02 marzo 2006

POLITICA ECONOMICA: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS
(Publicado originalmente el 21 de febrero de 2006)
La estrategia económica tiene dos pilares indiscutibles: tipo de cambio alto y superávit fiscal.
El tipo de cambio alto, contribuye, según esta visión, a la protección de la industria nacional que tiene allí una barrera que protege el mercado interno y simultáneamente, le genera una adecuada competitividad para cuando exporta.
Lo que no dice es que esa política de tipo de cambio es el fundamento de un doloroso record que debe computar el “progresismo” gubernamental y su “preocupación” por la gente: la regresiva distribución del ingreso que ha puesto una insoportable distancia entre una minoría muy rica y una mayoría extremada­mente pobre. La miopía de la política económica no puede ver éste escándalo que pone en riesgo la convi­vencia democrática.
Sin embargo, la política económica, como ha sucedido a lo largo de la historia argentina, es paradojal, siendo éste rasgo el que limita de modo estructural el desarrollo de una dinámica de acumulación que de fundamento a un sistema productivo moderno e inclusivo.
La incongruencia se refleja en la condena a los “90” como artífices de todos los males mientras se sostienen sin cambio las políticas más impopulares: entre ellas el impuesto a las transacciones financieras, ganancia presunta y mínimos no imponibles que convierten en contribuyentes a quienes perciben salarios apenas por encima de la línea de pobreza. Se decide promover la inversión pero no se permite el ajuste por inflación que la limita.
La novedad (sutil, pero indicador de la línea de pensamiento de las ideas económicas del Gobierno) es que, para mantener el tipo de cambio (peso / dólar) en una banda entre $3,05 y $3,10 los esfuerzos del Banco Central no alcanza y requiere que otros posibles demandantes se muestren más activos, porque en la visión conceptual de quienes diseñan la política monetaria, la expansión monetaria que genera la compra unilate­ral de divisas (dólares) es un argumento que promueve la inflación.
Que hay, en primer lugar detrás de ésta concepción.
Nada más ni nada menos que el enfoque más denostado por el propio John Maynard Keynes ( de quienes se dicen tributarios los diseñadores de la política económica): la teoría cuantitativa del dinero que los “teó­ricos” que la cultivan sintetizan en una identidad o expresión tautológica que dice que la cantidad de dinero (M) multiplicada por la velocidad de circulación del dinero (V) es idéntica (ellos sueñan con la igualdad) al nivel general de precios (P) multiplicada por la cantidad de transacciones (T) que se desarrollan en una economía.
A partir de allí y bajo el supuesto de que la cantidad de transacciones y la velocidad de circulación del di­nero son constantes, señalan que todo aumento en la cantidad de dinero se transmite completo al nivel general de precios. Necesitan, en consecuencia, a toda costa “mover” unos de los argumentos de la con­cepción ideológica (la teoría es algo más serio y riguroso) que respalda la política monetaria sustentada. Y eligieron “T” (cantidad de transacciones), porque según ésta concepción ideológica allí se representa la “oferta de bienes y servicios”, independientemente de su origen, sea nacional o importado.
Es por eso que están más que atentos al nivel de inversiones que podría ampliar el volumen físico de pro­ducción (pero no inmediatamente la cantidad de transacciones en tanto la tecnología que se incorpora es, en general, ahorradora de mano de obra motivo por el cual no “mueve “T” de modo automático) o, tal como sucede, dado que debe incrementarse la oferta, sino se produce localmente o hay limitaciones (no se ana­liza el porqué) se debe incrementar la importación de bienes. Después de todo para ésta visión, el origen es lo de menos.
En la historia argentina ésta teoría estuvo en todos y cada uno de los fracasos y fue el telón de fondos de las políticas económicas de las dictaduras militares, como en el caso de Martínez de Hoz y su compincha Guillermo W Klein más su ingeniero monetario en el Banco Central: Adolfo Diz.
Por eso no llama la atención que el Banco Central mediante la comunicación "A" 4496, la autoridad moneta­ria dispusiera suspender el punto 1 de la Comunicación "A" 4385, donde se indicaba que el acceso al Mercado Unico y Libre de Cambios para efectuar pagos por compras de bienes de consumo y uso final de­bía efectuarse en forma anticipada, o antes de los 30 días corridos posteriores a la fecha del despacho a plaza de los bienes, o de su ingreso a la zona franca (ZFI). Además, la norma suspendida disponía que las financiaciones en moneda extranjera de entidades financieras locales de pagos de importaciones, fondea­das en pasivos externos de la entidad local, "no podrán exceder el plazo máximo establecido para el acceso al mercado de cambios para el pago de estos bienes".
De ésta manera la autoridad monetaria pide “ayuda” a los importadores y a los bancos para que accedan al mercado de cambios a demandar dólares para sostener el tipo de cambio que se le esta yendo de las ma­nos y genera, en la visión miope de la denominada “teoría cuantitativa del dinero”, presiones inflacionarias. Como aliciente los libera del costo financiero –y obviamente las dificultades para acceder al financiamiento - de anticipar la compra de divisas y facilita, por ésta vía, la importación de bienes de consumo y uso final, es decir, incrementa el valor de “T” que en la ilusión ideológica debe compensar (o sobre compensar) la emi­sión de pesos para la compra de dólares.
En los hechos, y aunque la medida cambiaria parece extremadamente sutil, se sacrifica a la industria nacio­nal en el altar de una política monetaria de corte reaccionario y se protege un tipo de cambio que le permite al complejo agroindustrial y a los negocios petroleros mantener una rentabilidad inalterable.
Finalmente, y como siempre, la gran perjudicada de ésta “silenciosa e imperceptible decisión invisible a los ojos” es la PYME – fundamento estratégico de la Industria Nacional, que habrá de enfrentar ahora a un sector importador con mejores posibilidades mientras que sus condiciones de desarrollo y fortalecimiento continuaran en “boca de todos pero en manos de nadie” como decía un importante dirigente empresario.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.