21 marzo 2008

El retorno de la economía clásica

Desde diversos ámbitos y medios de comunicación, ante la caída de sólo el 4% en los precios de los commodities, se comenzaron a emitir señales de alarma y duda sobre la sustentabilidad de la columna maestra de la ingeniería económica que desarrollo el Gobierno Nacional desde el 2003.


 

Pero en nuestros escritos ya lo veníamos advirtiendo. En ningún caso se trataba de un ejercicio astrológico, magia predictiva o el ejercicio de un pesimismo militante, sino, simplemente, de la aplicación de los PRINCIPIOS TEÓRICOS DE LA ECONOMÍA POLÍTICA.


 

Bastardeada, relegada al campo de la pseudo psicología, premiada por sus infidelidades con las matemáticas, elevada a los altares ó lapidada, según la ocasión y la región del mundo, de modo simultaneo y casi siempre por sus devaneos con la política en sus peores expresiones de picaros, malevos y traficantes de influencias han "fundado" la profesión de economista asignándoles el rol de palafreneros o bufones, la ECONOMIA POLITICA (y no la economía a secas) se constituye, pese a todo en una ciencia que da cuenta de modo eficaz, eficiente y consistente de la dinámica y desarrollo de la organización social de la producción capitalista.


 

Pero los profesionales de la economía deben, sistemática y recurrentemente, hacer profesión de fe neo clásica, deben como quién reza un eterno Credo, renegar de los infieles que proclaman una omnipresente crisis que agota la paciencia y pone limites a la esperanza y golpearse el pecho proclamando que la única verdad, no es la realidad, sino los sortilegios que provee ese espacio ideal llamado "mercado".


 

Pese a la recurrencia de los mediocres "a castigar al mensajero", a mostrar el fracaso y frustración de éstos "profesionales" a los que obligan, para sobrevivir, a convertirse en agoreros, en adivinos de un futuro que siempre cambia y que solo les paga con mofa o la reprimenda sobre sus fallidos augurios.


 

No se trata de una defensa corporativa sino de repasar algunas cuestiones que hacen a los rasgos más básicos de ésta organización social y que intentan aportar a la comprensión sobre porque algunos acontecimientos no son más que la puesta en acto de los rasgos más básicos del desarrollo capitalista.


 

En pleno auge del "absolutismo" proclamado en Francia por Luis XIV, continuado por Luis XV y que viera su fin en la guillotina de la Revolución Francesa, un "economista" (o tal vez el primer economista), François Quesnay publicó primero en el artículo Granos de la Enciclopedia (obra monumental de la Ilustración) y luego en un pequeño opúsculo que se tituló "Tableau Economique" la razón fundamental de porque, quienes enfrentan una producción de tipo capitalista deben tener, necesariamente, como contrapartida un "algo más" que es la retribución por haber asumido el riesgo de la aventura que supone la producción.


 

La cuestión fundamental es que quienes enfrentan la producción capitalista ANTICIPAN los medios para que la producción se desarrolle, es decir, aportan las materias primas e insumos, el espacio físico, pagan a quienes participan antes de vender lo que se ha producido, pagan sus impuestos con independencia de los resultados y tienen una virtud que algunos años después describiera con bastante precisión Josef Shumpeter: el espíritu de aventura y el saber esperar.


 

Sino se cumple o se cuestiona la premisa básica que señala que para que el proceso de producción capitalista se desarrolle "alguien" (o más específicamente un empresario) debe anticipar los medios de producción y que como retribución al riesgo implícito y a la capacidad puesta de manifiesto de esperar los resultados, debe tener una ganancia, queda afectada la capacidad de continuar desarrollando ese proceso productivo, en tanto y en cuanto, éste modo de organizar la producción material que es el capitalismo no admite la beneficencia en éste nivel.


 

La discusión sobre las retenciones al sector agropecuario no puede reducirse a la fijación única de un impuesto (retenciones) que intente captar una parte de los "super precios" que hoy aparentemente perciben los productores, es decir quienes anticipan, a riesgo propio su capital.


 

¿Por qué decimos "super precios" y que éstos no responde a la realidad productiva?


 

Porque, como venimos señalando en nuestras publicaciones, los astronómicos valores que alcanzaron los commodities se justifican en virtud de un movimiento puramente especulativo del mercado financiero que convierte en "activo subyacente" cualquier mercancía que se muestre como socialmente necesaria (sean casas o granos) y erige desde allí los famosos "derivados".


 

No pretendemos constituirnos en defensores de quienes, cuando se analiza la historia, han hecho y hacen uso de un recurso –la fertilidad de la tierra – cuya apropiación no es objetable en términos de organización capitalista pero que si obliga a quienes la poseen a contribuir al conjunto de las necesidades sociales.


 

La cuestión, entonces, a resolver es cual es el punto de acuerdo donde los que anticipan y corren riesgos decidan continuar haciéndolo porque la retribución lo justifica y la sociedad que demanda de los recursos que ellos producen para alimentarse y sostener la organización social que los contiene a unos y otros.


 

Ni estos precios internacionales ni estas demandas de la política pública son sustentables.


 

Pero para poder avanzar y restablecer la confianza ahora quebrada es indispensable que previo al reinicio del diálogo el Estado Nacional debe dejar dos cuestiones en claro: cual el aporte que demanda y con que destino y que acciones y políticas habrá de diseñar e implementar para hacer sustentable ese aporte.


 

Pero más allá de definir éstas cuestiones que restablezcan la convivencia, lo que no implica negar la posibilidad de conflictos, el Estado Nacional debe definir que hará si los precios de los commodities, que hoy son la columna vertebral de la política de tipo de cambio nominalmente alto y según dicen, remedio para contener las presiones inflacionarias, se derrumban y los millones de dólares que se programaban recaudar para satisfacer el continuamente creciente endeudamiento público, no están disponibles.


 

Esta es la cuestión. Este es el problema.


 

¿Podremos razonablemente debatir sobre él?

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