16 febrero 2017

Yo se que no soy un hombre puro

En los últimos tiempos han aparecido los "ciudadanos perfectos", tienen el rasgo particular de ser "puros" de no haber cometido jamás un error (por lo tanto, no conocen la enmienda ni la valentía de reconocerlo).
Reclaman lo perfecto, y son feroces leones frente a la mínima mancha en el cuaderno de clase. gritan, graznan, rugen, maúllan, ladran y tiran coces desde el sillón de su casa.
Son puros, y hasta podemos pensar que también son castos. Dado que esperemos no oculten haber tenido una cita, sexo, o algún otro evento desafortunado o con la persona equivocada.
Imposible. Ellos tienen siempre el número ganador de la tómbola, jamás han tenido un desvío, siempre han dibujado su vida con una regla: derecha, erguida. No conocen el pistolete y sus meandros. No creen en la hipérbola porque es una curva que algunos dice, finalmente cruza el eje, no es recta. Ni siquiera pueden acercarse a una parábola, porque luego del foco, se acerca un cambio de dirección.

Son personas, esencial y únicamente rectas. Jueces severos de errores ajenos que tienen siempre un dedo índice firme para marcar el "yo acuso".
Felizmente no formo parte de esa grey sin pecado, virginal, pura, incapaces de desear la mujer de su prójimo y que pasaron su adolescencia sin odiar a sus padres.
No, camino por la vida feliz de no pertenecer y pensando en ellos les dedico un poema:

DIGO QUE NO SOY UN HOMBRE PURO
Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.
Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde
abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y
dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.
Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito.
Nicolás Guillén


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