20 febrero 2016

NO SEAMOS HIPÓCRITAS.

Es cierto que el 24 de marzo estará en la Argentina el Presidente Obama, representante, hoy, de una Nación que ejerce su concepción Imperial como también la tuvieron Inglaterra (y aún continua con las Islas Malvinas), Holanda (los casos más emblemáticos fueron la actual Sudáfrica y la India), Francia (Napoleón Bonarpate vació las reliquias históricas de Egipto y hoy muchos las observan embobados en el Louvre), España y los territorios americanos que nos incluye) e incluso Alemania (Togo donde hasta mi propio apellido tiene entre otros significados el de “negrero”, tal vez porque algún antepasado fue traficante de esclavos desde ésas tierras).

Concepción imperial que como categoría histórica fue bien definida por Eric Hobsbawm en la “Era del Imperio”.

Esa “era del imperio” no ha finalizado, ni habrá de finalizar hasta que el desarrollo del modo de producción capitalista haya cesado como modo hegemónico de producción y consecuentemente de organización social. No sé –seguro no lo veré porque seré seguro parte de la pila de huesos que señala Hegel – que modo de producción de bienes sobrevendrá para la continuidad de las mercancías, ni tampoco puedo predicar que los seres humanos que lo protagonicen habrán mandado al destierro la concepción imperial que alberga en los países en los que como se dice “el futuro llega primero” que hoy es los EEUU.

Va a estar en el país el 24 de marzo y eso parece herir la piel, la sensibilidad de muchos argentinos. El Presidente de los EEUU que nos visitó fue Bush tratando de imponernos el TLC y Argentina dijo –soberanamente NO. Esto no me hace kirchnerista, pero fue, lo debo reconocer una decisión de política internacional acertada para mi modo de pensar.

Pero eso no justifica que figuras impresentables como el “Cacho” Berrospe, Luis D’Elía (el mismo que avaló el Tratado con Irán que encubría la impunidad para los asesinos de la AMIA sean autores materiales o intelectuales, instigadores o “gallos ciegos” que dejaron hacer), rompieran la ciudad de Mar del Plata con la complicidad de un gobierno que luego los sumo activamente a la estructura de  la mayor época de corrupción de la la República Argentina en toda su historia que ni el “Dr Lingotes” como lo llamaba Rosas a Salvador María del Carril por su política monetaria podría haber emulado.

Esos “destructores” (y la larga lista de otros que deberían rendir cuentas) bajo el argumento del antiimperialismo llenaron sus bolsillos y el pueblo argentino no se inmutó durante más de 12 años de la política del “vamos por todo” que significó una política que ni Atila se animo a ejecutar en territorio del Imperio Romano: arrasar con todo. Durante más de 12 años e incluso con el aval del 54% de los argentinos convalidaron el “vamos por todo” que significó “tierra arrasada”.

Esos mismos hoy se escandalizan con una estructura política que hace no más de 60 días asumió un Gobierno que primero debe intentar reparar lo destruido por ése “huracán de corrupción y derroche del patrimonio de los argentinos” (que me perdonen los quemeros cuando digo huracán, no digo Huracán, el de la Av Amancio Alcorta y el estadio Ducó)

Pero vayamos al grano.

Repudiamos a Bush y su política imperial proveniente del Partido Republicano que hoy muestra como su mejor emblema al promotor de genocidios como Donald Trump. Pero sin que se piense que el Presidente Obama no representa la misma política imperial, no debemos olvidar que fue el demócrata Carter el que le señaló a Videla las violaciones a los derechos humanos que ocurrían en la Argentina, para luego ser catalogado por la dictadura como “comunista” y que envió a la Argentina en 1977 a Patt Derian, que se desempeñaba como Secretaria de Derechos Humanos en los EE UU y que condecorada en el Consulado Argentino en Nueva York le entregó al entonces embajador, Héctor Timerman, los pañuelos blancos que le habían dado las madres de dos desaparecidos impulsando de modo decisivo la misión de inspección a la Argentina que realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA en 1979

Jano, dualismo político, ejecución perversa de la política imperial, puede ser, jamás lo sabremos.

Pero si sabemos que solo 48 hs después de que la Comisión Nacional de los 25 (que se oponía a la Comisión de Gestión y Trabajo (cooptada por la dictadura) llamo a una huelga general y movilización aplaudía a Galtieri en la Plaza de Mayo.

Ésa Comisión de los 25 ya en 1981 había desarrollado algunas manifestaciones y convocado a una jornada de protesta el 22 de julio y el 7 de noviembre que se sumó a la procesión hacia el Santuario de San Cayetano en Liniers, bajo la consigna "Pan, Paz y Trabajo", concretando una movilización popular.

El 24 de marzo de 1982, día del sexto aniversario del golpe de Estado, emitió un comunicado en el que señalaba que:

"No hubo, no hay, ni habrá pueblo sobre la faz de la tierra que acepte dócilmente que se convierta a su patria, como nos sucede a los argentinos, en una timba especulativa y financiera, subordinada a los centros de poder económico mundial, se quiebre la industria nacional a través de la apertura indiscriminada de la importación, con su lógica secuela de quiebras, cierres, suspensiones y despidos, degradando a la gran mayoría de la familia argentina a condiciones de vida infrahumanas, sumergiéndola en la miseria, el hambre y la desesperanza".

En ese contexto, la CGT se convocó a la movilización del 30 de marzo con la consigna de "La Patria convoca al Pueblo". Ubaldini, exhortaba a concurrir a una marcha sin violencia, en la que se manifestara el repudio al gobierno militar y se exigiera paz, pan y trabajo. Al mismo tiempo, la central obrera afirmaba que

"... no acepta la imposición, ni el contubernio ni resigna tampoco su representación, de la misma manera que no renuncia al objetivo básico de impulsar el desarrollo del país, el pleno empleo, la distribución equitativa de la riqueza, la vigencia del estado de derecho y la Constitución Nacional. En síntesis, la justicia social, cuya búsqueda constituye para la CGT un compromiso permanente. Es con este espíritu que la CGT ha convocado al pueblo para movilizarse el próximo 30 de marzo, ejerciendo el derecho constitucional de peticionar".

Recibió el aval de otros sectores de la sociedad, fundamentalmente del movimiento peronista organizado en torno Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) del que formaran parte dirigentes como Antonio Cafiero y que luego de perder la interna que puso a Luder-Bittel como candidatos del peronismo en las elecciones en las que triunfó, afortunadamente Raúl Alfonsín, fue el impulsor de la “renovación peronista”.

La movilización se realizó y la dictadura reprimió ante el silencio de  millones de argentinos que como señalamos más arriba, 48 hs después, esos millones de argentinos aplaudían el “vamos ganando” mientras cientos de soldados argentinos provenientes de los sectores populares argentinos eran masacrados en las Islas Malvinas y que a su heroísmo deben sumar las tropelías (torturas, robo de alimentos por parte de la oficialidad y falta de capacidad de sus oficiales, torturas y vejámenes que jamás fueron juzgados).

Hoy nos “rasgamos las vestiduras” por la visita de Obama el 24 de marzo. Una suprimo acto de hipocresía.

Los argentinos no hemos llevado adelante, aún, una profunda autocrítica sobre el silencio que guardamos frente a la dictadura, silencio que nos hizo cómplices por omisión de la dictadura.

Y dijo esto pensando en lo que señala Finkelkraut sobre el Estado alemán en tiempos del nacional-socialismo: el Estado desarrolló y puso en marcha una máquina industrial para matar, hacer desaparecer, torturar, someter a vejámenes, etc. a quién no pensará o adhiriera a esa máquina.

Lo señala Finkelkraut y lo muestra la película “Laberinto de Mentiras”: hasta el último tornillo de ésa “máquina industrial” puesta en marcha y operada por el Estado fueron funcionales a sus productos: asesinatos, desapariciones, miseria de las mayorías y destrucción del Estado.

Obviamente, como una buena parte de los sectores medios y altos de la sociedad de la sociedad hizo uso del “deme dos”, la “tablita de Martínez de Hoz” mientras otros se fundían y eran enviados a la miseria, al desempleo (solo basta ver la película “Plata Dulce” para ver el comportamiento de ésos sectores que dieron lugar a todo tipo de estafas financieras y a la entrega de la soberanía nacional que hoy dice sentirse mancillada por la visita de un Presidente de los EEUU en una fecha que el mismo “pueblo” avaló con su silencio bajo la expresión, que muchos periodistas repitieron sistemáticamente: la opinión pública.

No debemos olvidar ni perdonar las desapariciones, torturas, asesinatos y todos vejámenes sufridos por los argentinos por parte de la dictadura militar, pero no debemos ser hipócritas: nos debemos una autocrítica profunda respecto de nuestras conductas y responsabilidades durante la dictadura si, verdaderamente, queremos tomar el camino del desarrollo que no es sólo económico, sino que es fundamentalmente político y social.


La visita de Obama es una circunstancia que no sabemos que nos aportará en ésta oportunidad. Por ahora es meramente anecdótico y quienes inflaman su verba para condenarla están mostrando una importante hipocresía

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