07 agosto 2016

DOMINGO POR LA MAÑANA

Domingo por la mañana.

Suena la Fantasía Escocesa de Bruch mientras continua rondando entre la maraña de cables (algunos sueltos y con alto riesgo de cortocircuito) la convicción que el peor daño que se le hizo (aunque a veces creo concluir que fue una cuestión de auto infligido) a la sociedad en los últimos 12 años es habernos puesto en los margenes -ya no del mundo, como se suele decir, occidental y cristiano- sino en los propios límites de la Tierra.

Hace algunos años, tal vez los más informados lo sepan pero otros no, el "club" que agrupa a todos los países del planeta no s traslado de la categoría "emergentes" ( es decir lo que antes se llamaba en "vías de desarrollo" lo que nos otorgaba alguna probabilidad aunque sea estadística de convertirnos en "socios plenarios activos del club de la Tierra) a la categoría de "país frontera".

Para decirlo en términos simples: ya no nos dejan ni usar la hamaca del "club" y para ver si podemos acceder al tobogán debemos pagar altísimos precios de acceso., pero siempre con el riesgo de que no levanten la barrera de ingreso a las instalaciones.

Y así, junto a Trinidad y Tobago, Croacia, Kazajstán, Rumania, Serbia, Eslovenia, Ucrania, Kenia, Mauritania, Nigeria, Túnez, Bahrein, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Sri Lanka, Bangladesh, y Ghana entre otros, fuimos enviados a sentarnos en el "café de enfrente" a relojear como "los otros" y no "nosotros" entraban sin restricción alguna.

En los hechos, nos des afiliaron. No nos discriminaron, no hicieron con nosotros bullying, ni nada por el estilo. Simplemente, siguiendo las enseñanzas del "Viejo Vizcacha" y otros grande pro hombres de la historia decidimos de modo unilateral no pagar la cuota del club, convertirnos en los "barra brava" del club que desde los para avalanchas insultaban a los jugadores propios y ajenos, a la Comisión Directiva y se mofaba de los otros socios tratándolos de "feos, sucios y malos".

En un gesto que nos enalteció ante el resto de los socios procedimos romper el carnet y denominar buitres a quienes no salían de su asombro por el dislate.

Más aún, premiamos a esos compatriotas con todo tipo de prebendas y fueron motivo del orgullo y aplausos cuando se condenó públicamente a los "secuestradores de goles" y se resolvió que todo debía ser gratis, desde el fútbol hasta la energía.

Y así, (por eso sostengo que el daño fue auto infringido), nos pusimos a consumirnos todo, emulando a las hormigas denominadas "corrección" u Hormiga Tigre (Dinoponera australis). Nada quedó a nuestro paso.

Tal como las hormigas, despreocupados por la producción (que hacia otro al que naturalmente abominamos por pretender obtener una ganancia de su trabajo, nos transformamos de ciudadanos en consumidores. Abandonamos nuestras responsabilidades y nos dedicamos con toda pasión al gasto y consumo compulsivo.

Nuevamente, poco importaba la producción de lo que consumíamos ni el destino de nuestro irreflexivo gasto. Supusimos que allí estaba la felicidad, el bienestar y no dentro de ése club de "tilingos" que pretendían controlar la pasión en aras de una racionalidad para nosotros, exótica.

Algunos "contreras" (así eramos catalogados quienes intuíamos un próximo desenlace poco felíz, (en mi caso ver http://schwartzereconomia.blogspot.com.ar ) y fuimos catalogados de "poco solidarios" "de locos de la bandera" y enviados -siempre bajo el uso de las malas prácticas- a la banquina a rumiar nuestro desencanto y nuestros peores augurios sobre el porvenir.

En el mientras tanto, dejamos en manos de una banda de facinerosos la conducción de nuestro destino nacional, pero eso era lo menos importante. Los llamados de atención -en forma de denuncias judiciales y manifestaciones públicas- sobre la extensión e intensidad del saqueo de la República fue considerado una nimiedad, Todo fue convertido en una gran escenografía nacional donde los diversos actores se movían entre los montajes que todos sabemos son mero "cartón pintado". No había en su reducida imaginación espacio como para pensar en algún escenario natural que al menos otorgara una cuota de credibilidad a la representación. Claro, como toda película de largos parlamentos: aburrieron. Sin embargo cumplieron  el rol fetichista para que, por detrás, los predadores gozaran del aplauso y concretaran aquello lo que saben hacer: ser actores de reparto de una perversión que como ya esta estudiado destruye los sueños ajenos, hasta convertirlos en meros ilotas.

Sin embargo la situación parece, solo parece y solo eso, haber cambiado.

Por una mínima diferencia parece que se ha resuelto volver al club de la Tierra.

Para ello se han hecho muchas acciones y gestos que parecen no alcanzar porque aún existe un importante sustrato que se resiste a reconocer las consecuencias de las tropelías cometidas y consentidas.

Parafraseando a Serrat (en Fiesta, por la noche de San Juan) "vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle, se acabó la fiesta"

En fin, amigos, compañeros, estimados energúmenos del todo vale, cómplices y demás yerbas, de las buenas y de las malas: agua y ajo.

La vida continúa. Suena Anton Dvorak y no casualmente la Sinfonía Nº 9 denominada "Nuevo Mundo".

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