27 enero 2022

El país de los Uroboros - El bilardismo de la política económica 2022

 

El país de los Uroboros[1]
El bilardismo de la política económica 2022

Tal como hemos señalado en diversas oportunidades, el Manual de Estilo del FMI ha comenzado a permear en las decisiones de política económica que se avisoran para el 2022.

 No obstante, esta Administración, me refiero a la que conduce el FdT, intenta tomar un camino que lo ha caracterizado: la procrastinación de las decisiones. Veamos:

Una condicionalidad del FMI señala la necesidad, en simultaneo, de establecer tasas de interés de política monetaria reales positivas y acompañar con un tipo de cambio que refleje el impacto de la inflación sobre la cotización y contribuya tanto a promover exportaciones y reducir la “brecha” actual entre el tipo de cambio oficial y las diversas cotizaciones financieras que hoy se encuentra en alrededor del 100%. El objetivo de estas decisiones es la acumulación de reservas que garanticen los repagos a pactar en los Acuerdos de Facilidades Extendidas a suscribir.

En tren de satisfacer esas condicionalidades, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha declarado en sus objetivos de política monetaria: “Fijar el sendero de la tasa de interés de política de manera de propender hacia retornos reales positivos sobre las inversiones en moneda local, y de preservar la estabilidad monetaria y cambiaria.”[2]

Simultáneamente, el BCRA ha comenzado a acelerar la tasa de actualización del tipo de cambio (oficial) utilizado para transacciones de comercio exterior y otras operaciones financieras que se cursan por ese mercado “libre y único de cambios” (el entrecomillado exhibe la paradoja argentina de nombrar lo que no existe). Si bien esa “aceleración” aún no es perceptible, en los días por venir de 01/2022 debería hacerse más notoria.

Ahora bien, el camino de la “procrastinar” -rasgo sustantivo de esta Administración- retarda una demanda tanto del FMI como de los diversos sectores financieros y de la economía real cuya consecuencia es la imposibilidad de cerrar un capítulo al que se lo a rodeado de discurso ideológico, pero no de respuestas prácticas y oportunas. El tan mentado “bilardismo” en la política económica.

A su vez, a estas condicionalidades se agregan una política cierta de desinflación.

La primera cuestión para resolver, más allá de la consideración a “gusto del consumidor” que mencionara el Documento Técnico del FMI del 10/12/2021 respecto a considerar que la inflación es “multicausal”, en los hechos, el Manual de Estilo del FMI considera las causas de la inflación en cuestiones estrictamente ligadas a la expansión de la base monetaria (emisión), lo que implica una disciplina monetaria muy lejos de posibles flexibilidades.

 Al respecto, el BCRA ha declarado en sus Objetivos para 2022: “Administrar la liquidez para evitar desequilibrios que atenten directa o indirectamente con el proceso de desinflación, permitiendo que el crecimiento real de la base monetaria acompañe la mayor demanda de saldos reales derivada de la expansión económica y del fortalecimiento del mercado de trabajo” (ver nota 1).

Lo declarativo nos lleva a recordar las razones de porque el “tero” es el pájaro nacional.

Se dice de él que “en un lado pega el grito y en otro pone los huevos” y conocedores de esta vocación los países que conforman el bloque duro del Directorio del FMI (EE. UU./Alemania/Polonia/Japón) y los propios miembros del staff técnico, descreen de las palabras de los negociadores argentinos a los que considera incapaces de cumplir las promesas. No es casual ni prejuicioso, Argentina desde 1958 a la fecha ha suscripto 20 Acuerdos de diverso tipo y no ha cumplido ninguno de los objetivos comprometidos.

Peor aún, cada cual en su momento se ocupo de responsabilizar a las Administraciones anteriores de los incumplimientos a sabiendas que las contrapartes ya conocen hasta el hartazgo esas excusas.

“Administrar la liquidez” supone recortes muy importantes en la emisión monetaria, destinada en la actualidad a satisfacer la demanda de financiamiento del Tesoro, expansión monetaria que resulta un factor sustantivo (diríamos único) de la expansión inflacionaria actual y la que se espera a futuro.

¿Podrá el BCRA establecer estos límites a la política económica? Nuestra expectativa es que NO. La razón de nuestro pesimismo no es nuestro modo de mirar la realidad, sino en la falta absoluta de independencia del BCRA, requisito estratégico básico para una política orientada a producir y lograr la desinflación de la economía.

Pero las condicionalidades no se agotan en cuestiones de política monetaria, aunque ésta es la fuente que refleja las respuestas a decisiones que deben tomarse fuera del BCRA y que son responsabilidades del Poder Ejecutivo Nacional.

La cuestión básica y fundamental es que el motor de la irrefrenable expansión monetaria es el creciente déficit fiscal que refleja el Tesoro Nacional. Pero, no sólo es éste el responsable, contribuyen a este déficit ya permanente, los déficit de las empresas públicas (déficit cuasi fiscal) proveedoras de diversos bienes y servicios cuyos niveles de productividad es en extremo limitada o nula y reflejan una conducta dispendiosa y carente de responsabilidad, muchas veces inducida por el propio Poder Ejecutivo que convalida esas inconductas presupuestarias.

A este déficit, denominado cuasi fiscal, deben adicionarse los intereses derivados de los instrumentos remunerados de esterilización de la liquidez excedente (LELIQ y Pases). En este punto asoma una conducta por demás perversa de los responsables de la política económica: utilizar la inflación y la tasa de política monetaria real negativa para proceder a “licuar” esas deudas. Un dislate que no mide consecuencias.

Simultáneamente él déficit fiscal -motor de la demanda de dinero al BCRA – lo constituyen una política de subsidios de todo tipo a diversos bienes y servicios a cargo del Estado. Un ejemplo: en promedio los usuarios pagan sólo el 30% de los costos de generación le energía eléctrica.

Ante este desmadre del gasto público, también alimentada por una política social apegada a reproducir clientelismo y no apoyo sustantivo a quienes requieren asistencia efectiva, las condicionalidades que el FMI establece en el Manual de Estilo es una drástica y real reducción de ése gasto que incluso resulta muchas veces ligado a la corrupción y el escaso a nulo control de “cómo se gasta” y la eficiencia y eficacia de ésas políticas públicas.

Ante esta demanda de los acreedores que están poco dispuestos a convalidar esperas insustanciales, el Poder Ejecutivo responde con un magro incremento de tarifas (promedio de + 20%) siguiendo un esquema de segmentación de dudosa equidad y que promete terminar en los Tribunales.

Pero este tipo de políticas de segmentación ya han fracasado en el pasado (2014) y tal como sucede en el mercado cambiario, promueve una política de precios múltiples para el mismo bien.

Señalaba hace unos días Daniel Montamat (ex Secretario de Energía) ésa segmentación lleva al absurdo que es posible también segmentar el precio de otros bienes como por ejemplo la leche, el pan, etc fijando precios diferenciales según la pertenencia en la “pirámide ingresos” o el valor del m2 en u$s donde el consumidor se radica, por ejemplo, en las veredas pares un precio, en las impares otras bajo el razonamiento que en las pares el m2 vale menos que en las impares. Un absurdo.  

Las políticas de precios múltiples con lleva a promover no sólo “mercados irregulares” sino que es fuente de arbitrariedades del poder político que dan como resultado promover el caos económico.

Pero la razón política de estos absurdos (siempre hay una “razón”) es el rasgo que distingue a esta Administración: procrastinar.

En el mismo sentido, los acreedores de los organismos multilaterales de crédito requieren poner fin a diversas políticas tales, como regulaciones a las exportaciones (en particular retenciones y “cepo” al complejo agroindustrial). Regulaciones de precios internos (precios máximos o cuidados, etc) que alimentan efectos indeseables y/o un conjunto de regulaciones distorsivas de la dinámica productiva (ejemplo, las restricciones a las decisiones empleo de las empresas tales como prohibición de despidos, adicionales indemnizatorios, etc).

Siendo la creación de empleo formal y de calidad resulta indispensable revisar las regulaciones laborales, no sólo en materia salarial que, si de algún modo se realizan y actualizan, sino a una parte poco debatida como lo es las definiciones convencionales de los puestos de trabajo y su adecuación a la realidad productiva.

 En el mismo sentido, refrescar las leyes laborales es una demanda estratégica (la Ley de Contrato de Trabajo data de 1974) y que cada modificación que se introduce agrega mayores restricciones que imposibilita la creación de empleo formal. Poner fin al discurso ideológico respecto a que el sector empresario es una suerte asociación ilícita de explotadores y esclavistas. Esa visión no sólo es digna, tal vez, del siglo 19 sino que refleja una mentira y da paso un muro detrás del cual pretenden esconderse privilegios de unos meros burócratas sindicales que cada día representan menos trabajadores.

En otro orden, la economía real esta sometida a una permanente y creciente presión tributaria que exhibe una presión pura y dura que pone en evidencia que ya no recauda lo necesario para satisfacer, con su voracidad, los gastos que debería financiar, de allí que sólo en diciembre 2021 el BCRA debió girar a la Tesorería unos $400 mil millones que parecen no alcanzar y que terminan alimentando más inflación contribuyendo a el circulo vicioso en el que estamos atrapados.

Esta descripción pone en evidencia la inexistencia de las imprescindibles inversiones que requiere el sector productivo. No se invierte, sólo se repone y en valores mucho menos que la depreciación del capital producto de su utilización, Se trata de una inversión vegetativa que en su dinámica muestra la permanente destrucción del capital.

Sin financiamiento genuino y acorde a la realidad de la producción no hay crecimiento real, si hay una limitada expansión que intenta retornar a niveles de algunos años atrás, pero que, a futuro, tiene muy poco que ofrecer. Los recursos, que deberían estar destinados al crédito productivo por parte del sistema bancario son absorbidos por el Estado para financiar un gasto deficitario insostenible. Cerca del 80% de los recursos del sistema financiero son absorbidos por el Estado o esterilizados por el BCRA en la forma de LELIQ o Pases.

Por otra parte, las condiciones institucionales y de restricciones de la política cambiaria restringen y ahuyentan la Inversión Extranjera Directa que, cuando ingresa, esta orientada a reponer, pero no expandir y desarrollar productividad e innovación, al igual que el conjunto de las PYME.

Bajo este cielo, los argentinos y todos aquellos que habitan éste increíble y maravilloso territorio, batallan contra las falacias y relatos de una política cargada de ideología, pero no de soluciones. Tamañas restricciones no deben desalentarnos ni convertirnos en escépticos. Cada día al finalizar buscamos el descanso en la seguridad que, al despertarnos, el sol, las esperanzas y las mejores expectativas estarán ahí, vivas y desafiantes para fundar de modo incremental nuestra decisión de superar las barreras y limitaciones absurdas que se levantan ante la producción y el trabajo.

 Feliz Año Nuevo. Y no decimos con mero sentido formal, sino en la seguridad que será una realidad.

 Colegiales, 31 de diciembre de 2021

 Lic. Carlos Guillermo Schwartzer

 [1] El Uróboros u Ouraboros, es la emblemática serpiente del Antiguo Egipto y la Antigua Grecia, representado con su cola en la boca, devorándose continuamente a sí mismo. En referencia a la descripción de la economía argentina en mayo del 2010

 

[2] Banco Central de la República Argentina - Objetivos y planes respecto al desarrollo de las políticas monetaria, cambiaria, financiera y crediticia para el año 2022 – 30/12/2021


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