades que quedaron al descubierto.

Ni el capitalismo ha llegado a su fin, ni tampoco, puede pensarse en un eterno “status quo” que garantice que pa­sada la tormenta, todo volverá por sus fueron a ser como era entonces.

El capitalismo, como forma hegemónica de organización social, esta de modo constante mutando, adaptándose a nuevos desafíos y amenazas. Si algo atraviesa de modo permanente su estructura es la tendencia a la concentración y centralización, que en éstos tiempos resulta más evidente que en otras donde la dinámica resulta más larvada, menos obvia.

Por eso, las políticas keynesianas que se han puesto de moda entre la dirigencia política son inútiles en éstas condiciones históricas del capitalismo. Solo la ignorancia de la clase dirigente, la falta de escrúpulos y la necesidad de disponer siempre de un conjunto de laderos y juglares que sin reparos éticos justifiquen las absurdas decisiones que se toman hacen que para la Argentina los tiempos sean no sólo más difíciles sino que también estos se hagan infinitos.

La complejidad de estas tendencias y contra tendencias, la dificultad para ver en lo obvio, su contracara, lo inexplicable hace cada vez más difícil, pero no imposible, el desarrollo de una visión clara que permita dar sustentabilidad a los planes y proyectos que, pese a la turbidez del ambiente, resulten exitosos.

Obviamente no serán estas políticas gubernamentales las que permitan dar un giro copernicano a la realidad. No serán tampoco las absurdas explicaciones de sus predicadores los que alteren, modifiquen o transformen éste ciclo del desarrollo capitalista.

La cadena de dislates presidenciales que van desde el burdo papelón internacional (efecto jazz), pasando por la ignorancia puesta en evidencia cuando se señaló lo innecesario de un Plan B, las pretensiones profesorales sobre política económica frente a los líderes mundiales, ni la falta de respeto a sus colegas reflejada en las sistemáticas llegadas tarde y que concluyen en estos días con el afán de anunciar medidas pueriles, de imposible implementación, renovar promesas incumplidas creyendo que los ciudadanos carecemos de registro de tanta falta de respeto.

Por eso, en nuestra visión, éste es el Tiempo Empresario.

Es el tiempo de emprender nuevos caminos, desarrollar nuevas soluciones, buscar alternativas, proyectar, no tener duda alguna sobre “levantar la persiana todos los días”, incorporar diseños e innovaciones, intentar ganar nuevos clientes y mercados, trabajar intensamente en la mejora de la competitividad, propia como externa, mostrar templanza y audacia a la vez, controlar la ansiedad pero mostrarse impaciente.

Es el tiempo de ignorar tantas afrentas, tanto abandono y tanta soberbia y avocarse a lo que importa: la Empresa como fuente de rentabilidad, de empleo y de creación de riqueza. La sociedad en su conjunto lo requiere en forma urgente.

Es tiempo de movimiento, de acción intensa y continua. Requiere mirada amplia y mentes abiertas

Decíamos en Agosto de 2008 y decimos hoy:

“Finalmente, ¿cuál es la mejor metodología para evitar o minimizar el impacto de los cambios en curso?

Para nuestro desarrollo profesional sería muy obvio decir: ¡contrátenos! No alcanza.

“Hay que interactuar en el sector, monitorear la diná­mica y por eso es fundamental, desarrollar buenos canales de comunicación y consulta.

Participar en las Cámaras Empresarias regionales y secto­riales, inten­si­ficar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

Visitar exposiciones, escuchar voces diversas, preguntar y preguntar. Desarrollar un equipo de crisis con los socios y colaboradores para analizar y evaluar estrategias y alternati­vas. Facilitar el diálogo interno en la Empresa, escuchar, darle valor a las voces de los colaboradores es de singular importancia y trascendencia. Incluir, mediante el diálogo, mejora la eficiencia y el compromiso del “capital intelectual” que dispone.

Finalmente, no se asuste, sólo se trata de una crisis. Vendrán otras, con éstas u otras características y desafíos. Prepararse para superarlas es parte de la tarea que exige ser Empresario y éste es el momento de demostrarlo.”
[1] Tenemos en nuestra mente los “fantasmas” que acechaban a Hamlet o los que describió Marx para Europa. Unos y otros anunciaron tragedias.