24 mayo 2008

Los días de Mayo. Virreinato o República

Los días de Mayo. Virreinato o República


 

Por: Lic Carlos Guillermo Schwartzer


 

La visita del Premio Nobel de Economía 2006 (Edmund Phelps) instaló la reflexión sobre un término que en la Argentina parece usarse de modo equivocado: el dinamismo económico como proceso "que permite a empresarios transformar a las innovaciones tecnológicas en ideas comerciales que sean atractivas en el mercado".


 

Para ello se requiere una serie de pre requisitos básicos capaces de generar un ambiente donde la innovación (sea de procesos productivos o de gestión) encuentre el espacio y condiciones para su gestación, desarrollo, transferencia y puesta en valor para el mercado (sean éstos otros productores o consumidores finales).


 

Esos prerrequisitos, a los Douglas North denomina "base institucional de la innovación" parece parte de un futuro todavía lejano para los argentinos.


 

La fuerte decisión política de promover como nunca "la calidad institucional" esta siendo puesta en cuestión por las tensiones sociales.


 

En una entrevista del diario La Nación el filosofo francés Alain Finkielkraut señalaba citando a Camus: "El demócrata es modesto. Admite que el adversario puede tener razón, lo deja expresarse y acepta reflexionar sobre sus argumentos". Pero ahora el demócrata ha sido reemplazado por el democratista. Para éste, la democracia no es un espacio donde se intercambian opiniones: es un movimiento irresistible. Al encarnar la historia en marcha, se indigna de encontrar en su camino tantas momias, tantos vestigios del Antiguo Régimen. Como no puede cortarles la cabeza, les comunica que deberían estar muertos.


 

El pasado 11 de marzo un acto "burocrático" diseñado en los despachos oficiales, no se sabe aún con certeza si como resultado de la necesidad, de una muestra más de poderío y arrogancia, del desconocimiento profundo o de la convicción de impulsar una mayor justicia redistributiva, puso en evidencia la convicción "democratista" enviando al exilio a la modestia.


 

Para el diccionario de la lengua, "modestia" prevé 3 acepciones: la primera la refiere a la "Virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al hombre en los límites de su estado, según lo conveniente a él", la segunda como "cualidad de humilde, falta de engreimiento o de vanidad" y la tercera "Pobreza, escasez de medios, recursos, bienes, etc."


 

Es esta última acepción la que parece desvelar a quienes se comprometieron públicamente a mejorar la calidad de las instituciones.


 

Frente a las tensiones y reclamos con que se expresan las demandas sociales, un político no debe ser "modesto". Quienes detentan el poder no pueden dar muestras de "pobreza, escasez de medios, recursos, bienes, etc". Por el contrario deben poner en evidencia que dispone de todos los recursos y que éstos pueden ser crecientes, que tiene la capacidad de controlar y movilizar todos los medios posibles y dar muestras de inequívocas de que esos desafíos pueden ser sancionados con estragos mayores.


 

La sociedad rechaza la reivindicación de la modestia como forma de debilidad y descreen de los discursos que intentan travestirla con arrogancia.


 

La sociedad enfrenta una cuestión fundamental: la exclusión social.


 

Para que el dinamismo económico exista, ésta debe ser resuelta. Es un requisito básico.


 

No sólo la padecen, los sectores más marginados y pobres de la sociedad. También alcanza a los talentos. Es obvio que las urgencias y la masividad de la primera, empequeñecen la segunda. Las consecuencias que ambas formas producen, sin embargo, afectan de modo estratégico el futuro como Nación y ponen límites muy precisos a su destino.


 

La inclusión social se produce cuando se es capaz de ofrecer empleo decente o condiciones para el desarrollo del potencial emprendedor, para que se pueda expresar y aportar la creatividad y capacidad de las personas.


 

La inclusión social debe ser sustentable y para ello requiere de un ambiente de alta calidad institucional que consolide los empleos y las empresas; para que se desarrollen las capacidades y competencias; para que los beneficios sean reinvertidos en la ampliación de las bases de sustentación del sistema y la innovación y la inclusión social adquieran no carácter especial o puntual sino permanente.


 

Mencionábamos al inicio el uso de confuso de los términos; "dinamismo económico" no es mero crecimiento de variables manipuladas, la "calidad institucional" no se construye ni a los gritos ni con chicanas y picardías ni con prepotencia y matones.


 

Los indicadores macroeconómicos son una condición necesaria pero no suficiente para que el dinamismo económico desarrolle y fortalezca las capacidades innovadoras y de lugar a mayores y mejores empleos.


 

La modestia que se reclama en democracia es la "virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al hombre en los límites de su estado" y es el fundamento de la legitimidad y la convivencia.


 

Es esa modestia la que lleva a los ciudadanos a respetar el imperio de la legalidad política reflejada en una elección que nadie ni intenta ni sueña en alterar y de la que pareciera ser algunos funcionarios dudan tal vez como autodefensa y visos paranoicos que como realidad consistente.


 

La innovación es una demanda social urgente, sea en materia de procesos productivos, de gestión organizacional o de metodologías relacionales que la Argentina no puede responder mientras persistan condiciones ambientales en la sociedad que inhiben la creatividad, la imaginación y los desafíos para engendrarla.


 

La Semana de Mayo puede ser una oportunidad para la reflexión.


 

En esos tiempos la sociedad decidió dejar de ser un Virreinato, transformar las instituciones e iniciar el difícil y tortuoso camino para constituirse en una República.


 

Todavía estamos en eso.


 

Semana de Mayo de 2008

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