LA INDUSTRIA 2018 – EL FIN DE LAS DICOTOMIAS
Ni
“naturales” ni “artificiales”, INDUSTRIA
En no más cuatro días, desde diversos
ángulos de la información cotidiana se recordará el Día de la Industria.
Funcionarios, dirigentes empresarios y
hasta sindicales, políticos de la oposición de todo pelo y color, periodistas
especializados y no tanto, profesionales de la Academia, etc., etc., se
referirán de las más diversas formas y tonos sobre el tema y en éstas
circunstancias, que aunque parecen una mera repetición de ciclos históricos ya
vividos[i] nada es tan distinto como
el propio dilema que planteaba uno de los mayores defensores de la Industria:
Carlos Pellegrini. Decía éste prohombre en el debate parlamentario de 1876:
“¿Es que la República Argentina está condenada
a ser una granja atrasada de un imperio fabril? Solo la industria y el trabajo
pueden aumentar las fuentes de riqueza de un país. ¿Cuál es la posición de las
grandes naciones industriales con relación a las naciones manufacturadoras el
día que no le diéramos la materia prima con que alimentan sus fábricas, irán a
buscarla a otra parte? Todo esto demuestra que tenemos el deber de procurar por
todos los medios posibles hacer que en el porvenir no seamos solamente una
nación de pastores, que seamos también una nación de obreros"
Como señalábamos en 2009 al referirnos
al Día de la Industria y a ese debate,
“La base de la disidencia era el debate
sobre si las industrias debían ser las “naturales” (es decir ligadas al sector
agropecuario) o “artificiales”, es decir orientadas transformar aquellas
materias primas que la Argentina no producía o producía poco y que requería un
decidido apoyo estatal.
La dinámica del desarrollo capitalista
saldo la disidencia, ya no sólo en la Argentina, sino a nivel global.
Desde las dicotomías de Pellegrini,
hasta los que pensaron y creyeron que ser “una Nación de obreros” implicaba una
organización política basada en la fantasía de “vivir con lo nuestro” que
implicaba un desarrollo industrial Estado-dependiente pero no de apoyos y
contribuciones en materia de innovaciones o mejoras de la productividad total
de los factores, sino de un desarrollo empresarial (especialmente industrial)
cargado de prebendas, restricciones y opacidad que marcó hitos que no debemos
olvidar como la prácticamente quiebra de una herramienta fundamental para el
desarrollo industrial como lo fue la Corporación de Crédito Industrial - Banco
Industrial - Banco Nacional de Desarrollo como resultado de la morosidad, el
desvío de los fondos otorgados a actividades no específicamente industriales,
etc.
Pensar la industria hoy implica no sólo
ponerles números a las etapas (Industria 4.0, etc.) sino requiere al menos 2
requisitos básicos para la propia Industria:
·
Incremento
permanente de la productividad total de los factores de producción[ii]
que permita mejoras permanentes en la rentabilidad empresaria y que ésta sea
aplicada a:
o
una
mejora permanente en la solvencia de sus trabajadores (para sostener una
demanda amplia y sofisticada) y simultáneamente
o
aplicar
esos mejores resultados a la acumulación de capital
·
Lograr
que esas mejoras de productividad se trasunten la integración a las “cadenas de
producción globales”, que implica que la Empresa y el propio empresario
desarrollen un cambio de sus estructuras culturales y mentales que les permitan
concebir una economía absolutamente abierta a la dinámica productiva (más allá
de esta etapa de “nacionalismos económicos”, protecciones arancelarias y no
arancelarias, etc.) y abandonar definitivamente la nostalgia de un “nanny
state” irremediablemente quebrado e incapaz de sostener los resultados de ése
“populismo productivo” cuyo resultado dramático podemos sintetizar en más de un
tercio de la población sumida en la pobreza y la marginación. No pretendo
denostar a Pellegrini -su aporte a la nación es invalorable- pero la “Nación de
obreros” que era su sueño concluyó en una “Nación de pobres”.
La historia del desarrollo capitalista
muestra una continuidad que ha muchos sorprende por su “velocidad” pero desde
sus albores, la Industria como transformadora de la naturaleza para la
obtención de las “cosas” necesarias para la vida y su reproducción superando la
dicotomía entre Cazadores” y “Agricultores”, poniendo fin a etapas de pestes
que diezmaban a las poblaciones no mostró, ni sus momentos más difíciles,
signos de detenerse ante incluso transformaciones dramáticas como por ejemplo,
el impacto que causó la escisión entre actividad financiera y actividad
industrial.
Esta bueno, y lo comparto, dedicar un
Día a la Industria de modo específico y reflexionar sobre su derrotero, pero
entendemos que sería de suma importancia que los Industriales Argentinos
dediquen este momento a la reflexión sobre como han de ser sus decisiones hacia
el futuro en vista de lo que propone y surge dinámica industrial.
Finalmente, no quiero que se imaginen,
piensen o concluyan que concibo a la Industria como existiendo en una “burbuja”
ajena a un contexto institucional contradictorio, inestable, que genera más
incertidumbre que certezas. Sobre el particular dos cuestiones finales:
·
La
historia de la industria muestra cómo, ya señalamos, momentos plagados de
tensiones, restricciones y contradicciones, pero no por ello se detuvo. ¿Hubo
retrasos? Sí los hubo, pero no alteraron su curso, aunque debió afrontar
mayores costos y algunos sucumbieron por razones propias o muchas veces como
resultado de políticas públicas que, intentando “protegerlos” los sumieron en
el atraso.
·
Aquí
sí, una referencia específica a las PYME. Son éstas las mediadoras en la
mayoría de las cadenas productivas industriales (por no decir productivas) y
son éstas las que con ese rol deben contribuir a fortalecer las Instituciones
mediadoras con el Estado y sus diversas expresiones. Cuando los industriales y
en particular las PYME, se auto-marginan e individúan en el imaginario que sola
podrán afrontar los desafíos que describimos, se auto infringe daños
irreparables. El fortalecimiento institucional de la representación de las
PYME, como verdaderas protagonistas del desarrollo industrial en este momento
histórico es estratégico. El aislamiento, la omnipotencia o la autocompasión
tienen un único destino: sucumbir al “tsunami” permanente que es el desarrollo
industrial.
Lic. Carlos Guillermo Schwartzer
[i] Quien esto escribe remonta su memoria al don Álvaro
Alsogaray, el invierno y una devaluación que puso el dólar a $82,50, un dislate
enorme para aquellos viejos tiempos donde hasta la actualidad no sólo han caído
hojas, sino que también cero
[ii] Originalmente los factores de producción se sintetizaban
en “tierra-trabajo-capital” asignándole a cada uno de ellos una “remuneración”.
Se ha sofisticado el concepto, pero no su sentido. Hoy -por ejemplo- el factor tierra
no sólo responde a los criterios clásicos y ricardianos de renta absoluta y
diferencial, sino que en forma creciente este factor refiere su productividad a
la incorporación de capital (maquinaria, metodologías, bio-tecnología, etc), De
igual modo el “trabajo” (“labor”) ha ampliado y sofisticado su integración y su
remuneración, incorporando a quién es el “organizador de la producción”
(capitalista) como un “trabajador más” al que debe remunerarse. Finalmente, el
“capital” refiere a que quién “anticipa” los medios de producción (concepto que
se remonta a la Fisiocracia) requiere obtener su ganancia. Un aspecto ya puesto
en evidencia por los cepalianos sesentistas en América Latina, fue la
“clasificación” de los trabajadores en “calificados” y “no calificados”. Esta
diferenciación es la base de una “brecha” dramática para el diseño de las
políticas públicas en materia de empleo.