LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL ROBÓTICA
La industria alemana invierte US$280.000 millones para
lograr la digitalización completa de la manufactura.
Jorge Castro ANALISTA INTERNACIONAL
La Escuela de Economía de Londres (LSE) estima, sobre la
base del estudio de 14 industrias manufactureras en 17 países avanzados, que el
incremento del uso de robots por hora trabajada ha aumentado 150% anual entre
1993 y 2007, y ha elevado la productividad 0,37 puntos porcentuales (p.p.) en
relación al alza del PBI industrial por año, lo que representa 1/3 de la
expansión del producto.
Esto implica una contribución de 0,36 puntos porcentuales al
auge de la productividad del trabajo, que equivale a una sexta parte del alza
de la productividad de todos los factores (PTF).
También se asimila al alza de la productividad lograda por
la implantación de la máquina a vapor entre 1820 y 1890 (0,37 p.p. / año); y
equivale al aumento de la eficacia productiva obtenido por la construcción de
los ferrocarriles transcontinentales de EE.UU. en el siglo XIX. Esto sucede
cuando la robotización abarca 2% del stock de capital de los países avanzados y
sólo cubre 10% de las tareas laborales. LSE advierte que la robotización
representaría 15% del stock de capital en 2025 y que cubrirá para entonces el
25% del total de las tareas.
Estas tendencias equivalen a una nueva revolución
industrial, con un alza de la productividad de 3% anual en una década. Pero la
digitalización completa de la manufactura y los servicios –nueva revolución
industrial– es el resultado de la convergencia de 11 innovaciones, entre las cuales
la robotización, en una perspectiva de mediano/largo plazo, probablemente no
sea la más importante.
En el caso de Alemania, la nueva revolución industrial
acarrea ganancias de productividad de 5%/8% en 10 años, acompañada por recortes
de los costos manufactureros entre US$100.000 millones y US$180.000 millones en
ese período, con un incremento del PBI de 1% por año. La industria alemana
necesita invertir para este cambio histórico US$ 280.000 millones en el próximo
lustro.
El caso chino muestra otros rasgos. El mercado robótico
crece 53% por año y representa 25% de la demanda global. Esto significa que el
nivel de robotización de la República Popular es el triple de Japón y el doble
de Corea del Sur (n° 1 y n°2 del ranking global). Pero el nivel de intensidad
robótica de China es el más bajo entre los 5 principales países (tiene 30
robots cada 10.000 trabajadores), mientras que la proporción en Corea del Sur
es 15 veces superior y en Japón, 11 veces.
La intensidad robótica depende de la correlativa disminución
del nivel de precios. En 2008 se requerían 11,8 años de utilización para
recuperar la inversión realizada, y se necesitan ahora 1,7 años, que
disminuirían a 1,3 años en 2016, para derrumbarse luego a 6 meses o menos en
2020.
La necesidad impulsa la robotización en China. El nivel de
ganancias manufactureras es hoy inferior a la tasa de interés que se debe
afrontar por la deuda corporativa (US$1,8 billones de deuda vs. US$1,05
billones de ganancias).
McKinsey sostiene que la nueva revolución industrial puede
provocar una caída de los costos de producción entre US$18 billones y US$33
billones en una década; y crearía la fuerza de trabajo más productiva de la
historia del capitalismo, con ganancias de productividad que llegarían a ser
hasta 6 veces superiores a las fijadas por la “Ley de Moore” (la información
procesada se duplica cada 18 meses y los costos caen a la mitad).
La esencia del capitalismo no es el capital sino el trabajo;
y la fuerza de trabajo pierde toda forma directa y material en la nueva
revolución industrial, convirtiéndose en “inteligencia colectiva”, una potencia
puramente abstracta y universal.
En este nuevo mundo productivo, los robots son lo de menos.
Lo decisivo es la extraordinaria inteligencia humana imbuida en ellos.
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