18 diciembre 2017

¿BROTES VERDES? FLORECE UN VIEJO DEBATE


Un twitter de Lucas Llach  (16-12-2017) en el marco de una conversación futbolera dejo registrado, aunque no con esa intencionalidad,  la cuestión que vengo señalando desde que se conoció el Decreto 1025/2017 que eliminó las retenciones móviles al biodiesel y le coloco un derecho de exportación del 8% bajo el argumento de “ una armonización entre los derechos de exportación del biodiesel y el de su principal materia prima, el aceite de soja, para alcanzar una convergencia entre los mismos, conforme las pautas del Decreto N° 1343 de fecha 30 de diciembre de 2016.”

Señaló el twit:

“Europeos ganando el mundial de clubes: 10 de lo últimos 11. Acá sí que hay un problema de agregación de valor: exportamos la materia prima (los jugadores) e importamos el producto terminado (derechos de TV).”

 Este comentario “futbolero” pone en otras palabras lo que habrá de suceder con las exportaciones de biodiesel.

Parafraseando ése twit exportaremos aceite de soja (jugadores) y los europeos le darán el “finish” transformándolo en biodiesel, mientras tanto –conforme se viene negociando el Acuerdo UE-MERCOSUR importaremos los productos terminados (por ejemplo, autopartes)

Pero a su vez, el Decreto establece que será el Ministerio de Energía y Minería el que fijará el precio interno del biodiesel que tiene  impacto en la construcción de las naftas con destino a los automóviles (12% de corte) dando pie a una determinación de singular contenido estratégico a una industria (donde existen un importante número de PYMES) de fuerte localización regional.

Estas PYME productoras de biodiesel cuyo destino es el mercado interno se han de encontrar ahora con los excedentes de producción de las grandes empresas que a diferencia de las PYME Regionales productoras lo habrán de comercializar a “costo marginal” dando pié a una competencia desleal en el mercado local.

Ya el Ministerio de Energía y Minería había dispuesto un importante recorte de precios en el biodiesel que afectaba básicamente a las plantas del Noroeste generando un debate de “asordinado” contenido político, pero también técnico que obligo al Ministerio a retrotraer la medida fijando mayores precios lo que permitió, al menos por ahora, una “resolución acordada”.

El mismo 13/12/2017 en mail a la Entidad representativa de las PYME a nivel nacional señalé:

Evité verter opinión sobre el Decreto 1025/2017 (enviado en el Boletín Oficial de la fecha) porque es un tema donde el tema de las industrias regionales de Biodiesel vuelven a ser afectadas.

El Decreto prevé un derecho de exportación de 8% (casualidades, hoy es el Día del Petróleo) lo que complica la ecuación de exportación, incluso a la UE que en lugar de biodiesel argentino compraran aceite y serán ellos los que lo habrán de transformar en biodiesel.

Tal vez, tratando de buscar una explicación analicé si ése 8% mejoraba la negociación con los EEUU. Pero lo descarté.  Los derechos antidumping que cobra EEUU no se modifican sustancialmente con ése nivel de derechos de exportación.

Por otra parte se utiliza la vía del Decreto cuando al tratarse de la tarifa aduanera debería haber pasado por el Congreso.

Resulta una medida difícil de comprender, pero lo que es seguro que nuevamente se castiga a la industria de biodiesel nacional, sin incrementar la “tasa de corte” y tengo la convicción de que se castiga a un sector industrial que da autentico valor agregado a la producción primaria o a los residuos de ella.

No se trata de un tema menor para las economías periféricas locales (comercio, servicios industriales, etc) que deberán afrontar menores ingresos y restricciones ya no sólo a nivel de actividad coyuntural, sino que también de expectativas de desarrollo, incluso de radicación de mano de obra

El pasado 16/12/2017 Hecor Huergo en Clarín Rural señaló:

El discurso efectista de “alimentos vs. energía” le ha quitado fuerza a esta demanda. Eso fue fogoneado por los dos sectores que recibieron el impacto de la irrupción de los biocombustibles en la gran escena global: la industria alimenticia (que ahora tenía que afrontar mayores costos por la suba de los granos), y la energía convencional, sometida a una competencia inesperada.

El aceite, más que un alimento, es un insumo de la industria alimenticia. Es más rica la papa frita que la papa hervida. Es también más práctica en el “food service”, en particular en las casas de comida rápida que siguen ganando la carrera gastronómica. Cada vez más la gente come afuera de casa, y allí gana la fritanga.

Pero la producción es más fuerte…La expansión de la soja en América y de la palma en el sudeste asiático metieron presión en el mercado del aceite. El biodiesel es una excelente forma de digerir los excedentes. Entonces, que la vieja Europa y los Estados Unidos mantengan sus planes de sustituir gasoil por biodiesel es una buena noticia. De lo contrario, la cotización del aceite caería en picada, afectando la ecuación de la soja.

La mala noticia es que lo quieren hacer ellos. Estados Unidos tiene aceite de sobra. Europa no. Así que van a seguir comprando. La mala noticia para la Argentina, que montó una poderosa industria integrada en los últimos quince años, es que pierde el eslabón final de la cadena de valor.

Convertir aceite en biodiesel significa utilizar un catalizador, el metilato, que es producido ahora en el propio complejo agroindustrial por una compañía alemana, que se instaló hace cinco años. Sustitución de importaciones.

Como subproducto, surge la glicerina de origen renovable (que sustituye a la convencional, de petróleo), donde hoy la Argentina manda a nivel mundial. Se han levantado varias plantas de refinación de glicerina, una molécula muy interesante que está dando lugar a una cascada de productos de alto valor como los bioplásticos. Todo esto está en juego.

También trascendió que la Argentina no va a litigar contra Estados Unidos en la OMC. El gobierno confía en la negociación directa, o directamente le da la razón a Trump abandonando el campo de batalla.

 Si esto sucede, asistiremos a la primarización de una industria que el mundo teme y admira.

Quedan así expuestas dos fuentes de lobby (en principio) para dar razón de éste controvertido Decreto 1025/2017: la industria alimenticia y la energía de producción convencional.

Pero a su vez surge una nueva restricción al desarrollo de una industria innovadora la del bioplásticos a partir de la producción de glicerina.

Estaremos frente, en futuro cercado, a la exportación de glicerina y a la importación de bioplásticos.

Una pregunta de difícil respuesta: ¿Sera, entonces, como señala Lucas Llach: “exportaremos jugadores –que han levantado el nivel de las ligas europeas de futbol en los últimos 11 años- e importaremos servicios de TV?

O para decirlo en términos de la historia económica argentina, seguiremos exportando materias primas de altísima calidad e importando el valor agregado del ciclo completo.

Parece que el modelo de “industrias naturales” que denunciaran Carlos Pellegrini, Aristóbulo del Valle, Vicente Fidel López en el famoso debate en la Cámara de Diputados de la Nación alrededor de la Tarifa Aduanera de 1873 va consolidándose.


Un pequeño detalle: incluidas todas las actividades de las economías regionales generan sólo el 17% del empleo. Parece ser, entonces, que para que éste se desarrolle requiere, imperativamente, no ceder “ni tranco de pollo” en la producción destinada a la exportación con alto valor agregado y de la más alta competitividad en plano mundial.

No casualmente escribo éstas líneas en el 3er. Domingo de Adviento. Tiempo de espera de lo nuevo. ¿será así o veremos que tras nuestra espera aparecerán las mismas estructuras de la primarización de la economía y la aceptación a crítica de una división internacional del trabajo que en nada favorece nuestro desarrollo nacional, pese a alcanzar estandares de competitividad del más alto nivel.

Colegiales, 17 de diciembre de 2017
(3er. Domingo de Adviento)


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