22 septiembre 2011

PRONOSTICO DE TORMENTA…


(Publicado en Agosto de 2008)
Tras 8 años de crecimiento continuo, todo parecía indicar que se estaba frente a un nuevo ciclo y, obviamente, ante un nuevo y mejor desafío.

 

No abundaremos en la descripción macroeconómica, pero ciertamente algo ha cambiado.

 

Nuevamente la sustentabilidad de las Empresas y en particular, la de las PYME puesta a prueba..

 

Pero esta vez, a diferencia de los acontecimientos de 1998-2003, en que todas las Empresas, sin diferenciación, fueron afectadas, en ésta oportunidad, el modo de expresión de la crisis tendrá alto grado de selectividad, es decir, no será a todas, sino a algunas y lejos de encontrar solidaridades o promover consensos, en ésta instancia, se habrá de exacerbar la competencia de un modo radical. Las soluciones no serán genéricas, sino para algunos y algunos otros, desaparecerán de la escena empresaria.

 

El rasgo de "montaña rusa" que refleja la economía nacional, induce a desarrollar una exacerbada inclinación al corto plazo, y relega la importancia de desarrollar estrategias de mediano y largo plazo, planes de contingencia y a no ver que los cambios en la estrategia económica son de tal magnitud que la capacidad de adaptación a veces no es tan elástica y rápida como debería ser.

 

¿Cuáles son los errores que pueden jugarnos una mala pasada?

 

Un primer error es el exceso de confianza. En un determinado momento tomamos conciencia, nos damos cuenta que los métodos con los que avanzamos exitosamente hasta muy poco tiempo antes, no dan la misma respuesta, perdieron efectividad, carecen de la misma potencia y no alcanzamos a comprender muy bien los problemas que comienzan a aparecer; "sentimos" que esos problemas reclaman habilidades y conocimientos que percibimos no disponemos.

 

"Empiezan a pasar cosas" que eran "impensables" en las actividades cotidianas, como por ejemplo, errores y retraso en la entrega de productos o fallas en la delegación de funciones y asignación de responsabilidades. Decimos, la organización "pierde tensión", "se hace más fofa", parece no tener reflejos.

 

Cuando aparecen estos síntomas, lo peor que puede sucedernos es ensimismarnos, encerrarnos, perder visión. Por ese camino, se exacerba "el hoy" y se le resta importancia "al mañana" al que se lo ve cargado de incertidumbre. La Empresa se "cierra" sobre sí misma para protegerse (efecto bicho bolita) y los mensajes de alerta, propuestas de ayuda "desde afuera" se perciben como hostiles.

 

En muchos casos el Empresario, refuerza su omnipotencia y refuerza su esquema de poder ante la posibilidad de que los acontecimientos pongan en duda su poder y su capacidad de resolver. Se refuerza el auto empoderamiento y como consecuencia, se aceleran los conflictos, se delega menos, se profundiza el "pensamiento único" y la pérdida de visión es casi completa..

 

Un rasgo importante de ésta expresión de la crisis es el reconocimiento de las limitaciones para gestionar riesgos. Acostumbrados a disponer de cierto nivel de liquidez, la cadena de "cobros-pagos" funcionaba con cierta rutina y el crédito comercial del que disponíamos era suficiente para nuestra operación y en un momento, de golpe, sin esperarlo, un pago importante no llegó, un proveedor resolvió unilateralmente ajustar los plazos de pago y condiciones de entrega, un cliente no nos envió su habitual pedido de reposición, etc., etc.

 

Nos dicen; " si estamos en un momento de auge y los resultados parecen avalarnos, ¿porqué desarrollar previsiones de crisis y planes de contingencia? ¿Para qué –nos preguntaban- generar indicadores de alerta?, ¿sobre qué bases? ¿Para qué distraer recursos y destinarlos a mantener un plan de contingencia?"

 

El Empresario pierde visión. Decimos, "se compró unas elegantes anteojeras", le pone "proa" a lo que ve y se pone resistente a atender las alertas.

 

Su éxito es el resultado de lo que, se auto convence, es un acabado y completo conocimiento y control de la situación que él posee. No necesita asesoramiento externo ni tampoco está dispuesto a escuchar alertas. "Si llegue hasta acá, ¿cuál es la razón o causa que puede detenerme e impedirme continuar?, se pregunta.

 

En éste punto, la Empresa ha entrado en zona de riesgo y el no reconocimiento del origen y tenor de las amenazas es tan sólo una parte del peligro que lo acechan. La parte más difícil de la cuestión es el reconocimiento de las debilidades que se fueron acumulando en la etapa de auge, y a las que, involuntaria pero sistemáticamente, les fue haciendo lugar.

 

¿Es posible que se acepten limitaciones y se reconozcan, incluso algunos fracasos, en materia de gestión? ¿Se tuvo capacidad de escuchar a los que referían alertas o se los soslayo por pesimistas?

 

Una pregunta que recomendamos hacerse periódicamente es: ¿mi cliente; continúa siendo el mismo? ¿Mi estrategia comercial es válida? ¿Cuál es la vida útil de mi producto? ¿Qué está pasando con los productos sustitutos o complementarios? ¿Qué innovaciones se están introduciendo en el sector? ¿Qué acceso tengo a ellas? ¿Qué pasa en materia de diseño en mi sector? ¿Hacia dónde va?

 

Preguntas que deben encontrar una respuesta activa, ya sea porque la estrategia que se esta desarrollando atiende las debilidades y facilita las oportunidades o porque son disparadoras de una estrategia de contingencia, cambio o fortalecimiento.

 

Una Empresa es algo más que un producto estrella en una coyuntura favorable. Cuando confluyen tenemos un verdadero éxito pero, éste, por más que lo queramos, no es eterno.

 

Nos dicen "Entendí y actué de modo exitoso aprovechando la oportunidad, desarrollo, hoy por hoy, cierto liderazgo en el mercado y más aún, soy el referente obligado." ¿Por cuánto tiempo?. "Mis costos, mi tecnología, mi organización, respaldan hoy mi lugar y mi prestigio en el mercado", ¿es sustentable?

 

"Nuestros competidores y otros empresarios intentaron replicarlo y no pudieron". ¿Cómo se habrá de responder cuando –ante una debilidad de la Empresa, puedan? ¿Que tenemos o qué hemos hecho para diferenciarnos, para disuadir a quienes pretendan amenazarnos el mercado?

 

¿Nos hemos hecho estas preguntas en alguna oportunidad? ¿Con que resultados? ¿Hemos promovido, planificado o previsto algún cambio en función de éstas posibilidades?

 

En pasadas oportunidades mencionamos la necesidad de diseñar una estrategia de recursos humanos. En un contexto donde los talentos comienzan a escasear y en una Argentina que no es ajena a este problema, la capacidad de gestión empieza a verse erosionada. Hoy el concepto "nadie es imprescindible" ha perdido su carácter genérico. Ahora, algunos recursos humanos nos son claves y en estos tiempos la pérdida de recursos es moneda corriente. Los aumentos salariales, que a veces son de difícil asignación para no producir traslado de incrementos en los costos, no alcanzan, a veces, para conservar al personal clave.

 

¿Cómo los retenemos? ¿Cómo habrá de repercutir en ellos los cambios que se están desarrollando? ¿Cómo gestionar esos cambios administrando los potenciales conflictos? ¿Cuál es la razón que debo esgrimir para que no migren?

 

Por otra parte, el proceso de cambio en curso puede llevarme a la necesidad de incorporar nuevos colaboradores. ¿He analizado que ciertamente los perfiles y las competencias no están ya disponibles en la organización? Y si lo están, ¿debo o puedo recurrir a ellos?

 

Es por eso que hay que preguntarse qué recursos son adecuados, cómo sobrellevar la curva de aprendizaje teniendo en cuenta la falta de tiempos y recursos, si las nuevas incorporaciones exigirán cambios transitorios o permanentes en la estructura , qué recaudos tomar y si existen nuevos riesgos de insatisfacción por parte de los clientes mediante las nuevas incorporaciones. El desafío: recrear sólidos equipos de trabajo y arbitrar los medios para organizar entrenamientos y capacitación adecuada.

 

Los cambios en curso en la política económica tienen un particular impacto en los costos financieros.

 

Con el aumento de la tasa de interés, - a lo que deben sumarse los incrementos de costos de materias primas, insumos, salarios y gastos operativos, la pérdida de rentabilidad es moneda corriente en estos últimos meses y los errores y omisiones en la gestión financiera producen consecuencias a veces difíciles de revertir.

 

Simultáneamente, con mayor o menor facilidad, vamos adecuando los precios de venta y esto da lugar a la "falsa imagen" de un incremento de ingresos que no son reales y pueden confundir. El efecto inflacionario sobre el flujo de caja debe ser motivo de un cuidado especial. En los hechos es posible que esos mayores ingresos sean realmente menores por su pérdida de poder adquisitivo o porque los plazos en que ingresan no son funcionales a las necesidades.

 

Un rasgo que denota como los problemas se van internalizando en la Empresa surge de la percepción de límites al autofinanciamiento. Comenzamos a percibir la necesidad de buscar financiación y la lógica bancaria no parece dar buenas respuestas en plazos y costos. ¿hemos explorado alternativas?

 

En éste punto aparece una debilidad estructural: nuestros estados patrimoniales formales (balances, estructuras societarias) no responden a la verdad, están "ajustados" a minimizar el pago de impuestos y en consecuencia, para obtener recursos debemos poner en juego los patrimonios personales.

 

¿Valió la pena? ¿Cuál es el costo o el riesgo de normalizar la situación, de "blanquearla"? ¿Podemos?

 

Como ya hemos señalado, los controles en materia tributaria avanzan, ¿Qué riesgos estamos afrontando? ¿Realmente lo conocemos?

 

Finalmente, ¿cuál es la mejor metodología para evitar o minimizar el impacto de los cambios en curso?

 

Hay que interactuar en el sector, monitorear la dinámica y por eso es fundamental, desarrollar buenos canales de comunicación y consulta. Participar en las Cámaras Empresarias regionales y sectoriales, intensificar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Visitar exposiciones, escuchar voces diversas, preguntar y preguntar.

 

Desarrollar un equipo de crisis con los socios y colaboradores para analizar y evaluar estrategias y alternativas. Facilitar el diálogo interno en la Empresa, escuchar, darle valor a las voces de los colaboradores es de singular importancia y trascendencia. Incluir, mediante el diálogo, mejora la eficiencia y el compromiso del "capital intelectual" que dispone.

 

Finalmente, no se asuste, sólo se trata de una crisis. Vendrán otras, con éstas u otras características y desafíos. Prepararse para superarlas es parte de la tarea que exige ser Empresario.

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