LLEGO EL
FUTURO ¿LO DEJAMOS PASAR?
Comenzó a
funcionar la Comisión Nacional Asesora de Biomateriales (Cobiomat
En
el farrago de normativas diversas que día a día se publican en el Boletín
Oficial (lo que da prueba suficiente de uno de los fundamentos ya no sólo del
“costo argentino” sino que abren un espacio de incertidumbre tal que lleva a
los empresarios -y ni que hablar de las PYME- a preguntarse “¿Qué me pedirán
mañana que agregara un nuevo renglón de costos a mi producción?”.
Sin
embargo, a veces ese amontonamiento y ésa diversidad, hacen que pasen
desapercibidas decisiones de política productiva de singular y estratégica
importancia.
Sin
embargo, Esta semana, se desarrolló la reunión inaugural de la Comisión
Nacional Asesora de Biomateriales (Cobiomat) en el auditorio de la Secretaría
de Agroindustria de la Nación que nos remite a su creación -de acuerdo con el
Boletín Oficial – al 26 de abril de 2018. (adjuntamos copia de la Resolución
13/2018 de la Ministerio de Agroindustria – Secretaría de Alimentos y
Bioeconomía (en la actualidad, aunque desconocemos a cargo de “quién” se
encuentra en el ámbito del Ministerio de Producción).
Según
la Resolución 13/2018, “los
biomateriales constituyen un pilar fundamental para el desarrollo de la
bioeconomía, la cual propone una nueva visión de la relación de la agricultura
y de la industria, y ofrece un modelo de desarrollo sustentable”.
En
las consideraciones de la norma se explica que “existe una tendencia mundial hacia el reemplazo de los recursos
combustibles fósiles por recursos biológicos renovables, tanto como fuente de
energía, como de materiales”. También agrega que “en la Argentina se están produciendo avances relevantes en el
desarrollo de productos biotecnológicos a partir de materia prima renovable de
origen agroindustrial, denominados biomateriales o materiales biobasados”.
Se
considera “biomaterial” o “material biobasado” al obtenido en su mayor parte a
partir de materia prima renovable de origen agroindustrial. El ejemplo más
típico es el bioplásticos generados a partir de almidón de maíz, pero, en
general, son aquellos obtenidos a partir de materia prima renovable de origen
agroindustrial y se puede obtener, además, de subproductos y residuos.
Incluyen, entre otros, a los bioplásticos, biofibras, biocomposites,
biopinturas y biolubricantes.
Con
los bioplásticos es posible hacer todo lo que hace con los petroplásticos
(tanto productos descartables como durables). Además, los pellets de
bioplásticos pueden ser procesados por las mismas empresas fabricantes de
productos plásticos que actualmente trabajan con petroinsumos. Es decir: no se
requiere cambiar toda una matriz industrial; sólo cambiar de un insumo
renovable por otro no-renovable.
En
la Argentina existen empresas que ya están trabajando en la materia con
tecnología importada. Tal es el caso, por ejemplo, de Tritellius, una empresa
marplatense licenciataria de un bioplástico desarrollado por una compañía
italiana (Novamont), y Arbio, una empresa conformada por el argentino Grupo
Patagon en sociedad con la corporación china Guangdong Shangjiu Biodegradable
Plastics.
En
el mercado local existe además un equipo de biotecnólogos que está trabajando
para poder contar con un biopolímero Made in Argentina. Inmet, una empresa del
Grupo Bioceres dedicada a diseñar compuestos biológicos de alto valor agregado,
está trabajando en el diseño de bacterias modificadas genéticamente que
permitan transformar el glicerol crudo (subproducto barato de la elaboración
del biodiesel) en biopolímeros. El modelo de negocio de Inmet consiste en
desarrollar un paquete tecnológico que pueda implementarse llave en mano en
industrias elaboradoras de biodiesel que deseen dar un paso más en la cadena de
agregado de valor.
Cobiomat
está integrada por diversas instituciones, organizaciones y entidades de toda
la cadena. Su objetivo es asesorar a las autoridades de la Secretaría de Agroindustria
sobre las políticas relacionadas con los biomateriales, incluyendo la propuesta
de criterios técnicos y acciones, como así también la emisión de opinión en
relación con la regulación y promoción de la producción de este tipo de
productos.
La
Cobiomat estará coordinada por funcionarios de la Dirección de Biotecnología
del Ministerio de Agroindustria e integrada por representantes de Maizar,
AcSoja, INTI, INTA ,Cámara Argentina de la Industria Plástica
(CAIP), Cámara Argentina de Biotecnología (CAB), Entidad Técnica
Profesional especializada en Plásticos y Medio Ambiente (Ecoplas), Centro de
Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (Cidca), Instituto de
Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (Intema), UBA, Universidad
Nacional de Quilmes (UNQ), Conicet, Ministerio de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva, Fundación Argentina de Nanotecnología, Ministerio de
Producción, Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Ministerio de
Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la provincia de Santa Fe
(MinCTIP) y Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia de Córdoba,
además de “observadores y expertos que serán convocados por la Dirección de
Biotecnología en función de los temas a tratar”.
Hasta
acá el reconocimiento explicito de una “gafe” personal (se me quedó
traspapelada en el marco de la incipiente crisis de balanza de pagos que pone
en evidencia, una vez más cómo la deformación profesional se deja llevar por el
“ruido mediático” y termina atendiendo lo urgente, marginando lo estratégico,
necesario e importante).
Conclusión
de esta autocrítica algo que siempre señalo y destaco: no hay movimientos ni
crisis macroeconómicas que generalmente acontecen en el ámbito de lo
financiero, que pueda poner límites al desarrollo productivo. Siguiendo el
método de James Carville, estratego de la campaña de Bill Clinton en 1992,
colgaré un cartel delante que diga: “es el capitalismo, estúpido” (espero al
menos, levantar la vista, al menos una vez al día para verlo y que me recuerde
por donde debe circular mi análisis)
UNA
DISGRESION PERSONAL
Como
siempre, tengo la costumbre de “meter la cabeza en el ventilador”, es, tal vez,
mi karma y no hay razón para que esta vez sea distinto. Pienso, la PYME
Industrial debe estar ahí, escuchando, aprendiendo, descubriendo, oteando el
futuro que está algo más que próximo.
¿Por
qué?
1. Porque uno de los factores fundamentales de
la discriminación productiva -en la que algunos serán ganadores y otros
perdedores con todas sus consecuencias- será lo que dá en llamarse la
“productividad total de los factores de producción” y eso incluye de modo
protagónico a los materiales. Obviamente también la energía, los procedimientos
o lay out productivos, la calidad y sin lugar a duda las inversiones en
equipamiento y el empleo)
Si
la PYME descubre “tarde” estas tendencias las probabilidades de “caerse” son
crecientes y tal vez cuando tome conocimiento de la realidad, sea
irremediablemente tarde.
Obviamente, como suele
acontecer se reclamarán apoyos de todo tipo para no caerse, para no
trastabillar, pero -y ahora sí en las condiciones macroeconómicas de la
Argentina (presupuesto equilibrado que esperemos sea un hecho cierto- los habrá
pero muy tibios, de circunstancia, pero no serán capaces de modificar la nuevas
estructuras y dinámicas productivas.
2. La PYME, constituye un complejo tejido
productivo del cual pueden nacer -mediante el uso de modelos asociativos que conocemos
perfectamente y que poseemos una gran experiencia- proyectos productivos que
contribuyan al desarrollo regional PYME a partir de las producciones locales
cuyo uso puede encontrar otras soluciones que las hasta ahora de
comercialización con casi nulo “valor agregado”.
Con
toda modestia cito lo de un aforista polaco (Stanislaw Jerzy Lew): “los que se
adelantan a su tiempo deben esperarlo en refugios incomodos”, pero agrego: no
hay incomodidades cuando se puede alertar sobre el futuro próximo o éste
presente continuo. Significa que aún tengo vida.
Lic.
Carlos Guillermo Schwartzer
Colegiales,
15 de septiembre de 2018
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