PASARA…PASARA…PERO EL ULTIMO NO PASARA
Es
bastante “normal” que cuando se analiza con los empresarios, en particular los
PYME, las cuestiones de competitividad y productividad se concentra la cuestión
en los modos y efectos de las políticas públicas, cualquiera sea su
jurisdicción.
En los
hechos el conjunto de problemas, retardos, iniquidades, e incluso disparates
que genera la política pública hace que opere como un pesado telón que permite
justificar cualquier defecto, problema, in-eficiencia o ineficacia propia, cual
juego del “gallo ciego”, se lleva todo por delante menos a él mismo.
Durante mi
trabajo profesional en varias Entidades Gremiales Empresarias alerté tanto a
los dirigentes como a los propios empresarios hace ya algunos años sobre la
necesidad de trabajar en la eficiencia eléctrica, sobre todo porque en ese momento
existía un Programa Público específico tanto para la consultoría en materia de
eficiencia energética como financiamiento muy propicio para desarrollarla.
El
fundamento de mi propuesta era, y sigue siendo alimentada por dos razones
básicas:
·
el
mayor recurso escaso que tiene (y tendrá la Argentina por mucho tiempo) es la
energía y por tanto aún por los próximos 5 años tendremos tarifas crecientes
que permitirán financiar una oferta consistente y sustentable cualquiera sea su
forma de generación
·
Cuando
se evalúa un proyecto sea de inversión, negocio, etc. en materia industrial es
importante analizar la relación cantidad de energía utilizada por unidad de
producto.
Si del análisis surge que la participación de
la energía por unidad de producto es decreciente es una buena señal de mejora
de la productividad. Obviamente este análisis de costo debe hacerse
considerando:
o
Energía
pagada / Energía consumida
o
Costos
de mantenimiento de las fuentes de energía. Costos de las paradas de planta por
cuestiones de carácter energético (sea imputable al proveedor o a problemas
derivados de la gestión interna de la misma)
o
Costos
de oportunidad de seleccionar fuentes alternativas (si las hubiere) o
proveedores alternativos (si existieran). Aunque en la Argentina una Empresa
puede elegir un proveedor-generador (adhiriéndose a CAMMESA) no es garantía de
abastecimiento dado que la distribución posee falencias estructurales por años
de no inversión u abandono de mantenimiento.
o
Inversión
necesaria para la adquisición de equipos generadores complementarios o
alternativos
o
Evaluación
de la existencia de máquinas y equipos de producción capaces de utilizar otras
fuentes más estables de abastecimiento (no siempre es posible)
Y así podríamos desarrollar otras variables a considerar,
pero, siempre teniendo presente que estamos analizando la productividad de la
energía pagada, no de la utilizada porque las diferenciales que surjan ponen en
evidencia in-eficiencias en la gestión energética de la propia empresa.
·
Pero
más allá de esta cuestión que podríamos decir, “puramente de técnica
económico-productivo-contable” una medida de suma importancia y los economistas
y la ingeniería del proyecto nos referimos a ella como la “intensidad energética”.
Cuánto menos intensa sea el uso de energía por
parte de la industria analizada (como también de otros factores productivos)
más intensa será la utilización del capital (tal como correctamente lo señala
Jorge Castro[i]
)
Quienes
evaluamos las cuestiones de la economía política desde otros ángulos y visiones
tenemos muy claro que significa para el desarrollo capitalista la variación
creciente de la intensidad del capital en tanto es esa intensidad lo que le
garantiza al empresario (no uso adrede el término capitalista porque hay
lectores sensibles) su tasa de ganancia.
Cuando nos
preguntamos sobre las “revoluciones industriales” -teniendo presente que no
existió la que se denomina primera sino se hubiesen dado en los 400 años
previos un conjunto de condiciones políticas, sociales, militares, religiosas
pero también tecnológicas (que fue sino la rotación de cosechas, el desarrollo
del astrolabio y hasta la propia imprenta, entre otros)- a partir del siglo 18
hasta hoy, siempre aparece como un elemento sustantivo y con alto protagonismo
de cada una de ellas la cuestión de la generación de energía.
Pero un
hecho de singular importancia en esta nueva fase de las “revoluciones
industriales”, más allá de la aparición de la explotación de fuentes renovables
de energía del más diverso tipo) es como también señala Jorge Castro “Todo indica que la nueva revolución
industrial va a acelerar esta tendencia, que la producción se está
“desmaterializando” y que aumenta exponencialmente el contenido de inteligencia
e innovación.”
Esa “desmaterialización”
que nos es más que un incremento de la intensidad del capital y consecuentemente
un incremento tasa de ganancia implica que la crisis al interior del aparato
productivo industrial que conlleva cada momento de éstas “revoluciones
industriales” obliga a reestructurar la visión sobre, como diría la teoría
psicológica, el “self”, volver sobre sí mismo, repreguntarse, diría otra
escuela “sobre la identidad”.
Porque lo
que alberga los momentos previos a la crisis y durante ella (mediante las más
diversas formas de supervivencia”) no necesariamente lo hemos de encontrar en la
“post-crisis”, ese escalón de respiro que suele existir, antes que la dinámica capitalista
vuelva expresar en otra crisis su carácter selectivo.
Meses atrás
en el 2017 expresé en una Institución Empresaria Industrial PYME -tal vez de
manera más suave y menos enfática- la necesidad de una profunda mirada hacia
adentro de las propias empresas en busca de una (si se me permite, lacaniana)
identidad empresaria que abarqué la totalidad de la empresa sin nostalgias ni
romanticismos.
Volviendo
al tema disparador, la eficiencia eléctrica (pero también en materia de insumos
y mano de obra). ¿Porqué?
Porque de
como sea la respuesta quedará definida su presencia o ausencia en post-crisis.
Claro, el
tema es el “pesado telón de las políticas públicas”. Prefiero no engañarme, ése
“telón” es lo que los economistas llamamos un “multiplicador de Lagrange” y
podemos convertir lo en un “número” de la función de costos, como dato
constante. Claro, obviamente sería sumamente importante que fuera rápidamente decreciente,
pero la organización social no lo hará nunca llegar a cero. (hasta el propio
Adam Smith valoró su existencia no sólo como ordenador sino como proveedor de
incentivos productivos)
Pero lo
que ac{a se juega es el futuro de muchas PYME (y de sus propios empresarios y
estructuras) que parecen mostrar resistencias estructurales a la innovación y a
considerar a la “inteligencia” como un factor estratégico para su desarrollo.
Colegiales (CABA),
21 de enero de 2018
[i]
Jorge Castro “Nuevo lazo entre naturaleza y capitalismo en Estados Unidos” en Clarín – Suplemento Económico – 21-01-2018
(https://www.clarin.com/economia/nuevo-lazo-naturaleza-capitalismo-unidos_0_B1vw5iJBz.html)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.