10 julio 2009

GOTA A GOTA

Por septiembre de 2008 señalamos en el blog que "La metodología de gestión parece ser la sorpresa".

Cual novela de suspenso, las elecciones de junio de 2009, "dejaron un mensaje". A el se refieren, casi crípticamente, todo el arco político, dirigentes sociales de diverso nivel y entidad, el periodismo y los medios en general, etc, etc.

La cuestión es que a falta de ideas, propuestas, planes o proyectos, ahora los electores deben "buscar mensajes" que pueden estar escondidos en una botella tirada al mar. Cuando lo encontremos veremos que dice. Seguro que llegamos tarde.

Pero como no podía ser de otra manera, la Presidente "leyó el mensaje" y respondió conforme su metodología habitual de respuesta: la sorpresa.

Como ya señalamos, "sorpresa" es "conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible"; para otros, "sorpresa es un breve estado emocional, resultado de un evento inesperado". "Incomprensible", "inesperado", es precisa y exactamente lo opuesto a lo previsible, a lo fundado que demandan, quienes aún, pese a los desmanes cometidos, intentan ayudar, comprender y acompañar."

La sorpresa no motiva la confianza, no promueve la certeza, no apela al trabajo, pone signos de interrogación sobre el cálculo económico y hace opaca la realidad, agrega confusión a la estabilidad institucional, porque en su necesaria y explosiva novedad, la sorpresa avasalla toda la organización institucional establecida porque, después de todo, si de algo trata el sorprender, es de mostrarle y demostrarle a ése orden la capacidad de ser sobrepasado, desatendido e ignorado y la capacidad de transgredir se manifiesta como el combustible que alimenta, en éstos casos, el seguro fracaso.

Y decíamos, "En materia económica, a los acreedores y los potenciales inversores – cualesquiera que fuesen su nacionalidad o tamaño, no les gustan las sorpresas. Ni las gratas ni las ingratas, porque, aunque le saquen algún beneficio a la maravilla que se anuncia nunca podrán conocer su suerte en la próxima conmoción, en el próximo imprevisto."

El desarrollo económico requiere planificación, la distribución del ingreso requiere una muy ajustada contabilidad para poder fundar la equidad, no se puede erradicar la pobreza y la miseria apelando a la sorpresa, esta aporta sólo un instante de maravilla, de radiante luminosidad que aplaudimos de pié, pero no genera una estrategia, una política consistente y sustentable para resolverla.

La sorpresa, para serlo, requiere el secreto, la confidencia, funda un círculo áulico de iniciados y descree de la participación ciudadana. Nos pone en vilo, ejerce un poder magnifico y descontrolado, reniega de la inteligencia, pone a la lógica en ridículo, genera conmoción y convierte a los ciudadanos en incrédulos espectadores, obligados a la intuición , a la tensa espera y reducidos a ser pobres buscadores de dudosos presagios.

¿Por qué volvemos sobre nuestros pasos?

Porque la metodología es clara, se trata, mediante la sorpresa, de recuperar el "centro" de la escena. De mostrarse agudo lector de los "mensajes de las urnas".

Nuevamente recitamos a Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957). "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah!. Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".

Lo que en nuestra visión como ciudadanos debería hacer el Poder Ejecutivo es convocar al Congreso de la Nación, allí se expresa la voluntad popular. Pero la estrategia de la "sorpresa" si algo es, es perversa, muy en línea con la "política del tero" (después de todo es el pájaro nacional): en un lado pega el grito y en otro pone los huevos. Por eso el mentado diálogo se hará a puertas cerradas, entre quienes el Poder Ejecutivo elija como interlocutores y nunca faltara un grupo de energúmenos que lidiaran por ser convocados los cenáculos del poder.

Una cosa es cierta. La paciencia de los pueblos no debe ser confundida con indiferencia o irresponsabilidad. La han pinchado. Comenzó a perderse, lenta pero sistemáticamente: todos los días, frente a tanta soberbia, una gota. ¿Alguien sabe cuando será la última?




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