18 julio 2016

PYMES: ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA

PYMES: ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA 

Las condiciones en que se desenvuelven algunas variables sensibles y la obsti­nación con que los sucesivos gobiernos responden a las limitaciones nos hace pensar que lo que se les propone a las PYME son las mismas políticas macroeconómicas (en una versión más ordenada y profesional) pero sin transformaciones estructurales en la visión sobre el rol de las PYME en el desarrollo nacional.

Obviamente se siguen “recitando” los habituales discursos sobre la importancia de ellas en términos económicos, pero se obvia, tal vez el el rol estratégico que desempeñan en lograr avanzar desde una “democracia de baja intensidad” (Guillermo O’Donell) aun democracia intensa de la que pueda derivarse sin duda alguna la existencia de una República moderna y fortalecida donde no se generen dudas sobre su viabilidad y sustentabilidad.

A lo largo de los años transcurridos desde el inicio de una nueva etapa (1983) para la convivencia y el desarrollo democrático en la Argentina ninguna política pública estuvo dirigida a consolidar la alianza estratégica de los sectores populares mayoritarios con las PYME.

Lo que se diseñó y ofreció a las PYME no fue nunca más allá de un subsidio o las posibilidades de acceso a un imprescindible financiamiento que nunca supero el modo potencial y más aún, cuando las encuestas reflejan la baja utilización o el alto desconocimiento de los instrumentos que se diseñan para ella queda expuesto el divorcio –o mutua indiferencia- entre las PYME y los diseños que desde las políticas públicas se realizan.

Tal vez el último ejemplo de ésta realidad sea la aún celebrada Ley de Fortalecimiento a las PYME que compendia una serie de instrumentos paliativos que a nuestro entender no resuelven la cuestión de fondo.

¿Cuál es ésa cuestión de fondo?

La mesa de la consulta, del diálogo y del consenso no está preparada para las PYME. Las sillas dispuestas están asignadas a los sectores más concentrados de la economía y sus representantes.

Es así que una primera acción en materia política debe ser la inclusión de las PYME en sus propuestas y proyectos no sólo en términos nominativos-decorativos sino activos y que impliquen la presencia activa de éstas en el ámbito de las decisiones.

Lo repetiremos una y otra vez: estamos de acuerdo en que sin Industria no hay Nación, pero estamos absolutamente convencidos que sin PYMES la sustentabilidad de las políticas no sólo industriales, sino en materia de comercio, producción agropecuaria y servicios que se diseñen en pro de la construcción de la Nación no serán sustentables en tanto serán portadoras de una debilidad de diseño que más pronto que tarde habrá de dejar expuesta una asimetría que finalmente llevara a la ruptura.

Una política de Desarrollo Nacional que excluye a las PYME de los ámbitos de decisión y que sólo ofrece “nuevas formas” (denominadas “cadenas de valor”, “distritos industriales”) de participación de las PYME en la producción no es más que la convalidación de “status quo” funcional a las necesidades de las formas más concentradas del capital y que, cuando éste produce las crisis, rupturas o mutaciones, siguiendo su propia dinámica, son las PYME las que quedan marginadas y sin respuesta.

La estrategia de DESARROLLO INDUSTRIAL no sólo es una administración del comercio exterior o el recorte de algún impuesto o corrección de alguna Ley que se presenta como una “una política de defensa de la Industria Nacional” o un esfuerzo estatal para limitar un “costo argentino” entre otras. Es una muy mala señal la duplicación de los REPRO en tanto es trasladarle al conjunto de la sociedad la muchas veces desidia de los propios empresarios PYME en la gestión de sus empresas sólo sustentables con algún aporte del erario público.

El DESARROLLO INDUSTRIAL, como estrategia de largo plazo, debe contener de modo específico y claro cuáles han de ser las políticas y metodologías para que la PYME pueda recorrer el sendero de la modernización tecnológica, la incorporación de nuevos productos y diseños, de materiales novedosos e incluso, de nuevos sistemas de gestión de la producción.

¿Qué podemos hacer para que el impacto de estas incomprensiones sobre nuestra vida no conlleve consecuencias fa­tales? Muy brevemente precisemos el objeto de la incertidumbre.

La crisis[1], remite en todos los casos a una cesura, a una situación cuyo resultado podría parafrasearse al poeta diciendo “para bien o para mal, nada va a quedar igual”[2] y tiene, un largo periodo de incubación en el transcurso del cual los síntomas se van manifestando cada vez en forma más definida y precisa hasta que, un día, un acontecimiento, no importa cual, nimio, sin mucha trascendencia e importancia en sí mismo, aparece como la causa eficiente de todos los males, de todas las calamidades subsecuentes.

Entonces, para no alargar la cuestión, ¿qué es lo que ha pasado ahora para que se diga sin más que ESTA crisis es la peor en muchos, pero muchos años, que se desate una corriente xenófoba, gane adeptos el cierre de las fronteras comerciales, como si el fenómeno fuese una plaga contagiosa para lo cual, basta con ponerse en cuarentena, recluirse y aislarse, para garantizar el no-contagio?

Parece ser que un rasgo de estos tiempos es la no homogeneidad y la asimetría de los im­pactos que la llamada “crisis internacional” habrá de generar. El rasgo que caracteriza la “no homogeneidad” es precisamente la tendencia a la “desapari­ción de empresas, en particular las PYME debido a la dinámica del proceso de concentración del capital.

No es el momento ni el lugar, pero en todos los planos de la organización política y social, subyace un debate que cuesta admitirlo y desarrollarlo con objetividad y visión estratégica: la homogeneidad y la simetría no son modelos sostenibles en éste estado del desarrollo capitalista. Este debate lo podemos comenzar desde el mismo momento del nacimiento de un ciudadano, su trayectoria educativa, el desarrollo de sus capacidades y habilidades para su reproducción pero también a nivel, ya en nuestro foco de interés, en las PYME.

Los análisis económicos continúan abordando la problemática desde la macro, las políticas públicas elaboran planes generales y masivos y la sensación es que no se está obviando un aspecto sustantivo de la cuestión: los impactos- a diferencia de las tradicionales crisis ar­gentinas, son diferenciales, no sólo ya a nivel de sectores sino que también intra sectorialmente.

La paradoja es que se hace imprescindible abordar los impactos, diseñar y desarrollar res­puestas a una crisis global pero que debe ser abordada desde lo “microeconómico” ( cuando utilizamos el término “microeconómico” NO nos referimos ni por un instante a comenzar a trazar neoclásicas curvas de indiferencia para desarrollar una curva de demanda, sino que ponemos nuestro interés en la situación diferencial de cada uno de los actores, en particular las PYME) lo que obliga casi a un análisis caso por caso una suerte de política económica especializada, a medida, ¿es esto posible?

¿Cuáles son las estrategias que se comienzan a implementar en las PYME con el objetivo de sobrevivir:

·        Reprogramación o eliminación de horas extras (en muchos casos con compensación a los trabajadores). Absorción de “anticipos a cuenta de futuros aumentos”. Ajuste de los niveles salariales a los niveles convencionales. Eliminación de “bonus” o premios anua­les. Mayor rigurosidad en los pagos por productividad, puntualidad, asistencia, etc. No se han eliminado ni suspendido los comedores ni se han ajustado los menús. En general se mantienen los beneficios “no salariales” aunque es posible que los mismos sean rene­gociados o ajustados de mantenerse la situación.

·        Si bien hemos detectado que hasta ahora los despidos (como consecuencia de la reducción de ventas y ajuste patrimonial de la PYME) se han llevado adelante por goteo, esa metodología, acusa en las estadísticas se han perdido más de 25.000 empleos (algo así como 100.000 argentinos reducidos a la marginalidad y la exclusión) en un proceso que recién se inicia.

·        Un indicador de la estrategia que han adoptado las PYME se describe en un reciente Informe sobre Consumo Masivo:

Según un sondeo realizado por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM), el trabajo informal creció un 40% durante el primer semestre, en comparación interanual.

"Los despidos masivos (o el temor a que éstos ocurran más allá de su concreción), en el ámbito público y privado, la baja rentabilidad de las Pymes y la inestabilidad económica favorecieron la precariedad contractual".

Los datos surgen de un relevamiento realizado sobre la base de un cuestionario a 816 Pymes ubicadas en el ámbito geográfico de la ciudad de Buenos Aires, La Matanza, San Martín, Rosario, Santa Fe capital, Córdoba, Mendoza y Mar del Plata. Asimismo, se incluyeron relevamientos de campo en vía pública y en diferentes Unidades de Atención Integral (UDAI) de ANSES.

La agencia DyN detalla que sobre el total de las firmas encuestadas, puntualmente el estudio se ejecutó sobre un 38% de empresas de comercios y servicios, un 16% del sector metal mecánico, un 13% del ámbito textil, un 12% del rubro gastronómico, un 11% del área de producción de plásticos y un 10% ligadas a la industria química.

IDECOM informó que un 29,30% de las Pymes consultadas "reconocieron que durante los últimos seis meses pasaron entre tres y cinco empleados promedio al régimen informal, eliminando las cargas impositivas y tributarias que les correspondían cuando esos trabajadores estaban incluidos en el régimen laboral".

"Además, el 13,30% de las Pymes afirmaron que celebraron con ese mismo promedio de empleados contratos de prestación de servicios trimestrales o semestrales a cambio de exigirles la inscripción en el régimen del monotributo", agregó.

El informe de INDECOM puntualizó que sobre ese total de Pymes, "el 32,20% afirmó que lo hizo para evitar la suspensión de los trabajadores, el 47,60% para no despedirlos y 20,20% restante para no llegar al quiebre definitivo".

Por otra parte, el 44% de las personas consultadas reconoció que se quedó "afuera del régimen de trabajo registrado en lo que va del año". En tanto, un 41,60% de los consultados reconoció que volvió a insertarse en el mercado laboral, pero destacó que lo hizo bajo condiciones informales, mientras que el 58,40% restante afirmó que aún sigue sin empleo.

Los datos difundidos dan cuenta de "una baja del 38,50% en la evolución de los trabajadores cotizantes que permanecen registrados, es decir, aquellos que deberían haber obtenido aportes patronales en esos meses". En el caso de las Pymes, el 33,10% reconoció que debe todos los aportes jubilatorios y de obras sociales, y el 66,90% restante reconoce que adeuda varios períodos y que especula con la posibilidad de adherirse a una moratoria en lo que resta del 2016. 

Las estadísticas evidencian que "en los primeros seis meses se registró uno de los peores comportamientos del mercado de trabajo de los últimos años, ya que a la desocupación se suman las suspensiones, los incumplimientos en los aportes y la caída del empleo registrado". Asimismo, el informe arrojó que "el 91,60% de los trabajadores dijo que aceptó estas nuevas condiciones de precarización laboral por el temor que les genera la posibilidad de perder sus empleos".

·        La contracara es que aquellas PYME en condiciones de sobrevivir a la crisis (condiciones desarrolladas sobre la base de importantes mejoras en materia de productividad con cambios técnicos en materia de bienes de capital o de organización de la producción, incorporación de alguna innovación o inyección de capital resguardado en ámbitos cuasi informales) no consiguen mano de obra calificada.

·        Queremos señalar que las pérdidas de puestos de trabajo señaladas por el INDEC son sólo un indicador. El problema es más grave porque nada dice del modo en que éstos requieren a la PYME la liquidez necesaria para hacer frente a los mismos (dado que en general se trata de antigüedades altas o la necesidad de adicionar “ayudas financieras” para evitar la posible conflictividad de los mismos derivados del Sistema de ART. Si bien en general negociado y pagado en cuotas, afectan el capital de trabajo de modo muy importante impidiéndole a la empresa ampliar su giro. La consecuencia (o podríamos decir, la solución –mala a nuestro entender pero solución fáctica verificada-, como lo señala el estudio que citamos, es el deslizamiento de muchos trabajadores hacia la informalidad laboral.

·        En éstos casos, y dado que en muchos casos, se trata de personal con mucha experiencia o bien capacitados y que las plantas de trabajadores estaban muy ajustadas, el Empresario PYME debe tener presente que en caso de revertirse el ciclo, le demandará costos adicionales volver a recontratar y especializar a los trabajadores.

·        Por lo señalado anteriormente, y con la mirada puesta en la deseada presencia de la PYME en lo que denominamos “la post crisis”, RECOMENDAMOS que, salvo que se detecte sobre actuaciones en la planta de personal o la existencia de falta de productividad o de manifiesta falta de disciplina por parte del trabajador, NO disminuir la panta de personal y sostener los niveles actuales.

·       En caso de trabajadores a los que les falte muy poco tiempo para acceder a la jubilación y salvo que ocupen oficios muy difíciles de suplantar (matriceros, por ejemplo) RECOMENDAMOS la posibilidad de anticiparle los salarios faltantes para la la jubilación y si es necesario recontratarlo pero ahora, externalizando la provisión de los servicios. (metodología que se contradice con lo que venimos señalando respecto de la pérdida de calidad en el mercado de trabajo)

·        Evaluar la posibilidad de acceder a los planes oficiales de sostenimiento del empleo que en general consisten en hacerse cargo de una parte del salario del trabajador (REPRO, PREBO (Bs As), etc). Debe tenerse presente que un “Procedimiento de Crisis, paso previo para acceder a los REPRO implica, como condición indispensable, la regularidad fiscal, lo que lleva a al dilema del “huevo o la gallina” que se resuelve de modo práctico con más informalidad laboral.

·        Los ajustes a los planteles, que aún NO se han verificado en las PYME (incluso en secto­res que públicamente han llamado la atención por el impacto que podría ya estar generando la situación económica) serán muy “meditados”. Debe tenerse presente la importante inversión en el desarrollo de capacitación y entrenamiento que desarrollaron las PYME en relación con su personal en los últimos 5 años. La posible pérdida de éste “capital intelectual” será motivo de un análisis muy detallado y exhaustivo por parte de la PYME llegado el caso.

·        En síntesis, nuestra RECOMENDACIÓN es evitar despidos. No resulta una estrategia que resuelva de modo fundamental y estratégico el impacto de la crisis en la Empresa.

·        Ajustes de gastos generales (ajustes a las dimensiones de las “cajas chicas”, disminu­ción de los niveles de autorización de gastos extraordinarios, mayor control de erogacio­nes no asociadas a la producción, etc.)

·        Hemos comprobado que las PYME que declaran encontrarse en situación de crisis “terminal” o cuya sustentabilidad está en duda son adversas a la contratación de expertos que puedan aportarle miradas críticas y diversas sobre el desempeño empresario pese a que les es posible organizar el acceso a los planes gubernamentales que se financian mediante Aportes No reembolsables (PACC y otros).

·        Ajustes en los gastos de representación y otros gastos asociados a la “imagen” o posicio­namiento comercial. En particular los gastos de viaje (por ejemplo hemos verifi­cado que el valor del km recorrido para la liquidación de los gastos de viaje, gastos de estadía y  manutención. Se eliminaron, en general, los llamados “gastos de homenaje” (regalos empresarios, a clientes y otras personas vinculadas en particular a la gestión). Se cancelaron suscripciones, abonos y cuotas.

·        El Empresario debe dar testimonio de austeridad y evitar dar señales confusas respecto de su conducta. Esta debe, en todo momento, dar cuenta de la crisis, de su deseo de sostener la Empresa de modo formal, de mostrar coherencia y consistencia en sus actos. Mostrarse solidario y responsable en todo momento y proactivo a todas aquellas posibles reingenierías de procesos o de costos que contribuyan a mejorar la productividad y la competitividad.

·        Se ajustaron los gastos  operativos relacionados con el comercio exterior. Se cancelaron participaciones en Ferias, Exposiciones, Seminarios, etc. Se reprogramaron y re planifi­caron las misiones comerciales.  En general se ajustaron los presupuestos a lo impres­cindible y a los potenciales resultados esperados.

·        Un aspecto importante fue la renegociación y reformulación de los costos de los seguros en particular en el rubro “rodados”. Se ajustaron las valuaciones y los riesgos cubiertos. Una medida de ésta “reducción de costos” significó alrededor de un 25% en promedio de los gastos aplicados al rubro.

·        En materia de producción se procedió a “recotizar” todos aquellos insumos “no estratégi­cos”. No obstante, podemos decir que en general se reformulo la política de abasteci­miento. Se trata de ajustar los stocks a los denominados “punto de pedido” o “puntos críticos”.

·        Se procedió a analizar la sustentabilidad de algunos productos. Así, se suspendió o repro­gramo la producción de los de menor rentabilidad o demanda.

·        El punto anterior nos obliga a RECOMENDAR al Empresario sostener una mirada crítica sobre lo que produce y en qué contexto se posiciona lo que produce, es por eso que, en nuestra opinión debe evitarse mostrar cierta “tozudez” respecto de tal o cual producto al que consideramos “estrella”. Reflexionar sobre ésta cuestión es fundamental y debe desarrollarse con total desapego y flexibilidad para comprender y ejecutar los resultados de ése análisis

·        Se ajustaron los horarios de producción y se desarrollaron inversiones en la infraestructura productiva para minimizar las “pérdidas o fugas silenciosas” de los factores de producción. Debe tenerse presente –que más allá de los avatares presentes de las tarifas de servicios públicos, éstos finalmente serán actualizados hasta llegar por lo menos a su costo de producción) obliga a analizar la planificación y programación de la producción bajo otras condiciones.

·        Debe tenerse pre­sente el alar­gamiento de la cadena de pagos, los incrementos en la mora (involuntaria o deliberada), el incremento de los cheques rechazados que ponen fuertes restricciones al financia­miento operativo de la Empresa. Reflexionar a “quién se le vende, cómo se le vende” lleva a tener que evaluar nuevos mercados, a intentar acceder a otros clientes que estén en mejores condiciones y a evaluar, desapasionadamente, la relación con aquellos clientes en problemas a quienes tal vez podamos apoyar para resolverlos y sostenerlos como tales.

·        Sostener la liquidez es de suma importancia, porque permite una mayor flexibilidad y capacidad de negociación tanto con los proveedores como con los clientes. Este factor es estratégico, dado que es el grado de liquidez la que junto a las mejoras en la productividad definen el pasaje de la crisis a las post-crisis

·        Es cierto que mantener el capital de trabajo y desarrollar estrategia para ampliarlo es básico y puede ser tomado como una señal para evitar la inversión en bienes de capital. Lo que estamos recomendando es que el proceso inversor en bienes de capital u otras ingenierías asociadas, deben ser atendidas con una mirada muy crítica en cuanto a que aporte hacen ésas inversiones, en éstos tiempos y de qué modo habrán de contribuir al posicionamiento en lo que denominamos “post crisis”.

·        Detectamos en las PYME la decisión de continuar invir­tiendo, fundamentalmente en la mejora de procesos productivos y en aspectos sustanti­vos de la competitividad. Las limitaciones en materia de financiación encuentran aún solución por la existencia de “stocks financieros” que les permiten la autofinanciación de aquellos proyectos que son considerados estratégicos. Pero, estamos observando que ésta capacidad ha sido ya prácticamente agotada dado que los “stocks financieros” de reserva –en caso de existir- fuero re direccionados a fortalecer el capital de trabajo.

·        No existen en sustitución líneas de financiación que permitan continuar con los planes de inversión pese que se anuncian tasas subsidiadas en términos nominales (cuando se calculan ésas tasas en términos reales resultan no ser útiles para acceder e incluso la cuestión de los requisitos son absolutamente incompatibles con el financiamiento de la inversión sado que incluso los planes oficiales no son más que meros “créditos hipotecarios” reforzados con “garantías personales”.

·        La estructura del capital en las PYME es una debilidad congénita y que refiere a una “cultura empresarial” endogámica. Es esta una debilidad ante la crisis que debería ser tratada de un modo más específico.

·        Hemos detectado que muchas PYME han comenzado a informar retrasos e impagos de obligaciones tributarias y sociales. Se cobra mal, se paga mal o no se paga.

·        No se verifican atrasos en los pagos de salarios. De acuerdo a al momento del año en que estamos (obligación de liquidar sueldos, aguinaldos)

·        En materia financiera, y dado los niveles de la tasa de interés vigente en los últimos 90 días, se ha limitado de modo voluntario el uso de los descubiertos o descuento de do­cumentos. No obstante esa limitación fue en muchos casos involuntaria. Los bancos ajustaron a la baja los límites a los acuerdos por sobregiros y descuentos. Si bien ésta situación permitió bajar los “costos financieros” fue una de las causas eficientes en la pérdida de calidad de la cadena de pagos.

Conclusión:

En nuestra opinión, la insolvencia que se expone en las PYME es un indicador muy peligroso respecto a cualquier estrategia de supervivencia que se elija, y los cierres silenciosos, las convocatorias y en muchos casos las quiebras llevaran a la desaparición de miles de PYME. Situación que ya hemos detectado y cuya ocurrencia se ha acelerado.





[1] El sustantivo griego “crisis” que designa la acción de “discernir, juzgar deviene del verbo griego “krinein” que significa “dividir, separar”. De allí que la palabra “crisis” remita básicamente a un momento de ruptura, de discontinuidad, de transformación y no de cambio, en tanto no puede asegurarse la continuidad. La versión latina indica que su origen está en el verbo “discrimen” (decisión, división). Para quienes provenimos de la cultura greco-latina, la referencia a la existencia de una “crisis”, poco y nada tienen que ver, en principio con la simultaneidad de una referencia a la “oportunidad”. Esta surge o no luego de que ya se ha producido de modo irreversible la “krinei”, es decir, la división y la separación. En idioma inglés, “crisis” remite a “breakdown” (collapse, crack-up), tampoco acá aparece la referencia a “la oportunidad”.
[2] Mario Benedetti

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