23 mayo 2010

PREGUNTAS BICENTENARIAS

El asunto es así.

EEUU plantea una reforma a las regulaciones financieras que parecen, por su impacto en los mercados financieros, ser más severas que las actuales. Básicamente avanza la regulación pública sobre el "laissez faire".

Europa, o mejor dicho Alemania y Francia por un lado y el resto por el otro, también han decidido avanzar sobre el sistema financiero y sus regulaciones. En ambos casos también se imponen mas regulaciones (por ejemplo, la prohibición alemana de ventas en descubierto es el telón de fondo por el cual el sector financiero "ataca" el euro (llamo sector financiero al conjunto de operaciones de mercado sean a través de bolsas, equity fund, u otros productos financieros transados en mercados de base especulativa).

Más allá de las diferencias que seguro las hay y ese es el trasfondo de la inestabilidad financiera actual, estamos frente a un proceso innovador en materia regulacionista. ¿o la banca y la especulación asociada entró en una decadencia sin retorno? ¿No será acaso que no es más que un retroceso estratégico?

La pregunta que me hago es, ¿nuestras ideas y las de Heller (en materia de proyectos de regulación financiera y bancaria), cuanto tienen de reacción y cuanto de innovación en materia regulacionista para el sector financiero?

Por ejemplo, la política de redescuentos que es básica, ¿es una mera reacción a la ineficiencia, ineficacia y falta de calidad y cantidad en materia de financiamiento productivo o es una nueva manera de ver el desarrollo económico que supera el "triunfo" neoliberal de los 80 y los 90 (inducido por el Consenso de Washington o las "regannomics")?

Creo que trabajar en ésta línea de "reacción/innovación" puede dar como resultado propuestas más fundamentadas y superadoras en materia de política económica, por eso la pregunta: ¿las políticas económicas actuales son "reactivas" y "ex post" es decir, meras políticas que intentan reparar las consecuencias de la crisis o son políticas "ex ante", con visión posicional respecto de la post crisis en las cuales lo "reparador" es secundario respecto de la construcción de políticas económicas que puedan dar YA una respuesta probable (con un margen de error, por cierto, pero no muy grande) a la nueva dinámica de la acumulación de capital.

¿Cómo puede pensarse la economía argentina en la post crisis, es decir, cuando la nueva dinámica de la acumulación de capital muestre (como lo está ya haciendo) signos más definidos? o mejor dicho, ¿cuáles serán esos signos y que nuevas consignas, objetivos y problemas habrán de acarrear?

EL futuro económico no tan lejano (deberán reconocer finalmente que el nuevo canje fracasó, se requerirá más ahorro nacional porque no se podrá captar "ahorro extranjero", etc.) dará paso a un "neo, neo modelo liberal (algo así como remozadas políticas de ajuste de balanza de pagos) o surgirá un modelo más estrictamente keynesiano, o vamos a un modelo de corte nacional-populista con regulaciones más estrictas y reales o somos capaces de innovar (lo que no quiere decir poner todo en la licuadora y sacar un engendro intomable y de dudoso olor y color).

¿Cuál es la innovación? ¿Vamos hacia un nuevo paradigma en materia de economía política? ¿Cuánto de nueva etapa podrán explicar los modelos liberal-conservadores o neoclásicos? ¿Serán superados y enviados al baúl de Clío? ¿Será finalmente la TOV (teoría objetiva del valor) el fundamento explicativo y de diseño de la post crisis?

Ya en la "post crisis", la ley del Valor ¿tendrá la misma potencia argumental o los modelos matemáticos y cibernéticos darán cuenta de la dinámica capitalista?

Claro, hay un supuesto (sino no sería economista): la post crisis no encontrará al capitalismo de rodillas sino rediseñado en una nueva etapa. Bien ¿Cuáles serán los rasgos esenciales de esa remozada vida? ¿Seguirá siendo efectiva la TOV para explicar su dinámica y su próxima crisis o tras ella vendrá el "derrumbe"?

En fin, preguntas de domingo mirando los próximos 200 años e inquieto por saber si Saavedra, Moreno, el burócrata Paso y los comerciantes de Cádiz y Sevilla se imaginaron estos dislates o si los previeron y por eso, para tratar de atrasarlos lo mandaron a Castelli a hacer "turismo" revolucionario y se lo sacaron de encima (primero a él y después a Moreno) y se organizaron esta "patria para algunos".

Chau, Feliz Día de la Patria y no se olviden la "escaparela".

Quilmes, 23/05/2010

16 mayo 2010

UROBOROS (1)

Las informaciones sobre la evolución de algunos sectores económicos dan cuenta de una realidad: los incrementos del consumo están orientados con mucha firmeza a los bienes de consumo durable (autos, TV LCD, etc) y al mercado inmobiliario (señala el informe del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires que las escrituras se incrementaron en un 37% en el periodo enero-abril del 2010 respecto del mismo periodo del año anterior).

Paralelamente, los sectores asalariados y con menos posibilidades, intentan el mismo camino por la vía del aún elástico financiamiento al consumo (lo que también genera dudas respecto a la sustentabilidad del endeudamiento de las familias)

Mientras tanto la inversión en bienes de capital, innovación tecnológica, nuevos diseños e incluso la mera modernización o ampliación de plantas ha quedado relejada.

Para decirlo técnicamente, no existe en la Argentina ni adecuada financiación (tasas, plazos y condiciones) ni es posible ya – por los recortes a los beneficios ocurridos durante los 2 últimos años - proyectos autofinanciados que permitan generar como resultado esperado la tasa de interés que se cobra en el sistema financiero argentino y ni tampoco existe certeza de que los fondos propios, originados en la rentabilidad realizada, puedan ser recuperados en los plazos previstos, lo que habla a las claras que la expectativa empresaria está evaluando descensos estructurales en las rentabilidades futuras.

Frente a tal panorama, reaparece la visión rentista-patrimonial. Se acumula riqueza y se recorta el proceso de producción. Lejos de darle dinámica al capital, convierte a éste en patrimonio, en riqueza congelada y se le resta así, potencialidad y capacidad de reproducción al elemento fundamental del desarrollo económico.

Muchos señalan que existe un buen nivel de actividad económica pero no logran, ni tienen la expectativa de poder hacerlo, desarrollar planes de inversión orientados sea a la modernización o a la innovación o incorporación de nuevas tecnologías o materiales. Rotan sobre si mismos pero no producen traslación, algo así como trompos impulsados por su propio entusiasmo.

Es por eso que, cómo señalamos en entradas anteriores, ponemos límites a los mensajes que dan los Índices de Producción que parecen dar cuenta de expectativas de mejoras que no se pueden proyectar, de dudosa sustentabilidad y altamente volátiles a tal punto que cualquier alteración coyuntural las modifica de modo sensible.

No hay política de inversión y, consecuentemente, no hay instrumentos acordes. Se promocionan créditos, beneficios y programas de la más diversa índole, con un común denominador: la ineficacia y la ineficacia.

El Poder Ejecutivo anuncia en éstos días una nueva convocatoria para la Ley de Promoción de Inversiones cuyos beneficios son "ex post", es decir, ésta debe ejecutarse conforme un determinado proyecto en plazos previamente establecidos como consecuencia de los cuales se accede al beneficio. En consecuencia se requiere disponer de una estructura de financiación al mismo que, como dijimos, no existe hoy en la Argentina.

La verdadera promoción de la inversión es mediante programas que promuevan la inversión con franquicias "ex ante" tales como capitalización del impuesto a las ganancias, tasas de interés específicas modalidades de amortización acordes al fin, mejoras en la reglamentación del leasing, entre otras.

Claro, las políticas de promoción "ex ante" reflejan una cultura productiva de parte del conjunto de la sociedad, empezando por sus gobernantes.

Por un lado, guste o no, Argentina es un país con una enorme renta agrícola que las políticas públicas no logran transformar en capital. Por otro lado, no se logra instalar en la cultura, el trabajo como fundamento del bienestar, la justicia distributiva y la equidad social.

Muy por el contrario, las políticas públicas actuales inducen al consumo desenfrenado antes que al ahorro y la inversión. Los excedentes obtenidos en las oportunidades y ventajas comerciales (que no son eternas) son convertidos en gasto público no productivo bajo la creencia de que es la forma de eliminar las desigualdades y la pobreza.

Lejos de mostrarse pro activos ante la inversión y el desarrollo prefieren promover el consumo como indicador del bienestar y cuando éste sobrepasa la capacidad de producción y reproducción del sistema productivo, antes o después, el destino esta sellado: más allá de cómo se exprese una nueva crisis aparecerá en el horizonte y sus consecuencias obvias serán más pobreza, más miseria y más atraso.

Si el consumo, como destrucción creativa, no incita o promueve la producción, el límite es bastante cercano y como los uróboros nos iremos consumiendo a nosotros mismos.

La política económica argentina parece inducir al conjunto de la sociedad a una "hibris"(2), a una desmesura en materia de consumo que irremediablemente deberá enfrentar su "némesis" (3).


1 El Uróboros u Ouraboros, es la emblemática serpiente del Antiguo Egipto y la Antigua Grecia, representado con su cola en la boca, devorándose continuamente a sí mismo.

2 La hibris o hybris (en griego antiguo ὕϐρις húbris) es un concepto griego que puede traducirse como 'desmesura' y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados

3 En la mitología griega, Némesis (llamada Ramnusia, la 'diosa de Ramnonte' en su santuario de esta ciudad) es la diosa de la justicia retributiva, la venganza y la fortuna


03 mayo 2010

¿SON SUSTENTABLES LOS INDICADORES DE MEJORAS DE LA PRODUCCION INDUSTRIAL?

Diversas estadísticas dan cuenta de mejoras en la situación económica de las PYME en el último trimestre. Así, el Índice de Producción PYMI (IPIP), cierta mejora en la calidad de la cadena de pagos y la indicación de mejora en la calidad de las expectativas parecen indicar que se ha invertido el ciclo recesivo que éstas enfrentaban. Diversos índices, de carácter más general, también dan cuenta de éstas mejoras.

Sin embargo, las encuestas no tiene forma de relevar las condiciones de competitividad, -o menos pretenciosamente- las condiciones de producción en que éstos indicadores mejoran.

Así, la noticia señala que "El 40% de las empresas fiscalizalizadas por las autoridades laborales durante 2009 y el primer trimestre de 2010 tenía al menos un trabajador no registrado en su plantilla de personal, situación que se detectó en mayor proporción en pequeñas y medianas compañías y entre trabajadores de poca antigüedad (hasta 1 año)."

Según los datos que surgen del último relevamiento del Plan Nacional de Regularización del Trabajo (PNRT) se detectaron incumplimientos a la normativa laboral en 57.622 empresas sobre un total de 142.092 que fueron fiscalizadas entre enero de 2009 y marzo último.

Según el informe, sobre un total de 481.684 trabajadores relevados, el 27,4% (131.604) no estaba debidamente registrado en el Sistema Integrado Previsional (SIPA). De ese total, fueron regularizados durante 2009 el 37,2% de los trabajadores en negro y en lo que va de 2010 esa proporción creció al 49,1%.

Más de una vez señalamos que ésta modalidad no es más que una de las tácticas empresarias dentro de lo que denominamos "estrategias de supervivencia" y resulta impredecible sostener la sustentabilidad de una Tasa de Regularización creciente toda vez que ésta adquiere dinamismo por efecto de las inspecciones del MTESS.

Señalamos ésta cuestión porque un análisis del Índice de Fragilidad Laboral (IFL) sugiere que existen condiciones de empeoramiento o de fundadas dudas sobre las posibles mejoras a partir de que los indicadores que lo componen.

El IFL posee 3 componentes básicos directamente relacionados con el:

  • Déficit de empleo: este da cuenta del déficit cuantitativo en términos de empleo. Este indicador refleja el porcentaje de planes sociales sobre el total de los trabajadores ocupados y no cabe duda alguna sobre su incremento en los últimos tiempos
  • Precariedad laboral: intenta dar una medida de la calidad del empleo existente (déficit de calidad) en la cual el trabajo no registrado, el subempleo y el sobre empleo cuentan de modo fundamental. Debe tenerse en cuenta que la primer decisión (tanto de los empresarios como de los propios trabajadores) ante el incremento de la producción es incorporar "horas extras" antes que un nuevo turno
  • Pobreza e ingresos: esta dimensión busca dar cuenta del poder de compra de las remuneraciones y su distribución (déficit de ingresos). Este indicador depende de modo directo de las estadísticas de ingresos y precios del INDEC

Sin embargo no se trata sólo del comportamiento del empleo lo que nos hace dudar sobre la sustentabilidad de las expectativas respecto de los niveles de producción de las PYME.

Existen otros Informes que describen un panorama de tal entidad que dan mayor fortaleza a nuestra opinión de que estamos frente a un momento circunstancial en el cual las expectativas de inflación y crecimiento de ingresos proyectan un escenario poco sustentable.

Así, dice el Observatorio PYME de la Universidad de Bolonia en la Argentina:

  • Durante 2009 un 36% de PYMES declararon el 64% de los industriales PyME manifestó contar con un parque de maquinaria antigua o muy antigua .
  • El aumento de los costos directos de producción resultó en la disminución paulatina de los márgenes de utilidad de las firmas.
  • En 2009 la proporción de PyME industriales inversoras fue del 42%, ligeramente por debajo a la del año anterior. La existencia de capacidad instalada de planta ociosa desincentivó las inversiones destinadas a su ampliación: entre 2006 y 2009 la proporción de empresas cuyo principal propósito de inversión fue incorporar bienes de capital pasó del 38% al 30%.
  • Por otro lado, cobraron mayor importancia relativa las inversiones en pos de reducir los costos de producción.


Este último punto es crucial porque allí queda de manifiesto que las inversiones tienden a recortar puestos de trabajo sin que exista una clara, definida y específica política de recalificación de trabajadores.

Por otra parte en 2009 el 64% de las inversiones llevadas a cabo por las PyME industriales fueron financiadas a través de recursos propios de la firma, sin embargo en contexto de caída de rentabilidad, la disponibilidad de excedentes orientados a la recomposición y modernización productiva le pondrá limites a la política inversora.

Si a esto le sumamos la escasa "financiarización" (entendiendo por tal la disponibilidad y acceso a productos bancarios de financiamiento de mediano y largo plazo exceptuando las líneas de descuento de documentos que consideramos productos comerciales de cortísimo plazo) de las PYME, los limites son bastante estrechos en materia de incorporación de tecnologías e innovaciones e incluso de modernización del parque productivo.

En consecuencia, las restricciones al desarrollo de una política inversora por parte de las PYME hacen que la industria pierda competitividad y que esa pérdida de paso una profundización de las estrategias de supervivencia con lo cual nos iremos encaminando a un sendero de mayor volumen de producción con menor calidad. Es decir de menor sofisticación tecnológica, costos crecientes y mayores posibilidades de pérdida de calidad en el mercado laboral.

De acuerdo con una encuesta realizada por la Fundación Observatorio Pyme, que plasmó en un informe dado a conocer en los últimos días, una mínima porción del empresariado –entre 1% y 4%– accedió a los diversos programas públicos destinados a financiar inversiones de pequeñas y medianas empresas y, estos casos, la respuesta fue satisfactoria.

"Si el dilema actual de la política económica es sostener el crecimiento sin aumentar la inflación, defendiendo la competitividad internacional de la industria, tal vez el Gobierno debería haber acompañado la medida de la asignación universal por hijo –que tendrá un costo fiscal anual de entre 8.000 y 9.000 millones– con otra simultánea de desgravación para las pymes", propone el documento.

Los resultados cuantitativos de las encuestas son válidos para el cortísimo plazo pero estas magnitudes no serán sustentables si no se resuelve algunas cuestiones que la "macro" actual ha preferido ignorar en beneficio de un modelo basado en la expansión del consumo y no en la producción, la innovación y la sofisticación industrial.