11 noviembre 2017

COMBATE A LA INFLACIÓN: TÁCTICA Y ESTRATEGIA.

COMBATE A LA INFLACIÓN: TÁCTICA Y ESTRATEGIA.

Días pasados comete en una reunión empresaria que más allá de algunas diferencias, que, aunque tenían alguna significación, la presentación del presidente Macri de los CONSENSOS BÁSICOS en el CCK el pasado 30/10/17 me resultaba singularmente importante y que encontraba en ella, pese a las diferencias, muy importantes coincidencias. Inmediatamente surgió una señal de un empresario que me marcó la contradicción entre esas “bondades” y la política del BCRA.

Pero la bondad del pastel se conoce comiéndolo, suele decirse y ahí empiezan algunos problemas, disensos o asimetrías.

En primer lugar, para ser precisos:

La estrategia viene a ser el conjunto de acciones planificadas y coordinadas sistemáticamente en el tiempo que se llevan a cabo, para lograr un determinado fin o misión.

La táctica es el método o la forma empleada, con el fin de cumplir un objetivo y que a la vez contribuye a lograr el propósito general, de acuerdo a las circunstancias que tiene que enfrentar.

En conclusión, La estrategia es el plan general para lograr los buenos resultados, y la táctica, son las formas o métodos específico que se aplican de acuerdo a las circunstancias, para cumplir de forma efectiva el plan estratégico.

Así definidos los términos, la presentación en el CCK resultó ni más ni menos que la enunciación de la estrategia política post-electoral mirando, en términos temporales, no sólo los 2 años que le quedan por delante a éste Gobierno, sino que en sí mismo debe leerse como un plan estratégico con vistas a un segundo mandato.

Obviamente, la táctica, para implementar esa estrategia fue implementada rápidamente. En tal sentido se comenzó tal vez por la parte más difícil: la distribución de los fondos, su origen y aplicación y obviamente comenzaron a reflejarse los consiguientes “tiras y aflojes” que en los hechos carece de novedad en la historia argentina pero que ha sido, desde el propio nacimiento (mayo de 1810) hasta la fecha, motivo de rencillas de todo tipo, guerras, desuniones, batallas, derrame de sangre de gaucho (para algunos de poco valor), etc, etc.

Lo cierto es que parece que el plan estratégico anunciado por el Presidente Macri va delineando las tácticas a implementar, como decíamos primero acuerdo con los Gobernadores y luego el paso por el Poder Legislativo para concretar en Ley los acuerdos y a partir de allí la implementación de un conjunto de nuevas prácticas de gestión de los recursos públicos.

Para lelamente, y aunque parece descentrada, se trata de acordar una reforma laboral que tiene múltiples impactos y que, según se señala públicamente, no tiene avances sustantivos.

En nuestra visión el sindicalismo se ha convertido en una corporación esclerosada, anclada en los albores del “fordismo” y por tanto es una corporación conservadora y carente de representatividad legítima.

Este punto, sobre el que no es el momento de abordar, refiere al debate de lo que se conoce como “realismo capitalista” desarrollado desde el mismo momento en que los sistemas de producción fordista hicieron eclosión y nuevas formas de gestión del capital y de organización de la producción comenzaron a prevalecer ya sin retorno.
Señalamos “sin retorno”, aunque podríamos ser interpretados como la frase de Margaret Thatcher cuando, ante la protesta de los mineros por el cierre de las minas de carbón, señaló “no hay alternativa” que marcó un parte-aguas en la historia política, social y económica de Inglaterra.

Sin embargo, el “sin retorno” está referido a la imperiosa necesidad de un trascendente y estructural transformación cultural que se demanda a los actores de la producción -sean empresarios, trabajadores y/o sus respectivas representaciones por tamaño y sector.

Sin esa transformación, el “sin retorno” se ha de transformar, inexorablemente, en el “no hay alternativa”. Para pensarlo y actuar, como diría el santo de Aquino “hic et nunc”.

Sin embargo pareciera que existe desde la instalación del Gobierno de Cambiemos una segunda estrategia que también parece tener una muy sugestiva importancia y que hace que el propio Presidente la use como medida de su éxito o fracaso: la pobreza.

Es cierto que al iniciar el Gobierno, éste se encontró con un verdadero desquicio que podríamos decir sistémico en tanto la corrupción había ya socavado los pilares centrales de la República y estaba convirtiendo a la forma democrática y de libre expresión en una suerte de “Unicato” (del que ya la Argentina también conoce sus resultados desde el Gobierno de Juarez Celman donde también la corrupción llegó hasta falsificar emisiones monetarias- recordar que eran tiempos del patrón-oro y la Caja de Conversión – y que no se podía emitir moneda que no se reflejara en las tenencias de oro del tesoro).

Pero su diagnóstico asoció, como una de las causales, a la inflación.

Fenómeno estructural de la historia económica argentina y, coincidimos, una parte puede ser imputado a los impactos que la inflación tiene sobre los ingresos sean fijos o eventuales, de los argentinos a tal punto que va erosionando a los diversos sectores reduciéndolos a la pobreza y a la marginación.

Ahora bien si se acierta en el diagnóstico, si se acierta en la enunciación el punto álgido es la decisión respecto de cuáles son las tácticas a implementar y quién ha de ser el que la conduce.

En éste punto lo que está a la vista un cierta disociación, una asimetría que cada vez es cada vez más notable entre la definición de una de las bases de la pobreza cómo es la inflación y los instrumentos que pone en juego quién conduce esa “batalla” contra tal flagelo.

Concebir un problema estructural como la inflación como un problema monetario pone en evidencia ya no sólo un mal diagnóstico, sino que implica desconocer el desarrollo histórico del problema y el modo en que se gestó y como se desarrollaron las instituciones de la sociedad frente a tal fenómeno a veces insoportable, a veces de “mágico” control, pero siempre minando las bases de un desarrollo republicano y democrático.

Quién ha tomado la responsabilidad de llevar adelante la tarea de no sólo reducirla, sino que también ponerle límites ciertos ha adoptado una línea teórica que ya ha demostrado, sea en el lugar del mundo en que se haya aplicado, estrepitosos fracasos y consecuencias muy distintas a las que se propone la estrategia gubernamental enunciada en el CCK el pasado 30/10/2017.

La visión monetaria de la inflación es, desde el punto de vista teórico, un modo de concebir la inflación que obvia el desarrollo histórico de la sociedad.

La inflación refleja no sólo la “batalla por la distribución del ingreso” lo que sería una simplificación del problema, sino que su permanencia en la estructura económica a lo largo de largos años, pone en evidencia la debilidad institucional de la sociedad argentina incapaces de asumir compromisos sustentables y cuyo rasgo podríamos decir que ésas instituciones han actuado en un modo “veleta” dejándose llevar por intereses de cortísimo plazo y carecer de una visión de largo plazo y siendo consistentes con su nivel de responsabilidad social.

Muy por el contrario, la política monetaria de combate a la inflación ya se está mostrando, como decimos los economistas, inelástica al objetivo que se propone.

Más aún, el Banco Central, responsable del desarrollo de ése “combate” contra la inflación va por un camino a llevar la tasa de política monetaria con tendencia a “infinito” y “absorber” vía los diversos instrumentos casi la totalidad de los billetes (y porque no las monedas) que circulan en la economía y así y todo, la inflación continuara su marcha indiferente a la aplicación de las diversas amputaciones que se diseñen.

Hasta acá, los “resultados” de control de la inflación tienen como contraparte un déficit cuasifiscal (compuesto básicamente por la emisión de LEBAC) que ha superado todos los límites admisibles y que genera dudas muy serias de como habrá de resolverse. La emisión de LEBAC ha convertido al BCRA en un adicto irrecuperable que “demanda” cada vez mayores dosis.

Cómo buenos “dealer” reclaman cada vez un mayor retorno al adicto, mientras el conjunto de la sociedad desarrolla en el ámbito productivo esfuerzos enormes para revertir una recesión debida a la aplicación de erróneas políticas económicas denominadas “heterodoxas” caracterizadas por un mero distribucionismo de corte populista.

Lejos de comprender las causas de semejante proceso recesivo y comprender que las bases de lo que ahora se ha dado en llamar “inflación core” no están en otro lado que no es más que en las diversas jurisdiccionales del Estado que a través de una increíble “creatividad tributaria” dieron lugar a un sistema tributario donde sin ponerse colorado un Ministro de Economía provincial reconoce que el Impuesto a los Ingresos Brutos (impuesto cascada) significa un 10% del precio de un producto eso sin contar “Impuesto de Emergencia” como el de las Actividades Financieras (impuesto al cheque) o tasas nacionales, provinciales y municipales que ponen a cualquier ciudadano en la perplejidad sin contar el costo que implica un enorme complejo sistema legislativo y normativo que obviamente casi nadie conoce y que genera una verdadera industria del litigio o hace realidad un viejo apotegma de la Administración Pública: “te invento el problema, luego, te vendo la solución”.

Pero no, es más fácil tomar decisiones conforme una estructura estadística de grandes consultoras, basadas más en el “ojímetro” que en métodos revelados y científicos, obviamente me refiero al REM, un constructor de expectativas disociado de la realidad productiva.

Obviamente, el combate contra la inflación como parte de la pobreza de 1/3 de la población argentina no habrá de pasar de lo logrado dejando a su paso como señalamos un stock de deuda pública en manos del sector privado que nadie sabe cómo se honrará.

No hay, con esta política monetaria, supuestamente antiinflacionaria, desarrollar un proyecto productivo cuya Tasa Interna de Retorno supere las tasas de interés que promueve la tasa de política monetaria.

Obviamente, la pregunta es, ¿Cómo se conjugan ambas estrategias gubernamentales?

La política monetaria del BCRA induce a un proceso de concentración y centralización del capital del que sólo saldrán ilesos aquellos capaces de obtener financiamiento en ámbitos ajenos al sistema financiero local o que, ligados a la exportación, “calcen su flujo de fondos” en moneda “dura” (u$s) aunque el aumento de la tasa de interés en EEUU y una posible reforma impositiva que imponga menos peso tributario a las empresas radicadas en EEUU pero de proyección multinacional hará más difícil ése reabastecimiento de crédito.

Es en éste punto que, coincidiendo con lo expuesto en el CCK el 30/10/2017 por el Presidente de la Nación y en pleno momento de ejecución, me pregunto, ¿no será acaso que ambas estrategias políticas coincidan en el preciso momento en que ya haya operado el proceso de concentración y centralización y la post crisis, como es obvio a lo largo de la historia, encuentre menos actores con un perfil productivo lo suficientemente adaptado (tal como decía Darwin en relación a las especies) a las necesidades de la estrategia enunciada en el CCK. La eliminación de las líneas de crédito que promovían la inversión productiva de las PYME es una señal bastante elocuente.

Dejamos la pregunta ¿son ambas estrategias funcionales entre sí?


Dejo mi respuesta: SI

Colegiales (CABA), 11 de noviembre de 2017

Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.