DIFERENCIAS ESTRATÉGICAS ENTRE LA UIA Y CAME
Hay diferencias irreversibles entre CAME
y la UiA. No se trata de las personas, ni de los métodos, ni siquiera de los
estilos. Tal vez sí, es posible encontrar la diferencia en las
representaciones: las PYME por el lado de CAME, las corporaciones por el lado
de la UIA.
Es obvio que todavia existen PYMES que
piensan que es la UIA la entidad industrial por excelencia y no conocen, olvidan
o ignoran que "en febrero de 1887 en una asamblea realizada en la sede del
Club de Gimnasia y Esgrima, con la asistencia no unánime de socios del Club y
del Centro, se fundó finalmente la Unión Industrial Argentina. Ningún miembro
fundador del Club Industrial que habían apoyado el proteccionismo en el debate
de 1876 figuró en esa “fusión”. El “librecambio” y la orientación hacia las
“industrias naturales” habían ganado la partida."
No es menos obvio y hasta podríamos decir
que De Mendiguren es consistente con las bases fundacionales de la UIA al
convocar a una mayor integración de los mercados con Brasil (http://www.lanacion.com.ar/1537186-integracion-regional-para-insertarse-en-el-mundo
).
Esa integración, que supone dar por hecha
una nueva división regional del trabajo y aceptar que esa división sea
producto de la dinámica de las corporaciones y no del debate sobre las
estrategias de las políticas
industriales nacionales que definan los roles a desarrollar, de una clara
consolidación del mercado interno, de la disposición de una infraestructura
apta y eficiente para sostener el desarrollo industrial propio, entre otras
cuestiones.
Es eso lo que nos separa
irremediablemente de la UIA. Obviamente uno de nuestros trabajos fundamentales
es trabajar con esas PYME que ven el la UIA su representación, cuando en la
"mesa chica" de la institución se programa su desaparición.
Señalaba el Presidente de CAME el pasado
el viernes 30 de noviembre en Tecnópolis el Presidente de CAME: "La Argentina está siendo testigo y
protagonista de cambios profundos en la forma de concebir los procesos de
desarrollo nacional e integración regional.
Durante
décadas, en países de menor desarrollo como el nuestro, estos procesos estuvieron marcados por la subordinación de
los intereses nacionales a los intereses de grupos financieros y económicos,
que se beneficiaban cuanto más se liberaran y desprotegieran nuestros mercados.
Estos
sectores bregaban por la integración regional. Pero sin cuestionarse si las
condiciones internas y externas que afectaban a las naciones miembros eran las
propicias para ese tipo de procesos o si se requerían corregir asimetrías y
distorsiones para continuar.
Por
mucho tiempo hemos observado,
repetidamente, cómo diferentes gobiernos en la Argentina y en el mundo se
empeñaron por mantener rígido y estanco
el proceso de integración, omitiendo las necesidades propias de cada economía,
desatendiendo prioridades básicas y esenciales de sus habitantes, y postergando
la oportunidad de desarrollar un capitalismo nacional con proyección internacional.”
Osvaldo Cornide señalaba más adelante “A principio
de los años ´90 se confiaba en que
la integración entre países crearía mercados regionales más amplios, más
interconectados. Mercados que
permitirían
obtener
economías de escala, elevar la
productividad y competitividad de las PYMES, acelerar el progreso técnico, fomentar
la especialización, diversificar las exportaciones, lograr una mayor
articulación productiva y mejorar la inserción de las PYMES en los mercados
extra-regionales.
Para
las naciones menos desarrolladas como la Argentina, se anunciaba que la
integración dentro del Mercosur sería un trampolín para el despegue económico”.
Señala De Mendiguren en el artículo de La
Nación “Hoy nuestra región cuenta a lo
largo de todo su territorio con la materia prima y la energía necesarias para
convertirse en un polo regional de agregación de valor. Estamos en condiciones
de proyectarnos hacia el futuro, lejos del esquematismo que nos relega a ser
exclusivamente proveedores de commodities. A modo de ejemplo, nuestra región
tiene el 55% de las reservas mundiales de litio, un desafío más que interesante
para la innovación de matrices productivas en las industrias automotriz y
electrónica. Una innovación que extiende sus beneficios desde el mundo de la
producción hacia el trabajo, la educación, la ciencia y la tecnología”
Propone allí nuevamente el objetivo de
1887: ser meros exportadores de commodities o de recursos no renovables como lo
son las materias primas, y, según De Mendiguren esa es la clave del desarrollo
nacional.
Se empiezan a notar no ya diferencias
menores, sino que empiezan a desnudarse las diferencias estratégicas.
Para De Mendiguren no existen las PYME,
no hay en su exposición una sola referencia a cuál ha de ser su rol, su
compromiso y su lugar.
Señalaba Cornide en su exposición: “La
Integración Regional puede ser un
buen instrumento para fortalecer
el capitalismo nacional. Pero sólo si el proceso funciona en condiciones óptimas y los países miembros
presentan situaciones equitativas.
En
ese caso, es de esperar que las empresas crezcan, que las más pequeñas tengan
oportunidades de expandir sus mercados y
de aprovechar las ventajas del
comercio internacional, que el tejido productivo se vuelva más eficiente, que
la economía sea más productiva, y que todo eso repercuta en cuatro aspectos esenciales para darle sustentabilidad
a la dinámica socio-económica: mayor generación de riqueza, mejor distribución del ingreso, mayor
generación de empleo y menor
vulnerabilidad social.”
Para De Mendiguren las condiciones están
dadas porque las corporaciones que representa ya están listas para dar el
salto, y poco y nada les queda a las PYME de esa acción. Los adalides de ésta “globalización”dan
por hecha la división regional del trabajo y exportadores de nuevos comoditties
como biodiesel poco y nada les importan no sólo los miles de puestos de trabajo
que generan las PYME sino algo mucho más profundo y estratégico: ser el
sustento de la democracia.
Son ellas las que representan el trabajo
cotidiano de millones de argentinos y que los gobiernos de base popular
deberían convocar para mantener los equilibrios básicos de las luchas de poder
que debe sostener el Estado con las corporaciones. Decimos “deberían”, porque
cuando las PYME son ignoradas, se intenta bastardear su organización convirtiéndolas
en meros y malos apéndices estatales ha quedado ya demostrado que la democracia
se debilita y se transforma en formas de gobierno que o bien muestran tintes
autoritarios o bien, son manipuladas por las corporaciones.
Esa opción que plantea la UIA llega
tarde: la globalización ha caído en manos de la crisis mundial qaue una y otra
vez hemos descripto en distintos blog. Si podríamos comparar el momento
histórico que vivimos en lo productivo, deberíamos hechas una mirada al
proteccionismo que se desarrolló entre 1870 y 1914.
La crisis, de carácter estrictamente
financiera en tanto requiere la destrucción de una masa singular de dinero
especulativo, también alcanza a la industria que debe afrontar una transformación
también singular en términos de productividad, innovación y diseño.
Como ha señalado Osvaldo Cornide: “la promoción de una integración regional y
mundial que no contemple el desarrollo local y las diferentes etapas de
desarrollo económico en las que se encuentra cada Nación, será una integración
estéril.
Como
afirmaba el desarrollismo, los mercados
comunes regionales, complemento y síntesis de las integraciones nacionales,
pero nunca como sustitutivos de ellas, serán instrumentos importantes para promover
el desarrollo de la capacidad exportadora e importadora de la región y darle
cohesión y fuerza a su presencia en el mercado mundial.”
Las PYME deben prestar atención a estas
diferencias estratégicas y deben optar, como señala mario Benedetti, de que
lado ponen el pie en la amplia grieta que se está abriendo bajo sus pies.
O convalidan el cercenamiento de su
futuro con la vana ilusión de recoger alguna miga y mantienen una pertenencia que
finalmente las habrá de “dejar afuera” del reparto o se suman al trabajo de
construir una sólida economía nacional que las incluya y las escuche.
Estas diferencias estratégicas que señalamos
entre la UIA y CAME también se replica en las Cámaras Sectoriales. Nos
preguntamos a modo de ejemplo, como pueden convivir en ésta división regional
del trabajo que acepta y promueve De Mendiguren los intereses de las
corporaciones como ABB con una PYME del sector electrónico, o como pueden convivir
las grandes metalúrgicas como Techint con las PYME metalúrgicas.
Ha llegado la hora de “barajar y dar de
nuevo”. Las PYME tienen en CAME Industria el lugar apropiado para expresar y
gestionar sus intereses.
La elección es vital y los tiempos señalan
que hay poco margen para el error estratégico de sucumbir ante los prejuicios.