19 septiembre 2009

MIGRACIONES

En el período comprendido entre abril y junio, el 36,2% de los empleados no se encuentra anotado en los registros oficiales (es decir está “en negro”) y en consecuencia no cuenta con aportes jubilatorios, ni obra social. Para ese período, la AFIP había informado que se habían blanqueado unos 150.000 trabajadores, pero no se reflejó en la estadística.

De esta forma, la tasa de empleo no registrado se mantuvo prácticamente sin cambios, ya que en el primer trimestre de este año había sido de 36,4% y en el segundo período de 2008 se había ubicado en 36,5%. Traducido en números, esto implica que más de 4.300.000 personas trabajan "en negro".

Así la fuerza laboral activa es de 15.840.000, de los cuales más de 12 millones son asalariados y de ese total 4,3 no está inscripto. La peor situación laboral se observa en el norte del país y especialmente en el noroeste (integrada por Catamarca, Tucumán, Jujuy, La Rioja, Salta y Santiago del Estero), donde el 45,7% de los trabajadores lo hace en forma irregular. Del informe del INDEC surge que hubo un fuerte incremento del trabajo no registrado en la Ciudad de Buenos Aires, donde subió del 24,9 al 27%.

A pesar del régimen de blanqueo de trabajadores que lanzó el Gobierno, el empleo "en negro" se mantuvo en el mismo nivel de hace un año. Según el INDEC, en el segundo trimestre el 36,2% de los trabajadores no estaba registrado, contra el 36,5% de un año antes. Los informes privados marcan un porcentaje del empleo no registrado por las empresas muy superior, por arriba del 40%.

Otro dato clave del informe oficial fue el aumento del desempleo -del 8 al 8,8%- que se dio con mayor intensidad entre los Jefes de Hogar varones. También creció el porcentaje de trabajadores que busca trabajo porque está insatisfecho con el que tienen: subió del 23,5 al 26,4%.

Este es el indicador de que TODA la economía esta desarrollando un proceso de estratificación bipolar, es decir, un sector (en general un seleccionado de empresas que si ganan partidos y se clasifican seguro en cualquier mundial) se concentra mucho, crece, paga buenos salarios, mejora su competitividad interna y en el otro “polo”, se migra cada vez más aceleradamente hacia organizaciones productivas no formales.

El empleo en negro no es otra cosa que el desarrollo de “formas no salariales” que resultan disfuncionales al desarrollo capitalista y promueven formas corporativas de carácter rentista en razón de que dado que los recursos cuyo origen son no salariales no pueden (o existen limitaciones legales bastante estrictas) que impiden convertir la renta en capital y mucho menos transformas la rentabilidad obtenida en la economía informal (a lo sumo y con muchos recaudos puede funcionar como capital de trabajo) nunca coagularse en un equipamiento industria productivo.

Por eso, más allá de que siempre existen juglares y bufones que por un poco de calor del poder son capaces de “verme flaco, joven y esbelto”, lo cierto y concreto es que esta crisis, que para algunos – y sólo para algunos- ya esta entrando en la etapa de reconstrucción y acumulación, para otros esta comenzando a trastocarse en catástrofe que adquirirá primero rasgos en lo personal, pero que siguiendo la lógica neo clásica a la que le gusta sumar todo, da como resultado una economía bipolar: de un lado los que soportan la tragedia que engendra la catástrofe, del otro, los que abrigan la esperanza de que es posible una sociedad de algunos.

La épica bíblica que señala que las migraciones pueden ser liberadoras y que tras ella esta la tierra prometida, el Edén a nuestros pies, requieren una unidad histórica de la que carecemos y un liderazgo que en nada se parece a los caudillos que pretenden encabezar la marcha.
Hay algunos otros que, como Vilfredo Pareto, creen que la migración hacia la marginalidad es sólo una percepción humana que "experimenta vivamente los males y olvida facilmentelos bienes de los que goza" (o gozaba).

No es menos cierto que otros prefieren derramar sobre la sociedad "placebos" que generan debates que, bien pueden ser importantes, pero que nada aportan para imaginar, diseñar y planificar argumentos y acciones sólidas que eviten el viaje doloroso hacia la marginalidad.

Las migraciones, cuando tienen como destino el desempleo son un grado más de la crisis y nos acercan a la catástrofe. Sabemos que muchos son contrarios a pronunciar esos vocablos, sabemos que algunos otros prefieren desviar la mirada y aplaudir pseudosoluciones o atajos. Nada evitara aquello que el poeta señaló no tiene remedio: la verdad, más allá de toda estética.

Nuestra migración es hacia la pobreza y la marginalidad, un territorio del que escaparon nuestros ancestros a un territorio que les dio oportunidades y que hoy parece ser tierra de ostracismos.

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