LA ESTRATEGIA DEL DESARROLLO DEL
SIGLO 21
LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS
INDUSTRIAS.[1]
Permítaseme iniciar esta exposición haciendo un llamado de
atención desde el mundo musical.
Los conflictos nacionalistas iniciados a partir de alrededor
de 1870, precisamente momento en el que irrumpe una nueva y profunda etapa de
revolución industrial en lo que ha dado en llamarse el “modo de producción
capitalista” y que tuvieron su expresión final en las grandes guerras y
redefiniciones geopolíticas que durante 50 años fueron el fundamento de grandes
conflictos armados en pro de asegurar y conquistar mercados, pero que como
telón de fondo opero, sin lugar a dudas, una transformación de la producción,
del modo de producir, de que se producía y para quién, entre otros temas.
Es decir, deberíamos volver atrás en nuestro concepto y
señalar que más que una “transformación” que se refiere a la adopción de una
nueva forma, pero sin cambiar la sustancia de la forma, deberíamos hablar de
una nueva –aunque dolorosa y dramática etapa- de construcción de algo nuevo
inédito.
Sin temor a equivocarme, podría decirse que la “historia paría
otro capítulo”, que algo nuevo quedo expresado a partir de mediados del siglo
20 y que hoy, en los primeros –podríamos decir- primeros 20 años del siglo 21
ha comenzado a mutar para dar paso, no podemos aventurar el momento, a otra
forma, a otra concepción de la producción, del cómo se produce, de que se
produce e incluso quién produce y para quién.
Vuelvo al mundo musical.
El siglo 19, precisamente hasta mediados de él, vivió el
auge de las orquestas sinfónicas y filarmónicas orientadas a ejecutar grandes
obras musicales que requerían un sin número de ejecutantes de diversos y variados
instrumentos de sonidos y armonías y que requería un director, alguien que
conduzca la reproducción de la gran obra musical.
La contracara del mundo de la producción en aquellos años
era las grandes fábricas que albergaban miles de obreros sujetos a un régimen
disciplinario sin el cual, la producción era inviable. El director sinfónico y
el director de la producción en ésas grandes concentraciones fabriles tenían un
mismo objetivo: que la producción se ejecute.
No pretendo desarrollar aquí otras analogías, pero
permítasenos saltar en el tiempo y situarnos en los tiempos post segunda gran
confrontación militar en territorio europeo ( a veces me resulta contradictorio
y no he logrado resolverlo si se trató de una “guerra mundial” por la explosión
final de Hiroshima y Nagasaki y no tanto por el Acuerdo de Yalta o s,
precisamente por éste acuerdo y ésa partición del mundo entre potencias
europeas, no se trató más que, como señalan importantes historiadores, de una
“guerra civil europea”.
Sin embargo, junto con las “puesta en escena” de la energía
nuclear, como factor de disuasión geopolítica, también llegaron a su fin la
época de las “big band”, de las orquestas al estilo de Glenn Miller, Artie
Shaw, etc. Como también el ámbito de las orquestas sinfónicas fue resolviendo
en formaciones menos numerosas, en más importancia a la música de cámara, con
menos ejecutantes.
Una nueva revolución industrial comenzó a exponerse cuando
el “Elona Gay” lanzó a “Little Boy” sobre Hiroshima y cuando el también B-29
“Bockscar” lanzó “Fat man”, puso en marcha otra era: la era atómica.
Esa etapa, aunque no concluida ni mucho menos superada está
entrando en una etapa de maduración que, aunque aún resta mucho camino por
recorrer está claro que los Estados han tomado de las más diversas formas
posibles, control sobre el desarrollo, disponibilidad y aplicación de la misma.
Es decir, es una “revolución industrial” bajo estricto control de las mayores
potencias del mundo.
Así, el inicio de esa etapa, para volver a la paradoja, las
“big band” dieron paso a los sextetos, cuartetos, tríos y el denominado “bebop”
instaló el valor de la “improvisación” de la expresión individual de un
ejecutante en marco de 3 o 4 compases básicos por sobre las partituras
preconcebidas y que ponían en evidencia la conducción estricta de quien era el
responsable de la producción musical, o sea la “banda” para sustituirla. Se
expresó de esa manera la creatividad, un permanente rediseño de la idea
musical, expresada sólo en 3 o 4 acordes básicos, sin siquiera una partitura.
Fue (es) la explosión de la creatividad, de la imaginación,
de un modo absolutamente novedoso del desarrollo de las ideas.
Paralelamente, en el ámbito de los jóvenes se establecía la
“banda de rock”; 4 no más de 6 componentes, donde la poesía convocaba a librar
otras batallas frente a un sistema mundial que se redefinía. Woodstock, la isla
de Wight fueron tal vez las expresiones de estas manifestaciones, pero no las
únicas.
Quedó expresado allí, durante esos difíciles años 60 y 70
una transformación estructural donde la música ahora impactó definitivamente en
el mundo de la producción y del trabajo.
Desde aquellos años los modelos de organización de la
producción comenzaron a transformarse, a redefinirse de tal forma que el
“fordismo” (como modelo típico y paradigmático de la producción en serie)
comenzó una crisis que, ahora en ésta primeras décadas del siglo 21 podemos
decir: perimido.
Los “lay-out” de los procesos productivos se transformaron.
La logística, fundamental durante la guerra, se reconvirtió hacia el ámbito de
la producción y la distribución y se constituyó en un espacio ingenieril
propio.
Así, podríamos analizar cada uno de los momentos
productivos, desde los materiales hasta los referidos al marketing de la
producción y como éste determinó el consumo.
Lo cierto es que está en curso una nueva revolución
industrial a las que las Pequeñas y Medianas Industrias (PYMI) han dado una
respuesta diversa.
Por un lado, un conjunto de Pequeñas y Medianas Industrias
Argentinas que expresan su problemática en demandas, que por su permanencia ya
resultan estructurales, y ponen de manifiesto cierto espíritu conservador que
se traduce en "la cultura de la queja".
Expresan de ese modo la existencia de una suerte de multiplicador
de Lagrange de valor indeterminado pero creciente que no es otra cosa que el
denominado “costo estructural argentino”. Ese “costo” refleja una rigidez de
las Instituciones tanto públicas como algunas privadas en internalizar
criterios de competitividad que permitiría a algunas ser parte de la nueva
dinámica mundial de la producción.
Esa incorporación, algo así como subirse a una
"calesita" funcionando a máxima velocidad y que desarrolla una fuerza
centrífuga de singular valor resulta, para las PYMI argentinas, una tarea
compleja y difícil pero no imposible.
Simultáneamente conviven en el “mundo PYMI” otro conjunto de
empresarios que expresando el “animal spirit” han desarrollado empresas
dinámicas con alto valor de reestructuración que, pese a ése “costo estructural
argentino” han desarrollado estrategias que hacen que su productividad y
competitividad resuelva ése “multiplicador de Lagrange”
Esta revolución industrial que supero la tan temida crisis
financiera implica una transformación total de sus paradigmas de gestión. Así y
sin profundizar esta cuestión que requiere un análisis particular, quedaron “divorciadas”
las estrategias financieras de las productivas y abrió paso a un capital
impaciente al que parece importarle poco y nada la producción.
Un “evento colateral” es la aparición, no ya como residuo,
sino como cuestión estratégica de una enorme masa de excluidos que esta
revolución industrial generaba. Así, se esparció por el mundo una nueva
pandemia: el desempleo y sus lacerantes consecuencias.
Pero volvamos a un rasgo fundacional de esta revolución
industrial.
Su epicentro en la actividad manufacturera se caracteriza
por una utilización cuantitativamente inferior de insumos, y apuesta simultáneamente
a la sustentabilidad y la denominada “economía circular”.
Pero, también en estos tiempos los procesos productivos,
como lo muestran diversas industrias: se fragmentan y externalizan, manteniendo
sólo como propios los procedimientos estratégicos del proceso de producción,
básicamente aquellos de tecnología sensible o de altísimo valor agregado.
Cuando hablamos de “alto valor agregado” nos referimos ni
más ni menos a una cuestión de una relevancia estratégica fundamental.
Tanto los productos (bienes finales) pero en particular lo
que se denomina en economía el “capital fijo” ya no se mide, como lo lleva
adelante la Aduana por kilogramos.
El “capital fijo”, (Marx ya lo preveía) tiene un altísimo
contenido del llamado “capital intelectual”. Más aún, cuanto mayor contenido,
diríamos los economistas, mayor “valor” tienen, ya no sólo por una dogmática
aplicación de la teoría del valor-trabajo, sino por la aparición en escena de
que lo que le da “valor” a las cosas, como diría Smith “útiles y necesarias
para la vida” son aquellas que contienen un altísimo grado de conocimiento, y
siguiendo a Smith, estos bienes no se obtienen “por la benevolencia”.
Pero si algo es cierto, la electrónica, que es el tema
central de vuestro SASE 2014 que precisamente, más allá del debate necesariamente
técnico que Uds. están desarrollando, posee un componente fundamental para las
Pequeñas Y Medianas Industrias.
Del desarrollo de los denominados “sistemas embebidos” surge
una amplísima oportunidad para los estudiantes de desarrollar Pequeñas y
Medianas Empresas que nos plantean un enorme desafío de comprensión e inclusión
en el sistema de representación gremial empresario.
Así, sin ir más lejos, la Computadora Industrial Abierta
Argentina (CIAA) cambia la lógica con la cual se agrega valor a la producción
industrial, porque rompe un esquema individual donde cada empresa debe afrontar
en soledad todos los costos, riesgos e incertidumbres que conlleva el
desarrollo de nueva tecnología, y lo reemplaza por otro colaborativo en el que
muchos de esos riesgos y costos se minimizan o incluso desaparecen gracias a
esta nueva forma de construir conocimiento.
La problemática industrial debe y deberá enfrentar 3
problemas básicos: el cambio climático que genera con efectos sobre la
producción agrícola, las cuestiones sociales derivadas de un uso menos
extensivo de trabajadores y la integración del “cloud computing” y los
denominados procesos de “supply chain” y de “Demand-chain management” a los
procesos productivos.
Pero también, y en particular las PYME, deberán enfrentar el
desafío de la asociatividad para acceder al conocimiento. Una asociatividad
"abierta".
A su vez, lo más importante de la nueva revolución
industrial no es la disminución de la fuerza de trabajo, sino la creciente
carencia de mano de obra suficientemente calificada que experimenta. Esta
divergencia creciente implica que la disparidad será cada vez mayor a medida
que se acelere la nueva revolución industrial. Aquí se encuentra la razón de
fondo del aumento incesante de la desigualdad en los ingresos y de allí la cuestión
social a resolver.
El modelo de desarrollo capitalista que, ésta nueva
revolución industrial genera, es un sistema integrado global de producción que
desarrolla dos movimientos simultáneos: fragmenta los procesos de producción y
los externaliza.
Esto da lugar a un desarrollo de PYME Industriales cuyas
características aún no son bien comprendidas dado el nivel tecnológico que
poseen y las demandas y problemáticas que plantea, en particular se instalan
como una “cadena de valor” que órbita en torno a la empresa madre (en general
una gran corporación)
Su norma directiva es que las pautas de producción,
innovación y calificación (reglas de competencia) son las mismas para todos los
anillos de la cadena. Por eso, los sectores rezagados se ven forzados a
converger hacia los más avanzados (convergencia estructural), o de lo contrario
desaparecen del mercado.
En el marco de la nueva revolución industrial, el desarrollo
capitalista es un gigantesco proceso de integración, cada vez más acelerado, en
el que el punto hacia el que se orientan todos los actores es una frontera
siempre móvil, en continua reinvención.
A su vez, el impacto de la nueva revolución industrial en la
Argentina obligó a las PYME a requerir a los trabajadores mayor productividad y
a las propias empresas inversiones en transformación de sus procesos
productivos e innovación tecnológica.
Obviamente, decir que la problemática industrial “ya ha sido
resuelta” es referirse a que la solución provino de la dinámica del mercado
capitalista, es decir, las más débiles –en general Pequeñas y Medianas
Industrias – desaparecieron (o tienden a ser excluidas con el impacto social
que ello genera) están enfrentando un cierre silencioso o se deslizan a la
marginalidad para poder sostenerse.
No obstante, la Industria Argentina, y en particular la
Pequeña y Mediana, muy lejos todavía de las transformaciones estructurales de
la Industria mundial tiene una agenda de temas pendientes para poder ir
reduciendo la distancia que la separa.
La nueva etapa de la revolución industrial en curso tendrá
como resultado final una mayor concentración y centralización no sólo económica,
sino que también política que habrá de contrastar con una altísima dispersión
social y que ésta tensión entre lo económico-político y lo social tiene a las
PYME como protagonistas en la articulación de la resolución de las tensiones
que YA se están manifestando.
Dice Jorge Castro en un artículo del 06/07/2014:
Pero lo importante en el capitalismo no es la oferta laboral
de la que se carece, sino la magnitud y calidad del poder productivo que le
ofrece su fuerza de trabajo. “El capital real no es el capital, sino el
trabajo”, dice Marx (Grundrisse). Los productos de alta tecnología no son
seres dotados de vida propia, sino la inteligencia imbuida en ellos por una
fuerza laboral que ha dejado de operar en forma directa y material y ha
adquirido un carácter abstracto y universal. Se ha transformado en
“inteligencia colectiva”.
Al hacerlo, se ha convertido en el principal factor de
producción, por encima del capital fijo y de la fuerza de trabajo material; y
los bienes de alta tecnología que ha creado son un derivado de su excepcional
potencia creadora: “nube” /Internet móvil, la maquinaria del siglo XXI.
El predominio de la “inteligencia colectiva” se presenta a
través de dos dimensiones: automatización creciente (robotización); y
aceleración de la revolución en las telecomunicaciones y el transporte, al
punto de que el tiempo aniquila al espacio y la instantaneidad impone una
hegemonía sin límites.
La “inteligencia colectiva” deviene en “sociedad del
conocimiento” cuando se movilizan, como ha ocurrido en las últimas tres
décadas, la totalidad de los recursos intelectuales de una sociedad. Su avance
no depende de los mayores medios técnicos, sino del auge extraordinario de la
subjetividad –iniciativa, creatividad– de los individuos que la componen.
Se requieren individuos más creativos, más libres.
Esto es lo contrario del disciplinamiento externo y de la
automatización forzada, hasta el punto de convertir a la fuerza de trabajo – y
ante todo a la vida – en una forma de arte.
De ahí que se haya producido una explosión de iniciativa
empresarial en el mundo entero, y que Steve Jobs se haya convertido en el
arquetipo de la época.
Los nuevos empresarios digitales (start ups) eran 240.000 en
2008 y treparon a 2,6 millones en 2013 (+ 50% anual); y el año pasado las
grandes firmas high-tech compraron start ups por U$S 250.000 millones, cifra
que se duplicaría al concluir la década. Así, la fuerza de trabajo se socializa
y se intelectualiza, mientras que exige a sus integrantes que sean
emprendedores libres y creativos, profundamente individualizados e
identificables.
Este es el fundamento del nuevo mecanismo de acumulación
global. Esta exigencia no es obra de un impulso ético, sino una coerción
impuesta por la necesidad, que son las reglas de la competencia. Esta es una
época curiosa que fuerza y coacciona el auge de la libertad.”
Finalmente, el SASE 2014, tanto los anteriores como los que
habrán de desarrollarse generan la visibilidad de una nueva estructura
industrial y la irrupción en la sociedad del conocimiento como estrategia
fundante de la actividad productiva.
[1]
Exposición realizada en las Jornadas SASE 2014 - Simposio Argentino de
Sistemas Embebidos – Facultad de Ingeniería – UBA
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