04 diciembre 2013

Perdida de competitividad ¿una excusa más o parte, solo parte de una realidad?

Es cierto que las empresas argentinas, PYMES o no, tienen un problema de competitividad serio y difícil de encarar.

Sin embargo, creo que detrás del argumento de la "falta de competitividad se esconden básicamente 2 cosas.

La primera de ellas es el llamado costo argentino que no es ni menos que el peso del aparato del Estado (en todos sus niveles) que a crecido en una enorme pérdida de eficacia y eficiencia que requiere podríamos decir cierto "heroísmo" político para resolverlo.

Se cae en calidad educativa, los problemas de seguridad golpean fuertemente a las empresas en términos de costos de seguros cada vez más caros y cada vez más refinados, el crecimiento desmesurado de la litigiosidad, sobre todo en el ámbito laboral, mestra que el Estado Nacional no sabe como resolver la cuestión de los infortunios laborales y la imprescindible neutralidad de os juzgados y Cámaras en lo laboral cooptadas por el sector sindical.

A su vez, el Ministro de Trabajo y la Secretaria de Trabajo, dos puestos claves en el proceso de ordenamiento de las relaciones laborales son ex abogados de la CGT y obviamente resguardan los intereses de sus ex jefes no permitiendo ecuanimidad ni neutralidad a la hora de resolver el ordenamiento de las relaciones laborales y su posible conflictividad.

Estos funcionarios son responsables de gran parte de ese "costo argentino" y cuando han ejercido el poder de policia lo han hecho solo para resguardar las prebendas sindicales.

Que exista casi un 50% de trabajadores "no registrados" o que permita la existencia de "monotributistas" dentro de los diversos organismos del Estado incluso en su propio Ministerio trabajando virtualmente en una suerte de "informalidad permitida" (la OIT desarrolla seminarios sobre la informalidad pero elude intencionalmente ésta cuestión que afecta a los trabajadores).

El "monotributo laboral" no es más que una solución parcial al problema de la informalidad, es un parche de circunstancia para tapar el verdadero problema: los costos laborales (no percibidos por los trabajadores) en la argentinas son altísimos y no reflejan más que el sostenimiento de una estructura caduca y que debe ser no ya reestructurada, sino reinventada.

La cuestión de la seguridad es un tema que el Estado nacional, Provincial y Municipal no logran resolver porque allí poseen complicidades explicitas y permiten todo tipo de delitos para sostenerla.

Las adicciones en el ámbito laboral también es un problema social que trasladado al mundo del trabajo resulta imposible de abordar por los Empresarios, difícil de reconocer or los representantes de los trabajadores con el adicional de una clara y terminante política de combate al narcotráfico.

A lo descrito debemos adicionarle una estructura burocrática que se reinventa a si misma para autojustificar su existencia, duplicando trámites, pidiendo información innecesaria, etc, etc.

Pero la segunda cuestión que se esconde tras la llamada "falta de competitividad" esta relacionada con el escaso "espiritu shumpeteriano" del empresario argentino (me refiero a la industria) que lejos de mostrar audacia, inclinación a la innovación y transformación, vive anquilosado repitiendo lo que alguna vez le genero una "situación de confort" económico.

Esa situación esta llegando a su fin y si no comprenden que la perdida de competitividad es responsabilidad de ellos y se llama "aumento de la productividad" muchos se irán deslizando primero a la marginalidad y hasta virtualmente desaparecer.

Productividad e innovación son las consignas que debe tener el empresario que pretenda sostenerse en el mercado. No entenderlo, implica que la falta de competitividad que denuncia son meras excusas para no transformarse, para no enfrentar la realidad y la dinámica que impone el desarrollo capitalista.

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