21 febrero 2008

TODA LA CARNE EN EL ASADOR

Con agudo sentido de la urgencia, el principal "estratega" del modelo económico que desarrolla la Administración K señala en una columna en el diario La Nación que "Una ponderable evidencia a nivel mundial enseña que no es verdad que el crecimiento sólo pueda darse de la mano de una inflación bien baja. Igual evidencia muestra que existe un umbral de inflación -según sea el caso- que, traspasado hacia arriba, sí, fastidia el crecimiento."

Y señala, también que; "Conviene saber cuál es ese umbral, sobre todo, el que nos cabe. En definitiva, el mismo alude a lo que decía Alan Greenspan: es aquel nivel a partir del cual los operadores comienzan a computar la inflación para la toma de sus decisiones económicas."

Pero los operadores que menciona el ex jefe de la Reserva Federal, no son sólo los operadores locales, y sobre todo en el caso de la Argentina que no puede eludir ni distraerse de los humores del mercado financiero mundial.

Los acreedores, que esperan cobrar en tiempo y forma, los "holdout" que presionan y persiguen por sus acreencias no renegociadas, las presiones internacionales y locales para que se resuelva la deuda con el Club de París, sin contar que la denominada "crisis sub prime" en curso, pero en línea con la que generaron las denominas "punto com" ponen en evidencia que las burbujas antes o después, explotan y que los precios de los "commodities" reflejan la existencia de una "burbuja" especulativa, más allá de las demandas incrementales de alimentos y bio combustibles que pueden tener carácter real.

¿Cuál es el indicador del "estado de ánimo" que los operadores internacionales tienen respecto de nuestra gestión?

Los indicadores que el mundo financiero utiliza para calcular qué tan riesgoso es un país siguen demostrando que Argentina, a pesar de sus números macro, juega un partido aparte. No sólo midiendo la performance del país mediante el EMBI del JP Morgan (indica la sobretasa que se paga por sobre un título norteamericano de igual duración), sino también observando los Credit Default Swaps (CDS), seguros para cubrirse de un incumplimiento de pagos), se desprende que el mercado "no le cree" a la política oficial. Argentina casi duplica a Brasil en el riesgo país (474 unidades versus 250) y quintuplica en los CDS (518 puntos contra 150).

Observando la actual cotización del CDS de Argentina a 5 años (el más líquido del mercado) se desprende que muy poco cambió con respecto al pico de la crisis "subprime" en EE.UU. (agosto del 2007). "La volatilidad es muy acotada en el caso de Argentina, no así en otros países, pero la percepción es que el mercado sigue "priceando" cuestiones que van más allá de crecer al 8% anual y por eso se mantiene en niveles elevados.

Hoy, en niveles de 520 puntos, implica que el inversor debe pagar una tasa de 5,2% para obtener un seguro contra un eventual incumplimiento y ese valor no es neutro para abordar una de las debilidades estratégicas del actual modelo económico: la inversión.

La Argentina tiene uno de los CDS más caros del mercado y cualquier financiación internacional que pretenda obtener por fuera de los actores financieros del mercado (salvo los que se originen en las Instituciones Financieras Multilaterales, como el BID, la Corporación Andina de Fomento o el Banco Mundial) debe partir de éste piso, lo que hace inviable cualquier proyecto que requiera de éstos fondos.

En el mismo sentido, el ya conocido "Riesgo País" se encuentra en los 480 puntos. A fines de Enero de 2007 el EMBI+ se situaba en los 183 puntos.

Es válido preguntarse que pasó.

A los argentinos nos cuesta explicar estas cuestiones que tienen que ver con la percepción que las finanzas internacionales tienen de nuestra, podríamos decir, "honorabilidad" en materia de cumplimiento de las obligaciones y responsabilidades.

A favor de ésta "rebeldía" frente a los acreedores extranjeros, podríamos decir que mucha de la deuda reclamada debió ser oportunamente repudiada por tener, para la democracia, un fundamento espurio. Pero lo que no se denunció oportunamente no puede ser ahora motivo de reclamo. Nuestras debilidades institucionales en materia de relación financiera con el exterior han mostrado siempre poca transparencia y nunca esta muy claro para la sociedad el destino de los fondos.

La realidad es que nuestros acreedores, "reestructurados" o no (holdout) estiman que las debilidades institucionales argentinas continúan y que seguimos siendo sujetos de las mayores desconfianzas.

Ahora bien, si la Agenda Empresaria tiene como prioridad fundamental la necesidad de obtener un adecuado financiamiento (en plazos y costos) para ampliar, modernizar y profundizar el desarrollo productivo, ésta realidad es una restricción que debe ser atendida de modo prioritario.

La oferta de instrumentos que la política pública debe poner a disposición de las PYME para la promoción de inversiones, en particular los de naturaleza financiera, no siempre son suficientes o no responden a la dinámica empresaria.

De allí que muchos proyectos de las PYME, por su naturaleza, deben recurrir a la financiación de la banca privada.

Más allá de las consideraciones y críticas al funcionamiento de la banca privada en la Argentina, lo cierto es que los sobrecostos derivados de la baja credibilidad que los operadores internacionales del mercado financiero internacional tienen sobre la Argentina resulta ser una restricción importante para la obtención de líneas de financiamiento acordes con el objetivo buscado: la inversión.

En general los argumentos que se exhiben para justificar el nivel de la sobre tasa de los CDS se refieren a las paradojas, contradicciones y debilidades estructurales de base institucional y cuya resolución depende de la voluntad y decisión política del Poder Ejecutivo.

Tal vez el caso emblemático sea el del INDEC.

El Indice de Precios "oficial" le genera al Tesoro Nacional ahorros importantes en el pago de las acreencias que tienen como base ese índice y que son una porción importante de la renegociación. Lo que uno debe preguntarse, quién paga esas picardías estadísticas.

Hasta acá, las sobretasas que se reflejan en los Credit Default Swaps o en el EMBI+ (Riesgo País) parecen indicar que el costo ésta mesurado y que se traslada inexorablemente al conjunto de la sociedad, sea por la vía de financiaciones o más caras o inexistentes.

Adicionalmente, ésas "picardías" generan retrasos en el desarrollo estructural del aparato productivo nacional que comienza a mostrar retrasos tecnológicos, fatiga y pérdida de competitividad, que se refleja en las presiones inflacionarias, acotadas por ahora con el incremento de las importaciones que sustituyen la producción nacional o el desabastecimiento de algunos productos esenciales en las góndolas de las principales cadenas comerciales.

Simultáneamente, el las dudas comienzan a superar los silencios diplomáticos y entre desmentidas y declaraciones que "mienten y desmienten", una nueva realidad se va configurando: Argentina, pese a los esfuerzos de sus ciudadanos, no logra recuperar la credibilidad, la confianza y la respetabilidad de quienes podrían aportar recursos a una etapa de consolidación del desarrollo.

Mientras estas cuestiones no sean abordadas y resueltas, la Agenda PYME seguirá apuntando a la financiación de su desarrollo como una cuestión pendiente que no sólo la afectara en lo estrictamente coyuntural (pérdida de algunos negocios, no sustentabilidad de la rentabilidad, etc.) sino que se instalará definitivamente en su estructura.

Si hay carne, "¿no habrá llegado la hora de ponerla toda en el asador?"


O, en castigo por nuestras anomalías, ¿estamos condenados a ser vegetarianos?

21 de febrero de 2008

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.