02 diciembre 2020

 

DIA DE LA INDUSTRIA 2020:

COMPROMISO PERMANENTE CON LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO


 

–Nadie corta un trozo de un vestido nuevo para arreglar un vestido viejo. De hacerlo así, echará a perder el vestido nuevo; además el trozo nuevo no quedará bien en el vestido viejo.

Lucas 5:33-39

-       Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

 Marcos 2:22

Buenos días.

Un saludo y un gran abrazo a todos los Industriales Argentinos.

 

Un día como hoy, desde 1941, tradicionalmente se celebra como Día de la Industria una supuesta primera exportación de productos locales hacia Brasil. La verdad histórica develó que ésa “exportación” no era más que un mero acto de contrabando.

 De ninguna manera, aunque convencionalmente se tome este día, saludo a contrabandistas. Ser Industrial implica una ética y responsabilidad por el trabajo

Sin embargo, el Poder Ejecutivo en el año 1946 a decretar (Decreto del 12/09/1946) que el Día de la Industria Argentina era el 6 de diciembre fecha del año 1793 en la cual, el doctor Manuel Belgrano fue designado secretario del Consulado con el objeto de poner en evidencia el profundo cambio político en curso y que lo llevaría a diferenciarse de modo absoluto de las ideas y concepciones que se tenían sobre el desarrollo industrial argentino durante la denominada “Década Infame”, pese a que en los años inmediatamente anteriores, se había creado la Flota Mercante, se había ampliado la fábrica de acero de Valentín Alsina y fundado la planta siderúrgica de Zapla y se le había dado impulso a Fabricaciones Militares, bajo la impronta de verdaderos impulsores de la Industria Argentina como el Gral. Savio.

Las fechas suelen ser importantes, tal vez en éste nuevo tiempo, en ésta “nueva normalidad” que se profetiza y predica ¿deberíamos buscar otro momento de celebración?

En lo personal me inclino por retornar a celebrar, y también recordar su visión, a Manuel Belgrano: su concepción sobre la necesidad de la transformación industrial de las materias primas, pero también -aunque menos conocido su visión fisiócrata sobre el concepto de anticipación del capital -inversión- para el fomento de la producción y la industria.

Desde el famoso Debate de la Tarifa Aduanera de 1876 que logró fijarla en un 40% para proteger el incipiente desarrollo de las industrias propias y que llevó a Carlos Pellegrini a señalar: “¿Es que la República Argentina está condenada a ser una granja atrasada de un imperio fabril? Solo la industria y el trabajo pueden aumentar las fuentes de riqueza de un país.” En su visión -para nada equivocada – debíamos procurarnos “… por todos los medios posibles hacer que en el porvenir no seamos solamente una nación de pastores, que seamos también una nación de obreros".

Casi 150 años después las ideas de Pellegrini tienen un valor incalculable, pero es imprescindible reflexionar sobre cuál es el sendero para recorrer para que podamos llevar adelante el mandato de éste verdadero prohombre y no seamos una “granja atrasada” y sí, una Nación donde la creación de riqueza se funde en la Industria y el Trabajo.

Esa reflexión me lleva hoy a pensar en una nueva industria ¿cuál?

Las tragedias -que finalmente se constituyen en grandes crisis- que deben enfrentar las sociedades más allá de sus convicciones o visiones, llámense guerras, pandemias, etc, abren, a lo largo de la historia enormes oportunidades. No se trata de repetir sonsamente “crisis es oportunidad”. NO.

Toda crisis es dramática y esta inscrita en ella que existen dos momentos estratégicos: el estado de las cosas cuando ésta se produjo y el momento donde como lo escuche en el ambiente familiar: no todos los que van a la guerra, vuelven. “Los que vuelven”, aunque fisonómicamente parezcan los mismos, son distintos. La post crisis instala de modo inmediato y sin posibilidad de romanticismo alguno nuevas visiones, nuevas ideas, incluso una revalorización del fracaso.

Las crisis no generan una suerte de “trade off”, de compensación para aquellos que lograron superarla y esperan que se les reconozca o premié la templanza, el aporte o el valor de haberla superado. NO.

La post crisis -ese momento de control de daños y abrazos con los que volvieron, plantea de modo inmediato y sin resquicio espacio-temporal alguno nuevos desafíos, nuevas demandas, nuevas soluciones y hasta ofrece -diría por el mismo precio- la posibilidad de una nueva crisis cuyo objetivo sea separar los triunfalismos sin fundamento de aquellos que inmediatamente se muestran dispuestos a iniciar la construcción de lo nuevo.

Lo subrayo, la templanza, los aportes o la audacia y valentía de haberse puesto al frente de las crisis (sean estas tragedias colectivas o eventos de impactos de largo plazo en la organización histórico social) no genera derecho ni ventaja alguna sobre el momento posterior a haber atravesado el momento dramático de la crisis. (suelo decir que la alegría o celebración por haber atravesado el puente que permitió llegar al otro lado) nada dice de los siguientes eventos, casi siempre titánicos, que han de sobrevenir en lo inmediato.

Argentina, inicia por necesidad en las primeras décadas de siglo 20 un desarrollo industrial basado en la sustitución de importaciones y que se aceleró tanto por la WW1 la entre guerra y su crisis (la del 20 y la del 30) y posteriormente la WW2.

A lo largo podríamos decir de más de 50 años Argentina desarrollo un entramado industrial que, en forma paralela, fue conformando un entramado sociodemográfico cuyo fundamento era la demanda de empleo industrial.

Lo que hoy llamamos AMBA se convirtió en un polo de atracción de oportunidades y futuro para millones de argentinos que a lo largo de gran parte de ése período dieron paso a una corriente migratoria interna pero que, en el momento en que la política de sustitución de importaciones comienza a mostrar su fragilidad y demanda políticas de desarrollo más enfocadas al “mundo” y no al mercado interno desnuda una debilidad institucional (pero también social y de oportunidades para el desarrollo económico) estructural en la República Argentina. 

La Nación Argentina muestra una región central dinámica en la cual el desarrollo político institucional imaginó, creo, y puso en acción un conjunto de políticas públicas que lograron mostrar la viabilidad y factibilidad, pero también la consistencia y sustentabilidad de políticas de desarrollo industrial que lejos de fomentar el desarraigo y la migración de sus habitantes fomentaban la creatividad, las oportunidades y el fortalecimiento de los núcleos poblacionales. 

Como contraste, las políticas públicas -ante la decadencia del modelo de sustitución de importaciones y las transformaciones en los paradigmas productivos- desarrolladas por diversas provincias continuaron sin elaborar planes o programas de inducción a la inversión industrial y fueron pasivas a la continuidad de la migración interna hacia el AMBA incapaz ya de absorber ésos flujos migratorios que al asentarse carecían toda posibilidad de acceder a mínimos indicadores de habitabilidad (infraestructura. Empleo, educación, etc) 

Obviamente la infraestructura ya sea productiva o socio habitacional que requerían enormes inversiones siempre quedaron postergadas y ello conspiró muy fuertemente -y lo hace hoy día- entre otras razones- contra la competitividad de las PYME y fomento una política poblacional sin acceso a los servicios básicos (agua, cloacas, salud, etc). 

En este punto es importante, desde mi punto de vista y en línea con lo observado en la definición de las agendas gremiales empresarias de los últimos 40 años, la existencia de una suerte de “desacople” entre las demandas del sector productivo y la realidad socio-habitacional circundante. 

El atraso de la infraestructura, tanto vial como ferroviaria y aérea significaron un argumento más que eficiente para ver “caviar” de proyectos industriales a las provincias que más lo requerían. El “cálculo político” de sostener reelecciones con empleo público expone hoy el atraso y la marginalidad 

Muy pocas Cámaras incluyeron en sus demandas institucionales las mejoras ambientales o de desarrollo de infraestructura sanitaria, habitacional, etc como parte del diálogo que sostenían con las Autoridades locales. Se dio algo así como una autonomización de los intereses y, en general, no se llegó a comprender la situación socioeconómica, socioambiental y de déficit de infraestructura que finalmente, el desarrollo de la crisis productiva y su acelerador: la cuarentena pondría en el escenario y que resulta imposible soslayar. 

Señalamos al inicio la necesidad de pensar una nueva industria ¿Cuál? 

En primer lugar, la Industria Nacional – a través de sus instituciones – debe promover del modo más urgente una transformación cultural profunda que permita que la sociedad en su conjunto internalice y comprenda el significado de la relación producción (agropecuaria-industrial-comercial y servicios) como fuente única de construcción de riqueza y garantía de bienestar. 

Prefiero no ingresar en este terreno, pero no puede soslayarse. 

Desde la política económica de la última dictadura representada por las ideas de Martinez de Hoz, Walter Klein entre otros la sociedad en su conjunto incorporó un rasgo que define aún hoy el desarrollo capitalista denominado “neoliberal”. Sin entrar en tan arduo debate sobre el significado y consecuencias e impactos de esta versión del desarrollo histórico. 

Ese rasgo de la economía mundial que muchos atribuyen o datan en las llamadas “reganomics” (inicio de los 80, aunque las ideas implementadas ya venían siendo difundidas por ciertos sectores del pensamiento económico agrupados, en otras, en la Sociedad Mont Pelerin) dio paso a un gravísimo error que aún hoy es un determínate activo de muchas políticas públicas: la financiarización del conjunto del sistema económico que implicaba que la creación de valor no se daba en la producción sino en las cotizaciones y expansión de los llamados derivados monetarios y financieros. 

Sintéticamente: el Gerente Financiero pasó a alzarse con el protagonismo en detrimento de los Gerentes de Producción o Diseño o Ingeniería e Innovación. El debate con el Oficial de Cuentas del Banco se convirtió en la principal actividad del Empresario PYME marginando el debate con sus proveedores por la calidad o con sus ingenieros de producción. 

Desenmascarar, pero también desmontar este paradigma y sus implicancia e impactos demanda una gran responsabilidad por parte del conjunto de la comunidad productiva que incluye necesariamente al Estado en todas sus jurisdicciones. 

Comprender este punto implica reconocer que sólo se puede distribuir aquello que es producido sobre la base de la transformación sea de la naturaleza o de sus productos por el trabajo humano ya sea que éste se exprese en manualmente o a través de las máquinas en cualquiera de sus formas, también ellas producto de la inteligencia, creatividad, imaginación y trabajo humano. Como nos señalaba Pellegrini, más allá del estamento que se ocupe, seamos una “nación de obreros” 

Un segundo aspecto que requiere de modo urgente ésta nueva industria es desarrollar nuevos acuerdos territoriales tanto con las autoridades locales como con las organizaciones de la sociedad civil. No es novedoso, pero hay que re imaginarlos a la luz de las enseñanzas que deja esta tragedia. 

El futuro parece -aunque aún de modo borroso- mostrar un cuadro de enormes dificultades y conflictos empresarios sin saber aún el modo en que se desarrollaran, simultáneamente esa problemática productiva traerá consigo una variedad compleja de problemas sociales, educativos, desempleo, marginalidad, crecimiento de formas complejas del delito y la inseguridad ciudadana con los que dolorosamente deberemos convivir. 

De allí que la “nueva industria” más allá de sus compromisos, responsabilidades y diseños propios debe incorporar estas problemáticas que hacen de modo directo, indirecto, brutal o sutilmente a su competitividad 

Paralelamente ese desempleo ya posee un rasgo: frente a los nuevos paradigmas productivos, las nuevas metodologías ligadas a la informática, la robotización e incluso a la IA y a IoT estamos frente a trabajadores que en su gran mayoría están descalificados para abordar tareas productivas 

Ante este panorama los sectores productivos, y en particular la Industria debe asumir compromisos activos y responsables. No basta con participar marginalmente de una Oficina de Empleo o Bolsa de Trabajo. Hay que exponerle a quienes diseñan las políticas públicas el compromiso y la capacidad para contener y transformar una realidad que finalmente retroalimentara la complejidad socioeconómica. 

Hasta acá, aunque podemos darle mayor precisión se detallan lo que llamamos los compromisos institucionales. Las Cámaras Empresarias -en todos sus niveles- tienen una responsabilidad trascendente y que no puede ser ignorada. 

Pero pasemos a la que denomino la cuestión dura del momento. 

Pongámosle algunos determinantes al “momento” que podríamos considerar los supuestos de nuestra visión. 

1.    Alto nivel de endeudamiento de las familias

2.    Bajo nivel de solvencia y perdida de los niveles de “scoring” en el sistema financiero

3.    Alto nivel de incertidumbre sobre su estabilidad en el empleo y simultáneamente, su posicionamiento, a nivel de habilidades técnicas- ante la altamente probable reconversión productiva de sus empleadores

4.    Perspectivas de asimetría entre sus salarios y los niveles de inflación esperables

Estos, y otros indicadores que se habrán de conocer en los próximos días mostraran una demanda -en el mercado interno- en extremo frágil, cautelosa, poco propensa a expandir el gasto en consumo que anticipan seguras caídas importantes en las ventas de los comercios de proximidad, e incluso en las grandes superficies donde el consumo de marcas propias o segundas y terceras marcas incrementarán su protagonismo. Es posible cierta estabilidad en las ventas de alimentos y primera necesidad en el canal mayorista alentados, tal vez, por mejores precios. 

En éste “mercado interno”, a la larga el mercado objetivo de muchas PYME, las políticas públicas que se espera se propongan no animan nuestro optimismo dado que la “sensibilidad” de los consumidores ante éstos incentivos se encuentra en “estado de alerta” lo que no quita que una franja que se auto perciba con menor nivel de incertidumbre las utilice con cierta intensidad pero no se obtendrán los niveles de respuesta esperables. 

Sin embargo, reeditar acciones como la de encarecer la importación de libros mediante derechos especiales no resolverá las dificultades estructurales del sector editorial y contribuye a reforzar la idea de la acción lobista autonomizada de las necesidades y demandas de los consumidores de libros. Muestra desesperación y la contraprestación por favores recibidos que una política pública orientada a fortalecer y desarrollar el sector editorial 

Como ya dijimos en el conglomerado PYME de empresas industriales hay un importante grupo de ellas que, a modo individual e interpretando adecuadamente la dinámica de los procesos productivos ya, desde bastante tiempo antes de la crisis que citamos no se vieron afectadas estructuralmente por el acelerador que impuso la tragedia sanitaria y su manejo por parte de las autoridades políticas en sus diversas jurisdicciones. 

Sin embargo, ese conglomerado debe encontrar la forma de recuperar y fortalecer su capital de trabajo y esa demanda de este núcleo dinámico es parte de una demanda genérica del sector productor: recomponer el capital de trabajo para intentar reponer el ciclo productivo. 

¿Cómo responder a esa necesidad? 

La cuestión va más allá de una moratoria que alivie las obligaciones monetarias. Se requiere una política de crédito público orientada a recapitalizar el entramado empresario. 

Simultáneamente surgen cuestiones ligadas a un viejo planteo personal y que no me trajo satisfacciones: hay que sentarse a debatir la matriz industrial y analizar y determinar prioridades basadas en dos restricciones: la escasa capacidad del Estado para generar el Fondo de Capital y la demanda de divisas que requiere la industria integrada a las cadenas de producción global. 

Muchos señalan que ese modelo caducó. En mi visión pausa, control de daños y reestructuración de diseños, productos y metodologías no sólo no indican el final, sino que auguran una nueva etapa aún más cerrada a la participación. 

La Industria como actividad y los Industriales como actores protagónicos deben necesariamente, pero en realidad, obligatoriamente, en pensar, proyectar, diseñar sus estructuras productivas, más allá de su tamaño, en la búsqueda de metodologías de integración a la dinámica de la economía mundial, con sus contradicciones y conflictos, pero también con sus oportunidades. 

En Argentina hoy, la Industria no genera el flujo de divisas que demanda para su funcionamiento y tracciona recursos generados por otros sectores. Esa metodología que podríamos considerar como “subsidios cruzados intersectoriales” ya no es ni sustentable ni posible de sostener. La Industria debe salir al mundo a buscar sus propios recursos.

En éste punto, los Industriales deben derrumbar viejos muros que los mantienen aislados. La ASOCIATIVIDAD, debe abandonarse ese temor atávico al “otro” como amenaza, como “enemigo”. Ese “otro” puede ser o es un competidor, pero también, ante determinadas circunstancias poder constituirse en el “compañero de ruta indispensable”. Si algo ya se ha instalado en las relaciones económicas es que los acuerdos, tratados, etc no responden a cuestiones ideológicas cargadas de dogmas y viejas consignas, NO. 

Lo que nos espera cuando esta tragedia haya llegado a su fin es una multipolaridad donde todos hablan con todos. Imaginar que podremos imponer la palabra es garantizarse, la soledad, el silencio y un ostracismo que profundizará nuestros pesares. 

El debate aún no empezó porque aún no sabemos quiénes estarán en él futuro próximo ni en que estado, pero de algo estamos seguros: quienes lleguen, como lleguen no habrán de tener la pausa ni la compasión de una dinámica productiva que los obligará a encontrar nuevos caminos, nuevos productos, nuevas metodologías productivas y, básicamente, nuevos compromisos y responsabilidades con el entorno socioeconómico. 

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer 

Colegiales, 2 de septiembre de 2020

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.