¿EXISTE EN LA ARGENTINA OTRO SISTEMA ECONÓMICO? (bis)
En los
últimos días, con causa en la tragedia, desde diversos sectores se han
manifestado declaraciones, discursos y solicitadas, etc. Al tiempo que se
buscaban responsables de todo tipo, y porque no color.
Pero
nadie, obviamente, como suele suceder en la República Argentina, ya conquistada
definitivamente por los “análisis líquidos” ha puesto su mirada en las razones
profundas de éste sistema de explotación humana, que no sólo vale para éstas
pampas, sino que se esparce, aún, en las economías desarrolladas.
Pero ocupémonos
de nuestras miserias.
Ya lo
señalamos el 11/4/2015 en uno de nuestros post y lo volvemos a sostener.
Existe
una fractura de tal magnitud entre la “economía formal” y la “informal” (se
habla, por ejemplo de más de 50.000 talleres clandestinos), como señaló, el
diario La Nación el 10 de abril pasado:
“Cuando
se habla de La Salada inevitablemente surge el tema de los talleres clandestinos
donde se confeccionan prendas que tendrían como destino la comercialización en
las ferias de Lomas de Zamora. Eso se desprende de las denuncias que realizó el
titular de la ONG La Alameda, Gustavo Vera, quien en varias ocasiones se ha
referido a la existencia de instalaciones precarias en toda el área
metropolitana donde se confeccionan todo tipo de prendas. "Los 10.000
puestos que fueron demolidos por estar en infracción dentro de la feria tienen
su base en más de 50.000 talleres clandestinos en Villa Celina, barrio Olimpo,
Burzaco y la ciudad de Buenos Aires, con trata de personas, trabajo esclavo,
droga, contrabando y prostitución, que hacen de este complejo un reino de la
ilegalidad difícil de frenar", lanzó el legislador de Bien Común. En la
información que La Alameda distribuyó ayer, el día después del desalojo de los
7800 puestos de la feria La Ribera, se encuentra un video en el que se observan
distintas cámaras ocultas.
Las
escenas transcurren en tres talleres clandestinos y a sus encargados que
ofrecen trabajos de corte y confección a algunos interesados. El video es de
marzo de 2013 y a los empleados se les pagaba entre 15 y 40 centavos por
prenda.
En ese
momento, La Alameda, junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la CGT y el
titular del gremio de trabajadores de la AFIP, presentó una lista de, al menos,
40 talleres textiles en los que se confeccionaba indumentaria para las tres
ferias de La Salada: Punta Mogote, Urkupiña y Ocean. La denuncia se realizó en
el Juzgado Criminal y Correccional Nº 4 (causa Nº 1827/13) de la justicia
federal de Lomas de Zamora y en el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº4,
a cargo de Ariel Lijo. Para ejemplificar como el fenómeno se extiende a todo el
territorio nacional, en julio de 2013 el juez Lijo incautó la maquinaria de
algunos de los talleres que conformaron la primer textil Qom en Formosa, la
comunidad La Primavera.
Pero
desde el sector oficial se proponen facilidades para sostener ésta “economía
informal.
Así,
por ejemplo “el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, propuso que el
Estado brinde infraestructura a los feriantes de La Salada y les exija
formalizar su actividad para que paguen impuestos sin perder sus fuentes de
trabajo. "La idea es que los puesteros pue-dan llevar adelante la
actividad sin tener el costo de pagar 300 o 1000 pesos por día", lo cual
implica oficializar la economía marginal en tanto lo que se vende allí proviene
de una “cadena de valor” basada en la informalidad.
Debe
tenerse presente que toda ésa “cadena de valor supone unos 500.000 puestos de
trabajo contando sólo los talleres clandestinos de Villa Celina, barrio Olimpo,
Burzaco y Capital Federal (Villa 31, 1.11.14, etc más la existencia en la zona
de la Avenida Avellaneda de talleres clandestinos que se identifican a través
de los residuos que generan) “En Punta Mogote, Urkupiña y Ocean, los tres
“shoppings” más grandes de La Salada, el 50% de la ropa que se vende es de
marcas falsificadas, por lo que también se cobra un impuesto de entre $ 100 y $
200, según la feria” señala hoy el diario Clarín.
Éste
“sistema productivo” crece y se reproduce a tasas mucho más altas que lo que
reflejan los indicadores de las consultoras que miden, analizan y se explayan
sólo sobre la “formalidad” y los propios equipos técnicos de los principales
candidatos no dan señales de cómo volver a unificar los mercados “formales” con
los “informales”.
Pero lo
que allí se produce también tiene como destino el sistema de comercialización “formal”
(de alguna manera debo llamar a los locales que se alojan en los centros comerciales,
llámense shoppings , comercios de calle y avenidas (tal vez el caso emblemático
sea la Avenida Avellaneda) que realizan al adquirir en ésos centros
productores mercadería que les permite obtener altísimas rentabilidades y que
refuerzan y consolidan dicho sistema de producción.
Hasta
aquí se mostró absoluta permisividad basado en que, de alguna manera, el
silencio sobre la existencia de semejante economía informal sustentaba de algún
modo las “políticas de inclusión social” y reforzaban la política de subsidios
que básicamente no son actualiza-dos porque en el análisis se computa el
ingreso por el trabajo en los talleres y fábricas clandestinas.
Pero
también, obviamente y sobre todo en el sector de la indumentaria y el calzado
no son ajenas las grandes marcas que mandan a fabricar –por cuestiones de
costo- a los talleres clandestinos o informales para luego, revenderlo con
etiquetas de grandes marcas. Es decir, existe “otro sistema económico, donde
rigen con claridad condiciones “producción-distribución-cambio-consumo” que son
ajenos a los cómputos tanto oficiales como de las grandes consultoras en
materia de macroeconomía. Por éstas razones es que los análisis que desarrollan
ésas consultoras parten de bases falsas al no computar la dinámica de la
clandestinidad y la la marginalidad. Se refieren a una economía nacional
incompleta y por lo tanto, falsa. No reivindico, como la llaman en Italia, “la
sommersa”.
En
Argentina, donde parece estar absolutamente prohibido decir “el rey (o reina)
está desnudo/a” y se prefiere señalar y hablar loas sobre el transparente
vestido del rey/reina, nadie señala que el populismo requiere generar cada vez
más recursos, otorgar más concesiones y fomentar la permisividad de ésta “sommersa”
a cambio de garantizar la sustentabilidad del poder.
El
complejo “agroalimentario exportador” ha entregado en la última década más de u$s
230.000 millones.
Lejos
de ser aplicados a la transformación y reestructuración industrial (a la sazón
la única creadora de empleos legítimos y de calidad ) para posibilitar su
participación en la dinámica capitalista de “revoluciones industriales
permanentes” no sólo los ha dilapidado hacia la cultura del trabajo clandestino
o en muchos casos del “no-trabajo” (droga, prostitución, etc) sino que,
paralelamente está dejando a sus herederos, un déficit fiscal y cuasi fiscal
que en las propias palabras del actual Ministro de Economía es “una bomba de
tiempo”, que sólo ellos parecen poder “desarmar” pese a que han mostrado
generar más sofisticación en su mecanismo de explosión.
Es por
eso que nadie debería escandalizarse, ni rasgarse las vestiduras. Aducir
ignorancia y denunciar el escandalo como novedad pone en evidencia de que lado
de la grieta se encuentran. Tal vez “Gomorra” debería ser texto de lectura
obligatoria para quienes conforman el círculo tanto del poder político,
institucional y las propias ONG.
Buenos
Aires, 11 de abril y 1º de mayo de 2015
Lic.
Carlos Guillermo Schwartzer
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