19 julio 2009

¿Qué es una PYME?
Desde diversos ángulos y obviamente con diversas intenciones y objetivos, la “definición de PYME” es motivo de conversación. Me voy a permitir formular algunos comentarios sobre el momento de confusión en lo que a definir que es una PyME se refiere.

Un filosofo alemán (Martín Heidegger) señalaba que no existen casualidades, sino citas. Es decir no es que la “confusión” que parece existir para llegar a una definición sea una mera casualidad, un aspecto negativo circunstancial de los tiempos que corren. No. En nuestra visión se trata de un aspecto deliberado y de una visión estratégica que parece querer “pymizar” en lugar de comprender algunos rasgos específicos del rol de las PYME en las economías nacionales. Pareciera ser que en términos de definición de PYMES la política económica prefiere la estrategia de los jíbaros con la intención de obtener pigmeos
[1]

Hace algún tiempo que venimos señalando sin mayor éxito que
[2]:

La cuantificación de la problemática – sectorial y regional - en materia de las denominadas Pequeñas y Medianas Empresas es como mínimo engañoso y las estadísticas que se conocen y publican no dan nunca cuenta de una primera realidad insoslayable: por un lado la fragilidad de su estructura de capital y la altísima dispersión en materia de competitividad, tanto en lo que respecta a la propia como a la externa, motivado en el impacto diverso que la política pública tiene sobre el desempeño PYME.

En materia de estructura de capital, las PYME son cerradas (no hay movilidad accionaria) y en gran número de ellas, aunque revistan como sociedades anónimas u otras formas societarias, lo cierto es que en los hechos se trata de sociedades unipersonales, carecen de sistemas mínimamente colegiados en materia de decisiones, incluso, la sucesión en éstas empresas (es decir el proceso natural de transferencia del poder de decisión de padres a hijos es, muchas veces, una situación traumática.

Debe tenerse presente que el 98% de las empresas PYME son de capital nacional. Este aspecto es fun­damental para poder valorar su compromiso y responsabilidad frente a las políticas públicas. Negarles la participación o directamente ignorarlas pone en evidencia cuáles son los intereses prioritarios de quienes las discriminan e ignoran.

Pero para acentuar más éste rasgo, debe destacarse que no sólo en materia de estructura del capital la Tipología PYME señala un comportamiento “unipersonal” sino que, adicionalmente, en un gran número de casos, el Empresario forma parte activa de la “planta de personal”.

En términos generales, en las PYME el 84% de los que trabajan en ellas son trabajadores asalariados con contratos por tiempo indeterminado, el 10% son los propios empresarios que trabajan en las empresas ejecutando tareas productivas (sean especificas o en el ámbito de la gestión) y el resto de los trabajadores (6%) se computan entre temporarios, pasantes, personal de agencia y familiares del titular.

La dispersión dentro del “universo PYME” se expresa en la convivencia de empresas exportadoras (sea a mercados regionales como otros mercados más remotos y sofisticados) capaces de plantearse la pro­blemática del “mercado nacional” con PYMES dedicadas exclusivamente a nichos de mercado interno en los cuales cumplen roles subordinados y cuya productividad es muy limitada por la falta de capacidad in­versora como expresión de un conjunto de debilidades derivadas de la espontaneidad de su desarrollo.

Estos dos rasgos, escasamente reflejados por las estadísticas, son sólo ejemplos de una heterogeneidad que requiere no sólo un conocimiento cuantitativo sino primero un conjunto de especificaciones concep­tuales que permitan definir “tipologías” que faciliten primero el correcto diagnóstico y el desarrollo de pro­puestas de política pública que puedan generar impactos que contribuyan a satisfacer los objetivos em­presarios pero también los objetivos estratégicos de un apolítica de desarrollo nacional.

En éste sentido las “estadísticas” que se reclaman para dar “mayor sustento y fundamento” a los dia­gnósticos que se formulan resultan imprescindibles pero no reflejan ésta marginalidad y éste “olvido”.

Un supuesto fundamental es necesario dejar claramente expresado. Cuando nos refiramos a ellas no de­bemos olvidar que reflejan muestras y que esas muestras no reflejan de modo completo los problemas o, más bien, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que esas estadísticas reflejan del modo más incom­pleto la realidad de las PYME.

Un aspecto adicional es que, para muchos, la falta de elementos cuantitativos resta contundencia a lo que se desea reflejar. Tal tipo de afirmación nada dice sobre la falta de información oficial relevante en materia de PYMES. Más aún, la Sub Secretaría PYME desarrolla un denominado Mapa PYME que en lugar de profundizar y mejorar su calidad informativa, amplia cada vez más los periodos de relevamiento (paso de trimestral a semestral (la última Onda publicada data de mayo de 2008), no termina de aceptar la pro­puesta de hacer “mapeos” mensuales y dota a su vez de ínfimo presupuesto a su desarrollo.

No obstante lo expuesto, repasemos algunos números para tratar de especificar la naturaleza y caracterís­ticas de la cuestión que abordamos

Las estadísticas oficiales señalan que sólo el 0,13% de los locales (ámbito en los cuales se desarrolla un actividad productiva sea industria, comercial, agropecuaria o de servicios) corresponde a Grandes Empre­sas mientras que el 99,87% entra en la categoría Micro, Pequeña o Mediana Empresa.

Esta sola demostración bastaría para fundamentar su importancia. Pero no es menor la manifestación de sustentabilidad de las PYME.

En todas las provincias más de la mitad de las PYME fueron creadas antes de la crisis del período 1998-2001 y un alto número de ellas han sido testigos –y porque no sobrevivientes – de todos los fallidos ensa­yos de políticas públicas que llevaron a la Nación Argentina a la cesación de pagos, al aislamiento interna­cional en materia financiera y a eclosión económica, productiva y social.

En éste punto vale la pena hacer referencia a un aspecto no abordado por las estadísticas oficiales. La creación de nuevas empresas, su natalidad, mortalidad y las condiciones en las que se promueve o no el “emprendedorismo”, es decir, el fomento de la actitud y decisión emprendedora de nuevos proyectos em­presarios que garanticen la sustentabilidad general del desarrollo económico.

Estas nuevas Empresas que en general se sitúan en la franja de “micro empresas” resulta una corriente de “aire fresco” y en general son desarrolladas por la franja más joven de la sociedad. Se estima que el 70% de las empresas que “nacen” son desarrolladas por la franja etaria que va entre los 18 y los 35 años. Sin embargo, y sólo a modo de ejemplo, el Poder Ejecutivo no reglamenta y pone en ejecución de modo efec­tico la Ley 25.872 “Programa Nacional de Apoyo al Empresariado Joven”.

El diseño, desarrollo e implementación de nuevas empresas –sobre todo aquellas que promueven los jóvenes – forma parte de una estrategia de desarrollo económico que como nunca pone en evidencia la interrelación sistémica de la educación, el empleo, la innovación, el financiamiento y la asistencia técnica con el desarrollo y fortalecimiento de las PYME, entre otras cuestiones.

Un aspecto relevante que pone en evidencia la dinámica de las PYME es su capacidad exportadora. Sin fomento ni promoción alguna, con el tratamiento que se le da a las grandes Empresas las PYME han in­crementado sus exportaciones en los últimos 8 años en un 131% con una característica que las diferencia y distingue: sus exportaciones son todas Manufacturas de Origen Industrial (MOI)

En materia de empleo registrado, las PYME representan el 55% de los trabajadores registrados. Es por eso que surge la pregunta de modo natural: ¿Por qué se las ignora cuándo deben diseñarse instrumentos como la Ley de Riesgos del Trabajo por ejemplo?

Se señala a las PYME como las que mayor número de asalariados no registrados contratan. No está de­mostrado, pero, si esto fuese así, ¿Por qué no se las consulta acerca de las dificultades que manifiestan como modo de desarrollar un Programa de Regularización del Trabajo que aporte constructivamente a resolver de modo definitivo el problema?

Así, las “cifras” (sean las aportadas acá y obtenidas del Mapa PYME o del Ministerio de Trabajo o las producto de investigaciones del sector privado) resultan engañosas y no dan cuenta de la histórica mora en materia de políticas de desa­rrollo y fortalecimiento para las PYME que el Estado –en sus diversas jurisdicciones y expresiones – sos­tiene sin dar muestra alguna de vocación, comprensión y decisión para transformar y consecuentemente reparar éste “olvido”.

Las PYME se constituyen en actores fundamentales más allá de su importancia estratégica en términos económicos. Son las PYME las que proveen los límites a las pulsiones de centralización y concentración que desarrolla el capitalismo con la consiguiente pérdida de calidad institucional.

Ahora bien, estas consideraciones no contribuyen de modo objetivo a satisfacer la necesidad de las PYME de actualizar los montos límites para su definición, tal como lo dispone la norma de la Subsecretaría PYME

Si, los formulamos porque, en nuestra opinión, contribuyen a precisar el camino que las Instituciones representativas de las PYME deben recorrer para situar, como se suele decir en la jerga, “el objeto de estudio”.

Las alternativas posibles (polinomio, segmentación de la facturación no logran definir la cuestión en tanto ésta definición o es un un problema matemático.

La decisión es política, más aún, para que quede absolutamente clara la importancia. No se trata de “política” en el sentido partidario o de una incumplible plataforma política. Se trata de una DEFINICION DE ESTRATEGIA POLITICA EN EL MARCO DE UNA ESTRATEGIA DE DESARROLLO NACIONAL.
[1] Con mis mayores respetos a esos pueblos y culturas.[2] Capitulo especifico desarrollado para la Agenda Industrial de la Unión Industrial del Oeste.

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