POLITICA INDUSTRIAL ¿CUAL?
La aprobación de la Ley de Economía del Conocimiento es un paso singular y
que, podríamos decir "silenciosamente" expone otro paso en la
reconfiguración de la matriz productiva.
La primera señal de
esa reconfiguración fue la convocatoria presidencial a convertirnos en el
“supermercado del mundo”
El sector
agrícola-ganadero es el sector donde Argentina posee "capacidad productiva
natural" a lo que se sumó la incorporación del valor agregado de los
avances científicos (sector del conocimiento) en genética, biotecnologías, etc.,
tanto vegetal como animal.
De allí surgió el
desafío a la industria. Agregar valor y participar en el desarrollo y
sofisticación de esas capacidades naturales.
Por ahora la
respuesta es bastante limitada. Los resabios conservadores de la dirigencia
industrial empresaria sectorial fue más intensa en la búsqueda de excusas que en participar.
La pregunta es ¿que
está sucediendo o de qué modo el resto de los sectores industriales, participan
de esta reconfiguración de la matriz productiva?
En los hechos, y
pese a que el ministro Sica es un especialista, nada o tal vez deberíamos
afirmar que lo que se está haciendo en materia de política industrial esta bajo
una suerte de “laissez faire, laissez passer”, cuyos impactos y resultados no
son indeterminados o desconocidos.
Este tipo de
“política industrial”, ha significado generar bolsones de corrupción,
perversiones de todo tipo y ha abierto espacios de clientelismo de singular
importancia que fundaron un “empresariado prebendario” que muy lejos de la
dinámica capitalista, se dedicó, incluso, a “profesionalizar” la captura de los
recursos públicos en todos sus niveles.
Obviamente, como
señalamos, (y que no justifica en nada la cultura empresaria cuyo fin es la
captura de renta y no la generación de ganancia) del otro lado del “mostrador”
se desarrolló un sistema “tecno-burocrático” cuya razón de ser era y es, “te
invento el problema, te vendo la solución”.
Estas “opacidades”, “claroscuros”
en la gestión son parte del llamado “riesgo país” que son puestos en la balanza
cuando se proyectan o evalúan las inversiones en particular en el sector
industrial dada su lenta maduración.
Todo hecho bajo los
efectos de silencios, negaciones, de discursos ampulosos y estridentes. Todo
desarrollado en otras ocasiones bajo slogans del tipo “vivir con lo nuestro”,
“sustitución de importaciones imposibles” o financiamiento a sectores o empresarios
amigos desde el Estado (recordar por ejemplo el fracaso final plagado de
impagos del BANADE o las morosidades acumuladas en el banco Nación) también
acompañados de subsidios y protecciones que fueron elaborados, a lo largo de
los años, por “prestigiosos” ministros del “no hacer” (en los hechos la forma
sintética del laissez faire, laissez passer”.
Debe existir una política
industrial explicita: Si. ¿Es esta? No estamos de acuerdo, pero….
…pero entre los que
reclaman por ella y utilizan el mascarón de proa de los empleos perdidos se
esconde una muestra de su perversión: a lo largo de la historia del desarrollo
industrial (no sólo en la Argentina) la industria ha demandado cada vez menos empleo
por diversas razones, desde los desarrollos tecnológicos, de producto, diseño,
innovación -casi siempre disruptiva- de demandas de la propia sociedad, etc.
(ver, por ejemplo, http://focoeconomico.org/2017/06/22/empleo-industrial-su-tendencia-de-largo-plazo/
).
El avance del
capitalismo de plataformas y la existencia de una verdadera “revolución
industrial” en el ámbito de los materiales y el conocimiento, los modelos de
producción bajo “supply chain” (incluimos también los modelos basados en block chain
fundamento del desarrollo de las criptomonedas) o modelos de gestión basados en la denominada “cloud
computing” que promueven la descentralización / deslocalización de la
producción, entre otros desarrollos ponen en evidencia la inviabilidad de muchas
empresas dentro de los sectores/ ramas.
Lo cierto es que el
avance de la llamada “revolución industrial 4.0” ha reforzado una tendencia
histórica del desarrollo industrial: el avance del sector de los servicios
industriales que lleva implícita una menor demanda de trabajo dirigida a los
sectores menos calificados.
Como señala el
cofundador de Worcana, Guillermo Bracciaforte (El Cronista – 30/05/2019):
“La economía basada en conocimiento es un
sector de la industria que genera valor mediante la aplicación de determinados
conocimientos.
El software, la robótica, la biotecnología,
la inteligencia artificial y las producciones audiovisuales son algunos
ejemplos de industrias del conocimiento. En ese sentido, en observamos un
fuerte crecimiento en la demanda de trabajo en categorías como IT y
programación, diseño web y multimedia. La transformación digital ya es un hecho
que atraviesa todas las áreas de la sociedad y está presente en cada eslabón de
la cadena de valor.”
Mientras tanto, los
datos describen, en el aquí y ahora, otra realidad. Las pérdidas de empleos
registrados son crecientes y nada indica que habrán de revertirse en el corto plazo.
El Informe sobre empleo que dio a conocer la Secretaría de Transformación
Productiva del Ministerio de Producción y Trabajo refiere que en un año se
perdieron más de 200 mil puestos de trabajo registrado.
Pero el Informe es
incompleto. Por ejemplo, ¿cuánto de los empleos perdidos se deben a la
reconfiguración productiva en curso, más allá que las políticas públicas sean
explicitas o no?
Y simultáneamente, ¿las
pérdidas de empleos son el resultado de políticas de ajuste del gasto estatal -en
todos sus niveles- o la reducción de este y la consecuente eliminación de
subsidios y transferencia de recursos al sector productivo desenmascaran una
realidad oculta: un conjunto de empresas resulta tan dependientes de estas
transferencias que son inviables sin esos aportes estatales?
Pero volvamos al
principio.
La aprobación de la Ley
de Economía del Conocimiento resulta una señal estratégica en la
reconfiguración productiva y de allí es que nos preguntamos sobre el rol de la
industria en la estrategia de desarrollo nacional que quienes gestiona o
pretenden gestionar proponen ya no sólo del sector empresario, sino al conjunto
de la sociedad.
La política pública en
materia de estrategia de desarrollo industrial no puede basarse en el silencio,
en el “laissez faire, laissez passer” o en señales confusas o equívocas que alientan
la opacidad.
La política tiene la
palabra. Un poema de Stefan George nos alerta: que nada sea donde ella falta.
Belgrano, 31 de mayo
de 2019
Lic. Carlos
Guillermo Schwartzer
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